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CAPITULO 28

El diablo está dispuesto a ser amado, pero no a quemarse en la pasión. Hermosa oveja, ¿Te vas o te quedas?

Kali.

Me veía espectacular y de ello no tenía alguna duda en particular y aunque acostumbrarme al color negro en mi cabellera me costaba demasiado, tampoco podía aceptar que me quedaba mal puesto a que me engañaría. Con este tono en particular me parecía aún más a mi madre físicamente lo cual terminaba por darme escalofríos.

El vestido en tono naranja llamativo tenía un corsé que realzaba mis pechos por lo que también resaltaba mi cintura, la tela de la parte inferior dejaba una abertura en una de mis piernas con un dobles en su mismo lado tratando de dar un aspecto sexy pero formal a su vez. Me gustaba, como dije: No era mi estilo, pero me gustaba.

—¿Estamos todos listos? —pregunto terminando de colocarme el collar ajustado de diamantes, lucir menos sería una falta de respeto.

—Sí, pero...

Tengo el impulso de rodar los ojos cuando Keira se refleja detrás de mí con el semblante dudoso.

—¿Pero?

—¿Segura que funcionará? Es que...

Levanto la mano para que cierre la boca. Paciencia, es lo que más pido a lo que sea que rige el mundo espiritual. Era consciente que en el caso de Keira era su primera misión así que necesitaba ser paciente, mucho más porque Aden no se encontraba y me la había encargado especialmente luego de haberse enterado de lo que sucedería dentro.

—Keira te haré una pregunta y espero de corazón que no te lo tomes como si fuera descortés —por el rabillo del ojo observo que Zane y Azael se acumulan en la entrada, justo cuando iba a maldecir su nombre por no estar a la hora, Nas aparece en un impecable traje clásico—. ¿Estás lista verdaderamente para sentarte con la Blackthrone? No te presiono, pero si no... si es que dudas de tus conocimientos, es mejor que te quedes o adoptes otro papel porque si algo falla las principales decapitadas seremos las dos.

Pasa saliva.

Bueno, mi propósito no ha sido espantarla, sin embargo, luego de escucharme parece todo lo contrario. No quiero espantarla porque sé el peso que se tiene encima. Yo lamentablemente también estuve en sus zapatos alguna vez, tratando de impresionar a la persona que amaba y con temor a decepcionar a mi linaje en donde todos son tan jodidamente exitosos que duele.

Fui entrenada para no conocer el significado de perder o tener miedo. Aunque, debo admitir que lo que estamos a punto de hacer me acojona terriblemente porque por fin tendré la oportunidad de estar cara a cara con los hijos de puta que me quitaron lo que más quería.

Y lo sé, sé que es surrealista que exista algo que ame más que a mi misma. Sin embargo, existió.

—Mi familia...

—Tu familia te esperará con los brazos abiertos aún si decides retroceder —la tomo del mentón para que me mire tratando de transmitirle la poca seguridad y cordura que guardo. Cuando se es líder, se tiene que tener fuerzas para este tipo de cosas porque el querer se convierte en tu principal deber—. Tu madre no es Kenna y tu religión aun no es la Cosa Nostra o la Bratva. No tienes un Dios definido.

Sonríe de lado.

—Lo tengo. Eres tú —meneo la cabeza en medio de un suspiro. Cosas como estas son las que detesto de hacer mi trabajo.

—Escoge a cualquiera, pero no a mí. No soy lo que crees.

—Pero...

—Estoy siendo demasiado blanda contigo y no tengo ni puñetera idea de porqué —miento intentado no transportarme años atrás—, aunque muy posiblemente sea porque de alguna forma tus confusiones se asemejan a las mías cuando tenía tu edad y no pude aclararlas con mi madre. Entonces, te doy la oportunidad que lo reconsideres.

—¿Qué está pasando?

Supe que estaba lo suficientemente concentrada en que mi cuñada entendiera mis palabras, que ni siquiera sentí a Nas cuando se acercó. Tampoco es que me sorprenda ya que papá y él siempre tuvieron ese maldito poder que pone de nervios a todos. ¿Vuelan o qué? Nunca se les siente llegar.

