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CAPÍTULO 17

Destruir el mundo en tu nombre podría ser catalogado como algo poético de mi parte, pero sentarme a tu derecha y ver como sola lo haces; sería mi mejor prueba de amor hacia el odio que ha empezado a rivalizarnos.

Egan.

Nuestros planes de una fogata– pijamada— juerga por haber salido bien librados se culmina en cuanto colocamos un pie dentro de la casa y vemos a un Nas de mal humor y completamente serio observando a otro par de desconocidos sin sentido de la moda. Nuestros padres los acompañan, sus ojos parecen desear asesinarlos o enterrarlos bajo tierra.

Siempre tienen ese querer.

No supe cómo tomarme el hecho de que Kali no esté pegado a nuestro hermano mayor, ni que Zane mantenga su distancia con una copa en mano vigilando cada movimiento con sigilo.

Aunque lo primero muy bien se puede justificar por la ausencia del idiota en el revoltijo que armamos. No es mentira que todos dudamos de él.

—Buenas noches —ambos saludamos al unísono directamente a nuestros padres.

—Chicos.

Mamá nos responde el saludo manteniendo la línea fría. Los desconocidos abren sus ojos con una emoción palpitante que me molesta.

—¡Oh! Supongo que ellos son los mellizos.

Pido una explicación con la mirada a mi hermano, pero pasa de mí por lo que me veo en la obligación de repetir la acción con papá. Se encoge de hombros algo incómodo.

—Egan Al Capone, agrégale el señor antes y no tendremos problemas —me presento sin ánimos de prolongar la conversación.

Aden a diferencia mía, avanza revisándolos minuciosamente. A él le interesa mucho más la idiosincrasia de los estatus, realmente todos en casa la tenemos, uno más que otros.

—¿Qué hacen en mi casa? —espeta brusco— ¿Y por qué no han hecho una reverencia? ¿No saben frente a quiénes están?

Casi me meo de la risa por sus caras desencajada. Mamá sonríe de lado y papá suspira algo familiarizado con esta escena.

—Yo...

—¿Desean trabajar como servidumbre? —pregunto— Si es así, mamá ¿Desde cuándo haces el trabajo de Dante?

Él es el que siempre entrevista a las personas aspirantes para el puesto. No cualquiera entra, así que se necesita ser muy selectivo.

—¿No están muy viejos? —añade mi mellizo— ellos, no tú, querida.

La mujer a un costado tiene un brillo que me molesta. Sus ojos verdes limón contienen inocencia por dónde se le mire, su cabello cobrizo le baja en cascada por sus hombros y el vestido floreado que hace que quiera vomitar; ahora entiendo el malhumor de todos.

Irradia demasiada energía buena.

—Hola —saluda amablemente.

Su brillo labial es tan espeso que parece semen.

Zane interrumpe carraspeando.

—Los estilistas que Azael pidió ya se van, necesito comprobar que no se lleven nada —fruncí el ceño.

—¿Por qué pidió estilistas? —Aden me susurra.

—No lo sé —respondo de la misma forma— Yo iré.

Mi primo niega.

—Déjalo estar, iré yo. No soporto este aire de velorio.

—Zane... —regaña mi progenitor.

—Como sea —responde abandonando la habitación.

La guerra de miradas incómodas, frías y molestas perdura por los extensos minutos que mis hermanas necesitan hacer para hacer acto de presencia terminando de explotarnos la cabeza.

El camarero con copas de champagne se queda quieto por la sorpresa.

Esto realmente está mal.

—¿De qué mierda me he perdido? —pregunto.

Nas.

Para estar despierto, lo que presencio realmente se siente como la peor pesadilla que he podido tener.

Lo es.

Una brisa de aire frío azota la gran sala justo cuando unos ojos celestes algo pálidos se presentan. El licor raspa la parte posterior de mi garganta ante semejante echo que solo me priva de poder conectar los pensamientos coherentes.

La respiración se me corta por la congestión de sentimientos que provoca. Son instantes los que necesito para caer en cuenta la mierda que se ha vuelto todo esto. Necesito verla llorar, necesito verla débil para poder seguir.

Kali es una de mis prioridades, aunque no lo diga en voz alta. He sido dueño, amo y captor de todo lo que ella representa desde que tengo uso de razón y eso no va a cambiar por mucho tiempo que pase o por mucho empeño impuesto.

No me interesa saber la manera descarada en la que la estoy viendo, sería engañarnos decir que siempre soy cuidadoso en la manera en cómo la trato porque no es así. Poco me interesa ser precavido o los rumores que pueden empezar a correr.

Se dice mucho cuando se hacen las cosas bien.

Vuelvo a remojar mis labios en otro trago de licor intenta apresar a mis instintos de saltar sobre su cuerpo para saciarme la polla erecta que muere por enterrarse entre sus muslos.

La melena azabache le recorre todo su cuerpo hasta su fina cintura mientras balancea sus caderas avanzando, denotando su majestuosa elegancia y seguridad en ella misma. Todo sin ningún ápice de dolor por sus heridas o la situación, es como si no le interesara en absoluto.

Los pantalones me aprietan más al colocarle la debida atención a sus labios envueltos en un rojo profundo, algo parecido a la sangre que asumo quiere sacarle a alguien.

Años fueron los que me tuve que imaginar que mi mano era su boca, la manera en la como mi semen era absorbido por su garganta y me secaba completamente. Verla con mi leche escurriendo por todo su cuerpo y no solo en partes esenciales para mí, hubiese sido la mejor puta fantasía vívida.

La mirada de desdén que lanza al entrar bien podría desaparecer a cualquier ser humano sobre la faz de la tierra, sin embargo, el limbo al que me ha transportado en el instante en el que la vi, no lo permite.

—Te amo y te odio esto —murmuro solo para mí—. Maldita bruja.

El traje del mismo color de su cabello le luce de una manera tan maravillosa que debería ser considerado un pecado verse como se ve. Miguel Ángel debería considerar revivir y pagarle por querer retratarla.

El corsé debajo de su traje de dos piezas realza sus pechos sin dejarlos verse vulgar, pero manteniendo la línea sexy que me tiene como me tiene. Su maquillaje es algo cargado pero que no desentona en absoluto con sus facciones, y la gargantilla de espinas que rodea su cuello con diamantes finamente incrustados, podrían costar fácilmente el doble de lo que la corona actual de la reina vale.

Le gusta presumir, hacerle saber a los demás que nunca obtendrán lo que ella tiene. Eso es poder y en cierta parte hasta capricho.

No me he fijado sí ha saludado o si tan siquiera es consciente de lo que me ha causado con semejante aparición, pero me acomodo el traje intentando estar presentable como también ocultar la erección. Kali toma una copa de la bandeja del mesero y la alza sonriendo como la buena actriz que es.

—Un brindis por los novios.

El intento de sonrisa desaparece por completo de mi rostro, busca mis ojos y se la empina de golpe.

Me trago con pesar mis acciones, omitiendo cualquier indicio de molestia. Me he ganado el apodo de Diablo dentro de la mafia por no regalar la misericordia y medir cada una de mis acciones, pero en cuanto a ella se refiere todo empeora.

Simplemente por qué tengo la desdicha de ser un idiota posesivo e impulsivo.

Justo como mi padre.

Azael a su derecha se deja ver saludando de una manera seria y poco amable, como todos. Hago el amago de colocarme de pie para alcanzarlas, aunque rápidamente desee volver a sentarme.

«—El día en el que alguno decida cambiar el color para volver al original, será únicamente porque nos hemos fallado y acabamos con nuestro cariño, asesinamos las esperanzas, y empezamos a convertirnos en el enemigo del otro»

La habitación se sume en un silencio ensordecedor después de ello.

Savannah, la hermana de Brina, se asoma un poco por los hombros de sus padres para intentar comprender algo la situación. Su reacción no es para nada lo que esperaba, ella aplaude y se pone de pie sumamente emocionada.

Cómo si no hubiera estado hecha un mar de lágrimas hace algunos instantes. Entendía el hecho que no quería casarse, recién cumplía la mayoría de edad pasado mañana y quería que "su chico" la desflorara después. No me dijo quién era, pero tampoco es que le haya puesto mucho empeño en la conversación; corté toda conexión al momento de decirle que no me interesaba si se acostaba con otros porque jamás la tocaría. Ni por muy necesitado que esté.

—Te hiciste un cambio, Bella —Kenneth suelta la mano de mamá y va por ella.

Detesto que él sí pueda hacer eso con total libertad y que a mí ahora me toque aguantar las ganas de siquiera poder respirar a unos metros de ella.

—El rubio ya empezaba a ser odioso.

Bufo.

—Te ves bien —mamá le sonríe tenue.

Los Rizzo se aproximan a ellos, la vieja alisa previamente su vestido con un estampado realmente detestable. No le ha quedado ni ganas de volver a dirigirme la palabra después de como los traté en el despacho del palacete.

—Buenas noches —saluda sin respuesta, bebo un poco más del licor consciente del desplante que le harán—. Te estoy saludando.

Mamá intenta hablar, pero Nuriel es más rápida.

—Y yo te estoy ignorando —responde recién ojeándola de pies a cabeza—. No somos iguales así que no me tutees.

—Mi hija se casará con tu hermano.

—Ya les dije que eso no quita nada. No los hace familia, ni allegados a nuestro círculo —agrego con hambre—. Quisieron un matrimonio, pero no esperen cordialidades de nuestra parte o consideraciones porque no las habrá. Aquí solo se respeta a la sangre.

Termino por beber el coñac en mi vaso, inevitablemente haciendo una comparación entre su efecto y la escena de hace algunas horas atrás.

—¡Asesinaron a mi hija! Merecemos más que un matrimonio sin beneficios extensivos.

—Tess... —su esposo la controla al verla impulsarse hacia adelante. Me pongo en pie llamando la atención.

—Eso es lo que hacemos, eso es lo que hace tu esposo y eso es lo que hacen tus hijos —le doy toda la razón—. Y Cierra tu boca mujer si no quieres que también incinere a tu otra hija. Saltos deberías de estar dando por sí quiera hacerte el favor de emparentar.

Ensancho mi sonrisa.

—¡Eres una ...

—Osver, controla a tu mujer. No quiero malos entendidos —papá advierte y el tipo hace todo lo posible por hacer caso, aunque de nada sirva.

—¿Pero y es que en donde están tus modales?

—Los modales fueron inventados por los pobres para intentar ser ricos en algún sentido de la palabra. Nosotros no tenemos esas necesidades, evidentemente.

—Colgarte un par de diamantes no te hace superior...

—Mis diamantes cuestan lo que es ahora tu fortuna global. Y sí, no me hace superior, solo bonita y joven —guiña el ojo pasando ahora a ver a mamá que levanta su barbilla con orgullo.

Diría que me da pena ajena la icónica situación, sin embargo, no hace nada más que aumentarme la dicha

—¿Está todo en orden?

Papá confirma su pregunta.

—El jet te está esperando en la pista. Te llevará...

Me ahogo con el líquido de mi saliva. ¿Jet?

—¿Jet? —me atrevo a preguntar mientras la otra familia sigue divulgando barbaridades.

—Kali irá antes a la isla. Tenemos un comprador interesado en una mercancía nueva y ella será la mediadora—responde apresurado.

Busco una explicación al verla, pero ella me ignora centrándose en Zane. Voy a cortarle la cabeza, no me importa que sea mi primo.

—¿Por qué nadie me dijo nada y ... se va sola?

Todos comparten un gesto cómplice empeorando mi mal humor. Golpeo el vaso sobre la barra encaminándome a su costado con grandes pasos y arrancándole de mala gana la mano del otro Al Capone que se ha situado repentinamente en su brazo.

—Te acompaño.

Enarca una de sus cejas sabiendo escabullirse de mi tacto, como si le ardiera. No me mira, solo refriega su cabellera negra partiéndome en pedazos el pecho.

—Zane lo hará, por el momento tiene más disponibilidad que tú.

—Yo tengo disponibilidad —repongo—. Él se quedará a terminar los últimos arreglos para el funeral de las chicas.

—Y tú afinar detalles del gran día.

—Nas, hijo, pueden ir avanzando al comedor. Recuerda antes escoger anillo con el joyero en mi despacho.

—Ya lo escogí —le lanzo a la niña la caja rosada medio aterciopelada— Póntelo y lárguense.

La vieja abre y cierra la boca como pez totalmente indignada.

—Esa no es manera ...

—Ya tienen lo que quieren, nos vemos en un mes en el altar. Hasta entonces no quiero problemas ni habladurías.

Atropello sus palabras pasando sobre todos hasta alcanzar a Kali tomándola por el brazo. Frunzo mis cejas al notar la ruma de maletas que son sacadas de la mansión.

—¿Qué es todo esto? —pregunto.

—Son para la misión.

Un témpano de hielo hubiese sido mucho más cálido que su respuesta borde. El guardia sujeta un paraguas sobre su cabeza ni bien sale al jardín camino a la pista.

Hasta hace algunas horas atrás el clima era algo caluroso, misteriosamente ahora llueve como para rellenar veinte piscinas en menos de lo que canta un gallo.

Obvio los gritos de mamá pidiendo que regrese por un maldito paraguas, los cuales terminan cuando envía a otro escolta con el pedazo de tela sobre mi cabeza.

—Necesitamos hablar, Kali.

—Ahora mismo estoy ocupada, puedes esperar a que regrese o agendar una cita con Azael —me ignora.

—No estoy para tus chistes.

Se detiene abruptamente, la enfrento.

—No es ninguna broma —expone una mueca de asco ante mi figura húmeda—. No creo que eso sea presentable para comer con tus suegros.

—Retírate —ordeno al guardia que la mira a ella pidiéndole permiso.

—¿Señora?

Su silencio le es suficiente al tipo para se aferre con más anhelo al trozo de aluminio. Aprieto los labios avanzando, nunca lo suficiente para poder olerla nuevamente.

—Le di una orden.

—Ya no todos hacemos lo que quieres, Nas.

La lluvia puede estar dándole un giro melodramático a la situación. Los dos bajo la lluvia, ella imponente e indescifrable mientras que yo sólo admiro su celeste atrapante.

Suficiente de cursilerías.

—¡Te esperamos en el jet! —el grito de Aden hace que sea el primero en apartar la mirada.

—¿Ellos irán?

El gesto se le descompone por la furia. No me responde pasando de mí y avanzando con el hombre a su costado.

La sigo.

—¡Kali! —grito por lo que creo son cinco largos minutos.

He empezado a sentirme incómodo y algo pesado por la ropa, pero eso no me impide llegar al pie del transporte justo cuando está en la cima.

Todos excepto Zane y yo estábamos dentro.

—Nuestros padres han creído conveniente que tú y Zane se queden en representación de todos nosotros para el velorio y entierro mañana. Luego nos darán el alcance.

Maldigo mil veces en mi interior cuando solo me quedo como idiota viendo como la aeronave se cierra por completo y luego solo empiece a avanzar hasta que siento a mi madre cerca.

—Un asesinato siempre requiere de un culpable y cuando uno se enamora, es capaz hasta de señalarse por tapar las huellas —no entiendo a lo que se refiere hasta que me toma por las mejillas, se me es inevitable querer bajar la cabeza dejándome llevar por las sensaciones tranquilizadoras que transmite—. Yo no eduqué ceros a la izquierda o cobardes de mierda, espero que tengas realmente algo en mente para salir de este círculo vicioso. Te estas dejando manipular ya sea por la misma Kali o por los idiotas de los Rizzo. Toma el hilo de la situación o de lo contrario entraré yo para cortar todo de raíz y no te va a gustar en absoluto mis métodos porque yo no pregunto.

Me yergo por la necesidad de defensa.

—Mi matrimonio con Savannah tiene un propósito mucho más complejo de lo que ven. Juzgan sin saber y me tildan como cobarde cuando es más que eso. Soy consciente que tarde o temprano con todo el show tendré que apuñalar a alguien que aprecio, pero es lo que toca. Son ellos o nosotros ¿No? —paso saliva— Quisiera que ella lo entendiera, sin embargo, creo que eso no cambiará mucho su manera de pensar y es justo lo que necesito. Además, lo último que necesitas es una rebelión de los clanes de la Cosa Nostra, suficiente tienes ya con la sequía en la Cosa Sur.

Sonríe de lado

—Pasé cosas peores y mientras más se ensañan en querer proteger lo que hicimos crecer, más problemas llegarán. Este es su momento, tienes mi auto esperándote en la cochera y el otro jet en el aeropuerto. Zane también es un Al Capone y puede representarlos.

—Tampoco es como si la hubiese dejado volar tan alto sin mí.

Nunca se me vino a la mente Gema, pero justo ahora lo hace. Me pregunto si ella hubiese sido así de fantástica como Kenna.

No lo creo.

—Solo no vuelvas a equivocarte, detestamos los errores.

Quiero responder, pero entonces un puñetazo me lo impide tirándome al suelo.

—¡Kenneth! —Papá sonríe ahora tratando de que su esposa no se moje a pesar de que él también lo está.

—Por pendejo—ataca—. Y vámonos que la central está llamándote, al parecer uno de los coroneles ha fallecido en el operativo que manipulaste.

Ruedo a los ojos.

—Genial, hoy es el día de los muertos.

—Para ya estar viejo sigues teniendo fuerza.

—Vieja tu...

Alzo las cejas y se calla de golpe al darse cuenta de lo que iba a decir

—Kenna...

Lo deja con la palabra en la boca tomando su paraguas empezando a andar hasta la casa.

—Creo que volverás a dormir en las recámaras de huéspedes.

—¡Hijo de puta!

—Sigues teniendo mala elección de palabras papá —respondo limpiando la sangre que dejó. Quiere patearme, pero ruedo sobre mi propio cuerpo, paso mis pies entre los suyos tumbándolo mientras me pongo en pie— Echarle la culpa a los demás por tus errores siempre es más sencillo que reconocerlos.

No tengo idea de donde escuché la frase, pero quiera o no le cae como anillo al dedo al problema en general.

La ahora pelinegra debe estar saltando en un pie, tuvo lo que quería. Hacerme enojar hasta la medula.

¿El diablo también tiene derecho a ahogar a su fuego en penumbras?

Sí, y eso es justo lo que haré.

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