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CAPÍTULO 13

Todos y cada uno somos responsables de nuestras acciones. Odiar a morir o morir hasta amar.

Nas.

Me bajo del Ferrari rojo de edición limitada y voy a la otra puerta esperando la mano de la rubia que rápidamente me la da al notarme. Se posiciona a mi costado cautivando gran parte del bullicio armado por los reporteros hambrientos de más cotilleo.

Exhalo tratando de evitarme el mal rato que paso al ser consciente de las miradas desencadenantes conforme avanzamos. Detesto las apariciones públicas y eso es algo que no va a cambiar ni por quien me acompañe.

—¡Una foto! —piden y ella lleva una de sus manos a su cadera elevando el mentón mientras posa como una auténtica modelo.

—Solo son cinco minutos —se mentaliza, a ella tampoco le agrada estar en esto.

—Si lo ves por el lado positivo —ajusto las solapas del traje mientras dejo que algunas lentillas me capturen también— salgo contigo.

Me mira.

—¿Y? —se mofa— No es que tu hombría reluzca mi belleza o aplaque las ganas que tengo de entrar.

Sonrío de medio lado. La tomo de la cintura para quedar frente a frente y tomarla de la mejilla, remoja los labios mientras sus manos buscan algo de lo que sujetarse debido a la diferencia de tamaño ligera, pero presente.

—Tendrás grandes problemas luego, Nuriel.

—¿Me vas a castigar? —pregunta y no doy para responder.

La inocencia que desea transmitir solo aumenta las malditas ganas que le tengo, la obsesión por follarla en cualquier rincón sin importar traerme abajo una fiesta para mendigos.

—Haré algo mucho mejor que eso —susurro cerca de su oído con la voz ronca. Dejo un beso húmedo antes de retirarme.

Pasa saliva recomponiendo la postura para seguir posando sin alejarse demasiado.

Estamos a mitad de las escaleras para entrar a la recepción de la fiesta y desde donde estoy puedo visualizar una nueva flota de autos blindados ser registrados a medida. Quiero golpear algo cuando Manson Vitelio se baja del auto acompañado de su esposa y un séquito de hombres como su seguridad personal.

Kali lo nota por lo que me obliga a verla directamente a sus ojos. Todo el juicio se me nubla de la nada al sentir sus labios demasiado cerca de mi comisura.

—Ellos los peones, nosotros los reyes.

Asiento acomodándome nuevamente el traje a medida. Solo por esta ocasión quise salir de lo rutinario y optar por un azul noche que sin planearlo terminó por contrastar el verde llamativo de Kali.

Ese es otro punto.

La fiesta tenía la temática del calendario chino, algunos astros o dioses a los que se les rendía culto como promesa para la abundancia en los más necesitados e incluso para reunir amor y confort en el interior de las almas presentes. Un completo circo si se supiera la maldad que existe detrás de este intento vacío de caridad.

Mi hermana luce un vestido pegado de mangas cortas, pero con un diseño calado que por delante pasa encima de sus pechos y por detrás justo antes de la curva que baja a su trasero uniéndose en su cadera derecha. La tela es estampada con diseños sutiles, pero que de cierta manera realzan la perfección en la pieza de alta costura.

—Esto es un nuevo tablero. Nuevas leyes, nuevos juegos, nuevos objetivos —agrego.

Damos por terminado el show entrelazando nuestras manos empezando avanzar por las escaleras hasta llegar al interior que no decepciona en absoluto. El túnel que nos recibe a primera instancia muestra un acuario en la parte superior con especies extrañas paseándose.

Los camareros nos dan la bienvenida dejando en claro el lugar de la mesa con las tablillas para hacer donaciones particulares. Meto un cheque por un millón de dólares sin mucho apego al igual que Kali.

—Esto es... interesante —menciona tomando un vaso de old fashioned que el chico del bar le tiende cuando se acerca.

—Un Macallan 60 —pido.

—Azael me dijo que trabajó con Elio y Zane para evaluar bien el perímetro —asiento.

—Van a estar presentes demasiadas personas importantes. Los militares también están dando seguridad con dos círculos y hay helicópteros en la superficie dando vueltas, esto es impenetrable.

—Eso espero.

Dejo de observarla para inspeccionar a mayor detalle el evento. Una pirámide de copas con licor a modo de fuente adorna uno de los extremos de la sala, mientras qué en dirección contraria los músicos hacen lo suyo sobre una tarima brillante. Las mesas son acogedoras con el toque perfecto de luz en el centro acompañada por un ramo de rosas extrañas que intuyo son parte de la cultura.

El lugar predomina en tonos rojos y dorados en ambos pisos, los candelabros dan una seria imponencia a las pequeñas salas externas que sin mucha dificultad se apreciaban desde casi la entrada que era en donde estábamos.

Los camareros se pasean ofreciendo bocaditos a los invitados que aceptan sin mucho interés tratando de no estorbar a los malabaristas con maquetas de fuego que desaparecen en tanto la pantalla digital se alza mostrando una cuenta regresiva para la media noche.

—Es hora.

Los ventanales al frente muestran gran parte de imponentes edificios rodeados por barcos nuestros, mientras fuegos artificiales de colores empiezan a alzase dándole inicio a la velada cuando la sala explota en aplausos recibiendo a los mellizos.

Mi mirada se dirige nuevamente a la de Kali que se alza el trago para darle el encuentro a nuestros padres. Kenneth termina de estrecharle la mano a un productor musical que nos ayuda con fichajes para nuevas carreras artísticas, es impresionante la cantidad de tratos cerrados a través de estas.

—Lo mejor será ir a nuestra mesa para escuchar —propongo y ellos asienten.

Nos movemos con total confianza en nuestros actos. Los Al Capone Bianchi somos la dinastía más pura, la sangre más ansiada y posiblemente los seres más caprichosos que han pisado la tierra.

Nos gusta saberlo y que los demás sean consciente de ello.

Portamos un apellido glamuroso. Es como si mis padres hubiesen creado su propia definición de insensibles, prepotentes y adinerados.

Somos considerados dioses sobre la tierra en algunos lugares; crueles con poder y sensualidad destilante a cada paso. Una sola mirada nuestra y podrías bien pisar las puertas del cielo o viajar directamente al infierno.

Y aunque me gustaría atribuirme las palabras, lamentablemente es algo que los mismos jefes de la CN y los pocos empresarios con lo que tenemos contacto afirman. Todos y cada uno nos aceptan.

Saben que después de algo bueno, llega lo magnífico.

Arrastro una silla para sentarme, pero rápidamente Kali se acomoda sin volverme a ver hasta que repito la acción tomando asiento a su costado en la mesa principal.

—Al parecer Manson Vitelio y su esposa llegaron —expongo llamando la atención de todos, incluida la de Azael que es la última en sentarse—. Tengo entendido que no estaban en la lista de invitados.

Papá alza una de sus cejas.

—Yo los invité.

—Ya tenemos un matrimonio pendiente por actuar con la rabia —ataco saboreando el amargo de las palabras— ¿Qué pretendes que secunde esa acción?

—Que cierres la boca y te controles. Necesito más de su aporte de lo que te imaginas —intercambia una mirada con la rubia llamando mi atención.

—¿El gran Capo Al Capone necesitando de ayuda? —pregunto con burla— Eso no se ve todos los días.

—Hago lo necesario para mantener de pie a mi familia, sobre todo libre de pecado a tu hermana que se ensució las manos por tus juegos.

—Bestia —amenaza.

—Kali no quiere tu ayuda porque ya está recibiendo la mía. Melody es prima directa con los Rizzo y puede ayudarnos a convencerlos, pero a cambio quiere que su esposo se codee con lo mejor —señala el ambiente.

Aprieto la mandíbula.

—Yo no pedí la ayuda de ninguno —la otra se lo para—. Soy autosuficiente para limpiar mi propio desastre y si hasta el momento no me he quitado el vidrio de la mano es porque mis razones he de tener.

—Sea lo que sea, pero boda no va a ver —sentencio intentando dar por terminada la conversación, pero falla cuando alguien más abre la boca para terminar con la poca paciencia que tenía.

—Quién sabe —murmura mamá por lo bajo—, porque los Rizzo acaban de llegar.

Me tenso de la impotencia al querer echarlos, sin embargo, la mano de Kali atrapa la mía por debajo de mesa para colocarla sobre su pierna expuesta empezando a subirla suavemente para dejarla cerca a su coño y luego acomodarse el cabello luciendo el collar de diamantes que le cuelga del cuello.

Tiene los labios pintados de un rojo más intenso que el de mamá, uno que se asemeja mucho al color de la sangre y el sencillo hecho de pensarlo hace que los pantalones me aprieten.

—Hoy habrá cierre de tratos, me agrada —menciona Azael divertida desviando su atención a los mellizos que terminan de hacer una breve introducción del mecanismo de la noche.

—...Recuerden que los agentes beneficiarios serán niños abandonados, personas necesitadas y otras beneficencias que necesitan de implementaciones para centros de salud, sistemas educativos o centros recreativos para las mismas personas vulneradas.

Echo la cabeza para atrás levemente sin ser demasiado tosco, busco sus ojos azules que se conectan con los míos como magnetos. La diversión le brilla en los iris poniendo a temblar mis maxilares ante la necesidad.

Subo más mi mano de la nada robándole un suspiro a medias ya que se lleva nuevamente la copa a la boca ocultando el sentimiento. Contento con mis adentros le corro los pantys palpando el interior de sus labios empezando a humedecerse ante la excitación del riesgo.

—No es un secreto para nadie que nacimos teniéndolo todo. Afortunadamente nuestros padres nos enseñaron desde pequeños lo que es la empatía, la solidaridad y el amor al prójimo. Egan y yo quisimos hacer un cambio, algo que motivara a personas de nuestro entorno a despojarse de las riquezas ...

Suelto una risa disimulada acariciando la protuberancia expuesta entre las piernas de la rubia. No puede ni mantener las manos sobre la mesa, así que recarga una sobre la mía asegurándose de que termine mi trabajo, como deseo.

Hay algo en ella que aparece en los momentos exactos para desorbitarme o centrarme. Sabe que tiene ese poder en mí y lo maneja como mejor le place, ciertamente me jode, pero también me prende.

No me llamaría Nas si algo de lo que hiciera o tuviera Kali no me motivara.

Busco con la mirada altiva a los familiares de Brina. Se han sentado casi en las mesas finales y no se pierden ninguna de las palabras de mis hermanos que fingen demasiado bien intentando parecer buenas personas frente a algunas cámaras que transmiten en directo. La emoción de todo hace que uno de mis dedos se pasee por toda la raja de la rubia y luego meta un dedo en su interior cálido, pero apretado.

Salivo de solo pensar en lo maravillo de su sabor.

Me inclino hacia ella llamando la atención de Kenneth, sonrío.

—Abre un poco las piernas para mí, quiero enterrar mi dedo más a fondo —sus ojos azules me hipnotizan por segundos antes de obedecer y acomodarse ante el susurro que solo los dos escuchamos.

Tuve más acceso a ella, no lo desaproveché y maniobré para seguir frotándole el clítoris con el pulgar mientras mis otros dedos seguían arrasando con su humedad entre sus pliegues expuestos hasta su entrada que era penetrada por otro par de dedos ansiosos, uno de ellos con el anillo familiar.

Soltó un jadeo a penas audible justo cuando sentí que sus paredes empezaban a contraerse. Le presté atención por un segundo, se le veía realmente hermosa con el peligro fundido con su azul mientras se volvía acomodar para montar mi mano otorgándose un nuevo placer.

—Esas fueron unas buenas palabras, parece que se comieron el cuento —la pelirroja a mi costado echó un vistazo de mi cara hasta mi mano escondida debajo del mantel rojo, arqueó las cejas más no emitió alguna palabra—. Deberían darles un buen premio a los relacionistas públicos ¿No te parece Nas?

Con la mano libre tomé mi vaso y moví la cabeza hallando las palabras necesarias.

—Fueron convincentes. En nuestra postura mantener los desempeños públicos es un acierto, las encuestas de aprobación para el gobierno militar de mamá no bajan y eso es un buen indicador.

—Exactamente —apoya la rubia de manera natural, como si su interior no estuviera convulsionando a chorros ante su venida—. Las demostraciones públicas siempre son un arma de doble filo en tanto se sepa utilizar. Amamos mentir y maquillar las verdades, todos encontramos eso ciertamente estimulante... hasta excitante. Somos sangre y hueso de nuestros padres ¿No?

Mamá suelta una risa que desborda en lo elegante mirando a su esposo que solo voltea los ojos dándonos la razón.

Los mellizos terminan la presentación que apenas y escuché, todos les aplauden y yo solo me sigo fijando en la familia residiaria de las mesas traseras. La única verdad dicha en esta fiesta es que somos clasistas, personas muy fijadas en las jerarquías y es precisamente por ello que hoy haré lo que haré.

Nunca quise convertirme en un Kenneth y no lo estoy haciendo, porque papá jamás tuvo la voluntad de enfrentar los golpes por mamá. No es desmerito, es solo un punto que yo veo y quiero evitar para Kali.

Ser un héroe no está en mi sangre y es por ello que inevitablemente tendré que ser un villano en la historia de alguien, y siendo sinceros prefiero serlo en un cuento en el que ya tengo antecedentes y ya se sabe lo que soy.

Un demonio queriendo proteger el fuego que lo mantiene a flote.

Azael.

Saco el aire de mi la boca para darle otra calada al cigarro revisando la hora nuevamente. Aún son las tres de la madrugada y para este punto solo bailé un par de piezas por compromiso y los pies ya me están doliendo.

Mi mellizo me acaricia un pie por debajo de la mesa, quiero gemir de satisfacción, pero nuevamente me centro en el trabajo.

Las cosas entre los dos han estado bien luego de que le di su regalo de cumpleaños y le permitiera escoger lo que traigo puesto. Con sinceridad puedo decir que su gusto por la moda femenina no es un asco. De hecho, me agrada.

Porto un vestido violeta con flores sutiles pegándose a la temática del calendario chino, el diseño es recatado de la parte superior sin dejar de verse sexy, pero atrevido en las aberturas de mis muslos que cuando me siento o flexiono las piernas fácilmente se tiene acceso a todo.

Se me es inevitable preguntarme si a Nicole también le dice que es lo que debe ponerse. Ese es otro tema, ninguno de los dos ha hecho una invitación formal o verbal para nuestras parejas por lo que en los siguientes días tendremos que despedirnos de ellos para iniciar con la misión.

—Hasta el momento se ha recaudado ciento setenta y un millón de dólares con trecientas libras esterlinas —frunzo el entrecejo, se lavó una buena cantidad de dinero por lo que en ganancias nos llevamos el triple.

—Alguien del Reino Unido no estuvo demasiado complacido con nuestros actos —añade mamá—, pero tampoco se puede pedir demasiado. La tensión con los reyes no se ha minorado con el pasar de los años.

—Ganamos doscientos cincuenta y seis millones —expuso Aden con una sonrisa de oreja a oreja—, los otros ciento setenta y uno se tiene que dejar para la caridad y tapadera. Agrégale también las libras para redondear.

—El sistema ya está separando todo —respondo monitoreando la tableta—. Los números ya fueron a sus cuentas individuales en territorios libres.

Esto se hace para asegurar un buen futuro en caso de imprevistos. No sabemos lo que pueda ocurrir a mañana y es por eso que todo se hace de manera inmediata tratando de no levantar ninguna sospecha.

La mayoría de los invitados eran personas adineradas y no precisamente por una buena manera, así que por esa parte estábamos cubiertos sin dar sobornos. Sin embargo, tener a la prensa dentro de la reunión como un toque explosivo bien podría ser una bomba de tiempo.

—Nuestra idea resultó mejor de lo que pensamos ...

Dejo de escucharlos cuando por una alerta se emite al dispositivo. Tecleo un rango codificado para extraer las imágenes actuales de las cámaras escondidas de la cochera, pruebo con las de los jardines y finalmente con el área interna topándome con lo mismo... un error por desconexión.

—Imposible.

Busco con la mirada a Zane que luce demasiado campante llegando a su sitio sin Nas a su costado. ¿En donde demonios se metió? 

—¿Qué sucede? —Egan es el primero en notar mi afán por colocarme de pie, Kali lo secunda.

—No se muevan de aquí, tengo que buscar a Nas.

—Habla de una maldita vez.

—No se despeguen por ningún motivo de la silla. Están ubicados justo debajo de un candelabro que en cuanto yo note algo extraño va a caer reforzando paredes metálicas a su alrededor formando un bunker a prueba de todo ¿Estamos?

—Pero ¿Qué sucede? —insiste papá.

—Tenemos cámaras de vigilancia de todo tipo, expuestas y otras escondidas con recelo. Accedí a las de la parte subterránea en donde se supone están los autos, pero todo el sistema me sale errado. Debo ir a ver lo que está sucediendo.

—Que vaya Zane y alguien más por Nas —grazna el mellizo a mi izquierda—. Tú estás cansada.

—Estaba —corregí—. No se muevan.

Tan pronto como me levanto de la silla, el caos empieza a desencadenarse.

Todo está a oscuras. Todos gritan y el desespero se siembra como buen recordatorio de que nos están atacando.

—¡Al suelo! 

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