Espero que tampoco ir.

Retrocedo por inercia marcando distancia entre el de ojos grisáceos y yo cuando termino de repararle la vestimenta. Verle con ese atuendo mueve todos mis pensamientos, ni qué decir del afrodisiaco aroma que destila.

Maldita sean mis hormonas.

Quiero poner mis manos encima de él, pero lo odio —concéntrate me digo a mí misma.

—¿Keira? —pregunto con tono de insistencia.

—Lo juré en sangre —exhala dejando un silencio a la expectativa—. Tengo opciones la verdad, pero tampoco me veo en otro sitio que no sea este. Es mi hogar y ustedes son mi familia, no puedo solo dejarlos solos.

—Bien —respondo decidiendo no moverle más el tema.

Nas sigue mirándonos sin entender absolutamente nada y es recién cuando Keira se va con los otros dos cuando su respiración se transforma en una pesada, automáticamente la garganta se me seca por lo que decido apartarme por el bien de ambos, pero no cuento con que me tome del codo forzándome a quedar junto a su cuerpo.

—Te ves jodidamente caliente —susurra para los dos.

Ruedo los ojos.

—Sabía que eras bipolar, pero no a este extremo.

—Tú me pones así —simplifica buscándome la mirada.

—Vaya... —finjo sorpresa— Nas Al Capone admitiendo sentimientos, eso sí que es histórico.

Aprieta su agarre en mi brazo cuando intento acomodarle la pajarita.

—Au. Duele —miento queriendo provocarlo, sonrío para mis adentros cuando las pupilas se le dilatan al reparar mi escote—. ¿Se te perdió algo entre mis tetas?

Asiente.

—Mi cordura —responde automáticamente antes de tomarme por las caderas para besarme desesperadamente.

Chillo de la impresión por lo que no tengo tiempo de apartarlo cuando me toma bruscamente del rostro queriendo que le devuelva el beso. ¿Así quiere jugar el señor? Bien.

Llevo ambas manos hasta sus hombros para acercarlo más mientras nos acomodamos. La pasión y la necesidad con la que surge todo no debería ni siquiera de impresionarme, pero lamentablemente vuelve a hacerlo y es que es innegable la maltita tensión sexual. Nas gime en mi boca cuando le succiono el labio inferior en un intento de querer hacerle saber cómo van los papeles; para mi mala suerte decide envolver su lengua con la mía de una manera tan brusca que suspiro.

Debe ser jodidamente ilegal que exista alguien que bese de tal manera, que en unos simple segundos te arranqué hasta el más mínimo dolor y te ponga a ver estrellas.

Lo odio.

Maldigo mil veces por dejar que tenga ese poder sobre mí, pero por sobre todo de dar este espectáculo frente a los demás que murmuran con asombro, fingido espero porque en lo que a mi respecta, no éramos tan silenciosos en la casa cuando recién llegué.

Mi ojos grises gime en sobre mis labios al terminar el beso con una pequeña mordida mientras le paso las uñas por el cuello.

Quiere decir algo, pero terminamos por separarnos totalmente frente a un carraspeo incómodo.

—Odio interrumpir su traspaso salival, pero estamos llegando tarde.

Nas se planta serio con una mano en el bolsillo y la otra en mi cintura como si absolutamente nada pasara.

—¿Llegó la movilidad?

—Sí.

Todos avanzamos, pero me sorprendo aun más al notar a mi hermano abandonar la postura anterior para entrelazar nuestras manos. Se la suelto inmediatamente antes de susurrar:

—Te estás pasando de afectuoso.

—¿No puedo tomar de la mano a mi mujer?

—No soy tu mujer —me defiendo antes de subir al auto—. Ten respeto por la memoria de mi difunto esposo, no lleva ni una semana bajo tierra.

El gesto se le crispa por lo que me adentro antes de que explote en mi propia cara. Probablemente calentarle los cojones sea una cosa, pero tocárselos es otra historia.

