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12 Antes del amanecer

Trepo el muro de piedra hacia su ventana. Esta es la parte fácil; encararla será lo arduo. Apoyo ambas manos en el borde y elevo la nariz para atisbarla. Sofía me espera sentada en su camastro a la luz de la vela. Tiene los ojos cerrados y ambas manos entrelazadas sobre las piernas. Me adentro hasta estar frente a ella sin hacer ruido. Un gemido escapa de sus labios cuando, al abrir los ojos, se topa conmigo.

–¡Garret! –exclama muy bajo, llevándose ambas manos al pecho. Una capa de tela gruesa y negra le cubre las vestimentas. Inhalo todo el esmero que ha puesto en arreglarse y sonrío. Huele a jazmín. Tanta prolijidad me enternece y exhalo aliviado. Ahora sé que no cambiará de parecer.

–¡Cómo...! –susurra.

–Dije que te sorprendería en tu habitación. –Doblo una rodilla para estar a su altura, resistiendo las ganas de tocarla–. ¿Recuerdas que aún hay algo que debo explicarte mejor?

Sofía asiente en silencio. Sus ojos cristalinos se cargan de confusión. La luz de luna y la danza de la pequeña flama acarician los labios que muero por volver a besar. Cómo me apetece arrojarme sobre la abertura de esa boca e introducirme en ella por toda la noche ahí mismo. Inspiro para controlar mi deseo. Debo ser paciente. Ella me está observando. Con suma lentitud, Sofía mueve la cabeza de lado a lado, pero esto dura solo un instante como si aceptara ya que no soy humano. Sabe que trepar a su ventana es una faena casi imposible. Prácticamente está en una torre.

–Los he visto –murmura–, pero no eres como ellos.

–¿A quién has visto?

–A los desalmados.

–¿Crees que no tengo alma?

–Ellos no la tienen.

–¿Quiénes?

¿Será que Sofía presenció algo inusual? ¿Qué vio a algún ser de los infiernos de este lado? Ojalá que no. Desde que Lyuben suplió a mi familia en el trono llevamos varios años sin disturbios demoniacos, pero Sofía puede poseer la visión de su mitad indígena.

–No carezco de alma, aunque mis costumbres podrían parecer demoniacas a los ojos de la humanidad.

–Así como lo podría parecer –responde ella con voz quebrada–, lo que me viste escribiendo en la tierra aquel día.

–Ciertamente –sonrío–. Y he cumplido con tu deseo. El Fraile Francisco de la Cruz oficiará nuestra unión, pero espero que aparte de que nos unamos bajo tus leyes, lo hagamos también bajo las mías.

Su labio inferior se sume en su boca con duda.

–No es nada de lo que imaginas –me apresuro a aclarar–. Es un ritual privado. Solos, tú y yo. ¿Accederás?

Sofía arruga la tela del vestido sobre sus rodillas y la alisa de nuevo al notar que podría arruinarlo. Le tiemblan las manos. Muero porque me acepte, pero no la obligaré.

–Nada puede ser peor –susurra–, que lo que Diego Velasco me hizo mirar.

¿Por eso parece estar al borde del quiebre? El viento nocturno llega como una señal a llevarse la poca luz que brinda la vela. Sofía aprieta la mandíbula, como si tragara algo amargo.

Casi me muerdo la lengua de pensar en lo que ese hombre desquiciado le mostró.

–¿Qué viste?

Los labios le tiemblan en una lucha por expresarse. Tartamudea sin formar palabras en su intento por dar voz a algo urgente. Tomo su rostro entre mis manos para que me mire y que, de alguna forma, deje de mirar el horror que el Inquisidor puso en ella.

–Respira Sofía, respira. Ve despacio. No tienes que decirlo...

–Fátima... –expulsa entre jadeos. Pasa saliva y se limpia un par de lágrimas con el dorso de la mano. Después, suelta un estrépito de frases que parece exorcizar de su memoria–. Por el cielo, sus gritos –solloza–. Ella lloraba tan fuerte en el cadalso. Imploró piedad. Me dolió la garganta de oírla. Su criatura berreaba a sus pies... El bebé desnudo lo pusieron a sus pies. La sangre de ella escurrió encima del niño. Garret, yo quería levantarlo, taparlo del frío... Todos la miraban, miraban al bebé y ellos... ¡Nadie hizo nada! ¡No dijeron nada! Todos se quedaron quietos mientras ella se moría sobre su criatura. ¡Mientras Diego la mataba enfrente de todos y nadie la salvó!... Ni siquiera yo... –solloza apretando los dientes–. ¡Yo tampoco hice nada!

–Sofía...

–Solo escúchame por favor. Tengo que decirte. Esa fue una advertencia. Diego es despiadado, pero no ha ejecutado a nadie antes. Yo sé lo que hace un inquisidor y le hizo cosas a ella ¡encima del niño! ¡Que ni siquiera están permitidas! En cuanto los intestinos se le salieron... Yo, yo no pude ver... ¡No pude mirar! ¡Cerré los ojos! Pero Garret, eso no fue lo peor.

»Todo esto pasó antes del amanecer y-y ella no fue la única. Diego llamó a otro verdugo. Pensamos que el saco que cargaba traía un gato salvaje u otro animal adentro. ¡Sonaba a eso! El verdugo era fuerte y apenas podía con la bolsa, pero lo que se movía no era un animal. E-era un mozo, uno muy joven y flaco, uno de los desalmados. Ahí fue cuando le vi. Como tú, pero distinto, vacío. Él estaba encadenado y tan agitado que no parecía que le hubieran... –Sofía contiene el aire antes de seguir. Las lágrimas le escurren hasta el mentón–. No tenía pies, ni tenía manos, ¡por Dios! Ni siquiera sangraba ya. Se llamaba Josué... y-y alzó los muñones para mostrarlos. Él se rió tanto. Todos gritan, pero él... él reía como un loco. Cuando vio el cuerpo de la mujer se rió más, se chupó los labios, ¡salivó! Parecía una... cosa que quería lamerle los restos, ¡comerse al niño! Se detuvo por el grillete que le jaló el cuello... Lo encadenaron a un poste y ¡cómo se movía ese palo! El Inquisidor dijo que reía de Dios, que Dios respondería, que todos debíamos arrepentirnos y me miraba a mí. Y-y cuando salió el sol...

»Josué ya no se rió.

Sofía hace una pausa como si le robaran el aliento y las palabras siguientes salen como un aire turbio.

–Fue tan horroroso el grito. Te juro que aún lo oigo. Y la piel... se le derritió como cera. Él se derritió con el sol, se quemó todo, ¡se quemó, Garret!

Jalo a Sofía hacia mí y la envuelvo. Dejo que llore hasta que sus temblores se calman. Si la introduzco a mi mundo, será testigo de más muerte. Apoyo el mentón sobre su pelo y suspiro. Será mejor que le muestre de una vez lo que soy, que me rechace y escoja una vida tranquila. ¿Cuándo sucedió semejante aberración? ¿Cómo no estuve con ella? Lyuben no se tomará a bien esta afrenta.

Sofía suspira en mis brazos–. Lo insinué –dice–. No iba a decirle nada. Iba a dejarlo con la idea de que me ordenaría, pero le insinué que no me casaría con el barón porque amaba a alguien más y al otro día me llevó al patíbulo.

–Eres tan valiente.

Me esfuerzo por no acobardarme. Mis caninos se extienden bajo mi encía. Ya no puedo guardar este secreto. No si será mi esposa. Le alzo el mentón buscándole los ojos–. Sofía, mírame.

El filo de mis dientes está a la vista y la rabia hacia lo que le han hecho ha enarbolado las venas de mi frente.

–Esto es lo que soy. No te engañaré. No soy un demonio, pero no soy humano. Soy un Daimón al servicio de Anubis. Somos sobrevivientes de la tierra hundida que menciona Platón.

Los ojos de Sofía titilan con el centelleo de la vela. Pensé que vería su temor crecer en ellos y que esta sería nuestra despedida, pero su respuesta me conmueve. Inclina el rostro hacia un costado con una expresión de adoración. Acerca una de sus manos a mi boca, rozando con el pulgar mis colmillos. Beso sus dedos y recargo la mejilla en ellos.

Aprieto los párpados–. Por Hermes, te amo tanto.

Sofía solloza sonriendo–. ¿No sientes que el mundo está al revés? –intenta reír–. Temo a un hombre de Dios y amo a un diablo.

La alzo y sonrío sintiendo alivio de que no le importe lo que soy. Quiero a Sofía conmigo siempre.

–Y este diablo se comerá al hombre de Dios al que temes. Ven. Ya no regresarás aquí. Te contaré todo.

La noble elección de hacerme a un lado y dejarla vivir lejos de mí pasa sin que la contemple. Soy un acaparador mezquino que la robará de esta vida y no me importa. Es mía y será siempre mía. La beso con el corazón danzando. Nunca había estado más alegre en mi vida. 

¡Hola! Qué dulce es Garret aquí, ¿no? Esperen que la dulzura continúa en el siguiente capítulo, luego volverá a azotarlo el presente. Gracias por seguir leyendo. El misterio apenas comienza. Pronto seguiré actualizando😉. 

Espero sus estrellas y sus comentarios.

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