Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 7

— Uff ¿Aun sigues soltero? —cuestionó con una mirada coqueta— Pero... Si tu rostro parece tallado por los mismos ángeles, dejame adivinar ¿Ninguna es digna?.

Gogeta volvió a cubrirse los oidos con la esponjosa almohada de su nueva cama. Gotenks, por otra parte permanecía sentado, observando aun de manera adormilada a su entusiasta amigo.

— ¿Ya terminaste de coquetear contigo mismo? —le preguntó sin mas alternativa que levantarse.

Muy grande, fue el alboroto echo por el peli-flama. De seguro toda la corporación cápsula se enteró que su alteza real estaba despierto, pues no dejaba de cantar a todo pulmón en la ducha y sus silbidos traspasaban las finas paredes.

El rubio supo que algo andaba mal con su hermano.

Nunca, jamás, bajo ninguna circunstancia se levantaba temprano y ese día curiosamente hasta bailaba alegando que la vida era hermosa.

— Abuela, tu que puedes dale una buena paliza por mi —se quejó la menor de sus nietos— juro que si vuelve a cantar esa canción de nuevo me va a conocer.

— Uy, que miedo —se burló de la menor Gotenks.

— ¿Quieres ser tu quien tome su lugar? —lo interrogó con una mirada temeraria— no me importa quien, lo importante es descargar la furia.

— Beet, eso no es de señoritas amor —la regañó Gine, acariciando levemente su frente.

— Ni te molestes abuela, esa marimacho no aprendería ni con todos los buenos consejos del mundo.

— ¡¿Como me llamaste?!.

Gine observó a Gogeta con las intenciones de que este calmara a los dos jóvenes furicos. En ese presiso momento se arrepentía de haber pedido que se acomodaran todos en una misma habitación, esos dos y Vegetto eran muy inquietos y cada uno tenía sus malos hábitos a la hora de dormir, de despertar, de vivir en realidad.

— ¡Beet!, ¡No muerdas carajo! —se quejó inmiscuido en el medio de la pelea— ¡Gotenks!, ¡Tu comportate es una mujer!.

— ¡¿Y!?, ¡Que sea mujer no le da el derecho de golpearme! —se quejaba dando patadas en el aire.

Por supuesto todos los golpes que ambos lanzaban al azar los recibía su intermediario. El rubio intentaba separarlos sin éxito alguno llevándose todos los combos, bolas de ki y demás.

Maldijo su destino de ser el mayor, a causa de eso siempre llevaba las de perder y era quien tenía que poner el ejemplo.

— ¡Suficiente los dos! —gritó Gine de manera furica separandolos de las orejas— Ya son grandes, comportense a su edad.

— ¡El/ella empezó! —se defendieron al unisono.

Ambos miraron con miedo a su abuela, podía ser la mas amorosa del mundo; pero cuando se enojaba, incuso Vegeta llegaba a sentir miedo.

— Cielito ¿Estas bien? —interrogó a su nieto mayor, quitando la mirada de furia de ese par.

El rubio elevó un pulgar en el aire con pequeñas lágrimas en sus ojos, ocasionadas por la patada en los testículos que recibió.

— Ya valímos —murmuro la menor en dirección a su enemigo.

— Si, golpeamos a su nieto favorito —se lamentó de igual forma.

Ambos hubiesen recibido el sermón o la paliza de su vida, de no ser porque la puerta de la entrada se abrió paso junto con una terrícola.

— Veo que ya desperta... —Y calló en el suelo desmayada, a causa de la desnudez de cierto primogénito. 

Sin entender mucho la situación, todos los saiyajins presentes rodearon a la hija de la dueña de C.C, la miraron con extrañeza.

— ¿Se murió?.

— No lo creo, Gogeta —negó su hermano viéndola con curiosidad.

— ¡Miren!, ¡La terrícola está despertando! —señaló en su dirección para despistar, tomando una pequeña botella que se había caído en su llegada— Maldición, solo es agua.

La joven de ojos azules y pequeña cicatriz en el rostro, lentamente empezó a abrir sus ojos. Trató de levantarse, cuando nuevamente fue víctima de un derrame nasal, el príncipe Gogeta estaba inclinado en su dirección preguntando si estaba bien con solo unos boxers cubriéndolo.

— Y-yo, vine a avisar que el desayuno está listo —habló de manera nerviosa poniéndose de pie— c-cuando estén listos bajen a desayunar.

Y corrió a toda prisa dejándolos aun mas confundidos. Había hablado tan rápido que incluso parecía un mensaje alienígena.

— ¿Que fue lo que dijo?.

— No se —se encogió de hombros la saiyajin menor.

— Creo que le gusta Gogeta —habló con picardía el primogénito menor.

— Tsk, y a ti te gusta crear conflictos estúpidos —le respondió con cierta pesadez.

— ¿Por qué sería un conflicto? —cuestionó con una mano sujetando su barbilla.

A veces Gogeta creía que su hermano tenía el cerebro de adorno.

— Olvidas lo insistente que fue mamá sobre conservar el linaje —respondió con obviedad— quiere mantener la sangre saijayin pura, para una descendencia prodigiosa. Habló un millón de veces sobre nuestras prohibiciónes de emparentar con otra raza.

— Y si a eso le agregas que esa chica es hija de su enemiga —alegó Gotenks en forma divertida.

Comenzaba a entender su punto.

— ¡Si! ¡Descontrol! —opinó la fémina con entusiasmo— quiero ver como la reina Vegeta destruye todo a su paso. ¡Es mi maestra, la admiro demasiado!.

— Olvidalo —Gogeta mató sus ilusiones con mala cara— no pienso mezclarme con esa gente, tomaré los consejos de madre.

Gine Sonrió orgullosa al ver que uno de sus nietos era sensato.

No tengo preferencias, es lo que siempre les decía. Pero por poco y no hacia un altar con la foto de Gogeta en su casa, sus demás nietos la observaron de brazos cruzados.

— ¿Y padre que opina de eso? —interrogó a su hermano mientras continuaba observando se en el espejo— Por cierto... No recuerdo esa conversación.

— Porque fue para año nuevo —lo iluminó dando un pequeño golpe en su cien— ambos conversamos cuando papá y tu se quedaron dormidos después de beber medio vaso de cerveza.

— ¡Ja! ¡Novatos! —burló su prima recibiendo una mala mirada de su abuela.

•  •  •

Cuando uno pensaba una cosa, el otro ya lo sabia. Era una conexión inexplicable que incluso a ellos les parecía extraña y un tanto aterradora.

Gogeta sabia que Vegetto ocultaba algo.

Vegetto sabia que Gogeta sabia que el ocultaba algo.

Por eso cuando hubieron finalizado el desayuno, al rubio le fue inevitable no perseguir a su hermano. Este se dirigía rumbo al jardín de la corporación cápsula.

En el camino, pensó en como hacerlo desistir de sus tonterías. Era obvio que después de sus actitudes locas de esta mañana y su repentina felicidad el azabache tenía planes para hoy.

— ¿A donde vas? —lo analizó de pies a cabeza. Lo primero que le llamó su atención fue su particular vestimenta.

— A un lugar —respondió con simplesa.

— ¿Para qué? —no desistió ante su respuesta seca, sabía que su hermano quería fastidiarlo.

— Para reunirme con una persona —prosiguió a contarle con una mirada seria.

El rubio acomodó ambos puños en los bolsillos de sus pantalones. Con una mirada relajada lo observó, para después dar media vuelta y avanzar de regreso a la entrada.

Vegetto lo detuvo con extrañeza.

— ¡¿Y tus reclamos?!, ¡¿Y las preguntas?! —lo cuestionó gritando porque este ya se había alejado demasiado— ¡¿Y las advertencias sobre que este es un planeta extraño y desconocido?!, ¡Podría pasarme algo malo!.

Volvió a girarse en su dirección.

— Vegetto, no soy un ogro.

El peli-flama casi no podía reconocerlo.

— ¡Si! —gritó en desacuerdo — ¡Si lo eres!.

Su hermano esbozó una sonrisa, para después arrojar una pequeña galleta en su dirección.

Algo andaba mal.

— Come una —ofreció de manera amistosa— debido a tu apuro apenas y comiste unas cincuenta tostadas. De seguro tienes hambre.

— ¿Que demo...