—Metete en el papel Kali, no pienses cosas que no son —espeta serio acomodándose los gemelos en las mangas.

—Ya, sí, el papel —me burlo.

Mentira tras mentira de su parte, no podría de ser de otra forma.

Aden.

Me hubiera encantado reírme si esta no fuera una situación seria, si bien no es nuestra primera responsabilidad respecto a la organización, jamás habíamos negociado solos con otro país. A Nas y papá siempre les gustaba llevarnos para poder ir viendo el manejo detrás de unas simples armas y un acuerdo.

Ahora es cuando tomábamos posesión de lo que nos pertenece. No lo hacíamos por respeto, eso lo teníamos desde que nacimos porque el simple echo de haber pisado tierra sin ninguna complicación y tan sanos como una manzana.

Egan termina de aplaudir adoptando una postura tensa y defensiva en todo momento, no tenía idea de como lucía yo, pero estaba seguro que de la misma o peor forma. Me joden las personas que se creen que por haberles dado la mano tienen derecho de ir por todo el brazo.

—Señores Al Capone —murmura un tipo que descansa en una de las cabeceras—. No esperaba verlos aquí.

No la detengo, suelto una risa fría.

—Los dueños no tienen porque avisar que visitan su negocio, Volker —admite mi hermano guardando sus manos enguantadas como método de distracción.

—Les aplaudo la valentía —admito—, pero ¿Me explican porque no se han movido aun de nuestras sillas? —pregunto yendo a la mía.

—Porqué esto es Alemania, no Rusia, Grecia o Italia —responde un idiota.

Alzo las cejas con diversión, supongo que mi acción dice más que lo que luego espeto puesto a que el color se le ha ido del rostro.

—Vaya... se les deja solos unos meses y ya hablan como todos unos independientes.

—Es lo que somos, señor....

—Aden —me señalo—, Aden Al Capone Bianchi. Dejémoslo en señor, amo o jefe. Como gustes, no tengo problema en ello.

—Bien, es lo que somos señor Aden —me repara detrás de sus lentes pidiendo aprobación, mi falta de palabra se la da—. El hecho que hayamos aceptado un tratado con sus padres por motivos de seguridad no pinta nada más.

Mi hermano se posiciona detrás de él colocándole las manos enguantadas sobre sus hombros.

—¿Seguro que no quiere reconsiderar su pensamiento y la de toda su mesa?

—Muy seguro —afirma.

—Pues siendo de ese modo lamentamos informar que la fuerza naval, terrestre y área a partir de ahora les retirará su apoyo para los accesos de las rutas rojas —hace un falso puchero.

—Nos hubiera encantado seguir haciendo pactos —agrego con seriedad—, pero como ustedes bien dicen, son un grupo independientes por lo que me imagino que ya tienen áreas puestas para intercambios y laboratorios montados.

—Pero...

—¿Pero? —pregunta mi hermano.

—Esas posesiones fueron un extra adicional al trato que se vence dentro de dos años.

—Bueno, ustedes están sacando su independencia ahora, no dentro de dos años —respondo tomando posesión del ambiente empezando a caminar por alrededor de sus sillas—. ¿No pretenderá levantarse contra nosotros y seguir comiendo de nuestra mano al mismo tiempo? ¿Verdad?

El tipo de la silla de Egan intenta levantarse, pero este lo sienta nuevamente de mala gana por lo que me veo en la necesidad de sacar la pequeña granada que tenía en mi bolsillo para colocarla en la mesa. Todos se quedan quietecitos.

—El pacto se renovará y seguirán lamiéndonos la suela de los zapatos por dos años más o lo que dure el maldito contrato que les daremos, de lo contrario les retiraremos el apoyo absoluto y así como ustedes ayudaron a colocar armas en contra de su presidente en el pasado, ahora nos veremos en la obligación de ahora apuntarles a ustedes —defiendo—. Las cosas son como son, no se lo tomen personal y si no les interesa, me encantaría que los representantes sonrieran y firmaran lo que se les va a dar con una sonrisa de oreja a oreja para la fotografía porque me da exactamente igual.

Procedo a colocarles los papeles a medio doblar que traía escondidos. Ambos cabecillas la firman mientras mi hermano les toma las fotos respectivas para enviárselo al grupo familiar.

Genial, no nos demoró pero ni una hora.

Nas.

Es la tercera vez en la noche que me tengo que acomodar los pantalones debajo de la mesa para no llamar la atención. Tengo un dolor de bolas que mejor ni volteo a verla porque estoy segurísimo que la meto en el baño y me desquito.

<<Concéntrate>> —es lo que me vengo repitiendo desde que la vi envuelta en ese jodido vestido.

—Te siento tenso —murmura por lo bajo colocando una mano encima de mi pierna. Sé que me está viendo y sé también que quiere que pierda los papeles puesto a que he tratado de mantener solo las manos unidas desde que llegamos., pero es que es imposible.

—Pues sientes mal.

—¿Seguro? —esto le causa gracia, a mí, no— No me pasará nada si decides ir a cogerte a una desconocida para que te baje la calentura.

Sonrío de costado.

—Resulta que no me van las de aquí —secreteo—, soy más de italianas venenosas.

—Gracias al infierno que soy griega.

—Kenna es italiana —rebato.

—Rusa con una mezcla italiana, cierto.

—Lo cual te hace italiana, rusa y además griega.

Entorna los ojos.

—No tengo ni idea de lo que te está sucediendo hoy —su azul intenso me atrapa por los segundos que intenta proyectar molestia—, pero desde ya te digo que si es la culpa la que está generando todo esto...

—Dime algo —omito que a las tres personas que se ubican frente a nosotros y le susurro al oído— ¿Te molesta que me meta en tu vida?

—Sí.

—Pues a mi me pudre que te metas en la mía —le acaricio el labio gentilmente sin borrar la mala mirada que oculto poniendo mi cuerpo antes de darle un leve beso.

Alza el mentón con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Sufres de bipolaridad o personalidad múltiple y aún no me lo has hecho saber?

—Me están empezando a joder los pantalones, me caes pésimo y te odio, pero me tientas Kali y eso no es nada bueno porque todo lo que tenemos está mal —paso saliva—. Y no es moral, es razón. Te desprecio más de lo que te amo y es por ello que acepté que fueras el cordero...

—Lamentamos ser descorteces con ustedes —el tono de su voz me crispa los pelos por completo. Definitivamente prefiero escucharle con veneno en la boca que la maldita dulzura brotar en cada palabra—. Somos recién casados y tenemos problemas constantes.

Las dos mujeres que se sentaron a ambos lados del hombre bien vestido, abren los ojos con sorpresa. Para admirar a las mujeres aquí, la manera en la que el jefe de las tribus las tiene dice demasiado.

El hombre la ignora reparándome a mí.

—¿Cuánto por ella?

Frunzo el ceño fingiendo que jamás quise llegar a esa pregunta. Tuvimos razón al escoger diferenciar nuestra relación a la de los demás.

—Ava es especial —me atraganto con las palabras viéndola sonreír—, lamento decirle que no tiene precio.

—Debe tenerlo —ataca el hombre dejando de lado a las otras dos—, ¿Sabes quién soy y lo que puedo hacer por ti muchacho?

—Lo sé, pero con todo respeto....

—Te daré un lugar en mi corte, te haré mi hombre de confianza si es lo que deseas para dármela.

Kali me patea por debajo de la mesa.

—Esa es una oferta demasiado jugosa —paso de mi esposa falsa fingiendo interés—, podría considerar la propuesta si antes me permite bailar con mi hermosa esposa.

El viejo muestra su falta de dientes en una sonrisa ganadora.

—Solo para confirmar, ¿Eres griega cariño?

Ella asiente confundida.

—Lo soy, señor.

Ambos sonreímos con incomodidad al salir de ahí directo a la pista de baile, mantener el rostro pensativo sin que tu cerebro piense demasiado en lo que quiere hacer es jodido, pero todo sea por ganar.

Ganar.

Ganar.

Ganar.

No existe otra cosa mejor que esa palabra en mi mundo.

Apego su cuerpo empezando a balancearnos de lado a lado, mis manos se ubican en sus caderas y las de ella en mi pecho enfundado por el traje. Los dedos me pican por subir un poco más a tomar posesión de la poca piel que hay expuesta en esa zona, Kali luce realmente como una maldita diosa griega con ese vestido.

Soy meramente consciente de lo que sucederá luego de que acepte el trato y no me gusta para nada. No quiero dejarla ir, no estoy preparado para hacerlo nuevamente porque hay algo... hay algo indicándole a mi subconsciente que no le diga que sí.

Me está matando querer limpiar mis pecados con más mentiras. Me está jodiendo detestarla, pero desearla a su vez; pero sobre todo me mata que se ponga en riesgo por algo que hice yo.

Recordar lo que pasamos los primeros días en Florencia, solo provoca que se me endurezca la entrepierna. La vuelta que sincronizamos de manera elegante deja su trasero justo sobre mi miembro, puedo sentir como se estremece, pero no se aleja afrontando la situación completamente gustosa.

Apego mi frente a la parte trasera de su cabeza eliminando al resto del salón por un momento de mi visión pudiendo verla solo a mi hermosa pelinegra con ojos tan profundos como el océano y tan letal como el veneno.

Kali es peligrosamente hermosa.

—Debes controlarte.

—Sabes que no puedo hacerlo si se trata de ti.

Se suelta a reír observándome de soslayo sin perder el ritmo cuando le doy rienda suelta para que me maneje como una marioneta, la maldita se luce de tal forma que los espasmos empiezan a resonar por el salón.

—Nos estamos saliendo del papel.

—¿Y? —respondo sin mucho interés.

—Que nos estamos tomando muchas libertades que podrían colocar todo en riesgo.

—No lo hará —digo tajante.

—¿Cómo lo sabes? —tiro su cuerpo hacia atrás siendo parte de la coreografía improvisada.

—Solo lo sé.

La canción "Sway" da los últimos toques de sus notas, por lo que damos vueltas sin parar convirtiéndonos en la sensación del momento. Todos se apartan observando nuestros movimientos seguros y elegantes por todo el salón. Obviamente el estallido de aplausos no se hace esperar cuando la canción llega a su fin.

Despegarme arrebata mucho de mi fuerza de voluntad porque sé que si lo hago se irá con otro hombre. Bueno, es lo que hoy toca.

—¿Tuviste tu baile?

—Sí, pero te seguiría mintiendo si dijera que no quisiera más de esto —beso su mejilla saliendo del espectáculo.

—Me mientes de todas formas. Me mentiste antes y me mentirás siempre —pasa saliva—. Ya me acostumbré a siempre tener una daga clavada por cualquier parte de mi cuerpo cuando se trata de estar cerca de ti.

—¿Te hago doler?

—Sí, pero me duele más lo que me arrebataste sin saberlo.

Murmura otro par de cosas intangibles que no logro escuchar puesto a que se larga con el otro hombre a la mesa. Al principio finge estar incómoda, pero cuando el hombre saca de mala manera a la otra mujer de su lado para sentarla a ella en su sitio, empieza a írsele el color del rostro.

Justo en ese momento es cuando Azael decide pasar por mi costado con el idiota que secuestramos. Luce demasiado bien para estar amenazado.

—Mueve tu culo de ahí Nas. Tenemos visitas.

—¿Quiénes son? —pregunto saliendooooo del tumulto para ir al elevador más retirado de los pasillos justo detrás del baño de los caballeros.

Estudié este lugar tan bien que sé exactamente cuántos pasos debo de dar para ubicar cada cosa.

—Los gemelos Deveraux están entrando.

Para los que está leyendo el libro desde la primera versión: A pocos capítulos de que Nas se vuelva loco.

Besitos.

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