Capítulo 21
•JESÚS OVIEDO•
Tras una corta llamada con el capitán de la guardia civil, quedamos en el helipuerto para salir en su busca a las Islas Marianas.
-¿Estás seguro de lo que vas a hacer? -pregunta mi hermano preocupado
-Daría mi vida por ella -digo susurrando
-Muchísima suerte
Nos fundimos en un fuerte abrazo y contengo, al igual que él, las lágrimas que amenazan nuestros ojos color café.
-¿Estás listo? -dice el capitán
Asiento y toca mi hombro indicando que debemos irnos. Me subo en el helicóptero y me abrocho el cinturón mientras observo cómo nos alejamos de la ciudad y nos adentramos en el Océano Pacífico.
Las vistas y el paisaje son extremadamente gratificantes, hasta que puedo observar una serie de islas más pequeñas separadas por escasos metros, es decir, el archipiélago de las Islas Marianas.
-Eso que ves ahí son tiburones -dice señalando unas manchas blancas
Me agarro al asiento y suspiro algo nervioso.
-Las islas son preciosas pero realmente peligrosas -advierte
-¿Cree que las encontraremos con vida? -pregunto con un hilo de voz
-Si esa mujer ha sido inteligente, no le conviene estar en la orilla -aclara
Observo una pequeña estructura de hierro seguida de un humo grisáceo muy contaminante.
-Aterrice pero sin tocar la arena -ordena al piloto
Bajamos del helicóptero de un salto y observo a mi alrededor. Me giro y veo el agua con destellos blancos y trago saliva. Tiburones, mi peor pesadilla.
Emprendemos un corto camino hasta una pequeña cabaña construida con madera y hojas caídas de los árboles tropicales de la zona.
Mi corazón palpita rápidamente cuando observa su cabello castaño y indico que están dentro. El resto de policías rodean la cabaña y apuntan con el arma directamente a la tía de Lucy que ríe irónicamente.
-Mucho habíais tardado -dice riendo
-Déjalas libres -digo serio
-¿Y me vas a obligar tú? -dice riendo perversamente
Cojo el arma que tenía en mi espalda junto al cinturón y apunto al centro de su frente.
-Vaya, a alguien le gusta jugar a los policías -ríe
-No te burles, quizás este sea mi juego favorito -digo serio
Entra corriendo a la cabaña y saca a Lucy a la fuerza haciéndole un daño irremediable en el cabello y el brazo.
-Mi niña -susurro
-Sal de aquí Oviedo -dice mi pequeña asustada
-No me iré sin ti -digo apuntando a su tía
-Señora, suéltela -advierte el guardia civil
Observa a su tía con los ojos pidiendo clemencia y la empuja haciendo que caiga al suelo. Me acerco a ella corriendo y la abrazo mientras solloza en mi pecho.
Siento un arma apuntar mi sien bruscamente y alzo la mirada viendo a su tía con rostro amenazante.
Los policías apuntan a mi enemiga y me levanto despacio.
-Eres demasiado valiente -dice acariciando mi rostro con el revólver
Lucy corre huyendo de su tía y entra en la cabaña donde está su madre temblando.
-¿Estáis todos bien ahí dentro? -grita el policía
Mi mirada desafiante se encuentra con la suya y el odio florece en mi interior inconscientemente.
-Eres un ser repulsivo -digo serio
El arma viaja por mi rostro y se coloca nuevamente en mi sien. Intento controlar mis nervios pero Lucy corre hacia los policías con su madre en brazos.
-Hay que sacarla de aquí urgentemente -dice la enfermera
Observo los ojos de mi pequeña totalmente envueltos en un baño de lágrimas y golpeo a su tía con el mismo revólver con el que me estaba apuntando.
Cae totalmente inconsciente al suelo y su sien comienza a sangrar.
-Llévensela -ordena
•LUCY WILDE•
El helicóptero de emergencia aterriza y colocan a mi madre en una camilla.
Su rostro pálido toma protagonismo y rompo en llanto estando en brazos de Jesús.
-Todo estará bien chiquita -susurra en mi oído
-¿Por qué todo es tan difícil? -sollozo
-A veces hay que tropezar con miles de obstáculos para poder llegar a la felicidad -dice con voz ronca pero con un toque dulce
El helicóptero despega y el guardia civil se acerca a nosotros decidido a estrechar su mano con Jesús.
-Esta pesadilla acabará pronto jovencita -dice sonriendo
-Ojalá señor -respondo con un hilo de voz
-Tiene que ser fuerte -aconseja
Tras largos minutos de reflexión y abrocharme el cinturón, observo cómo me alejo de esta terrible isla que me hizo pasar los peores momentos de mi vida, ya que se convirtió en una maldita pesadilla.
(...)
Siento el dulce y suave roce de la yema de sus dedos en mi mejilla y abro los ojos lentamente pudiendo observar esos ojos color café que tanto me hipnotizan.
-Buenos días mi niña -susurra
-Buenos días -susurro tímida
Observo absolutamente todo mi alrededor y sonrío levemente al sentirme de nuevo como en casa.
-Anhelaba despertar contigo -digo sincera- en esa fría cabaña ni dormía ni comía, te extrañaba tanto que me vi hundida en la desesperación en varias ocasiones
-Ya estamos juntos pequeña -dice dulcemente
Une nuestros labios en un cálido beso y los movimientos se realizan al compás de nuestros latidos, que poco a poco se van intensificando.
El roce de su mano estremece mi piel y sonrío tímidamente tan sólo al sentir su tacto.
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