•LUCY WILDE•

Me despierto con el desesperante sonido del despertador. Restriego mis ojos y escucho mi teléfono sonar después de haberme puesto en pie. Lo cojo al ver varias llamadas perdidas de mi tía y comienzo a ponerme nerviosa antes de cogerlo.

-¿Qué ocurre? -digo desperezándome algo nerviosa

-Han tenido que llevarse a tu madre al quirófano de urgencia -dice dejando notar cómo el nerviosismo se apodera de ella

-¿Cómo? -digo con un
hilo de voz

-Creo que lo mejor sería que volvieras, los médicos no saben si saldrá con vida

Caigo al suelo colgando el teléfono y sollozo desconsolada ocultando mi rostro entre mis piernas.

Me visto tras comprar el billete de avión de vuelta a Madrid del último vuelo de esta noche. Voy a la boutique en mi moto y toco la puerta impaciente hasta que abre esbozando una sonrisa.

-Nena, ¿qué pasa? Estás pálida -dice acariciando mi mejilla

-Tengo que volver a Madrid Jesús -digo fría

-¿A Madrid? ¿Por qué? -pregunta preocupado

-Mi madre ha entrado en quirófano -digo entristecida- vine a despedirme
Suspira abrazándome y me escondo en su pecho.

-¿Cuándo te vas? -pregunta com un hilo de voz

-Esta noche, en el último vuelo -digo nerviosa

-Verás que sale con vida, confía -dice besando mi mejilla

(...)

Llego a Madrid tras 7 largas horas de vuelo y mi tía me recoge en el aeropuerto para llevarme directamente al hospital donde me comunican que mi madre está en la sala de rehabilitación pero que aún es probable que se enfrente a la muerte.

-Doctor, por favor, déjeme verla, vengo desde Nueva York -suplico sollozando

-Lo siento jovencita, no puedo dejarla pasar hasta que esté totalmente estable

Mi tía me abraza con muchísima fuerza haciendo que esconda mi rostro envuelto en llanto en su pecho.

-Todo va a estar bien -dice segura

-No quiero que se vaya -digo con un hilo de voz

-No se irá pequeña, tienes que ser fuerte y confiar en su fuerza de voluntad -dice intentando tranquilizarme

-¿Cómo puedes pedirme que sea fuerte? Mi madre se está muriendo -sollozo desconsolada

Me abraza acariciando mi cabello sin articular palabra alguna y seguidamente nos sentamos en los bancos de la sala de espera. Cubro mi rostro con mis manos y las baño de lágrimas sin cesar.

-No estás sola Lucy Wilde -dice una voz conocida a mis espaldas

Alzo sutilmente mi cabeza sin quitar las manos de mis ojos y entreabro los dedos para no dejar ver mi rostro bañado en desesperación.

-Oviedo -digo nerviosa

-Wilde -dice colocándose de cuclillas ante mí

Acaricia mi rostro apartando mis manos dulcemente para secar mis lágrimas.

-¿Por qué has venido? -digo finalmente

-No podía dejarte sola en un momento tan difícil como este -dice sonriendo

Observo sus ojos color café y se encuentran con los míos algo cristalinos. Me siento entre sus piernas abrazándome a él y cierro los ojos para relajarme e intentar evadirme de esta realidad tan dolorosa.

-Gracias -susurro con un hilo de voz

-Es lo menos que podía hacer, pero eh, no llores más princesa que se te cae la corona -dice haciéndome sonreír

-Me encanta tanto esa sonrisita que esbozas cuando te acaricio o te susurro lo que dicta mi corazón -dice sincero- eres un ángel tan frágil -aclara tímidamente

-Y tú, que eres mi ángel de la guarda, has llegado para salvarme de este abismo sosteniendo mi mano.