Capítulo 20
•LUCY WILDE•
-¿Por qué haces esto? -digo cuando me golpea
-Porque os odio, ¿aún no te queda claro? Eres fruto de una relación insana, de un padre que no te quería ni por asomo y de una madre que es despreciable
-Más despreciable es tener una tía que odia tu existencia y que quiere verte muerta -digo rencorosa
-No te equivoques niñita, quiero verte muerta porque te has metido en mi camino
-¡Me he metido en tu camino para que no acabases con la vida de mi madre! -grito
-Cariño, eres tan ingenua -dice riendo- ¿qué es lo que quieres ver? ¿Esto?
Agarra la barbilla de mi madre que está adormilada y golpea su rostro haciéndome gritar desesperadamente.
-No vuelva a ponerle la mano encima, ¿no ve que está enferma? -dice la enfermera enfrentándose a ella
-Usted no se meta -dice empujándola
-¿Por qué tienes que hacerle la vida imposible a una niña? -dice mirándome
La golpea en el estómago y cae al suelo colocando sus manos en la zona.
(...)
Un dolor se genera en mi costado, la sangre invade mi fina camisa de encaje y grito del dolor.
-Mi niña -susurra mi madre- sé fuerte, sé que Jesús nos está buscando -dice débilmente
-Pequeña, estás sangrando -dice la enfermera cuando vuelve en sí -deja que te cure -dice apresuradamente
Se acerca a mí con un botiquín y baña la gasa de alcohol llevándolo a la zona herida, y muerdo mi labio conteniendo el dolor.
-Ni se te ocurra curar más esa herida -dice mi tía a su espalda
-Se puede morir desangrada -dice la enfermera
-Al fin y al cabo eso es lo que quiero, ¿no? -dice seria
-Nunca había conocido a alguien con el corazón tan negro y frío como el hielo - dice la mujer suspirando- aunque quiera que muera, por lo menos que sea una muerte sin dolor -aconseja
Mi tía suspira profundamente y accede a que me cure la herida. Lo hace con total delicadeza y el dolor me ahoga interiormente.
•JESÚS OVIEDO•
-¿Cómo que no han encontrado nada? - digo alterado
-Tranquilícese joven -suplica el guardia civil
-¿Cómo puede pedirme que me tranquilice? ¡Mi novia podría estar muerta! -grito golpeando la mesa
-Estamos haciendo todo lo posible pero es difícil encontrar la ubicación de ese helicóptero si el piloto no ha mandado la señal
-Esto es inaudito -digo cabreado- si ustedes no van a hacer nada, lo haré yo
-Es peligroso joven, piense en su chica, ella le necesita aquí luchando por encontrarla, no se arriesgue -aconseja
-Si no aparece en menos de 48 horas, saldré a buscarla -advierto marchándome
Regreso a mi lujoso apartamento y mi hermano me observa suspirando.
-Ni rastro de ese maldito helicóptero -digo soltando las llaves en la mesa
-Va a aparecer -asegura mi hermano
-Han pasado 5 días y aún no han aparecido ni han encontrado nada -digo con la esperanza totalmente perdida
-No te desanimes, cuando menos te lo esperes aparecerán por esa puerta -dice señalándola
(...)
Tras darme una larga ducha para intentar lidiar con el estrés que me ahoga por dentro, me pongo un short para estar más cómodo.
Enciendo la televisión y leo un titular que me impacta totalmente.
-Un helicóptero de urgencia ha caído en las islas Marianas, una situación que provoca incertidumbre entre la población civil -digo leyendo en voz alta
-Joder, ¿y los pasajeros? -dice mi hermano preocupado
Llamo al teléfono de la compañía que lleva ese tipo de noticias y me lo coge una recepcionista que, tras pedirle hablar con el director de la sucursal, me pone una música desesperante.
-Buenas tardes, le habla el director general -dice rápidamente
-Quería preguntarle por una noticia que acaba de salir en un titular -digo serio- es sobre el helicóptero de las islas Marianas, ¿podría darme detalles de los pasajeros? -pregunto amable
-Esa información es confidencial joven, tendrá que venir personalmente -apreto los puños y suspiro colgando
La herida de mi costado vuelve a sangrar y mis gritos se ahogan, ya que tengo la boca amordazada.
Los días pasan y mi desesperación aumenta, incluso ya podría decir que he perdido las esperanzas de que nos encuentren.
-¿En qué piensas? -dice la enfermera quitándome la mordaza
-Dudo que nos encuentren, estamos perdidas en una isla que ni siquiera sabemos cuál es
-Nosotras no lo sabemos, pero ella sí -dice señalando al exterior donde está mi tía dando una calada a su cigarro
-La odio -susurro con rencor
Entra mi tía tras lanzar la colilla al suelo y aplastarla, y suspiro cuando se acerca a mí. Seguidamente observa a mi madre y ríe.
-Déjanos ir -suplica mi madre débilmente
-En tus sueños -dice riendo
-¿Qué te cuesta dejarnos libres? -pregunto frunciendo el ceño
Espero una cachetada en mi mejilla por su parte y cierro los ojos. Pasan escasos segundos y su mano no impacta con mi mejilla haciendo que abra los ojos asustada pero un tanto sosprendida.
-Curale la herida -le ordena a la enfermera
-¿Qué tengo que hacer para que nos dejes ir? -pregunto conteniendo el dolor
-Cuando una de las dos caiga, mi venganza estará prácticamente completada -dice riendo perversamente
-Hagamos un pacto -digo seria
-¿Qué clase de pacto? Los chantajes no funcionan conmigo niñita ingenua -dice riendo
-Déjala ir y podrás hacer conmigo lo que quieras, si quieres volarme los sesos, hazlo, pero que ella no esté presente
Miro a mi madre intentando no llorar y una lágrima desciende por su mejilla haciendo que sujete su mano para tranquilizarla.
-Es irónico, ya que mi venganza es con ella
-Prefiero que cobres la deuda que tienes pendiente con ella pero conmigo -digo seria- estoy dispuesta a morir si sé que ella estará a salvo -aclaro acariciando la mano de la mujer que me dio la vida.
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