— Ya vete, te están esperando —apresuró, para después entrar de regreso a la corporación cápsula.

El príncipe menor observó en todas las direcciones posibles. Definitivamente nadie lo estaba vigilando y cuando elevó vuelo finalmente comprobó que nadie venía tras de él.

Tal vez su hermano finalmente dejaba de ser tan paranoico y no lo estaba sobre protegiendo como de costumbre.

No pudo resistirse ante esa apetitosa galleta que le había entregado. En cuanto el aroma a chocolate invadió sus fosas nasales, la devoró por completo.

Muy entusiasmado, el joven volaba con demasiada prisa para encontrarse con aquella chica de la noche anterior.

— Es tan hermosa.

•  •  •

De un lado a otro, de arriba a abajo.

Revolvía su pequeña caja que cargaba consigo con a todas partes. Para un saiya-cientifico no había peor cosa que perder uno de sus adipamentos y con lo organizado y meticuloso que era Gotenks, enseguida notó que una de sus pertenencias se había perdido.

Su primer pensamiento fue que uno de los terrícolas había fisgoneando en su tecnología, iba a quejarse cuando cierto príncipe llamó su atención.

— Vámonos.

— ¿Eh? —lo observó, mientras el contrario se estiraba en la silla con el estómago cargado— ¿No dijiste que buscaríamos a esos tipos por la noche para no alarmar a la población?.

Gogeta asintió.

Le fue divertido ver como su amigo se preocupaba por tan pequeña cosa. Buscaba el pequeño nano-rastreador como si su vida dependiera de ello.

— Vamos a buscar a Vegetto —le informó caminando hacia la entrada.

— ¿Que? —dudó preocupado— ¿Y a donde diablos se fue?.

— Sospecho que a verse con la chica de la cueva —habló en forma serena.

A Gotenks no le sorprendió en absoluto. Después de aquél encuentro no paraba de hablar de aquella chica y su despertar de esta mañana lo explicaba todo.

Aun así no veía ese encuentro como una amenaza.

Si, Gogeta tenía razón y no habían viajado al planeta Tierra con motivo de juegos pero... Las investigaciones no empezaban hasta la noche, deambular con alguien que conozca la zona le ayudaría a orientarse.

No lo veía un asunto grave.

— Mira, no creo que necesites mi ayuda —evitó el asunto a toda costa— Ve tu, tengo que encontrar una de mis preciosas...

— ¿Como crees que encontraría a Vegetto?.

— ¿Ki?.

Su respuesta le pareció estúpida, después de haberla dicho. Es obvio que no querría la intromisión de su hermano y haría lo posible por evitarlo.

El Ki de Vegetto estaba oculto.

— Vegetto se tragó tu nano-rastreador —le explicó de manera culpable.

Sabía cuanto el de mechones lilas apreciaba sus pertenencias. Aun entre quejas siguió a su mejor amigo, no sin protestar que cada pieza informática era valiosa y que como rayos se le había ocurrido la insulsa idea de meter uno de sus preciados componentes dentro de una galleta.

•  •  •

La cita había concurrido normal a los ojos del saiyan de cabello violeta. Nada del otro mundo, ambos se encontraban charlando normalmente, mientras la rubia reía a carcajadas y el azabache la observaba en forma idiotizada.

— Cielos, ya me aburrí Gogeta —le comentó entre bostezos— esta vez tu sexto sentido te falló, es una humana como cualquier otra.

Pero el rubio seguía observando con cautela pese a que su amigo le pedía insistentemente que se retiren.

Estaban tumbados en una manta, la de ojos azules le ofrecía comida en la boca y debes en cuando aprovechaba para levantar un poco mas su falda.

— Observa el panorama completo, que no influyan las apariencias —recordó las palabras que su padre le dijo una vez.

— Estoy observando, creeme —admitió con cierto rubor en las mejillas. 

Esta vez la rubia se acercó de improviso a su hermano.

Lo abrazó y con un acercamiento coqueto comenzó a besarlo.

Gogeta fruncio el seño disgustado, Gotenks por otra parte festejaba en honor a su amigo.

Le parecía un ganador e incluso lo envidiaba. Gracias a su vejiga apurada ahora estaba saliendo con una muchacha hermosa.

