Dedicado a The_Fluffys_Harpmenciona

Molly Weasley estaba sentada en el salón de su casa.

Mientras tejía lo que pronto sería una bufanda, la mujer miraba el reloj que había colgado en la pared con nervios.

Apenas habían pasado cuatro meses desde la batalla de Hogwarts.

Cuatro meses desde que perdió a uno de sus hijos.

Desde aquel día, Molly procuraba no perder de vista aquel reloj que le indicaba donde estaban sus familiares por mucho tiempo.

Cuando vio que la aguja de Ron marcó casa, se dirigió a la entrada, dispuesta a recibir a su hijo.

El chico entró exhausto y saludó brevemente a su madre antes de dirigirse a la cocina a por algo de comer.

-Ron cariño, ¿qué tal el día?

El nombrado suspiró.

-La tienda estaba llena, como siempre.

Un breve silencio se instauró entre ambos.

-¿Aún no ha salido?

Molly negó con la cabeza ante la pregunta de su hijo.

-No, cuando tú padre vuelva lo intentaré de nuevo.

Ron asintió y besó rápidamente la frente de su madre.

-Yo voy a descansar un rato, avísame cuando sea la hora de cenar.

Molly asintió y suspiró al ver a su hijo subir por las escaleras.

La guerra los había cambiado a todos, para bien o para mal.

Algunos como Ron, se habían vuelto más cariñosos al saber lo que podían perder.

Otros como Molly no podían dormir tranquilos, el miedo les invadía.

***

Cuando Arthur llegó a casa, Molly hizo lo prometido y subió a la habitación de George.

-Cariño, es la hora de cenar, ¿por qué no bajas a estar un rato con nosotros?

Se quedó unos segundos frente a la puerta esperando alguna respuesta, pero al no recibir ninguna, volvió al piso de abajo derrotada.

Sonrió a Arthur y a Ron y los y tres comenzaron a comer en silencio.

Molly extrañaba los días en los que la casa se llenaba de gente, pero ahora Bill vivía con Fleur, Charlie estaba en Rumanía, Percy independizado y Ginny viviendo con Harry.

Aquellos días en los que sus hijos se peleaban por la comida habían acabado.

Al terminar la cena Molly agarró un plato y volvió a subir las escaleras.

-¿George? Te traigo la cena, ¿me dejas pasar?

Molly esperaba ese ya tan conocido silencio por parte de su hijo, pero se sorprendió cuando la puerta se abrió levemente.

La mujer entró sin ver mucho, debido a la oscuridad de la habitación.

Palpo la mesa de la habitación de su hijo y se sentó en su cama con dificultad.

Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad pudo notar la silueta de su hijo, tumbado junto a ella.

Su pecho se encogió de dolor al ver a su pequeño bromista así.

Acarició su espalda con cariño y por primera vez, el chico alzó la mirada hacia ella.

-Mamá.... ¿Por qué él?

Molly le rodeó con los brazos, incapaz de formular una respuesta coherente.

Ofreció consuelo a su hijo hasta que este se quedó dormido en su regazo.

La mujer acarició su cabello mirándole nostálgica.

No pudo evitar pensar en sus hermanos, Gideon y Fabián.

A menudo Fred y George le recordaban a ellos. Esa alegría y espíritu indomable era lo que les había llevado a morir, era lo que le había arrancado a su hijo de las manos.

Aún sin parar de acariciar el cabello de George, un par de lágrimas corrieron por las mejillas de la madre Weasley.

En ese momento se dio cuenta de algo, tendría que hacer algunas visitas mañana.

Se recostó junto a su hijo y le envolvió con sus brazos, intentando quitarle su dolor aún a sabiendas de que ella no podía con el suyo.

***

El cementerio era un lugar que no mucha gente visitaba.

Al menos no ahora, pues todo el mundo tenía sus muertes demasiado recientes.

Pero allí estaba Molly, enfundada con su bufanda y sus guantes, dispuesta a hacer frente a sus sentimientos.

Avanzó por el cementerio hasta que encontró las lápidas que buscaba.

Aquí llacen Fabián y Gideon Prewett.

Molly miró las dos tumbas insegura.

Hacía mucho tiempo ya que no los visitaba.

-Hola chicos, soy Molly. Sé que no he hablado con vosotros en mucho tiempo, pero necesito ayuda, no sé qué hacer.

La mujer nunca esperó una respuesta, así que, tomando aire se dispuso a continuar.

-Tengo miedo, estoy aterrada de el futuro. La guerra ha acabado, pero las cosas en casa no mejoran. George no sale de la habitación hace meses, Ron está cada vez más cansado, Arthur ya no habla de cosas muggles y yo....

Su voz se rompió dejando paso a un sollozo.

-Yo tengo la sensación de que no voy a volver a ver a mis hijos, cada vez que los pierdo de vista me acuerdo de.... De Fred y.... Es aterrador. Sé que tengo que ayudarles, son mi familia pero yo.... No sé que hacer.

Cerró los ojos aún sollozando y un fuerte ráfaga de viento se alzó.

Molly no pudo evitar recordar aquello que siempre le decían sus dos hermanos.

-Vaya carácter tienes Molls.

-Si, no querría estar en medio de ti y tus objetivos.

La joven Molly sonrió divertida.

-Mi único objetivo es mantener a mi familia a salvo idiotas.

Ambos pelirrojos la sonrieron burlones.

-Entonces confiamos en ti Molls.

Molly sonrió ante aquel lejano recuerdo.

Alzó la mirada.

No muy lejos de allí estaba la única tumba que no se había atrevido a ir a visitar, no hasta ahora.

Camino entre las lápidas y se arrodilló ante la indicada.

-Lo siento hijo, no pude protegerte.

Acarició las letras que marcaban el nombre de Fred.

-No pude protegerte a ti, pero no me voy a rendir, saldremos de ésta, George saldrá de ésta, te lo prometo.

Y dicho esto se levantó algo más decidida.

Ella era Molly Prewett Weasley e iba a proteger a su familia.

Y nadie ni nada iba a impedírselo, ni siquiera ella misma.