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DIE Z

CAPITULO X: Veneno.

ANTES DE LEER ESTE CAPITULO DEBEN RE-LEER LOS AVISOS.

AVISO N°3: En el que especifico claramente que esta historia se niega basarse en la historia que se conoce sobre dioses, semidioses, monstruos, fantasmas, etc. Todo será invento mío puro y exclusivo.


Día 14 de la desaparición de Eire.

Los murmullos desvanecieron, se convertían en gritos y las opiniones venían en abundancia como la lluvia de esa mañana.

Jaha se encontraba sentado en la cabecera de la enorme mesa, escuchando atentamente a todas las sugerencias de sus allegados, gente de etiqueta, adinerada y sazonada de reinos limítrofes; Jaha, el Rey glorifico, no solo reinaba la ciudad de Radost, sino que la conquistó antes de ser proclamado Rey.

Sucedió cuando tenía apenas quince años, dirigió una batalla que juró ganar en honor a su padre, en ese tiempo la ciudad era gobernada por un burgués que traicionó a su propia gente y claro, al progenitor de Jaha, entonces aquel lugar dejó de llamarse ''Maoisa'' y la nombró ''Radost'', sin imaginarse que poco tiempo después él sería el aclamado Rey.

Dirigió su mirada al hombre que estaba a su derecha, rubio de ojos castaños, joven y fuerte, era el Senescal* de los caballeros de la Umut* quien tenía gran potencial para ser mucho más que un senescal.

–Senescal... continué –Ordenó Jaha. En ese momento se encontraba desalineado, sus ojeras habían crecido gradualmente y su cabello oscuro estaba de punta, a pesar de tener cuarenta y siete años, era un hombre con buen porte y de cabello abundante, aunque luego de la extraña desaparición de su hija cada día perdía más.

Tristan y Kennet lo miraron atentos, Kennet negaba observando al joven caballero.

–Afirmo. En los pueblos se ha rumoreado sobre su malestar –contestó sin miedo y firme.

–¿Cómo es aquello que en el pueblo se rumorea?

–Luego de la desaparición de su hija –guardó silencio esperando a que el rey diera permiso a continuar, pues no quería entristecerlo, Jaha asintió dándole permiso –... se dice que ha entristecido, todos esperan a que su esposa reine sola hasta que se elija al próximo rey –Jaha asintió de nuevo, se tomó del mentón y se levantó obligando a todos a hacer lo mismo.

–¿Qué noticias hay sobre Lennox Petrov? –Preguntó, todos en la sala lo observaron extraños, carraspeó – ¿Sobre la Princesa Eire? –El silenció volvió a abrazar la sala –¡¡¡Respondan!!!

–Nin... ninguna –dijo el oficial de la guardia rastrillera*, el glorifico se acercó a él y lo tomó del cuello de su traje –. Estamos haciendo todo lo que podemos, su alte...

–No es suficiente, han pasado dos semanas –interrumpió.

–Estamos haciendo todo lo posible, su alte...

–¡¡¡Lárguense!!! –Alzó la voz una vez más y los miró a todos –¡¡¡Todos, váyanse, realicen bien su trabajo!!! No regresen hasta que encuentren a Lennox y a Eire.

Poco a poco la sala de reuniones quedaba deshabitada, Jaha se había marchado minutos después que los rastrilleros, solo Tristan y Kennet habían quedado sentados firmes en sus posiciones.

El hermano del medio entrecerró los ojos en cuanto notó como su padre hacia más énfasis en el criado que en su hermana, su hija. Sonrió. Tristan estaba paciente mientras se acunaba en la enorme silla. Kennet, el mayor, lo observó incrédulo.

–Quédese quieto, compórtese –El pelinegro lo observó desafiante.

–Hermano mío, no quiero contagiarle mi angustia –Dijo con una pena fingida, lo único real era su ansiedad, se encontraba inquieto y él siempre era el más serio.

Kennet le dirigió la mirada con más cólera, sus cabellos anaranjados como los de su madre brillaban a causa de la luz solar que se colaba por las ventanas–No hace falta, yo también lo estoy.

–Pues no parece –Susurró desesperado –, es Eire quien ha desaparecido, mi hermana, mi sol y mi luna, y yo no puedo salir a buscarla –Se lamentó y luego escupió: –... y tu tan tranquilo.

–Sabe que nuestro padre no lo permite, para eso están los rastrilleros y caballeros –Tristan no comprendía como algo tan objetivo como el trabajo no influía en nada intrínseco como lo era la desaparición de su hermana. 

Mientras Tristan no podía dormir, Kennet se encargaba de ayudar a su padre con temas del pueblo ganando así su aprobación, a Kennet lo habían criado para no demostrar enflaquecimiento ante el afecto, sino fortaleza. El pelinegro era capaz de aquello, haría cualquier cosa que fuera necesaria sin ton ni son, pero sí de Eire se trataba, perdía los estragos, la amaba más que a nadie... la amaba como a nadie.

–No eres más que un hombre estigmatizado.

–¿Crees que no quiero ir a buscarla?, no solo ella desapareció, Lennox también...

–¡Ah! Lennox –volvió a escupir con burla–, un simple criado que ya ha tenido enfrentamientos con nuestra madre, seguro él la secuestró, que oportuno que desaparecieron la misma noche.

–Es una acusación muy grave. Lennox es un hombre honrado –Alzó la voz al instante en que se levantó de su asiento para señalar con el índice a su hermano – , nuestro padre confía en él, yo confío en él –Ambos se miraron intensamente, como una guerra que ninguno quería perder –... él jamás haría algo así.

–Yo iré a buscarla... dedíquese a sus contratos, sucesor –Volvió a escupir como método infalible de lastimar con palabras elegantes.

–No es correcto, eres un príncipe, no manches nuestro hon...

La frase de Kennet se borró junto al portazo de la sala, Tristan no estaba dispuesto a escucharlo más. Se dirigió sin más a los aposentos de su padre, no estaba conforme con las medidas que él tomaba en la búsqueda.

Los guardias le indicaron que no podía pasar, el rey había ordenado que nadie lo molestase, su malestar había crecido, los rumores del pueblo eran ciertos pero en el palacio todos lo negaban a pesar de saberlo de buena fé.

Tristan entró sin autorización causando que su padre lo mirase con enfado, el pelinegro hizo la referencia que debía hacer cada que estuviera cerca del rey y habló:

–No haces suficiente para encontrar a mi hermana, no haces nada para encontrar a quienes se la llevaron, eres un....

–Cuide sus palabras Tristan, ¿cómo se atreve a irrumpir en mis aposentos? –Interrumpió.

–Usted debe cuidarse, su trono, no lo perderá por ley, sino por pedido del pueblo. No quieren a un rey débil... -Jaha golpeó a su hijo callándolo, la furia corría por las venas de ambos, Tristan había faltado el respeto y si no fuera su hijo ahora mismo estaría siendo ejecutado. 

–Jamas vuelva a tutearme, ni ose a faltarme el respeto. La próxima no tendré piedad.

Los ojos del glorifico se apagaron y cayó de pecho a los brazos de Tristan. 

– ¿Padre?

–Hijo mío...

–Calma, le traeré un té –Susurró y se dirigió a la puerta.

Jaha se sostuvo en el barandal de oro de su cama, la cabeza le ardía y sus ojos le rogaban unirse. Era evidente que... la muerte estaba reclamando su presencia.


Día 2 de la desaparición de Eire.

Nuevamente se encontraba perdida en sus ojos, su color, ¿había dicho ya que su iris parecía moverse?, era atrapante, hipnotizante y hechizante.

Rebajaba su espada poco a poco pero Lennox solo bajó su dedo cuando el filo rozó con el suelo y él cortó la conexión al visualizar las partículas del suelo flotar. En un movimiento fugaz se quitó su cazadora, Eire estaba en paños menores.

La castaña creyó que el arrebataría alguna otra cosa punzante, por eso lo volvió a apuntar, Lennox con catadura de desentendido le tendió el abrigo mientras con su otra mano realizaba un gesto de no-te-hare-nada.

–Mis padres te han encargado a buscarme?-Preguntó con la voz alta, pasando de largo el gesto del muchacho.

–Por favor, princesa, acepte mi humilde saco –Eire lo observó con el ceño fruncido y le quitó la cazadora de manera brusca, engalanándose al instante.

Lennox se tragaba las ganas de estallar de risa, si a él ese abrigo le llegaba hasta las rodillas, a ella le quedaba hasta los talones, los puños no solo le eran holgados sino que cubrían sus manos y parecía que había aumentado unos kilos, sin duda aquello era un espectáculo.

–Conteste, ¿Mis padres te han enviado?

–No... yo la eh perseguido.

– ¿Por qué?

–Eso no importa, princesa... ahora debo llevarla al palacio.

–Por supuesto que no.

–Debo hacerlo, estarán todos muy impacientados –La tomó de las manos y la obligaba a caminar hacia el castillo –además, ¿Por qué ha huido?

–Suéltame –forcejeo, pero Lennox parecía ser un poste –que me sueltes, pagaras por esto, tu... -buscaba las palabras correctas para intentar herir- criado –lanzó, el rubio frenó en seco y giró la cabeza lentamente hasta mirarla.

–¿Acaso... -Negó con una sonrisa sarcástica como sello –¿acaso me llamo criado, para ofenderme? –Eire avergonzada, negó.

–Discúlpame, eso fue grosero –Dijo luego de unos segundos. Lennox no contestó y continuó caminando, ahora forzando el agarre–. ¿A dónde crees que me llevas?, ¿Puedes soltarme?, me lastimas –él parecía no escucharla -. Lennox, me estás lastimando, suéltame, es una orden.

Él cerró sus ojos con fuerza y suavizo su aferre, más no la soltó y luego de tres pasos frenó.

–¿No desea volver a su hogar? –Eire negó a pesar de que él estaba en frente de ella dándole la espalda y no podía verla.

–No, no quiero.

–Que pena.


Día 14 de la desaparición de Eire.

Tristan ingresó a la cocina del ala este sin anunciarse, todos los cocineros al verlo dejaron bruscamente sus puestos y de manera torpe le hicieron la correspondiente reverencia.

–Deseo un té bien caliente y con algas calmantes.

–Su alteza –susurró una muchacha que se acercó tímidamente, Tristan le dirigió la mirada esperando a que ella continué –las algas curativas solo las tiene la sanadora.

–¿Cuál es el problema? Consígalas.

–Oh, si hay un inconveniente, la sanadora solo las entrega cuando se lo ordena su alteza, la Reina Maeve.

–Interesante –susurró para él mismo, con la mirada recorrió la cocina y dijo: -manos a la obra con el té y también unos panecillos.

El bullicio tornó a atestar el salón, el pelinegro se volvió hacia los pasillos para encarar a la sanadora, si aquella mujer le daba mala espina luego de saber lo que hacía con su hermana, aún más le aterraba al saber que su madre era quien le daba las órdenes.

No podía creer aún, que ella era culpable de tales calañas.


Día 3 de la desaparición de Eire.

–Por favor, ya para –susurró con su último aliento –hemos caminado durante horas, sin detenernos, sin beber agua, estoy muy cansada.

–Pero cuando huyó no se ha cansado ni un poco, caminó toda la noche –Lennox se permitió faltarle un poco el respeto, después de todo él le salvó la vida, alguna pequeña burla se creía capaz de hacer.

–Y a cambio he dormido toda una mañana y tarde, ya está oscureciendo, tengo mucha sed.

–De acuerdo, dormiremos aquí –El rubio refunfuño y Eire sonrió –no crea que podrá escapar, voy a vigilarla, Princesa -Advirtió.


Día 15 de la desaparición de Eire.

En cuanto Tristan quedó en frente a la puerta curvada de la apestosa oficina de la sanadora, dio tres golpes. Jamás en su vida había golpeado una puerta, él siempre era anunciado y constantemente se abrían para él, sin duda aquello era algo ajeno que para cualquier persona era algo completamente ordinario.

Una mujer de piel oscura y cabellos trenzados lo recibió con cara de confusión, en cuanto se percató de la presencia del príncipe, esta le hizo una reverencia. El pelinegro solo se dignó a entrar en la sala y cerrar la puerta a sus espaldas.

–Su alteza, ¿en qué puedo ayu...

–Necesito un favor –Interrumpió con una sonrisa gentil.

–No creo tener nada de su interés.

–Es una orden, entonces.

–Solo sigo órdenes de su alteza, la Reina Maeve.

–A partir de ahora, también deberás seguir las mías.

–¿Disculpe?

–Morgana –La llamó con tono siniestro –obedézcame, porque no solo sé su nombre.

–¿Cómo es posible?

–Necesito unas algas, unas plantas, algún ungüento, ya sabe... usted sabe mucho de ungüentos, ¿verdad? –Amenazó. Morgana tragó en seco.

–No sé de qué habla.

–No te hagas la sagrada conmigo, por favor. Su vida cuelga de un hilo, y si no quiere romperlo, le conviene colaborar –Sonrió.

–No sé cómo ayudarlo.

–Necesito que hagas algún... veneno, de esos que no tienen color, ni olor, que fermente poco a poco cada extremidad de tu cuerpo...

–¿Qué pretende hacer?-susurró asustada.

–A usted no le incumbe –dijo acercándose a la puerta –busque en sus libros de pociones, seguro debe haber algo útil, tiene hasta mañana para conseguirlo y entregármelo... ah y, ni una palabra, créame que usted saldrá más afectada que yo.

AVISO N°3= Todo es invento mío puro y exclusivo.

  *Senescal: En esta historia, la función del Senescal es ser el vice-presidente de los caballeros reales. Se dedica a presencia reuniones con el Rey e informar, a diferencia de cualquier otro cargo, el senescal no hace presencia a las guerras ni a cualquier batalla.

 *Caballeros de la Umut: Umut es el nombre que le asigné a los caballeros reales. Su nombre está en turco y su significado es esperanza, quedando así como Los caballeros de la esperanza.

  *Guardia rastrillera: En esta historia, este grupo se dedica a buscar a personas desaparecidas, generalmente los contratan para encontrar a fugitivos de la ley.

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