Al rubio le pareció anormal.

¿Quien demonios besaba a alguien la segunda vez que lo veía?.

— Esas terrícolas, van algo rápido ¿No crees? —dudó con un tono de voz divertido.

Vio como Vegetto se separó de golpe, observando en todos los ángulos posibles.

Un poco tarde, creía que se daría cuenta mucho mas antes pero le sirvió observarlos por un rato.

— El ya sabe que estamos aquí —dijo con total tranquilidad, para comenzar a salir de su escondite.

Algo avergonzado, su amigo le siguió el paso al primogénito mayor. No quería ser igualado con el como que era un paranoico controlador pero después de todo era su majestad.

Lo que dijera, tenía que hacerlo sin replicar.

Lazuli se sorprendió por los dos hombres que salieron de improviso entre los arbustos.

Vegetto observó con una gigantesca ira a su hermano.

Según el todo marchaba a la perfección y ahora el rubio venia a arruinarlo. ¡Estaba en una cita! ¡Acaso no entendía que quería privacidad!.

— ¡Gogeta! —avanzó frente a el y lo tomó con furia de la armadura— ¡Es que no puedes darme un maldito respiro! ¡¿Cual es tu problema?!.

No respondía a su desplante de ira. Es mas, actuaba tan tranquilo como siempre e ignoró a su hermano para dirigirle una mirada frívola a la rubia que estaba junto con él.

Por muy hermosa que fuera algo le causaba desconfianza en ella.

No podía dejar de analizarla y esto Vegetto lo mal interpretó.

— ¡¿Que tanto miras?! —le reprochó aun con el rostro cubierto en furia— ¡¿Acaso también quieres ser besado?!.

La rubia tampoco dejaba de observarlo, en forma de confrontación.

— No, Vegetto.

— Pues yo si quiero —se ofreció el de mechones lilas, estirando su boca en dirección a la rubia.

El peli-flama observó a su acompañante con vergüenza, realmente la estaba pasando muy bien a su lado y no quería arruinar el momento a causa de la llegada de su hermano.

— Disculpame... Yo.

— No pasó nada, es un gusto conocerlos.

Se acercó a ambos en manera amistosa, con una sonrisa capaz de derretir corazones. Era mas pequeña por lo que tuvo que ponerse en puntitas para saludarlos con un pequeño abrazo a cada uno.

Gotenks correspondió el abrazo de la rubia sin querer soltarla, tuvo que hacerlo por la mirada fulminante de Vegetto.

Gogeta la miró con su mayor desagrado posible, cuando fue estrechado por sus brazos algo lo inquietó demasiado.

La de ojos azules se separó rápido, invitándolos a ambos a que los acompañen al pequeño picnic que habían montado.

No le creía una sola palabra.

Veía demasiada falsedad bajo su carácter de dama generosa.

Dudaba demasiado de su gran amabilidad.

Tenía manos ágiles y si bien el saiyan también era un hombre, el no era de los que se dejaban envolver por la belleza de una hembra. No era tan ojo alegre y despreocupado como Vegetto o Gotenks.

— Devuelveme mi cabello —le exigió en forma astuta.

Ambos saiyajins lo observaron confundidos.

La rubia rápidamente ocultó una de sus manos detrás de su espalda.

Era un zorro astuto, de sentidos agudizados. Pudo detectar el momento exacto en el que  le arrancó una pequeña hebra de su melena al momento de abrazarlo.

Después se alejo de el claramente formando un puño.

— Gogeta, ¿Que estas...

Se abalanzó sobre ella y la sostuvo del cuello con firmeza. Una mirada de impotencia fue dirigida de parte de la rubia, el plan de llevar a cabo una nueva creación, se veía frustrado por el mayor de los príncipes.

— No soy estúpido, no muerdo el agua —le advirtió con una mirada amenazante— nos arrancaste una hebra de cabello a cada uno.

— ¡Gogeta!, ¿Acaso te volviste loco?.

Continúo con sus amenazas. 

— ¿Que tienes en mente? —dudó  para después transformarse a su primera fase— ¡Habla ya!, o voy a destrozar cada hueso de tu pequeño cuerpo.

•  •  •

bueno, hasta acá había quedado el libro.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro