Capítulo 6. Introducción al FOLD.
Tal cual como el coronel Toriello lo dijo, Tom amaneció con un horrible dolor muscular. Jamás había sentido algo así y tareas básicas como bañarse o sentarse le eran un martirio. A pesar de que un médico en turno lo evaluó y le dio un fuerte analgésico los músculos le dolían al mínimo esfuerzo.
—Esto demuestra que jamás has hecho ejercicio.
Luis se quedó con Tom quien se retrasó por el dolor.
—Gracias por esperarme, creo que ya puedo ir al comedor.
—Necesitas comer así que intentemos apurarnos. ¿Quieres correr? ¿Una carrera al comedor?
—¡Luis! —exclamó Tom con un largo gemido.
—Bien, ¿y si te consigo una silla de ruedas?
—¿Se puede?
—¡Claro que no! Serás un oficial, tendrás que superar esto. Tranquilo, te aseguro que para mañana... ¡te súper dolerá más!
—¡Luis! —gritó Tom de nuevo con un aún más largo gemido. Los chicos llegaron al comedor y se sentaron con el resto del pelotón.
—¿Te sientes mejor? —preguntó Fanny con preocupación a Tom.
—No... —gimió Tom—. Pero espero pronto.
—Yo también estoy adolorida, estamos iguales —dijo Fanny sonriéndole a Tom—. Parece que tú y yo somos los únicos con dolor. —Fanny sacó la lengua culposa.
Tom le sonrió a su compañera quien, al igual que Luis lo trataba como a un igual.
—No le digas mentiras, no es bueno alimentar ese tipo de cosas —advirtió Ben a Fanny.
—No lo son —reclamó Fanny—. Algunos de los que estamos aquí somos personas normales, como Tom y yo.
¿Normal?, se preguntó Tom, aunque entendía de que hablaba Fanny. Pero, le era bastante claro que ella no era nada como él. Fanny pertenecía a esa raza de brillantes creaturas que tenía como compañeros. Le agradaba mucho la sinfonía del rostro de su compañera, tanto que pensaba en que lápices y tonos usaría si la dibujara. Eso sí, el cabello negro lacio de Fanny sería un reto para plasmar y hacerle honor.
—Si a eso le llamas normal —dijo una voz que se acercaba al pelotón.
—¡Lucas! —exclamó Luis al levantar la vista y ver al cadete sentarse con ellos.
—Hola, Luis, Halcones Dorados, hoy desayunaré con ustedes —anunció el dragón, los halcones lo contemplaron algo extrañados—. La verdad, estoy aquí porque me llamó la atención el rumor de ese cadete A que la hizo fatal en los físicos, supuse que se trataba de Fields.
—¡Oh! Basta con eso —objetó Luis—. ¿No has considerado que quizás Tom tiene una habilidad oculta con FOLD o algo así?
—Quizás tienes razón, te daré el beneficio de la duda. —Lucas sonrió malicioso y tomó un gran sorbo de jugo de naranja—. Aunque ya sé que Fields está debajo del cinco. Ya veremos porque les tengo una buena noticia: la clase de FOLD será con dos pelotones, es decir, los Halcones Dorados y los Dragones Rojos estaremos juntos. ¿No es genial?
Tom procuró ignorar a Lucas y tomó su desayuno en silencio intercambiando una que otra palabra con Luis. Mientras el tiempo pasaba y su primera clase de FOLD se aproximaba, Tom se ponía más y más nervioso; sobre todo por el hecho que compartirían la clase con los Dragones Rojos.
Después de la comida, la capitana Will esperaba solitaria en la entrada de la Academia.
—¿Dónde se habrá metido ese tonto? —se preguntaba a la vez que golpeaba las escaleras con el tacón—. ¡Siempre hace esto! —gritó exasperada.
—¿Quién? —escuchó Miranda que le preguntaron.
—¡Julio! —exclamó Miranda al ver a la persona que esperaba—. Pues tú, tonto. ¿Cómo es posible que me tengas aquí esperándote como idiota tanto tiempo? Sé más considerado, me ofrecí a ser tu guía personal. ¡Yo! Miranda Will, la nieta del Gran Mariscal Will...
—Y la favorita del teniente general Will. Lo tengo claro, capitana Will —dijo Julio remarcando "Will" —. Le pido una monumental disculpa por la tardanza de este humilde servidor suyo.
—Bien, disculpa aceptada. —Miranda le sonrió y lo tomó con fuerza del brazo—. Venga conmigo, doctor Locusto.
