CAPÍTULO 2
Narra Vegetto.
Cuento al rededor de treinta segundos en el mismo lugar. Esos treinta segundos, pasan a ser un minuto, el minuto, pasa a ser dos. Por mas que intento calmarme y mantenerme sereno para no elevar mi ki y evitar que me descubran; No puedo. Estoy furioso, nervioso, ansioso, celoso —posiblemente todas las palabras que terminan en oso me acompañen en este momento— envolviendo mi mente en una rabia y confusión absoluta.
No puedo.
Definitivamente.
No puedo calmarme.
Y Gotenks lo nota. Me lleva en silencio a la habitación mas cercana y una vez dentro intenta tranquilizarme.
— Toma esto con calma Vegetto —me recomendó, invitándome a sentarme en la cama— quizás no es nada malo, tal vez es una sorpresa que están planeando para ti y por eso...
Suficiente.
Sorpresa, mis partes.
Estoy cansado de que no me tengan en cuenta para nada y oculten todo entre ellos. Actúan como si fuera un niño —admito que aveces suelo comportarme como tal— pero eso no indica que no pueda ayudar y me menosprecien como ahora. Incluso papá, que es de quien menos me lo esperaba, aceptó esta mentira.
Ahora, mi hermano está llorando en el pasillo por la novedosa "noticia" que acaba de decirle. Quiero estar ahí para el, nesecito saber como ayudarlo. Se que es algo grave y no es justo que le pida que lo guarde solo para si mismo.
¿Por qué lo haría?.
Si con Gogeta siempre fuimos honestos y nos contamos absolutamente todo. Nuestros padres dijeron que teníamos que estar juntos pase lo que pase, ¿Por qué esta repentina separación?, ¿Por qué nos dejan solos?.
Merezco saber la verdad, quiero saber la verdad.
Y mamá me la dirá.
— Vegetto, siquiera estás escuchan...
Dejo de oir su voz, cada vez suena mas lejana. Acabo de dejarlo hablando solo por el momento de colera que estoy viviendo. Que Gotenks me disculpe, pero tengo que buscar respuestas.
Sin importarme nada, salgo volando por la ventana a toda velocidad. Con la esperanza de que aun no se fueran.
El convoy está junto con la nave principal de las fuerzas elite, que al parecer está a punto de despegar. Fijo mi vista en los soldados, buscando entre los saiyajins a mis papás.
El viento sopla de manera vivaz en mi cara y es un tanto molesto porque mi vista es obstruida por unos cuantos mechones de pelo. Finalmente cuando consigo llegar a la pista de aterrizaje, me encuentro con un rostro conocido entre la multitud.
— Tio Goten —observo a gran parte del consejo ahí presente, me miran de reojo por lo que me veo en la obligación de conservar formalidades. Corrijo— Gran mariscal, ¿Usted también se irá con ellos?.
— Porque la pregunta se oye con tal aflicción, principe —cuestiona con una sonrisa desde su lugar— ¿No me diga que después de todo este viejo le resulta ultil?.
— ¿A quien más vamos a atar a la silla jugando que somos piratas? ¿Y quien nos va a enseñar como tirarnos un eructorpedo en su ausencia? —recordé los días de niñez y diversión junto a mi tío.
Esto me desconcierta aun mas.
Mamá ni siquiera pensó en dejarnos bajo la tutela de alguien familiar. Si bien los miembros del consejo no son por completo unos extraños, será raro lidiar con todo nosotros solos —sin ellos— incluso mi tía.
— ¿Vienes a desearnos un buen viaje? —hablando de la reina de roma. Su sonrisa y cabellera lila son inconfundibles— que buen sobrino.
— Tia, cada vez que te veo me pregunto, como: esta cosa —lo señalé y el me respondió con un pequeño codazo—se casó con una belleza como tu.
Le doy un abrazo de despedida, deseándole buen viaje. Adiós a los postres increíbles de mi tia Trunks por los fines de semana.
— En mi defensa, cuando lo conocí no estaba de ese modo —alegó en complicidad mía de molestarlo.
— Callate, que bien sabes que me engordaste para que ninguna otra mujer me vea.
— Goten, la única mujer que te engordó fue Olga la del puesto de comida —le reprocha de brazos cruzados— además, tu dejaste de entrenar por ocupar ese puesto.
— Quería estar mas tiempo con Gotenks y contigo —quejó en una mueca de disgusto— además, si me amas, amame con todo y rollitos.
— Al menos tienes mas de donde agarrar tia.
Ella suspiró para acariciar la mejilla del tio Goten, presionando ambos cachetes de manteca que este tenía. Yo fingí una mueca de asco en lo que ellos se besaban y tío Goten me sacaba Fuckyou.
