CAPÍTULO 14
Los juegos del amor y los caminos del odio nos conducen a un lugar llamado paraíso.
Kali.
Me ha pasado solo una vez en la vida en la que mi mente se ha desconectado por completo dejándome en blanco sin saber cómo actuar.
No miento al decir que escucho los latidos acelerados de mi corazón mientras observo como los candelabros caen sobre ciertas mesas haciendo caparazones protegiendo a los invitados, mientras yo... solo observo con los cubiertos en las manos fingiendo querer cortar el filete que hace rato se ha calcinado en mi plato.
Me relamo los labios al ver como papá saca a mamá con varios hombres formando un escudo humano por todos los ángulos posibles.
Ellos estarán bien.
—¡Toma el arma y dispara! —grita Clío aventándomela, la esquivo sin pestañear concentrada.
—¡Kali!
—¡Joder rubia, necesitamos que nos digas lo que debemos hacer! —Zane intenta zarandearme, pero le retengo las manos de un solo movimiento.
—Ponme una mano encima y te dejo tres metros bajo tierra.
No me muevo, solo le refresco la cabeza en la sopa de Nas que dejó a medias antes de ponerse en pie sin avisarle a nadie. Estuvo bastante misterioso toda la noche, lo conozco como la palma de mi mano y las miradas que me daban eran más allá de amor u odio.
Era una de suicidio.
—¡Entonces déjate de pendejadas y crea un maldito plan!
—No me vas a decir como debo hacer las cosas —lo suelto limpiando mis manos en el mantel sobre mi regazo.
Los guardias forman un frente sobre nosotros cuando otro samaqueo estremece la estructura.
Mierda.
—¡Kali! —ubico con la mirada a Aden, asiento tomando la semiautomática que guarde debajo del vestido empezando a correr hacia atrás con todos pisándome los talones.
La segunda barra que se encontraba a nuestra izquierda nos servirá momentáneamente hasta que de las indicaciones.
—Zane y Egan arrastren la mesa principal hasta la salida de emergencia, eso nos dará un escudo como distractor hasta que podamos tener a todos los refuerzos aquí e idear un plan confiable desde el comando seguro. Clío y Nábila, traigan las municiones que se dejaron en el bunker subterráneo y prioricen el armamento, transpórtenlo por las vías 5 y 3 que dan hasta este mismo lugar —tomo aire deteniéndome un momento por el humo que empieza a brotar, esto es un nuevo factor que se debe tratar con pinzas—. Aden y Keira consigan mascarillas para todos y avisen para que los refuerzos vengan con las suyas si no de nada sería todo. Azael y yo buscaremos a Nas, todos tienen media hora hasta que esto se convierta en la antesala del infierno.
—Y nada mejor que los hijos de los reyes para recibirlos —por el rostro del mellizo mayor surca una sonrisa diabólica que me pone helada, supongo que le molestó demasiado el hecho que su fiesta se haya venido abajo.
Todos salen disparados lanzando fuego abierto mientras reúnen a sus hombres. Las tropas estaban pre dispuestas incluso antes de que podamos caminar, conforme avanzan los años y se recluta más personal ellos mismos escogen. Todo es un mercado.
Apoyo mi frente contra una de las repisas. Azael no me dice nada, solo se queda cayada observando todo a nuestro alrededor. Necesito poder respirar bien sin sentir el maldito cúmulo de sensaciones que me avasallan por las posibilidades de perderlo todo.
—Sabes que has ganado cuando das el primer movimiento en el tablero atrayendo la atención de tu oponente. Has lo mismo, muévete antes y rápido para que ellos entren en la partida y podamos manipularlos a nuestro antojo —aconseja todavía sin mirarme, tiene un arma de largo alcance y no se ha molestado en detener los disparos.
Puede que esté tan familiarizada con ellos que ya ni me molestan contrariamente me relajan.
Me yergo alzando el mentón con una sonrisa plantada. Duele, pero lo necesito.
—¿Tienes un cuchillo? —pregunto a lo que ella asiente dándomelo. De mi bolso saco el labial rojo que estaba usando para retocarlo con la ayuda del reflejo.
—No es buen momento para lucir bien.
—Siempre es un buen momento para lucir bien, Az —conecto nuestras miradas—. Especialmente cuando todo está fluyendo como querías.
Abre la boca y la vuelve a cerrar de golpe antes de imitar mi postura.
—Entonces sabes en donde está Nas —afirma.
—Tengo una sospecha y no me gusta —aclaro poniéndome en pie viendo como grandes tanques de guerra empiezan a estacionarse en el jardín— Así que vamos a buscarlo porque él es el único contratiempo que he tenido y si lo pongo en su lugar todo lo demás será genial.
—Entonces no puedes decir que todo este saliendo como querías.
Encojo los hombros.
—Puede que sí pero no lo sabía.
Reviso mi arma siendo la primera que pone un pie afuera para adentrarme por detrás del escenario para llegar más rápido. Todo ello con la perspectiva en que cualquier momento un balazo mal dado puede darme en la cabeza logrando mi muerte inmediata. Un telón no es lo suficientemente grueso como para evitar tal impacto.
A lo lejos puedo ver a los chicos arrastrando la mesa mientras hombres completamente de negro empiezan a llegar poniéndolos en alerta.
—Refuerzos en la sala principal. Me responden con su vida por Egan —pido previniendo las intenciones de Azael.
Tomamos un atajo poco seguro, pero eficaz ya que en todo el camino y casi al final solo nos encontramos con un séquito de siete hombres bien armados que nos impiden llegar al segundo piso.
De buenas a primeras apunto y le disparo al último entre las cejas sin dejar de caminar.
—Es para emparejar los números —agrego sin borrar la sonrisa, tres se van contra la pelirroja sin pensarlo y otros dos solo se miran las caras un momento antes se soltar un grito tirándose en mi encima.
Los esquivo arrastrándome por el piso dejando que solos se envuelvan en su mala maniobra para centrarme en el que quedaba. Le apunto y disparo cerca de la yugular que lo pone a derramar sangre como río en su mejor época.
Me coloco de pie doblándome con un salto, doy un cabezazo al de mi izquierda logrando aturdirlo para ganar tiempo mientras pateo al otro mandándolo a volar antes de asestarle un cuchillazo eliminando su existencia.
—¿Sabes por qué me llaman Apocalipsis? —pregunto sin respuesta en lo que se levanta y yo voy por mi cuchillo. Le muestro una sonrisa airosa limpiando la hoja metálica con la lengua— Porque nunca nadie se prepara para mi llegada. En la biblia se dice como mensaje de consolación que en resumen Dios ganará, pero es solo eso, consolación —lo rodeo sin que abandone su posición de ataque. Me planto frente a él mirando sus ojos con las manos por detrás de mi espalda empuñando bien el arma— Porque todos sabemos que la iglesia ha tergiversado tantas cosas en su méndigo libro que solo menos del 5% es real y el otro 95 es inventado para seguir manteniendo una paz que acabara cuando la madre de las bestias de su grito final ascendiendo al trono a sus mejores creaciones.
Se mueve y antes de levantar el brazo yo ya lo tengo apuñalado en el pecho.
—Mientras tanto nosotros seguiremos haciendo el desorden que queramos. Armando caos, incendiando naciones y colisionando continentes, todo con el mismo objetivo. Demostrar que uno es peor que el otro. Sin tentarnos el corazón, sin llorar y sin arrepentirse de absolutamente nada.
Azael termina por meterle un dispositivo que no sé de dónde sacó en forma de uva dentro de la boca del que le quedaba antes de que explote en varias direcciones. Se alisa el vestido con las manos para tomar su arma del piso y voltear a verme.
—Realmente es un 5.4% la veracidad del libro —refuta—. Si quieres ser más exacta...
—El chip en el reloj de Nas me muestra que está atrapado en el cuarto superior a este y dos más a la derecha —le muestro el celular.
—No sabemos si está solo o si quizá ya lo atraparon y solo está tirado —la miro mal yendo por su arma larga con un lente incorporado, me ubico y empiezo a caminar hasta donde se supone que están.
—Diles que apaguen la música, solo dejemos que los gritos y casquetes ambienten todo.
Teclea un par de cosas y en segundos todo se detiene.
—No vas a ganar nada apuntándole al techo.
—Apuntando no, si disparando.
Suelto el gatillo rompiendo los vidrios que se resquebrajan, logro quitarme a tiempo hasta que responden dejando el hueco más grande.
—¡Hija de puta! —hundo el entrecejo cuando no reconozco la voz.
—No es él —maldigo en mi interior un sinfín de veces echando paso apresurado hasta Azael para esperar a que los hombres bajen por completo.
Nos escondemos tras unas paredes medianas que nos permite tener el mayor panorama posible de todo. Las escaleras largas se sitúan justo frente a nuestros ojos, por lo que si alguien decide bajar o nos matan o los matamos.
Estamos tomando demasiados riesgos esta noche. Podemos ganar mucho o perderlo todo.
—Entonces ese contratiempo se ha vuelto un verdadero factor inconcluso en tu plan —saca el celular—. Los refuerzos ya llegaron —informa.
Asiento. Debo priorizar, para este punto debe interesarme muy poco si él está bien o no, merece pasar algo de lo que yo pasé cuando me traicionó.
Aunque su perdida jamás se comparará a la mía, me arrancaron algo no solo de las entrañas si no que también del pecho y por mucho rencor que le guarde nunca le desearía algo tan bárbaro.
Cabeza fría, mentón en alto y puños listos.
—Emite la alerta de tiempo a los celulares de los demás —cargo el arma—. Debemos ir al punto de encuentro para suministrarnos de todo un poco, cambiarnos e idear un plan perfecto. Hasta ahora nos hemos defendido bien, pero es momento de atacar.
Azael ladea la cabeza procesando la información. Podría haberse negado a algo o aportar ideas, pero conociéndola en su tonta cabeza los parámetros sanguíneos aún no se han disuelto por completo, puede que aborrezca la idea por estar metiéndose entre las piernas de Egan.
—Si tienes algo para decir solo hazlo.
Niega volviendo su posición.
—Puedes irte, yo cubro este lado.
Suelto una risa nasal. Soy inteligente, pero ella es mi hermana.
—Un marinero se hunde con su tripulación —apunto asestando una serie de balas que tumba a los primeros tres que se tiran, sin embargo, pongo en alerta a los demás—. Esa arma es rusa, uno de los nuevos diseños ¿no?
—Así es.
—Es una combinación entre una GROZA y una SKS —describo sin apartar la vista— Pequeña y cómoda, pero con un magazine amplio, revoluciones más potentes e impactos más certeros al tirar del gatillo.
Se toma un momento para apartar el ojo del lente. Aprovecho el intervalo para ser yo la que ahora vuelve a disparar.
—La estudiaste demasiado rápido.
—Una madre siempre conoce a su hijo —me burlo—. Es una de mis creaciones mientras estaba por allá, así que utilízala como se debe.
Le levanto la lentilla haciendo un zoom proporcional, además de enseñarle por donde se accede más rápido al mecanismo de autoevaluación para el blanco.
—Con eso remata a los otros dos —ordeno levantándome, hace caso y en menos de lo que canta un gallo los derriba cuando bajan por la cuerda— No hay nadie más, vamos.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque mi cuchillo está en un ángulo perfecto que me permite ver hasta aquí el interior del orificio. No hay nadie, andando.
—Eres una perra.
—Lo sé —la ayudo.
Ninguna de las dos baja la guardia en lo que cruzamos el pasillo que nos hace llegar a la división de dos tramos más. No hace falta ni ponernos a adivinar o regresar a ver el mapa puesto a que todo estaba en la mente, eso es un recurso demasiado favorable en nuestro trabajo.
Azael inserta la contraseña en el pequeño rectángulo con teclas para que la puerta metálica se abra dejándome ver a los mellizos con Zane y Keira, sin embargo, ni Clío o Nábila asoman su hocico.
—¿Hicieron que parezca un ataque de ellos? —cuestiono e inmediatamente Egan levanta su dedo pulgar sin despegar la vista de un videojuego que Azael le arrebata y se lo tira.
—Maldita...
—Los hombres de Nas se mezclaron con los de ella. Hicieron un trabajo limpio, eficaz y rápido antes de que los de ella reaccionaran.
—Nadie sospecharía de él porque nunca pudo saber nuestros planes —confirmo—. Se fue antes de que todo empezara y no hubo manera de contárselo ya que su celular lo dejó encima de la mesa que movieron, pero que se aseguraron que la cámara sobre la puerta enfocara todo su contenido.
—Tal cual.
—Buen trabajo —miro a mi cuñada—, tu plan funciono. Empiezo a extrañar a la Keira mansa de la que todos sentían compasión.
Sonríe de medio lado amarrando sus botas.
—Muchos la extrañaran, esa versión era más sencilla de doblegar.
Aden intercambia miradas con las dos. Asumo que nuestra nueva integrante aún no tuvo la audacia de contarle la historia completa.
—Ustedes dos ¿Qué se traen entre manos?
—Soy su mentora —saco el pecho.
—No la quiero como tú —espeta asqueado, lo miro mal empezando a despojarme de mi ropa igualando a Azael.
—Nadie es como yo, querido —se queda callado y solo me es suficiente dos minutos para tener todo el uniforme encima incluyendo las botas—. Ahora díganme lo que tienen en mente, seis cabezas piensan mejor que una.
—Propongo mantener el plan inicial, solo que trabajando como unitarios y con un aumento potencial de hombres y armas. Si nos dividimos por sectores y grupos avanzaremos a rodearlos, los noquearemos y aumentaremos las posibilidades de atrapar a un buen número para interrogar luego —propone Egan.
—Pero corremos el riesgo de que alguno dirija mal y se vaya todo al demonio. Estamos bien trabajando como duplas. Si uno cae el otro tiene la posibilidad de levantarlo, los riesgos serian menores y las decisiones tomadas estarían mejor pensadas.
Zane rebate y es cuando noto la desesperación por convencerme, pero la despreocupación por encontrar a Nas. Ni siquiera lo nombró desde que todo empezó lo que me hace pensar que sabe en donde está y con quién.
—Aden y Keira encárguense de prenderle fuego a toda la parte externa. Azael y Egan se encargarán de lo técnico y seguir alcanzando las armas si se les piden más. Yo con Zane nos encargaremos de todo el primer y segundo piso en general.
—Pero Kali, no hay mucho que hacer en lo técnico, este edificio no es uno inteligente como ...
—Estamos trabajando en grupos como sugeriste, Zane. Y por supuesto que hay demasiado que hacer en lo técnico o como crees que se moverán las cámaras para avisarnos si alguien está detrás nuestro —lo encaro— ¿A que le tienes miedo? No es como si mi riesgo de morir aumentara y te preocuparas porque me ames lo suficiente.
—Claro que lo hago, eres mi prima.
—Y ellos mis hermanos, sin embargo, eso no está afectando mi juicio —los señalo— Ahora te callas y obedeces o te juro que me detendré a pensar en cada cosa mal hecha que has hecho desde que regresé, en especial esta noche en la que luces extremadamente sereno a pesar de saber que tu jefe puede estar muerto.
La incredulidad surca sus facciones, pero no me detengo a detallarlo con esmero. Me doy la vuelta registrando los tanques de guerra que no paran de formar filas.
—Los de la SCU y 'Ndrangheta se van con el grupo de Aden Al Capone y Keira Dallas. Bratva y Cosa Nostra Azael Y Egan Al Capone Bianchi. Militares y escuadrón griego conmigo y Zane Ranieri. ¿Copiado?
—Copiado señora.
—Entendido.
—Asumiendo y ejecutando.
—¿Qué hay de la seguridad adicional externa?
—Cada uno va con su jefe. Son seguridad personal, eso no debería ser ninguna duda —explico.
—Nosotros somos personal del jefe Nas. Lo hemos buscado, pero...
—Nas no quiere ser encontrado es por eso que no dan con él. Apéguense a Francis que ahora están en mi grupo —corto la comunicación volteando a ver al resto.
Suelto el aire adoptando una postura con mayor seguridad.
—He cambiado de idea. Ahora la orden es disparar a morir, sería inútil dejar a alguien vivo cuando ya sabemos quiénes están detrás de todo este despilfarro. Nos arriesgaríamos demasiado dejándoles ver parte de nuestras casas de seguridad o propiedades, debemos permaneces en incógnita.
—Eso es una buena idea, aunque creo que es conveniente tratar de dejar al cabecilla del ataque. Si bien es el que más puede morder, podemos hacerle creer lo que queramos. Ojo por ojo diente por diente, no tendrán manera de desmentir la información y solo les quedará arriesgarse —Keira avanza—. Querrán venir por ti y los estaremos esperando. Ellos entran en el juego, pero seguimos dominando.
—Me gusta tu idea —confieso— ¿Ya ubicaron el rostro que deben dejar como la seda de limpio?
—Adrián Narváez —suelta Aden mientras Egan monitorea los armamentos en la tableta y empieza a repartirlos como dulces mediante el walkie-talkie— comandante de un movimiento revolucionario en Puerto Rico. Tiene 35 años, cuenta con dos medallas de honor sin determinar y otras tres por combatir el narcotráfico y la trata de blancas. No tiene familia, pero está ligado amorosamente con la hija del partido opositorio —compruebo todo ello y más en el expediente— Tiene poco que perder desde donde lo veo, la relación con la muchacha no durará y llevan saliendo dos meses apenas.
—Quiero a la chica —determino dándole la tarea a Zane—. Soborna a quién tengas que sobornar, pero será nuestro canje si algo sale mal.
—Pero...
—Iré yo sola —tomo mis cosas y soy la primera en salir ya con las filas de algunos de mis hombres esperando por el pasillo siguiente.
Por el rabillo del ojo observo como Aden y Keira se dirigen para otro lado. Supongo que el castaño les hará compañía a Egan y Azael dentro del centro de mando.
—Quiero que tiñan los malditos telones blancos de rojo. Quiero gritos y quiero detonaciones —me paseo sin bajar el mentón ni borrar la sonrisa—. Demás está decir que no existe la moralidad, cada uno salva su pellejo de la mejor manera incluyéndome. No quiero que nadie se me atraviese cuando una bala vaya directo a mi cabeza porque de lo contrario regreso y los llevo conmigo ¿Estamos?
—Sus padres...
—Mis padres no están y los títulos me los cuelgo del cuello —refuto— No tengo miedo de ensuciarme las manos de vez en cuando y quiero que quede claro que esto no es un acto de demostración. Yo no necesito convencerlos, ni me interesa. Esto es un acto de placer —paso saliva—. Tomen sus armas y desplácense en tres grupos mixtos. El primero se quedará en la planta baja con Francis al mando —lo señalo—, el segundo se va a terminar de barrer el piso superior yo voy a la azotea. Necesitamos bajarnos los helicópteros que siguen soltando gente.
—¡Si señora!
En cuestión de nanosegundos ya todos están divididos y subiendo las escaleras con todo lo necesario. El edificio no tiene mucha estructura antigua, por lo que los temblores que se dan de tanto en tan debido a las granadas que supongo andan lanzando por la parte del lago trasero, no terminara por afectar demasiado.
El grupo dos se adentra en el pasillo que apenas y veo, sin embargo, la vista es desastrosa ya que todos los ventanales se encuentran rotos y más hombres se adentran colgándose de una cuerda. Mi equipo va detrás, con el arma cargada y el ojo en la mira inspecciono algo de mi terreno por la rendija baja de la puerta metálica que da para la azotea.
—Pasen con el bucle —dos se adelantan mientras me aparto un poco para tener la pared de protección, algo que no puede hacer la fila de al frente por lo que se traen un escudo desde atrás.
La puerta se abre y el primer ataque que damos es la detonación de una bazuca iraní mandando abajo uno de sus descargos aéreos. Doy la orden de avance empezando a mezclarnos.
Desde aquí puede verse perfectamente el desastre montado y es exactamente cuándo detesto la idea de haber echo la fiesta en el centro de chicago con tantos edificios alrededor, lamentablemente si todo se sigue expandiendo como veo habrá demasiados daños colaterales que espero podamos tapar.
—Esto es un maldito monumento histórico —murmura Egan.
—Que estamos volviendo mierda. Una muestra más que todo nos lo pasamos por el culo hermanito —responde su mellizo.
Me muevo con rapidez tratando de ganar terreno, el mejor método para un cazador es acorralar a su presa para poder oler la adrenalina convertirse en miedo logrando un frenesí increíble, sentir como su cuerpo poco a poco va doblegándose ante tus acciones hasta que finalmente lo único que pueden proyectar sus rasgos, sus ojos, sea pánico ante la incertidumbre.
Hay demasiado terreno por ganar, no como el exterior, pero entre puentes e instalaciones consecutivas el trabajo se me dificulta enormemente. Algo similar con lo que tendrán que pasar Keira y mi hermano, su zona tiene un laberinto de rosas, lagos con piletas pequeñas y un par de distractores más.
Suelto el aire tirando mi arma cuando ya no me quedan municiones cerca. Levanto los puños y empiezo a noquear con toda mi rapidez posible.
Me doblo, maniobro y esquivo para luego regresar el ataque con fuerza. Me tiran más de dos veces, pero me pongo de pie para seguir con el trabajo. Un escozor en mi abdomen bajo me advierte un disparo, si fuera una herida de daga no empezaría a sudar frío como lo estoy haciendo.
Paso saliva mentalizándome su inexistencia. La mente es demasiado mentirosa, si se propone algo siempre lo logra.
—¡Logan un arma! —grito cuando salto por un puente cayendo en cuclillas, el hombre obedece y me echo a correr a la siguiente casona.
Otro de los helicópteros se encuentra descargando a cinco hombres que me traigo abajo disparándoles con la ametralladora. Uno de los míos me ve y lanza una cadena malogrando las hojas metálicas de la cola poniéndolo a rodar al piso bajo.
—Aden, dame un reporte —pido con pesadez debido a la máscara.
—Tenemos dominado un 45% del terreno sin contar la parte siguiente del lago —responde—, pero si me siguen tirando los malditos helicópteros voy a perder más hombres de los que puedo contar. Consíganse otra estrategia porque la que tienen ahora mismo apesta.
—No es como si les pudiera pedir amablemente que se larguen —me quejo al momento que me golpean la espalda tirando mi arma lejos. Giro plantándole dos puños simultáneamente en las sienes, probablemente le dé una parálisis—. Enfoca y reorganiza a tus hombres. Llévalos a la parte central cerca al laberinto para yo poder seguir tumbándolos, necesito parar sus descargues. Es un maldito caño.
—Yo sugerí traer las avionetas de guerra, pero nadie me tomó enserio —Zane se hace presente.
—Es porque el riesgo de daño aumentaría fuera de la propiedad, aún no se han acercado a las verjas finales y necesitamos mantenerlos así a pesar de que la prensa esté monitoreando todo.
—Yo solo pido que.... —Aden se interrumpe jadeando— mierda.
—¿Qué ocurre?
—Tiene un rozón —explica Keira—, el necio no se quiere poner el chaleco y únicamente está con la máscara.
—Aden —advierto.
—Tú no usas uno.
—Porque soy la que está al frente —explico mientras siento que me toman de los pelos.
Tiro un codo hacia atrás dejando de lado el arma de lado, volteo con los brazos sujetos en sus caderas debido a mi inclinación para luego impulsarlo y tirarlo del balcón.
Busco un arma entre el cúmulo de muertos y nuevamente vuelvo al ruedo echando tiros que me ponen en aprietos luego cuando tengo de pechito un rostro que se me hace familiar pero no logro reconocer antes de que se tire al lago de la parte norte.
—Imbécil —me sobo—. Keira, asegúrate que se ponga el chaleco.
—No me lo voy a poner.
—No te estamos preguntando —responde la menor montando una sonrisa inesperada en mi rostro.
Me restablezco y dejo de conversar puesto a que un nuevo cañón me apunta. Miro al contrincante directamente a sus ojos mostrando la poca importancia que tengo si logra jalar el gatillo, lo hago dudar.
—¡Tienes que tener demasiados huevos como tu madre!
—Los tengo de oro, hijo de perra —lo pateo enroscándome con otros dos que esquivo haciéndome hacia atrás, les paso el filo de mi daga por la garganta y luego me centro en el que se pone de pie intentando alcanzar su arma.
La mía voló lejos también, así que corro hacia donde está para poder tomarlo de la cabeza y estrellarlo contra uno de los tubos encargados de emitir los fuegos artificiales. Su cabeza explota bajo la presión me mis manos.
A partir de ahí únicamente me centro en eliminar todo sonido exterior y en silbar. Me relaja, es como cuando los cirujanos operan con música o cuando se estudia con colores.
Asesinar mientras silbo, es lo mío.
Mamá tiene su sello del 666. Yo tengo mi sonido, algo tétrico, pero escalofriante a la vez.
Poco a poco el sol se va abriendo paso, nadie se detiene, pocas son las veces que se consultan movimientos o tácticas. Esta no es una misión, pero nuestro deber es englobar todo el problema lo mayor posible, no porque queremos parecer héroes al no extender el bullicio hasta la ciudad, si no que no sería conveniente si un solo cuerpo llegara a caer en manos de la policía para hacer la autopsia.
Esto es la mafia y si en vida nadie te respetó, pues muerto lo harán según las leyes.
—Malas noticias.
—Suéltalo Azael.
—Hay un loco que viene desde la avenida norte barriendo con todos los autos posibles apoyado de un tanque de guerra privado, las cámaras no logran identificarlo, pero tienes que tener una breve idea de quién se trata.
Maldigo internamente.
—Keira llama a tu padre y dile que sigues viva. El coronel no puede meter sus manos o esto dejará de ser un conflicto de intereses y pasará a ser uno internacional, con las elecciones a la vuelta de la esquina no nos conviene. Ni a él ni a mi madre.
—¿Por qué suponen que es mi padre?
—Eres la menor del grupo y es el único que no quiso venir porque le dolía la cabeza.
—Maldición —gruñe.
La comunicación vuelve a detenerse casi al mismo tiempo que me distraigo con una lata bajo mis botas.
Luego, todo pierde el sentido.
Esperen el siguiente capítulo mañana!!
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