Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 2

Invocaste al diablo, ahora hazte cargo.

Kali.

Flashback.

La noche se ha tornado más pesada de lo que pude considerar. No tengo idea de los días que llevo recluida, ni si quiera si siquiera estoy viva. Todo está oscuro y hasta respirar me cuesta, el pecho se me oprime y las lágrimas que he intentado no se desborden de mis ojos, avasallan cada pensamiento y deseo.

Quiero muerte.

Quiero venganza.

Quiero lamentos.

He intentado innumerables veces recrear en mi mente todo lo que sucedió sin que la traición y mi ambición jueguen un papel principal en este cuento mal contado.

Porque eso es lo que es, no le veo otra manera.

Mi madre muchas veces me ha dicho que el amor duele, que consume y te sumerge en un mar de decepciones que a la larga no hacen más que ser la motivación que te impulsa a brillar sola. Yo tengo un brillo nato, uno que enceguece y promete.

Y hoy prometo que mi nombre no volverá a ser denigrado y que lo último que mis opresores sentirán antes de que les corte el cuello, será miedo. Miedo hacia la mujer que intentaron quemar con las llamas de su propio infierno.

<<No pareces una Bianchi, estás bajando la cabeza muy fácil Kali y yo no parí a una débil, no críe ni luché por una niña que a la primera oportunidad de rendirse lo hace. Mi nombre merece más>>

<< —¡Intenté con todo lo que sabía! Me paso horas tras horas entrenando y no me quejo porque me gusta, pero es que ella cree que es fácil.

—No lo hace —me mira—, pasó por mucho más a tu edad y lo resistió sin problema.

—Porque te tenía a ti.

—Y tú tienes a Nas —papá encoge los hombros—, no le veo peros a la falta.

Tiro la botella de vidrio presa de la impotencia. No me comprende.

Quiero arrancarle la cabeza a la mujer, quiero bajarle los dientes y cortarle dedo por dedo, y entonces dime ¿Qué tan buena integrante de tu familia me hace ahora?

Cruzo mis brazos sonriendo de lado y alzando el mentón.

No se trata si eres buena o no porque en lo que a mi respecta eres espectacular, pero lo que buscamos hacerte entender es que reprimir tus impulsos no debería ser una opción y que, por el contrario, utilices eso como un mecanismo de inteligencia y cacería. Podrá ser tu manera de desfogue, pero no por eso debes fallar.

Suspiro aferrándome a su cintura, papá no tarda en corresponder mi abrazo dejando un beso en mi frente.

Siempre te he dicho que no podrás llevar mi sangre, pero eres uno de mis mayores orgullos.

Me separo un poco.

¿Eso quiere decir que si puedo ir tras la loca de Anne?

Niega.

Eso quiere decir que puedes destruir el maldito mundo y aun así nos tendrías a nosotros para aplaudirte.

Fin del flashback

—И иногда грех - это ключ к небу.

<<Y a veces el pecado es la llave para entrar al cielo>>

Le doy otra calada al cigarrillo matutino mientras observo el amanecer. No es mi estilo fumar, pero necesito algo de nicotina para poder volver a colocar mis ideas en línea; eso y mis sentimientos porque no quiero que interfieran en el desorden que vine a hacer.

Lo apago cuando escucho un gruñido ronco.

—¿Nuriel? —pregunta.

—¡En el balcón!

Con afán termino de abrochar bien la camisa que le robé de su armario, me gustaba el olor que desprendía. Demasiado varonil para mis sentidos alertas.

Un despeinado Nas con marcas en el rostro por las almohadas, aparece haciendo notar la ligera diferencia de tamaño. Se lleva una mano a la cara terminando de despertarse.

—Hola.

No me responde y lo primero que hace es abalanzarse sobre mí para arrastrarme nuevamente a la habitación, me tira a la cama con él entre mis piernas. Gime de dolor cuando cae mal.

—¿Te hiciste daño?

Niega.

—¿Piensas siquiera hablar?

Vuelve a negar mientras arranca su propia camisa y se ubica sobre mi pecho con las manos aferradas en mi cintura. Lo único que me queda por hacer es acariciarle las hebras desordenadas de su cabello azabache hasta que se vuelve a quedar dormido.

No soy consciente del tiempo que transcurre puesto a que me quedo absorta intentando encontrar una respuesta a la belleza tan simétrica que existe fuera de mi nombre, pero aunque quisiese, no hallo una.

Exhalo enredando mis piernas sobre su trasero quedándome dormida y relajada por el palpitar de su corazón. Esto es una experiencia... demasiado reconfortante.

Vuelvo a despertarme horas más tarde, pero esta vez no encuentro a nadie en mi encima. Parpadeo unas cuantas veces para adaptarme bien a la intensa luz que pasa por las ventanas.

¿Qué hora es?

—Cinco para las diez.

Doy un vuelco en la cama tapándome asustada, pero abandono todo cuando es a mi hermano a quién veo de pie y con un traje.

—No quería despertarte, supuse que el viaje te dejó agotada.

—Supusiste bien —señalo buscando con la mirada mi pijama.

—Detrás del mueble.

Me responde terminando de colocarse el reloj.

—¿Ya te vas?

—Tengo una reunión a las once con unos compradores —responde firme, frunzo el ceño queriendo colocarme el short.

Avanza hasta mi lugar arrebatándomelo de un solo tirón.

—Yo lo haré.

—Nas, tengo...

—Shh —chista arrodillándose, paso saliva al sentir su respiración tan cerca.

Intento no rodar los ojos cuando se tarda más de lo debido, supongo que él lo nota porque se apresura a mordisquearme una nalga que me pone a gemir demasiado alto. Contraigo los muslos en un intento de defensa, pero las manotea y ese simple acto no solo me pone a delirar, si no que también termina por mojarme el coño.

Paso saliva.

—Regresas más rebelde de lo normal —pestañea desde abajo, sonrío de medio lado acariciando su mejilla afeitada.

—¿Me enseñarás a comportarme?

—Ni siquiera lo dudes —responde colocándose a mi altura.

Toma la parte de arriba del pijama pidiendo que levante los brazos, hago caso y aprovecha para pasarme la blusa de manera rápida y sin tocarme.

Maldigo por lo bajo robando una risa ronca de sus apetecibles labios.

—Nada es imposible ¿no? —habla a la nada mientras me toma de la cintura bruscamente.

El gris que me nubla el juicio en sueños luce un poco más tenebroso de cerca, es por ese motivo que lo amo. Porque secretamente le temo, pero también sé que nunca haría algo que me dañe.

No otra vez.

Las manos me pican por ponerlas sobre su cuerpo, no me contengo y lo acaricio queriendo sentirme un poco más cerca de lo que estuvimos toda la noche. Ambos suspiramos sin decir ni una sola palabra.

Soy la primera en cerrar los ojos y recostar mi frente contra la suya soltándome por completo confiando en que siempre será él el que me sostendrá.

—No lo vuelvas a hacer.

—¿Qué cosa? —frunzo el gesto.

—Irte. No lo vuelvas a hacer porque ya no soy un niño al que puedan detener —me acaricia los labios, abro los ojos —, ahora soy un diablo que hará lo que sea para mantener a su infierno cerca y que es capaz de quemarse con su propio fuego si se amerita con la única finalidad de que este permanezca en donde debe. Con él.

Relamo mis labios.

—Me mentiste ¿Qué esperabas?

—Que me enfrentaras, como siempre.

—Esto era distinto —me alejo, pero vuelve a mantenerme contra su pecho.

—No le veo la diferencia.

Y nunca la verás.

—Eras mi primera ilusión Nas, la persona indicada para siempre protegerme, mi hermano. Eras mi maldito mundo en ese entonces, por supuesto que era diferente porque se puede esperar un golpe de cualquiera, excepto de la persona a la que amas.

Aprieta los dientes, utilizo mi fuerza y lo alejo por completo. Intenta avanzar, pero lo miro mal.

—Intenté explicártelo, pensé que lo entenderías.

—¡Quise hacerlo! —levanto la voz— quise creer en ti una vez más, pero en ese momento no estaba para chorradas estúpidas ni situaciones inestables. Yo quería seguridad y confianza.

—Era sencillo encontrarme.

—La verdad es que sí—encojo los hombros—, pero no estaba dispuesta a jugármela por ti y terminar traicionada.

>> Historias como la que se vivió en la misión Esme fue lo que terminó por separar alguna vez a nuestra familia, así que me fui para darte tiempo de extrañarme y hacerte entender que cuando se dice amar no existe nada más importante, pero cuando se odia, todo se reduce a muerte.

—¿Qué quieres decir?

—Que te amo como no tienes idea, pero no voy a cederte nada si no es con pelea.

—No me vengas con que cambiaste por mí y esas idioteces.

Suelto la risa.

—Yo no he necesitado cambiar, digamos que solo trabajé en pulir mis habilidades —espeto con voz oscura.

—Eras buena según recuerdo.

—Y ahora soy perfecta según dicen.

Miente, sabe que lo hace solo para subirse el ego. Jamás pudo ganarme, no me interesa si era por miedo a lastimarme o por otra cosa, pero ambos sabemos que ahora no hay nada que me detenga, porque si necesito arrancarme lo que siento por él del pecho, tengo motivos de sobra para hacerlo.

—Creo que ambos vamos a tener la mañana atareada, así que debo apresurarme.

Detiene mi brazo cuando paso por su costado.

—¿Saldrás?

—Voy a comprar ropa, no tuve tiempo de empacar cuando hui de Rusia.

—¿Por qué no pides que te traigan la ropa para la casa? No debes exponerte...

—Quiero refrescar mi vista, ver lo mismo a veces aburre —suelto con intención de molestarlo, lo logro puesto a que toma unos lentes de sol y me arrastra hasta la puerta.

—Apura que voy a ir contigo.

Me cruzo de brazos luciendo el escote.

—Puedo ir con seguridad, apuesto lo que quieras que les encantará un desfile privado...

—Unos guardias ciegos no nos sirven así que ahórrate la molestia y camina que voy a reprogramar la cita para la cena y vas acompañarme.

Esbozo una sonrisa torcida.

—Me parece perfecto, hoy escojo el postre.

Nas.

—Lárgate y no vuelvas hasta que esté contigo.

Zane retiene la risa.

—Me estas tratando como tu chacha personal y lo entiendo, pero seamos sinceros. No te molesta el hecho que te hayan disparado, lo que verdaderamente lo hace es que tu presa se te está yendo de las manos y no tienes nada para detenerla.

Empino el último trago del licor amargo, es de mañana, pero es lo que necesito para empezar bien el día.

—Yo siempre tengo una manera —lo encaro—. Ella manipula y yo obsesiono, de buenas o malas, pero lo hago.

Los sentidos se me disparan en cuestión de nanosegundos, la espalda se me endereza aun más y cada musculo se me tensa por un par de ojos azules que lucen demasiado inocentes para todo el odio que pueden albergar por detrás.

Detesto demasiado el hecho que solo exista su cuerpo en mi campo de visión hasta que logra alcanzarme, su perfume termina por regresarme a la realidad.

El rojo le luce demasiado, es la figura de la lujuria, lo prohibido y le rinde honor a lo que amamos más que a nosotros mismos.

La sangre.

—Solo dime que soy lo mejor que has visto en estos cinco años, no hagas mayor esfuerzo.

Carraspeo acomodando el reloj en mi muñeca.

—Eso implicaría alimentarte el ego. No quiero participar en eso.

—Tú no, pero los de seguridad sí —muestra su blanca dentadura que pondría a cualquiera de rodillas, incluyéndome.

Le quiebro el vaso en la cabeza de uno, Zane me detiene antes de avanzar.

—Sabes que no tiene posibilidades con ella y solo lo dice por molestarte.

Eso es cierto, la miro y ella solo me guiña un ojo.

—¿Nos vamos?

—Camina —le cedo el paso, avanza.

—Trata de mantenerte cuerdo y de no meterte en problemas porque no estaré para limpiar tu desastre ¿entendido? —me suelto del castaño.

—No tengo seis años.

—Pero parece. Que una mujer no te nuble el juicio.

—Ella no es cualquier mujer, y lo sabes —las gafas recaen sobre mis ojos cuando me giro siguiéndole los pasos a la rubia que no se detiene a pensar en los infartos que da.

—¡Nas, cariño!

No presto atención mientras avanzo, puede de ser una loca fanática que se ha colado de la seguridad.

—¡Nas!

Kali se detiene, por ende, yo también lo hago. Me gustaría decir que somos del mismo tamaño, pero lamentablemente ella es algo más baja que yo y por alguna razón eso me gusta.

Mi hermana me mira pidiendo una explicación frente a la mujer esbelta y de curvas operadas frente a nosotros que me sonríe como una maravilla mundial.

Quisiera decirle que la recuerdo, pero la verdad es que no lo hago.

—¿Quién carajos eres? —meto las manos en mis bolsillos cuando la seguridad la rodea con las armas, pero no la tocan.

—¿No me recuerdas? —finge un puchero.

—Si lo hiciera no te lo estaría preguntando ¿no crees?

—Mi nombre es ...

—Brina —interrumpe Kali avanzando —, su nombre es Brina Cassian. Veo que te hicieron un implante.

Las piezas empiezan a encajar.

—¿Ella es la loca a la que dejaste manca por dejarme cartas en mi mochila?

Kali sonríe.

—Sí.

Omito el destello de furia en los ojos mieles de la morena.

—¿Y qué quieres?

—Verte, pensé que...

—Pensaste mal, no te conozco y no he tratado contigo desde el inicial.

—Nos vimos en Pandemonium hace unas semanas ¿no lo recuerdas?

Alzo una ceja.

—No recuerdo nada que no me haya causado impresión —encojo los hombros reafirmando mi postura, tomo la cintura de Kali—. Sáquenla de mi vista.

La rubia reafirma el agarre colocando su mano sobre la mía mientras me planta las uñas. Duele, pero aguanto hasta llegar al final de las escaleras en donde alguien me empuja haciendo que trastabille, pero que me mantenga firme cuando Kali tropieza.

Una mano esmaltada se levanta entre nosotros y veo rojo, la impotencia me ciega y la ira termina por apresarme. Me meto.

—Dáñale un pelo y te juro que condenaras a toda tu familia a la vergüenza de tener a una hija que se regala por un poco de droga.

Abre los ojos.

—No te recuerdo porque ese día llevabas peluca, pero recuerdo bien cómo te abriste de piernas no solo ante mí, si no también ante mis socios.

—Yo...

—Vete ahora que estoy de buenas y no te sigas arrastrando por algo que terminará por matarte más rápido que la falta de amor propio que te tienes.

Aprieta los labios, pero obedece.

—¡Ey, Brina! —Kali la llama— Iré por ti tarde o temprano. Mi apellido no perdona y mi nombre no olvida, tenemos una cuenta sin saldar.

Sonríe de tal manera que me hace tragar grueso. Me pone, definitivamente acciones como estas son las que me convencen que necesito esto a diario.

Quiero formular algo coherente, pero mi mente no me ayuda situación que aprovecha para quitarme las llaves de la mano.

—Yo voy a manejar —murmuro intentando abrir la otra puerta, me mira detrás del volante roja de la cólera.

—Se me ha antojado modelarles a los guardias —pisa el acelerador del auto dejándome con la palabra en la boca.

Los guardias se miran las caras terminando de empeorarme el ánimo. Maldita sea.

—¡Tráiganme mi puto auto!

—Su auto está en reparación, señor.

—Entonces tráigame otro ¡Ya! —sujeto mis sienes.

Si no es una cosa es la otra. En el día me disparan y en la noche tengo a mi hermana en mi cama abierta de piernas montándome como ninfómana. Uno no puede vivir sin atormentarse.

El auto deportivo negro de mi padre aparece, me ahorro el disgusto junto con la represalia y me subo tomando el mismo camino que la rubia.

La camioneta negra de los de seguridad me abren paso, le hago señas con las luces altas para que se detenga, nada parece dar resultado ya que acelera justo en una curva. Hace una pirueta que me deja con la boca abierta, se mete entre dos autos, da retroceso y sigue con el auto en marcha con la parte delantera del auto hacia mí.

Le marco al teléfono, los parabrisas son lo suficientemente gruesos para que no escuche mis gritos, pero lo suficientemente delgados también para aún ser testigo de su rostro.

—¿Celosa?

Ríe bajito.

—¿Qué crees tú que tenga esa puta que quiera alguien como yo?

—Atención.

—Tengo la tuya, eso me es suficiente —esquiva un rompe muelle sin problemas, se me eriza la nuca de solo pensar que por estar provocándola algo le suceda.

—Baja del auto y hablemos.

—Estoy bien gracias,

—Kali ... —advierto.

—¿Sí?, hermanito —lo último termina por joderme.

—Tu comportamiento me está haciendo desear regresar y pasar tiempo con Brina.

—Si eso es lo que deseas, no tengo por qué retenerte. Únicamente no seas tan descarado en cogértela en la misma cama que intentaste profanarme a mi también.

—Pareces herida, ¿sucede algo?

—Nada que no se cure con una buena copa, te veo en la cena —cuelga colocando al auto en la dirección correcta.

No me doy por vencido y tomo un atajo al centro que especulo irá. Maldita Brina y maldita su familia que es peor que las ganas que le tengo a la mujer con ojos oceánicos. La mierda que siempre botan es tan desdichada que me apena, ojalá pronto pueda sacarlos de la mesa grande, no están listos para esto y actitudes como las de su hija mayor son las que justifican todo.

Mis padres eran los líderes, pero no se podían tomar todo a la ligera y eso es algo que nosotros sus hijos jamás entendimos, ni lo haremos.

3 horas después...

La habilidad nata de todo buen cazador es ser silencioso, yo lo era. Lo suficiente como para espiar a mi rubia sin que se dé cuenta.

—Yo me encargaré desde aquí —los guaruras obedecen sin refutar.

Observo algo por aquí y algo por allá hasta que me adentro del todo, las mujeres se quedan completamente embobadas cuando paso por su lado prestando atención a tres prendas específicas.

—Señor, no puede pasar...

Me aparto cuando quiere ponerme una mano encima.

—Mi esposa está dentro de esa cabina —señalo—, si quiere que le llevemos algo se calla y cierra este espacio —le doy mi tarjeta black.

Los ojos le brillan al instante, no era idiota, de esas no existían más de quince a nivel mundial y ocho nos pertenecen.

—Si...

—Tráeme los tres conjuntos de la entrada, en especial el de diamantes ¿Son reales? —afirma con la cabeza embelesada—, tráemelo también.

Se retira mientras me pongo cómodo, dejo el saco a un costado y me remango los puños de la camisa dejando a la vista mi reloj.

—¿Ustedes que opin...? —se le va la respiración cuando me encuentra de brazos extendidos en medio del gran sillón.

Casi parece sorprendida de verme allí. Paseo bruscamente mi mano por mis labios intentando evocar la paciencia que se me ha perdido por algún lado.

Ese conjunto le queda demasiado sexy

—Tomaré más en serio tus pedidos —carraspeo—. Date la vuelta.

—Largo.

—No voy a discutir ahora. Voltéate que quiero revisar lo que voy a comprar.

Las piernas se le contraen involuntariamente y casi quiero sonreír, pero me abstengo mostrando desinterés.

—Si quieres un maldito desfile ve a otro lugar que aquí no hay nada que ver —se molesta cerrando la cortina.

La dependienta entra sin avisar incrementando la molestia. Le arranco los trajes y casi casi se va corriendo de regreso.

Avanzo a zancadas trayéndome abajo el tubo que retiene el pedazo de tela que me impide poder verla con un par de pantys.

Trago grueso, aún lleva tacones.

Verla así es una puta fantasía que empezaba a carcomerme desde las entrañas como un maldito cáncer, no sé si tan siquiera es consciente de lo que puede hacer si me mira de la manera en la que lo está haciendo.

—¡Estás loco!

La tomo por el cuello empotrando su cuerpo sobre el gran espejo, sus manos recaen en mis hombros tratando de hallar algo estable.

—No hay razón para negarlo.

Ubico sus manos por encima de su cabeza dejando que su agarre únicamente conste de sus piernas en mis caderas, la fricción hace que gima cuando termino por arrancarle la prenda de manera brusca.

—Te vas sin mí, manejas como desquiciada, te atreves a modelarle a los del servicio y encima me niegas el verte —paseo dos dedos por su entrada húmeda, cambia de color en un segundo lo que termina por volverme loco—. Estás tentándome demasiado y sabes a lo que me refiero.

—Quizá es lo que busco —sonríe con los ojos cerrados— ¿no te has puesto a pensar?

—No he tenido tiempo para tales cosas, estuve entretenido con estas dos —manoteo sus tetas.

Mentiría si dijera que no quiero volver a prenderme de ellas o de su coño que escurre como cañería bajo mis caricias.

—Lo recuerdo, parecías un recién nacido que...

No es clara al momento de terminar ya que embisto su canal con mis dedos. Es tan caliente y tan estrecha que me pone.

—Abre los ojos y míranos —sonrío al espejo—. Mira lo que estamos haciendo por producto del pecado y la maldita necesidad.

No hace caso así que me retiro con más enojo.

—Nas...

Estamos jugando con fuego sin miedo a quemarnos, eso se siente bien.

—Le pedí a la inútil que te traiga esto —le lanzo el conjunto con los diamantes—. Pruébatelo.

—Voy a parecer una maldita cabaretera —pronuncia con voz temblorosa y una pésima mirada.

Encojo los hombros.

—Los vas a utilizar para mí y yo opino que eso se te verá fabuloso.

—Me estas dejando a medias...

—No me hiciste caso y ya sabes que me aburre repetir las cosas —me acomodo en el sillón nuevamente, limpio los dedos con mi boca—. Exquisita.

No era cosa solo de la prenda y el gran valor aseguro tiene, si no de ella y de cómo lo porta. Quizá sea la elegancia, el poder que denotan sus ojos o el maldito deseo que le tengo a cada centímetro de su piel que, la boca se me reseca por tercera vez en el día cuando termina de abrocharse el conjunto.

Describir la prenda estaría de más, me guardo el momento para mí.

—¿Y bien? ¿Qué te parece?

Me cuesta hablar.

—Te ves accesible solo para mí.

Nuriel: Fuego del diablo.

¿Qué opinan de los cambios?
.
.
.
.
.
.
Los leo.
.
.
.
.
.
.
Mil gracias por sus mensajitos por mi cumpleaños. ¡Arriba los 18!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro