Capítulo 2
•LUCY WILDE•
-Y bien, ¿cómo te llamas? -pregunta serio
-Me llamo Lucy Wilde -digo formalmente
-Yo soy Jesús Oviedo -estrechamos las manos- entonces buscas formar parte de mi revista como modelo, ¿no? -asiento- levántate -ordena
Me pongo en pie y me indica con su dedo índice que gire sobre mis tacones despacio. Le miro de reojo y observo cómo muerde su labio inferior.
-¿Cuándo te gustaría empezar? -pregunta peinando su tupé
-Ahora mismo señor Oviedo -respondo cortésmente
Me invita a un café mientras prepara la cámara para la prueba y sus ojos viajan por mi cuerpo sin cesar.
-¿De dónde eres bonita? -dice enfocando su Nikon
-De Madrid -respondo seria
-Me encantan las españolas -dice descaradamente
Mis mejillas toman un color más rojizo y se acerca a mí colocando un mechón de mi cabello detrás de la oreja.
-Tienes unos ojos preciosos, una mezcla de color café con un sútil tono verde a su alrededor
-Gracias señor Oviedo -respondo con timidez
-Llámame Jesús, no me agrada que una señorita me trate de usted, no estoy acostumbrado
Me quedo en silencio sin articular palabra alguna y sonrío cuando se dirige a la cámara. Me indica cómo debo posar para él y en diversas ocasiones capto cómo muerde su labio.
Regreso a casa después de una mañana un tanto ajetreada y observo su tarjeta con detenimiento por segunda vez.
-Jesús Oviedo Morilla -susurro
Comienzo a preparar el almuerzo mientras su rostro no deja de deambular por mi cabeza. Sus ojos color café penetran en mi mente con fuerza mientras me hipnotizan, haciendo que pierda la cordura.
-No vine aquí para enamorarme estúpido -susurro maldiciendo
Termino de preparar la comida mientras recibo un mensaje de mi tía por parte de madre y suspiro al leer que mi madre sigue empeorando, y que ni siquiera los tratamientos le hacen efecto.
•JESÚS OVIEDO•
Recojo un poco el despacho de la que ahora es mi boutique y entra mi abuelo sonriendo.
-¿Qué tal la entrevista con la chica aquella? -pregunta curioso
-Bastante bien, tiene el perfil que busca nuestra revista -respondo serio
-¿El que busca nuestra revista o el que buscas tú? -pregunta pícaro
-No quiero hablar de eso
-Chaval, eres joven, aún tienes tiempo para rehacer tu vida -dice tocando mi hombro
-Odio a las mujeres -digo bruscamente
-Nunca vuelvas a repetir eso
-No quiero faltarte el respeto, así que por favor, te pido que dejes el tema -respondo tajante
-Has cambiado -susurra- ya no reconozco a mi propio nieto
Se marcha cabizbajo y suspiro al oír la puerta cerrarse.
-Nadie entiende que mi corazón, ni por todo el oro del mundo, cambiará de parecer -susurro
Tocan la puerta y giro sobre la silla giratoria de mi despacho agarrando un bolígrafo entre mis manos. Me levanto y abro la puerta con dejadez, pero su radiante sonrisa irradia en la mía.
-¿Puedo pasar? -pregunta tímida
Asiento cediéndole el paso y se sienta en el sofá observando el amplio ventanal desde el que puede observarse prácticamente toda la ciudad. Me siento frente a ella y observo su postura erguida mientras se encuentra sumida en sus pensamientos.
-Si no recuerdo mal, hoy no tocaba ninguna sesión -digo rompiendo el hielo
-Lo sé -responde sin mirarme
-¿Ocurre algo? -pregunto frunciendo el ceño
-Son muchas cosas Oviedo -dice suspirando
Me pongo en pie y me coloco de cuclillas ante ella observando sus gestos.
-¿Puedo ayudarte en algo? -pregunto sonriendo
Me mira con sus hermosos ojos color café de estela verdosa y nuestras miradas se encuentran provocando un cortocircuito. Ninguno de los dos aparta la mirada, ni siquiera articulamos palabra, solamente observamos nuestras pupilas perdiéndonos en ellas.
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