— Suficiente —se apresuró a decir una voz a nuestras espaldas. No hacia falta verla para reconocer que era ella— suban a la nave, estamos listos para despegar.
Ambos obedecen y se despiden de mi antes de emprender vuelo a donde sea que quiera que vayan. Mi madre me observa expectante, por un momento lo olvidé todo, mi desplante perdió firmeza y no supe que decirle; pese a que pense en mis palabras todo el camino hasta aquí.
No es hasta que la veo, que el enojo vuelve a mi y recuerdo el motivo por el que vine. Recuerdo que mis preguntas necesitan respuesta.
— ¿Por qué? —emití primeramente, con intenciones de animarla a hablar.
— ¿Por qué? ¿Qué? —me devuelve la duda con la expresión frívola de siempre.
Claro, ya conozco esta versión de ella. Cuando estamos frente al consejo, soldados, o cualquier otro integrante real ella nos trata totalmente diferente, es mas dura que una vida sin pizza —claro— tampoco es que sea un osito cariñosito cuando estamos a solas, pero mi madre se preocupa por nosotros mas de lo que quiere aparentar. No entiendo porque finge esa imagen de reina dura y se guarda todo para ella.
— Ibas a irte sin decirme nada, mamá —le reproché manteniendo nuestras miradas fijas— ¿Por qué?.
— Porque quería evitar precisamente esto —me responde con sencilles— no puedo responder ninguna de tus preguntas, si eso es lo que te interesa.
¡No!, ¡Bajo ningún motivo voy a permitir que me deje así!. Me adelanto antes de que ella pueda subir a la nave, interrumpo su paso, colocando ambos brazos en los bordes de la puerta decidido a retenerla hasta que me diga la verdad.
— Pero a Gogeta vas y le dices la verdad voluntariamente —declaré en modo de protesta— ¿Qué?, ¿Soy adoptado?... Este es un buen momento para...
Me interrumpe con un bufido.
— ¿Crees que adoptaría un mocoso? —me preguntó, como si lo que dije fuera una locura— y de ser así... ¿Adoptaría a uno tan caprichoso y testarudo como tu?.
— Mire quien habla —insinúe de forma astuta— soy un jodido espejo, madre.
— No va a funcionar, mocoso —me amenazó intentando apartarme del camino— conozco esta estrategia tuya de fastidiar para conseguir lo que quieres.
— Madre, yo solo quiero saber la verdad —exigí frustrado— merezco saberlo, a Gogeta le dices todo pero a mi solo, me tratas como si no fuera tu hijo. ¿Que hice mal, madre? —recordé la torpeza de ayer y agregué— aparte de olvidar una estúpida palabra en la ceremonia... Yo, ¿Acaso no me mato entrenando todos los días para superarme?, ¿Acaso no asisto a esas estúpidas clases particulares para ser un mejor príncipe?, ¿Acaso yo no doy lo mejor de mi?, soy igual que...
Me interrumpió.
— Estoy orgullosa de ti —rompe el silencio dejando me anonadado— lo estoy y lo estube incluso antes de la coronación.
Sus palabras dieron un vuelco en mi corazón. Por alguna razón, esa simple frase me llenó de alegría.
:— No se trata de quien es mejor o peor, le dije primero a tu hermano, porque este viaje surgió de improviso, también porque se que tu no vas a tomar la noticia del mismo modo —me aclaró esta vez mas serena— hay cosas que es mejor que no sepas.
— Madre, Gogeta está muy mal con la noticia. Se que no es nada bueno, pero aun así quiero saber. ¿Cuanto tiempo se irán?, ¿Adonde?, ¿Van a llamarnos para que nos unamos cuando... —volvió a interrumpirme.
— Deja de actuar como un mocoso caprichoso y entra al palacio, ya dije que no te lo diria —ordenó, tomandome de los hombros mientras me miraba con una expresión fastidiada— el reino necesita que cuiden de él en mi ausencia. Apoya a tu hermano, cuando volvamos te diré todo, insecto metiche.
Por ahora , tendré que conformarme con eso.
— Vegeta, la nave ya esta lista para —escucho la voz de mi padre hablar a mis espaldas— Oh, hola hijo.
Oigo una risita nerviosa escapar de sus labios. Da una palmada en mi espalda pero me aparto con fingida indignación de su lado.
Mi madre, por un momento esboza una sonrisa.
— Disfruta del palacio y el trono en mi ausencia, es esa oportunidad que esperabas para demostrar que puedes — me recomendó dando una ligera palmada en mi hombro y subiendo a la nave— eso si, cuando regrese vas a quitar tu trasero de mi trono.
— voy a disfrutarlo como no tienes una idea —admito entusiasta, abrazandola de improviso como despedida. Se que de lo contrario se marcharía así de la nada, con un simple hasta luego — ¿Quien es tu pequeño insecto?.
Cuestioné divertido, con ella observandome con esa expresión de fastidio. Tengo que admitir que me gusta molestarla.
— Ya estas viejo para eso —me negó de brazos cruzados, aun quieta en su lugar— a un lado, tengo un viaje por hacer.
— No te voy a soltar hasta que no me lo digas —advierto aun mirándola con cara de suplica.
Sus palabras tranquilizan mi ira hasta serenarme, aunque no voy a desistir hasta lograr que Gogeta suelte la lengua. No puedo enojarme con mi familia, en ese sentido no soy tan duro como Gogeta; en realidad, no puedo enojarme con nadie por mas de cinco minutos.
Otro sonido de exasperación escapa de su garganta igualmente logro mi cometido.
— Tu eres mi pequeño insecto —desiste finalmente, dando un beso en mi cien— eres tan, o mas exasperante que tu padre.
— Vegeta, sigo aquí —nos recordó con una sonrisa, acercándose a mí para poder despedirse.
— Lo se —admite con la frente en alto.
Reservada y directa.
Justo como mi hermano.
Aunque los dos tenemos un poco de nuestros padres.
— Portate bien, hijo —me dice mi papá, en una pequeña sonrisa acariciando mi cabello.
¿Portate bien?.
¿Cuantos años cree que tengo?.
¿Cinco?.
Doy un leve asentimiento mientras los veo a ambos subirse a la nave tomados de las manos. Me aparto de la plataforma y vuelo a una superficie cercana para darles el espacio suficiente como para despegar, las puertas se cierran mientras la nave se eleva en el aire y veo a mi papá y a mis tíos despedirse desde la ventanilla, mi madre me da la espalda.
Un nudo de preocupación se forma en mi garganta cuando la veo toser de forma seca, es asistida por mi padre, y se descarga en un pequeño pañuelo que lleva en la mano. El mismo que le vi sujeto en un bolsillo antes del despegue —que estaba cubierto por sangre—. Tal vez estoy siendo demasiado paranoico. Aun así esto me trae un mal augurio.
Odio los secretos.
Odio no saber que está pasando.
• • •
Narrador omnicente.
— ¿Osea que no te dijo nada? —interrogó el amigo del príncipe desde su lugar.
El cuestionado tan solo siguió haciendo garabatos en la hoja de papel que tenía en mano, escribía sin cesar tan solo respondiendo con la cabeza y en silencio, evitando perder demasiada atención en su asunto.
:— ¿Y mis papás se fueron con ellos? —Preguntó esta vez, a lo que recibió un asentimiento— ¿Que tanto haces?.
No obtuvo respuesta a esa pregunta.
No al menos, hasta que su amigo arrojó el lápiz con destreza, dejándolo depositado en el escritorio de su recamara. Se levantó de su lugar y le extendió la hoja de papel a su amigo.
— Observa mi brillante plan —presumió con una gigantesca sonrisa en los labios.
Su amigo sujeto el papel entre las manos, lo observó confundido intentando interpretar lo que este decía. Vegetto esperó atento a oir su opinión.
— ¿Obligar a Gogeta a gemir la verga? —inquirió con una mueca de absoluta confusión.
— ¡¿Que?! —espetó confundido, arrebatándole el papel de las manos para después verlo— ¡¿en donde crees que dice gemir, traumadito?! —protestó el menor con un leve sonrojo.
— ¡Yo que se! —respondió llevando una mano a su frente— tienes que mejorar tu letra. ¡Parece de doctor! —alegó avergonzado.
Vegetto suspiró en lo que Gotenks se sentó junto a él mirando el papel lleno de dibujos y letras que este tenía entre los dedos.
— Admito que mi letra no es la mejor —aceptó— pero tranquilamente podrías interpretar los dibujos. Este es Gogeta —le explicó señalando un pequeño dibujito— El plan dice: obligar a Gogeta a decir la verdad.
— Oh, tiene mas sentido —se resignó esta vez echándole un vistazo a los dibujos— aun así no entiendo nada, Vegetto, ¿Aun dibujas con palitos como un pequeño infante?.
Aunque Vegetto no lo aceptara, tenía ese pequeño lado cascarrabias al que le molestaba que le critiquen todo. Cruzado de brazos y con una expresión ceñuda lo observó molesto debatiéndose sobre sus habilidades de dibujo.
— Disculpeme por hacer todo mal, señor dibujante —se quejó haciendo ademanes con las manos— el arte también es abstracto.
— No creo que tu dibujo sea arte —admitió divertido. Con intenciones de hacerlo enojar.
— Fuera de mi cuarto —Demandó ofendido, señalándole la puerta para que el peli-morado se retirara.
Intentó tranquilizarlo y le dijo que aquello solo había sido una broma. En medio de su pelea algo infantil, el toque de unos nudillos llamando a la puerta los interrumpió quedando la habitación en un rotundo silencio.
— Pase —aceptó el soberano, después de sus palabras un guardia se hizo partícipe en la habitación.
Ambos se pusieron de pie, dejando de lado sus absurdos y Vegetto guardó el trozo de papel que tenía en sus manos en un pequeño cajón. Después le dio indicaciones al guardia de que podía hablar.
— Los buscan en la entrada, príncipe.
— ¿Quien es?.
— Su hermano me dijo que lo esperaría en la sala de tronos, me pidió que no le diera información de más. Quiere que ambos resuelvan el tema juntos —y tras decir esto el guardia se fue.
Vegeto y Gotenks no quisieron hacer esperar de mas a Gogeta. Sobre todo porque estaban con la curiosidad de quien podría ser la visita tan misteriosa.
Avanzaron a paso veloz entre las diferentes habitaciones, siendo escoltados por un par de guardias como de costumbre. El príncipe se alegró de que su hermano tomara decisiones sensatas como era su hábito, tomo esto como una posible señal de que Gogeta ya lo había perdonado.
Y es que no tubo oportunidad de hablar con el en toda la tarde porque el mayor se había encerrado en su cuarto pidiéndole a los guardias que nadie entrara. Por primera vez Vegetto respetó su decisión de estar solo, entendió que necesitaba aclarar sus ideas y una noticia de tal impacto necesitaba ser reflexionada.
De seguro su hermano también se sentía mal por la partida de sus padres. No era momento para reprocharle nada.
— Su alteza: el príncipe Vegetto —anunció uno de los voceros cuando llegaron a la sala— en compañia del capitán: Gotenks.
Su amigo se quedó a medio camino, en su lugar junto a los demás capitanes. El avanzó entre los soldados y el servicio, hasta quedar cara a cara con su hermano quien ahora ocupaba el lado derecho tomando el trono de su padre.
Se alegró, pues el siempre dijo que el trono de Vegeta era el que mas le gustaba. Una sonrisa complaciente llegó a su rostro cuando se sentó y observó que el rostro de Gogeta ya no parecía enojado.
— ¿Asunto? —Cuestionó el mayor. Dando inicio a la reunión, con el consejo real haciendo una reverencia.
Vegetto era muy quisquilloso y observador con todo su plantel. Pudo notar, como dos de sus mejores escuadras de la clase elite ya no se veían en aquella reunión.
Le pareció extraño que sus padres también se llevaran las mejores tropas. ¿Iban a una especie de guerra sangrienta o algo así?.
— ¿Que opina, majestad?.
— ¿Tu que crees, Vegetto? —vio a su hermano menor esperando una respuesta.
El mencionado sacudió su cabeza y con cierta vergüenza pidió a su hermano repetir la pregunta.
— Una nave acaba de aterrizar afuera príncipes —informó con desconfianza— Es una terrícola que aseguró conocer a sus padres, solicita hablar urgente con ustedes, dice que es de vida o muerte.
Ambos se observaron confundidos. ¿Que tenía que hacer una conocida de sus padres en el planeta?, ¿Por qué solicitaba hablar con tanta urgencia?.
Si bien, desde que dejaron de conquistar planetas le brindaban servicio de protección a los débiles planetas a cambio de un precio, no entendían porqué el motivo de su visita. Recordaban que su tío Gohan, hace muchos años ya tomó la decisión de marcharse a vivir en el planeta tierra porque estaba enamorado de una terrícola. ¿Su protección no alcanzaba?.
Luego de una gran curiosidad y de arrojarse miradas cómplices, juntos tomaron una decisión.
— Que pase —ordenaron al unísono.
La gigantesca puerta se abrió, cediéndole paso a una mujer peli-azul de aproximadamente la edad de su madre. Ambos se observaron nuevamente, esta vez con una pequeña sonrisa torcida. La descripción coincidía.
¿Era ella la mujer de la anécdota?.
— ¿Cual es el motivo de su visita?.
La mirada de la peli-azul fue directamente a los dos herederos del trono. "Definitivamente son sus hijos", pensó tras ver el gran parecido que estos tenían con sus padres. Con algo de timidez, comenzó a hablar.
— Necesitamos su ayuda, es urgente —alegó desesperada— sus padres son grandes guerreros y desesperadamente necesitamos solicitar su protección. La tierra es consumida por fuego y agonía, una amenaza a la cual no somos capaces de enfrentar nos ataca, a este paso no quedará nada —sus palabras fueron dichas débilmente y unas pequeñas lágrimas esbozaron de sus ojos— ¡Son nuestra última esperaza!, ¡Por lo que mas quieran!, ¡Ayuden nos!...¡Tengo... Tengo una propuesta que hacerles!.
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