Miranda y Julio entraron, la capitana le explicaba cuanta cosa veían. Los salones, áreas de convivencia, bibliotecas, oficinas; nada se le escapó. Julio no dudaba en preguntar a su guía, la visita le emocionaba. Julio era en especial disonante con el ambiente de la Academia, todos en uniforme y él en pantalones de mezclilla, tenis y una camisa tipo polo que seguro pensó sería lo suficiente formal para la visita. Después del recorrido, llegaron a la oficina de la capitana.
—¿Verdad que es genial? —le preguntó Miranda a Julio.
—Bastante. Ideal para atender a la joven élite de Terrenal.
—Exacto. —Miranda le ofreció un refresco a Julio y ambos se sentaron a descansar—. Tuvimos suerte, aún estamos a tiempo para que llegues a la primera prueba. A todo esto, ¿por qué se te hizo tarde?
—Unas cosas en el laboratorio me tomaron más tiempo del qué pensé.
Miranda contempló a Julio inquisidora.
—Tienes ojeras... ¡te atrapé! Noche de ciencia ficción entre semana, ¿no? Te desvelaste y llegaste tarde, ¡seguro!
—Algo así y fue mini-noche de ciencia ficción, sólo fue la trilogía de Blade.
—¿No te cansas de esas películas?
—Jamás lo haré —declaró Julio—. Siempre me ha parecido curioso, ya pasamos incluso la fecha de la tercera película y todavía no tenemos replicantes. Supongo que lo más parecido son los total folders y por ende los Eones. Aunque ellos no son androides biomecánicos, yo diría que son más bien como...
Miranda se quedó seria y bajó un poco el rostro, Julio calló al notarlo.
—Perdón, a veces no me contengo.
—No, no es eso. —Miranda negó y le sonrió a Julio—. Es que, ¡no sé que es un replicante!
—Eso se arregla, te invito a la próxima mini-noche de Blade.
—Me sacrificaré. Oye, y ya que trajiste el tema. En realidad, siempre he tenido mil preguntas que hacerte, pero no era capaz, a pesar de los años seguía doliendo. Ahora, gracias a ustedes, tengo esperanza y ya me siento fuerte. ¿Puedo hacerlas ahora?
—Pregunta lo que quieras.
—Bien, a ver. —Miranda movió un poco los labios mientras dentro de ella acomodaba sus interrogantes—. ¿No existe algún escáner o algo que haga esto más sencillo?
—Me temo que no. El FOLDCell es parte del hospedero, se esconde y se hace intrínseco. Sólo visible induciendo la reacción, procedimiento que no es posible hacer en toda la población por las condiciones que implica. Además de agregar el factor sospecha.
—¿A qué te refieres con intrínseco?
—A que se vuelve interno, indistinguible de otras células.
—Comprendo. Entonces, ¿de qué manera han llegado a estos diez chicos?
—Esperaba esa pregunta —respondió animado Julio—. Conoces el término: ¿PCEM? —Miranda negó—. Es decir, ¿Patrón de Caída de Expresión por Megacondrios? —Miranda movió un poco la cabeza de nuevo—. Bien. Cuando uno cesa la expresión de energía a través de los megacondrios esta cae generando un patrón característico, como el patrón de los principios, ¿recuerdas que te lo expliqué?
—Sí, un poco.
—Bien, el patrón de caída es muy típico entre todos, es 99% similar en todos los humanos, sin importar su compatibilidad. Ese uno por ciento lo hemos estudiado en el grupo de investigación porque se teorizaba que se podría verificar con él una identidad de forma exacta y más fidedigna que una huella digital, rostro, iris, etc. Y resulta que sí. Cada humano tiene un PCEM individual en ese uno porciento de diferencia. Cuando mi jefe nos dijo que teníamos luz verde para buscar el paradero del FOLDCell del coronel Porath de inmediato recordé esta investigación.
—Entonces, el portador debería tener ese uno porciento del PCEM idéntico al de León.
—¡Exacto! Porque es el PCEM del FOLDCell.
—Pero si es tan especifico, ¿no podemos saber quién es nada más con eso?
—Es que tenemos una desventaja. El perfeccionamiento del registro del uno porciento del PCEM es algo nuevo. Tenemos el PCEM del coronel, pero no tiene la resolución necesaria. Por eso con modelado llenamos esos huecos, además de reducir la búsqueda a generaciones factibles. Y como resultado tienes esa lista de diez candidatos de esta generación.
—Espera, entonces ¿hay posibilidad de que no esté?
—La hay, pero baja. Las más altas posibilidades están en esta tanda. Esta es la buena, Miri.
Miranda sonrió, los ojos le brillaron todavía más, tanto que las lágrimas pronto se desbordaron por sus levantadas mejillas.
—Lo veré pronto... —dijo Miranda en tono agudo e incapaz de contener su emoción.
—Todo lo indica.
—Y dime, dime; según sus datos ¿quién es el más probable? —Miranda se limpió el rostro con una servilleta que tenía a la mano.
—¿Importa eso?
—Sí, es que papi y yo pusimos al tanto a Charlie y Noel. A Charlie, por obvias razones, y a Noel para que nos apoye en la parte psicológica. Ya los conocerás. El punto es que Noel ya los vio y me habló de uno de ellos que le recordó de inmediato a León, en sus palabras: "son como dos gotas de agua".
—Increíble hacer aseveraciones tan apresuradas —chistó Julio—. Es médico, ¿verdad?
—Si lo fuera, ¿qué tiene que ver?
—Porque así son todos ellos.
—No seas así de cerrado. Además, te diré que habla del mismo cadete que yo. ¡Anda! Muéstrame las probabilidades para ya corroborarlo.
—No.
—¡Julio! ¡O no iré contigo a tu tonta mini-noche de Blade!
—¡Ah! —exasperó Julio y sacó de su mochila una tableta, tecleó un par de cosas y la extendió a Miranda—. Aquí tienes, consentida.
—¡Ouch! No me digas así. —Miranda le arrebató la tableta, la sonrisa se le esbozó más—. ¡Lo sabía! —exclamó al ver la información.
—Igual, con los resultados de estos días tengo que hacer ajustes.
—¿Cuáles ajustes? ¡Es un hecho de que es él! —dijo Miranda señalando al primer cadete en la lista—. Te digo, tiene sus alas.
Julio suspiró y tomó la tableta de vuelta.
—Ya veremos, hacer los ajustes es necesario. En realidad, cualquiera de estos diez cadetes podría ser... incluso él —dijo señalando al último.
El gesto de Miranda se torció y negó con la cabeza.
—¿De verdad, Julio? ¿Ese niño raro? ¡Claro que no! Me parece hasta un insulto hacia León que siquiera lo consideren. ¿Acaso le quieren manchar la reputación?
—Los datos dicen que el cadete Fields es un candidato, tenga o no tenga atributos evidentes que pudiesen relacionarlo con el coronel Porath.
—¡Ustedes y sus datos! —chistó la capitana—. Entiende, León es el amor de mi vida, hay una magia inexplicable en nuestra relación; por eso estoy tan segura de lo que siento. Es Kent, en definitiva.
—Está bien, te invitaré a cenar si es como dices. Oye, ¿a qué hora debíamos ver a los alumnos?
—¡Cierto! Ya es tarde, andando, ¡vamos!, ¡vamos!
—Y dices que yo soy el que se retrasa. —Julio se puso de pie y todavía se estiró delante de Miranda.
—¡Vamos, tonto! O esa loca de Lidia se pondrá más loca.
Mientras tanto, los halcones en su uniforme deportivo llegaron puntuales al salón de práctica, los Dragones Rojos ya habían llegado, al igual que la profesora acompañada por un par de ayudantes. Lucas los vio llegar junto con Omar Yldiz, quien había quedado con los Dragones Rojos y portaba su flamante banda de líder en el brazo derecho.
—Llegando tarde en su primer día ¿no? Halcones Dorados. —La profesora repasó a todos con la vista en sólo unos segundos y terminó con una mueca de desdén en el rostro.
—Lo siento, señora, pero —dijo Gary y observó su reloj de muñequera digital, aún faltaban cuatro minutos para la hora— estamos a tiempo.
—Temprano es cinco minutos ¡al menos! antes de clase. Cadete, ¡preséntense!
—Creo que nos tocó una perra —le susurró Fanny a Susie.
—¡Buenas tardes, señora! Soy el cadete Gary Kent y presento a los Halcones Dorados.
—Buenas tardes, muy tardes. Halcones, en formación a la derecha; dragones, en formación a la izquierda. —Los cadetes de inmediato se colocaron—. Me presento, soy la capitana Lidia Moral y seré su maestra en esta clase introductoria de FOLD por el semestre. Para ser oficiales militares es un requisito ser usuarios de FOLD, no solo usuarios ¡guerreros! Si algo ha distinguido a Terrenal son sus guerreros folders. Ha habido intentos de tener guerreros folders en otros países, pero han sido un fracaso. Esta es la tecnología de nuestros fundadores, es nuestro patrimonio y como guerreros folders es también su deber protegerla, ¿comprenden?
—¡Sí, señora!
—En este periodo tendrán que aprender a controlar la expresión básica, sostenerla y subirla. Si no pueden mejorar su estado actual o son incapaces de expresar algún principio no seguirán aquí. Comenzaremos midiendo su nivel basal de expresión y compatibilidad. Sé que sus niveles han sido medidos antes, pero ahora tendremos una visita especial, veremos si esas mediciones son certeras. —La capitana les dio instrucciones a sus becarios mientras los chicos hablaban en voz baja.
—Quizás, quizás, puedo ir al baño.
—¿Qué dices, Tom? ¿Te duele el estómago? ¿O quieres esconderte allí? —preguntó Luis.
—¿Esconderme?
—Tranquilo —respondió Luis—. ¿No oíste? Dijo la capitana que verán si son certeras esas mediciones, lo que significa que pueden errar.
—Cierto. —Tom trató de sonreír, esa esperanza le quedaba.
—Eso casi nunca pasa, ¡perdón, Tom! —Fanny se avergonzó de su comentario que dibujó un gesto de preocupación en Tom al romperle esa efímera esperanza.
—Como breve introducción —siguió la capitana Moral— les explicaré que el FOLD viene de las siglas FOrce Life Drain, biotecnología desarrollada para la generación de energía limpia y renovable. Se descubrió que permite al humano transformar la energía química en otros tipos a voluntad, a estos otros tipos de energía se les conoce como principios de Vidal. Con esta prueba sabremos a cuantos principios pueden transformar su energía. Es probable que aquellos con potenciales basales altos puedan expresar más de un principio. Es inevitable, hay gente que es más afín, gente que nació para esto.
—Señora capitana —llamó Aishah a la profesora.
—¿Sí, cadete?
—Entonces, ¿hoy sabremos de que principio somos usuarios?
—Así es. —Los cadetes se estremecieron con la afirmación—. ¿Cuál será su principio? ¿Absorb, vital, alerta, reactivo, presión, fuego, eléctrico, o plasmático? Al espectro rojo son principios de soporte, al violeta son de ataque. Podrían sacar buenas combinaciones, ¡no lo sabemos! Pero una cosa es segura, esto también determina su futuro como oficiales. Aunque tengan una mala combinación tendrán que ser ingeniosos para hacerla trabajar. En cuanto llegue el doctor Locusto comenzaremos, de momento cada uno se presentará ante mí.
Los cadetes en su lugar y posición de firmes gritaron su nombre. La capitana se acercaba a cada uno, y con la mirada parecía hacer una extensiva evaluación individual. Al llegar con Tom lo primero que le llamó la atención fue su aspecto, y en segundo lo mucho que batalló para decir su nombre.
—¡Dígalo bien! —gritó exasperada la maestra a Tom—. No lo dejaré hasta que diga su nombre sin titubeo.
Tom contuvo la respiración, con todo su esfuerzo y esa bocanada de aire soltó seguido su nombre.
—¿Qué clase dijo que era?
Tom intentó recuperar algo de oxígeno, y cabizbajo respondió:
—A...
—¿Cómo dijo?
—A —respondió Tom tratando de elevar un poco la entonación.
—¿A? —La capitana torció la boca con espanto—. ¿Usted es A? —Ante la pregunta Tom asintió con suavidad—. ¿Es una broma esto?
Tom se encogió de hombros y apretó los ojos.
—¿Bromea conmigo, cadete?
Como pudo, Tom negó con la cabeza. La capitana Moral se le acercó más, colocó la mano derecha sobre la cabeza del joven empujándola hacia atrás.
—¡Párese derecho y deje de temblar! —le ordenó—. ¡Míreme a los ojos que le estoy hablando!
Tom abrió los ojos un poco, pero era incapaz de siquiera ver a la capitana Moral al rostro. La capitana no lo dejaba y verle los ojos vidriosos al cadete le hizo hervir más la sangre.
—¿Cómo alguien como usted puede ser un cadete rango A? Seguro que hay un error—. La capitana le quitó al cadete Fields su querido gorro gris y lo arrojó al suelo—. ¿Y porque trae puesto eso? ¡Es en contra del reglamento!
—¡Capitana Moral! —se escuchó una voz decidida—. De acuerdo con la fracción 5.2. en el segundo párrafo, sobre vestimenta, el reglamento de la Academia permite el uso de accesorios como el gorro del cadete Fields —explicó Fanny sin dejarse intimidar por la capitana—. Si no me cree, puede revisarlo usted misma.
La capitana observó enervante a Fanny, pero la chica no se inmutaba. El enfado de la capitana fue interrumpido al escuchar que llamaban a la puerta. La capitana se alejó a la puerta, momento que Luis aprovechó para ir por el gorro de su amigo y regresárselo. Tom contuvo las lágrimas, la alegría de ser apoyado por Luis y Fanny fue más que la humillación por parte de la capitana Moral.
—Lamento la tardanza, Moral— saludó Miranda—. Aquí está el doctor Locusto.
Miranda abrió la puerta en su totalidad y con ella entró Julio.
—Buenas tardes, doctor —saludó la capitana Moral con monótono tono.
—Buenas tardes, capitana Moral. Mucho gusto, soy el doctor Julio Locusto.
El hombre se acomodó las gafas sobre las pecosas mejillas y se acercó a darle la mano a la capitana Moral quien un poco reacia aceptó el apretón, no estaba acostumbrada a que un civil fuera tan informal con ella.
—Había escuchado de usted. Del histórico grupo de investigación que inició el doctor Chad Vidal ¿no es así?
—¡Exacto! Hemos seguido la línea y estamos vigentes a pesar de los cambios. El doctor Alexis Guide es el actual jefe del grupo y del Consejo. Le agradezco que me haya dejado probar esto con sus cadetes.
—No es nada, además el coronel Toriello lo sugirió y podremos tener los resultados de inmediato. ¡Cadetes! Les presento al doctor Julio Locusto, él es uno de los más grandes investigadores de FOLD del país. En su equipo de investigación han desarrollado un nuevo medidor que nos dará la lectura exacta de su potencial basal inicial y que principio o principios son afines a ustedes.
—Mucho gusto, cadetes —saludó Julio con alegría, los asistentes de Moral se acercaron a él—. ¿Me ayudarán ustedes?
—¡Sí, doctor! —confirmaron los cadetes.
—¡Adiós, Moral! Los dejaré trabajar. Julio, te veré con Charles cuando acabes.
—¡De acuerdo, Miri! —se despidió Julio agitando la mano mientras la mujer salía con calma—. ¡Excelente! Vamos a hacerlo divertido, comencemos con los cadetes D, después C, y finalmente B y A que muy seguramente tendrán más de uno.
Los chicos se formaron dependiendo de su clase. Julio había traído dos medidores e instruyó a los cadetes asistentes para su manejo. El principio era simple: un diminuto alambre se conectaba a una delgada vena en la muñeca, con esta tecnología no había que hacer una punción porque en realidad era minúsculo el orificio que se necesitaba. El cable a su vez se conectaba a un compacto aparato con una pantalla digital.
—Es mucho más pequeño que los anteriores. —La capitana examinaba a detalle el equipo—. ¿Es el mismo fundamento?
—En efecto, pero con mayor resolución. Dentro tenemos un cartucho máster tipo arcoíris, compuesto por pequeños cartuchos con megacondrios de cada uno de los ocho principios. Al estar en contacto con las células del cadete se activará la línea compatible, amplificará la reacción y podremos ver la señal.
—Comprendo, suena muy fácil. Debería ir un día a su laboratorio. Yo soy una gran experta en FOLD y podría ayudarlos con mi experiencia.
—Seguro, capitana —respondió Julio tratando de guardar la impresión que las palabras de Lidia le produjeron—. Puede ir al laboratorio cuando guste, no creo que mi jefe se niegue.
Los chicos iniciaron con la prueba; tan pronto se daba la señal, el potencial y principio se mostraban. Los doce cadetes clase D y C terminaron, enloquecidos se reunieron en el fondo a presumir sus principios y potenciales.
—Vamos por los B —los llamó Julio—. Esto se pone emocionante.
Primero llamaron a los Halcones Dorados.
—Marshall, Susana.
—¡Sí! —exclamó Susie agitando un poco las manos.
—Póngase aquí —le pidió la asistente y comenzó el procedimiento.
—Mire esto, capitana. Potencial, sesenta y cuatro por ciento. —Julio observó la pantalla y le mostró una gráfica a la capitana—. Aquí se notan mejor sus principios porque están separados en el espectro. Esta señal de color naranja corresponde al principio vital y esta de color azul claro es del principio de presión.
—¿Vital y presión? ¡Doble! —Susie gritó impresionada.
—Exacto, cadete Marshall —le confirmó el doctor—. El que sigue, Rivera, Luis.
—Aquí voy. Seguro saco fuego, lo siento en mis venas —le susurró Luis a Tom.
—Comencemos, cadete. —La ayudante lo conectó y de inmediato Moral y Julio ya observaban la gráfica.
—Capitana, vea cómo se repite la señal azul claro aquí, que quedamos es del principio presión. A diferencia del espectro de Marshall, en el espectro de Rivera se sobrelapa la señal de presión con la del principio fuego, que es una señal azul fuerte. Si lo ampliamos podemos mejorar la resolución y ver ambas señales por separado.
—¿Fuego y presión? —preguntó Luis.
—Así es —corroboró el doctor.
—¡Me muero! ¿Y mi potencial?
—Es muy alto incluso para un B, tu potencial es de setenta y seis, naciste para ser un folder —explicó el doctor.
Los cuchicheos de los presentes al enterarse de tan alto potencial no se hicieron esperar.
—¡Muchas gracias, doctor! —Al ser desconectado, Luis salió corriendo con los demás—. ¡Lo sabía! ¡Soy fuego!
—Bien, turno de los Dragones Rojos: Takeda, Lucas.
En silencio y con mirada serena, Lucas se colocó.
—Este chico es todo un guerrero también —abordó Julio la explicación—. Otro doble folder, podemos ver una señal morada del principio eléctrico y otra verde del principio reactivo. Es especial tu combinación, cadete, serás muy peligroso en batalla. Tu potencial... setenta y siete por ciento, eres el más alto hasta ahora.
—Gracias, doctor, capitana.
Diligente, Lucas regresó a su lugar entre aplausos de sus compañeros, incluso salió más alto que su propia compañera también B. Con una mueca petulante se acercó a los halcones.
—¿Lo ves, Fields? Hay quienes nacen para esto, como Luis y yo.
—¡Lucas! ¡Ni siquiera le han hecho la prueba! —Luis defendió a Tom en el acto.
—No habrá cambio, Luis. Mi potencial era del setenta y cinco por ciento, en realidad no varió tanto, pero te daré gusto, esperaré. —Lucas volvió a su lugar.
—Sigue... — Julio, miró la tableta y guardó silencio por unos segundos al leer el nombre de ese cadete que Miranda aseveraba era el portador—. Kent Díaz, Gary.
—¿Kent Díaz? —murmuró Susie—. Vaya, ¡doble apellido!
—¿No sabías? Gary es de un estado del sur —le explicó Luis a Susie—. De Victoria, creo. Aunque me parece que él mismo no usa su segundo apellido a menudo.
—Comprendo —respondió Susie—. Casi no ves gente con doble apellido aquí en Marcel e imagino porque no le agrada decirlo.
—Conectaré el aparato —le informó la cadete al líder de los halcones.
—¡Impresionante! ¡Impresionante! Mire esto, Moral —llamó Julio a la capitana—. Esto es increíble, ochenta y cinco por ciento de potencial y tenemos al primer triple.
Los gritos se escucharon por el salón.
—¡Silencio, cadetes! —Tuvo que calmarlos la capitana—. Si aprendí bien, Kent es compatible con el principio fuego y es esta señal azul fuerte; esta señal morada se trata del principio eléctrico, y esta señal amarilla corresponde al principio alerta.
—Así es, capitana. El cadete Kent es un triple folder, usuario de fuego, eléctrico y alerta.
—Es increíble, Kent, su combinación es perfecta para combate duro. Bien hecho.
—Gracias, capitana. —Gary volvió con lo suyos siendo felicitado por cadetes de ambos pelotones.
—El que sigue es: —Julio revisó la lista— Fields, Alan Thomas.
—Necesito ir al baño... —Tom movió los pies a la salida.
—¡Tom! —Luis agarró a Tom del brazo y lo dejó junto con la ayudante.
—Iniciaré con el proceso —informó la cadete. Después de un par de segundos una curiosa mueca se formó en el rostro de la asistente—. Doctor, algo, algo está mal.
—A ver. —Julio se acercó—. ¿No ha salido la gráfica?
—No, me marca un error. Observe por usted mismo por favor.
—Quizás se agotó el cartucho, pero lo dudo. —Julio abrió el aparato, revisó el cartucho máster y sus ocho compartimentos—. No, todos tienen megas aún, esto es raro. Inténtelo de nuevo.
La cadete procedió con el mismo resultado.
—Otra vez —gruñó Julio.
—¿Qué pasa? —preguntó Moral.
—El aparato está fallando, aunque recién lo calibré. —Julio se conectó él mismo, una gráfica y porcentaje se mostró—. No parece que esté mal, se muestra mi triple expresión y... ochenta y dos, pensé que bajaría más —dijo con pena Julio—. Intentémoslo por tercera vez.
La cadete asistente volvió a hacer el procedimiento, Julio prestó atención para asegurarse de que la asistente ejecutara bien el proceso. Tom se quedó en silencio y pronto la burla de Lucas y otros se escuchó.
—Esto es tan raro. Mire esto —Julio llamó a la capitana—, es un potencial basal del cuatro punto siete por ciento. El más bajo que hemos tenido y lo es tanto que la gráfica no se puede formar y sólo se ve esta línea base. Eso sí, tiene mucho ruido de fondo que no es común. Lo lamento mucho, cadete.
—Esto indica que el cadete Fields no es compatible, ¿no es así? —cuestionó la capitana a Julio.
—Exactamente, capitana Moral. El cadete Fields está debajo del cinco, lo cual indica incompatibilidad con megacondrios. Por tanto, Fields no tiene la capacidad para convertirse en un folder.
—Ya veo —dijo la capitana Moral—. Pero no me sorprende.
—¿Cómo? —preguntó Julio despistado.
—¿Qué no lo ve? —respondió la capitana con otra pregunta asegurándose de ser escuchada por todos en el salón—. ¿De verdad ese es el aspecto que un cadete clase A debería tener?
El comentario de la capitana Moral incitó más risas por parte del resto de cadetes. Tom bajaba su gorro con una mano nerviosa tratando de ocultarse el rostro. Incluso así, estaba totalmente de acuerdo con la oficial; la verdad su resultado tampoco le sorprendió a él.
—Capitana —Julio la llamó y le sonrió tranquilo—, ¿nunca ha escuchado la frase: no juzgues a un libro por su portada?
—Bueno, doctor, claro que sí. Pero usted es un científico, no sabe de esto; de como saber cuando alguien tiene futuro. Llevo muchos años en esto, confío en mi instinto. ¡Ah, sí! Regrese a su lugar, Fields, nos faltan aún los dragones.
La evaluación de los dragones también continuó, y aunque también fueron triples, ninguno superó a Gary. La capitana despidió a Julio quien salió prometiendo que organizaría un recorrido a los laboratorios donde trabajaba. La capitana acomodó a los cadetes de nuevo y habló con ellos:
—Hemos tenido resultados interesantes. Ahora, el objetivo será que logren sincronizarse con los megacondrios de su o sus principios. Deberán subir su potencial por lo menos a un ochenta porciento y sostener la expresión por treinta minutos constantes al terminar este año escolar, de otra manera no podrán aplicar su FOLD al combate. Al menos los que son compatibles. Hemos terminado la sesión, pueden retirarse.
—¿Ya te quedó claro, Fields? —Al salir, Lucas se acercó a los halcones.
—Basta, Lucas —dijo de inmediato Luis.
—No, no puedo aceptarlo —respondió Lucas—. ¡Tampoco tú deberías! Eres mejor que Fields también, tú y yo estamos cerca de los A y aun así Fields tiene el rango A. ¿No entiendes la falta de coherencia?
—Él tiene razón, Luis. Es increíble que se gaste dinero de impuestos en alguien que no sirve siquiera para ser folder.
—¡Bernard! Somos compañeros. Además ¡que ridículos felicitando a alguien por ser triple folder o tener equis potencial! Nacimos con eso, ¡es como felicitarte por ser terrenal!
—Luis, no sigas —le dijo Tom y la tomó del hombro—. Ellos tienen toda la razón. Yo no sé que hago aquí, sé que yo no soy, no soy como ustedes, como ellos, no sigas. —El joven tragó saliva tratando de contener el dolor que le quebraba la garganta.
—¿Ves? Al menos él lo acepta. —Lucas carcajeó—. Es bueno que entiendas tu lugar, Fields.
—Pero, Tom... —Luis clavó la mirada angustiada en su amigo mientras Lucas se retiraba entre risas.
—¡Vámonos ya! —llamó Gary a su pelotón—. Tenemos que prepararnos para la cena.
Los chicos salieron del salón y se apresuraron a cambiarse para ir a cenar presionados por Gary. Mientras tanto, la capitana Moral había salido deprisa del salón hacia la oficina del coronel Toriello.
—¡Mel! Necesito ver al coronel —dijo la capitana al abrir de golpe la puerta.
—¡Capitana Moral! —La secretaria del coronel se espantó y por poco se caía del sillón que limpiaba—. ¡Me asustó! —chilló.
—Lo siento, pero es urgente que lo vea.
—Yo también necesito verlo, Mel. Recibí su mensaje, Moral.
—Sargento mayor Hill, veo que usted también lo notó.
—Debe ser uno ciego para no verlo. Mel, ya nos oyó, dígale al coronel que estamos aquí.
—Es que él, bueno, denme un segundo. —La secretaria abrió una enorme puerta de madera detrás de su escritorio, entró y salió casi de inmediato—. El coronel dice que los verá.
—Buenas tardes, coronel Toriello —saludó con respeto la capitana al entrar a la oficina del director.
—Capitana Moral, sargento mayor Hill, ¿qué sucede?, ¿qué es tan urgente? —Charles levantó la mirada intrigada.
—¡Ya terminó su clase! —De uno de los sillones de invitados se asomó Miranda—. Me contó Julio que estuvo divertido, recién se acaba de ir.
—Will... —Lidia contempló a Miranda unos segundos—. Bueno, no importa. Coronel, seremos directos: ¿por qué el cadete Alan Thomas Fields es clase A? ¿Ya vio sus resultados de compatibilidad con los principios de FOLD? Ni los cadetes clase D son tan bajos, nunca habíamos tenido un alumno con un potencial tan miserable. Entre más lo es, más difícil es de subir. De hecho, nunca ha habido alguien con potencial menor a cinco por ciento que haya podido subirlo. En conclusión, Fields jamás podrá ser un folder, el mismo doctor Locusto lo dijo, ¡no es compatible!
—Y no tiene convicción, ¡no tiene condición! No es material siquiera para cabo. Fue una burla en las pruebas físicas —agregó un fúrico Hill.
—¿Podrían calmarse los dos? —Charles movió la cabeza con desaprobación.
—Lo sentimos, coronel, pero no podemos aceptarlo —respondió la capitana Moral bajando un poco la voz.
—Los comprendo. —Miranda se levantó de su asiento y repasó a ambos con una sonrisa fingida en el rostro—. Pero el director no puede hacer mucho, así que les recomiendo que le transmitan sus quejas directamente al teniente general Herman Will, ya que él fue quien seleccionó a Fields.
—¿Qué dice? —preguntó Lidia intrigada.
—Así es, el teniente general Will; que les recuerdo por si lo olvidaron, es mano derecha de nuestra mariscal y líder de la junta de generales, ha pedido que lo traigamos. Por el momento lo necesitamos aquí, por razones que no podemos revelar a oficiales de su rango por órdenes de la mariscal Gentile y el teniente general Will. Ahora, no quiere decir que no tendrá que aprobar sus materias como cualquier otro cadete. Si Fields reprueba no estará el siguiente periodo, así de sencillo.
—Aunque lo ponga así, estaremos desperdiciando tiempo y esfuerzo, ¡es inaudito! —gritó Hill.
—Hill, Moral, ustedes no solo son militares, son profesores. Los profesores tienen que ser empáticos y saber cómo nutrir a sus alumnos. ¿Le tienen miedo al esfuerzo?
—Señor, no se trata de eso —intentó razonar Lidia.
—Es suficiente. Hagan su mejor esfuerzo. Por favor, retírense. —El coronel hizo una pequeña seña para que dejaran la oficina y Miranda volvió alegre al asiento.
Rendidos, salieron ambos militares mientras Miranda platicaba despreocupada con el coronel.
—La verdad, comprendo a Moral y a Hill. Sé que alguien como Fields no debería estar aquí. Pero, está en la lista y es inamovible ¿qué se le hace?
—Apoyarlo —dijo Charles.
—¿Cómo?
—Miranda, eres una profesora en esta Academia; como tal debes comprometerte con el crecimiento de los alumnos.
—Y lo hago, pero Fields no debería ser un alumno de aquí siquiera.
—Eso va más allá de nosotros. ¿Has considerado que quizás Fields jamás ha tenido oportunidad de mostrar su valía?
—En realidad ha tenido diecisiete años para demostrarlo, ¿no te parece?
—Por eso, quizás en estos años no ha habido alguien que crea en él y lo ayude a demostrar su valor. Ahora Fields está aquí y tu deber como su profesora es darle esa oportunidad, sea como sea que haya llegado a tu clase.
—¡Ay, Charlie! Tú siempre tan paternal. Lo tendré en cuenta.
—Prométeme que apoyarás al cadete Fields.
—¡Oh! Bien, ¡haré lo posible! ¿Contento?
Mientras tanto, Hill y Moral avanzaban a prisa por el pasillo platicando de lo sucedido en la oficina de Charles.
—Esa Will, nada más por ser la nieta del Gran Mariscal e hija del teniente general cree que puede hacer lo que quiera —chistó Hill—. Llama al coronel por su nombre, una total falta de respeto a la autoridad.
—¿Y qué hay con eso de "oficiales de su rango"? ¡Es capitana igual que yo! Es una mujer consentida e inmadura. ¿Sabe que le dieron la nueva oficina?
—Algo supe.
—Es como tres veces más grande que las nuestras. No le dieron apartamento ¡no señor!, le dieron casa también. ¡Qué descaro! De todas maneras, no perderé mi tiempo con ese niño ya que debo educar a los verdaderos oficiales del mañana. Aunque es sospechoso, ¿no cree? —La capitana Moral se quedó quieta y pensativa—. ¿Por qué el teniente general Will y la mariscal Gentile querrían tener a ese niño aquí?
Hill interrumpió su paso también y meditó observando al techo, lo que Moral decía era cierto. Sin duda había algo turbio.
—Capitana Moral, tal vez no deberíamos escarbar de más, somos soldados, obedezcamos —soltó Hill después de reflexionarlo por un par de segundos.
—¿Sabe algo?
—Nada en lo absoluto. Seguro hay algo oculto y si no lo sabemos es por algo. Jamás cuestionaría a la mariscal o al teniente general, ¿usted?
—¡Claro que no! Jamás, soy leal a ellos.
—Supongo que entonces no hay mucho por hacer.
—¡Oh! Yo diría que sí, Hill.
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