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Capítulo 96. Una peculiar ciudad

Una joven pelinegra de ojos azules, portando una camiseta negra y blanca con vaqueros, y llevando como zapatos unas converse de color beige con cordones blancos, caminaba por las calles. Admiraba maravillada cada barrio y cada edificio por el que cruzaba.

Durante el camino, llevaba el teléfono en la mano, pues tras salir de cada calle, revisaba una y otra vez la ubicación que le indicaba el Google Maps.

Su destino se encontraba un poco lejos, pero admirar la ciudad le ayudaba a aligerar el camino, y a permanecer la entusiasmada sonrisa que deslumbraba su rostro.

Saltaba de alegría cuando se encontraba con el nombre de la calle que el Google Maps le mostraba, pues se emocionaba de estar cada vez más cerca.

Se detuvo frente a un edificio de 5 plantas de altura. Para asegurarse, buscó la placa del nombre de la calle. Sonrío ampliamente cuando vio que era la correcta.

Antes de llamar a uno de los timbres, revisó sus anotaciones asegurarse cuál era el número que quería llamar. Tras dar con el número de la puerta, sonrió entusiasmada.

Llamó al timbre, esperando respuesta impacientemente. Se alarmó cuando una voz femenina respondió a su llamada, preguntando por la identidad de la visita. La pelinegra no respondió concretamente, pero se las ingenió para convencerla de que le dejara paso.

Costó medio minuto para convencerla de que le abriera la puerta, por la razonable inquietud de quién se podría tratar.

La pelinegra saltó de alegría cuando logró convencer a la chica. Cerró la puerta exterior tras entrar, y entusiasmada se dirigió hacia el ascensor.

Se rascó la cabeza a la hora de elegir en cuál piso vivía la chica. Optó por elegir el tercer piso. Al llegar, revisó cada uno de los números de las puertas, ninguno era el que buscaba. Por lo que debía subir al cuarto piso.

Volvió al ascensor para esta vez pulsar la planta superior. Ya en el cuarto, revisó nuevamente los números de las puertas.

"No... No... Tampoco... Ah-ah... ¡Esa es!"

Sin perder ni un segundo más, se acercó hacia la puerta que buscaba, la cual estaba cerrada. Sabía que no tendría ningún problema para que la recibieran, por lo que se apresuró a hacer sonar el timbre.

Trató de contener sus nervios e impaciencia, pero era demasiada la emoción que sentía por volver a encontrarse con su amiga después de tanto tiempo.

Dio un ligero brinco cuando escuchó el manillar de la puerta girar desde el otro lado, y viendo como la puerta empezaba a abrirse.

¿?: ¡Sorpresa! —Exclamó estallando de alegría cuando al fin había encontrado a su amiga.—

Nora: —Sus ojos se abrieron como platos, quedándose atónita por quien tenía ante sus ojos. Reaccionó emocionada ante aquella gran e inesperada sorpresa.— ¡¿Carol?!

Carol: ¡Nora! —Exclamó sintiendo la alegría invadirla por completo, llevándose la alegría de que su amiga la reconociera.—

Nora: ¡No me lo puedo creer! ¡Eres tú! —Sonrió ampliamente compartiéndole un fuerte y emotivo abrazo.—

Carol: ¡Lo mismo digo! —Respondió correspondiendo al abrazo, achuchando a la rubia con cariño.—

Nora: —Sonrió conmovida por los achuchones. Deshizo el abrazo para mirar nuevamente a su amiga.— ¡No te quedes ahí, entra!

Carol: ¡Gracias! —Agradeció alegremente. Entró en el hogar de la rubia, siendo esta quien cerró la puerta cuando se adentró en la casa.—

Nora: Oh, espera. ¡Mamá, mira quién ha venido a visitarnos! —Exclamó llamando a su madre.—

Janice: ¡Voy! —Respondió. Cuando acudió a la llamada de su hija, se quedó atónita cuando se encontró con la vista.— ¡Cielos! ¡Carol!

Carol: ¡Hola! —Saludó formalmente sonriendo entusiasmada.—

Janice: ¡Madre mía! ¡Cuánto me alegro de verte, cielo! —Exclamó acariciando con cariño su mejilla por la emoción de volver a ver el rostro entrañable de la pelinegra. La abrazó gentilmente.—

Carol: —Rió levemente correspondiendo al abrazo.—

Alex: Pero bueno, ¿a qué vienen esos gritos? ¿Ha venido Michelle Obama a visitarnos, o qué demonios? —Preguntó sarcástica refunfuñando irritada. Se reunió con ellas con la intención de protestar a los gritos—

Nora: Alex, ¿te acuerdas de Carol? —Señaló a la pelinegra con entusiasmo.—

Carol: ¡Caramba, Alex! ¡Cuánto has crecido! —Exclamó alegre de ver a la pequeña Alex.—

Alex: ¿15 centímetros en 5 años es crecer? —Preguntó sarcástica.—

Carol: —Rió levemente.— Tan mona como siempre. —Alegremente le brindó un fuerte abrazo.—

Alex: Au... Tranquila... —Correspondió aquel abrazo un tanto desganada, dándole leves palmaditas en su espalda.—

Carol: —Deshizo el abrazo volviendo la atención a las demás.— No tenéis idea de lo mucho que os he echado de menos.

Nora: Tú no puedes hacerte ni un ápice de idea cuánto te he echado de menos a ti. —Rió levemente volviendo a abrazar a la pelinegra.—

Carol: —Estallando de alegría correspondió cariñosamente al abrazo.—

Janice: Chicas, iros al salón mientras os preparo una merienda. —Indicó contenta retirándose hacia la cocina.—

Alex: ¡Qué sea para las tres! —Exclamó incluyendo una merienda para ella también.—

Carol: —Se separó de la rubia soltando contenta un suspiro.— ¿Qué hacemos primero? ¿Nos sentamos y me enseñas tú casa? ¿O me enseñas tú casa, y después nos sentamos?

Nora: Mejor nos sentamos ahora, y así lo primero que haremos será hablar de nuestras cosas. —Escogió soltando una pequeña risita.—

Alex: Me gustaba más la primera opción... —Susurró retórica y en desacuerdo.—

Nora y Alex acompañaron a la pelinegra hasta el salón, esta se quedó maravillada por la amplia y bonita sala de estar. La rubia la invitó a tomar asiento, y la joven optó por sentarse en el sofá.

La rubia se sentó junto a ella, mientras que Alex se sentó en el cómodo sillón en el que solía tomar asiento su padre para leer el periódico.

Las tres no sabían cuál de ellas debía dar paso para iniciar la conversación, siendo Alex la menos dispuesta de las tres.

Tras observar cómo la emoción y los nervios descentraban a la pelinegra, Nora optó por ser la que iniciaría la conversación.

Nora: Cuéntame, Carol, ¿qué te trae por Nueva York? —Preguntó llena de curiosidad.—

Carol: Pues no os lo vais a creer. Después de terminar el último curso, decidí cambiarme de instituto. Ya no estaba a gusto estudiando en San Francisco... —Terminó la frase notándose la incomodidad.—

Alex: ¿Gente nueva? —Preguntó ladeando la cabeza.—

Carol: No, no. Me da un poco de vergüenza admitirlo... —Admitió tímidamente encogiéndose de hombros.—

Nora: Tranquila, puedes contárnoslo. —Dijo transmitiendo su apoyo dejando una mano sobre su hombro.—

Janice: ¡Aquí tenéis la merienda! —Anunció llevando en sus manos una bandeja con unas tarrinas de helado de diferentes sabores.—

Alex: ¡Oh, bien! —Exclamó entusiasmada, no se demoró en hacerse con la tarrina del helado de vainilla.— Mm...

Janice: Permitidme que me una a la reunión. —Dijo riéndose levemente sentándose en el otro sofá al lado de las chicas.— ¿Desde cuándo estás en la Ciudad, Carol?

Nora: Eso nos estaba contando. —Tras volver la mirada a su amiga, notó la timidez que le impedía contarlo.— Vamos, no pasa nada.

Carol: Bueno, pues... Desde que te fuiste, llevaba dos años bien en el Instituto. Pero el resto, llegaba gente nueva, y... Un grupo de ellos me hacía bulling... —Confesó tímidamente, sintiéndose mal de recordarlo.—

Janice: Oh, no, ¿a ti también? La juventud de hoy en día está llena de sinvergüenzas. No hay cosa que me deteste más que el "bulling" tan cruel de hoy en día. —Dijo mostrando su frustración.—

Alex: Genial, ahora empezará por no dejarme salir... —Susurró refunfuñando.—

Nora: Lo siento, de veras. Pero, nunca hay que permitir que eso afecte a la persona. Porque ese es su objetivo, dañar emocional y físicamente a sus víctimas. Yo sé que has sido fuerte. —Dijo sonriente transmitiendo su apoyo.—

Carol: Al principio sí, pero más adelante no me quedó otra que intervenir a mis padres. Y funcionó. Pero en el último curso, se estaba volviendo a repetir. Decidí irme, y me cambié de instituto. —Explicó.—

Nora: Lo importante es que eso ya se quedó atrás. Y no te avergüences por ello, le sucede a todo el mundo irremediablemente. Así que tranquila. —Trató de calmarla dedicándole una sonrisa.—

Janice: Nora tiene razón. No te sientas mal por eso, ¿vale, corazón? —Preguntó haciendo el mismo esfuerzo por animarla.—

Carol: Está bien. Gracias. —Sonrío agradecida con ambas.—

Janice: Anda, elige uno. Te animará. —Dijo ofreciéndole uno de los dos helados restantes que quedaban.—

Carol: ¡Gracias! —Exclamó alegremente, eligiendo la tarrina del helado de chocolate. Tras saborearlo, sintió cómo la angustia la abandonó de su cuerpo.— Vaya, está buenísimo.

Janice: Me alegro. —Sonrío.— Nora, ¿quieres el de capuchino? Lo he puesto por ti, por si querías.

Nora: Sí, mamá. Gracias. —Agradeció tomando también del helado restante con sabor a capuchino.— Oye, Carol, ¿has venido hasta aquí para visitarnos? ¿O hay algo más?

Carol: Es mucho más que eso. Ya que me fui del Instituto de San Francisco, y me hablaste tan bien del Instituto de aquí, que me apunté a Rooselvet. —Anunció entusiasmada.—

Nora: ¿Ah, sí? Qué bien. Estoy segura de que te gustará. —Dijo sonriente.—

Carol: Ah, y eso no es todo. A mí hermano lo han admitido en el oficio que él tanto quería. Y ya que los dos teníamos asuntos que atender aquí, mis padres nos han alquilado un apartamento en la ciudad. —Anunció entusiasmada.—

Nora: ¿Qué? —Cuestionó asombrada por la noticia.— Entonces, ¿os habéis mudado aquí?

Carol: ¡Sí! ¿No es genial?

Nora: ¡Es más qué genial! —Entusiasmada abrazó cuidadosamente a su amiga con un brazo, mientras que con la otra mano sostenía su helado.—

Carol: —Gustosa por el abrazo, correspondió el abrazo igual, con un brazo.—

Janice: Es estupendo saber eso. —Indicó sonriente.— Pero, ¿por qué tus padres no me han dicho nada?

Carol: Fue cosa mía. Les pedí que no os dijeran nada. Quería que fuese una sorpresa hasta el último momento. —Respondió con una amplia sonrisa.—

Nora: Enhorabuena, te ha salido muy bien. —Felicitó riéndose levemente.—

Carol: Gracias. Si os soy sincera, llevaba soñando este momento durante meses. —Río levemente llena de alegría.—

Alex: Lo tenías bien planeado, vaya. Nada mal. —Dijo disfrutando de su helado.—

Janice: Carol, has dicho que a tu hermano lo han admitido en su oficio. ¿De qué trabajo se trata? —Preguntó con curiosidad.—

Carol: Lo han admitido como diseñador audiovisual en el canal 6. —Anunció entusiasmada.—

Nora: ¡Vaya! ¡¿En serio?! — Exclamó atónita ante el inesperado puesto del hermano de su amiga.—

Alex: ¡La leche! ¡Qué fuerte! —Exclamó igual de sorprendida que su hermana.—

Janice: Alex, esa boca. —Riñó seriamente a su hija pequeña.— El canal 6, ¿eh? He oído que los salarios de la cadena están muy bien. Qué bien por Nick. —Sonrío ampliamente.—

Nora: Mamá, eso no es lo único importante. —Replicó seriamente.—

Alex: ¿Estás de broma? Es lo primero que importa. ¿A caso la Criminología no está bien pagada? —Preguntó burlándose de su hermana.—

Nora: Sí lo está, y sobre todo en esta ciudad. Me voy a forrar. —Respondió con una sonrisa de indiferencia.—

Carol: Ah, cierto. ¿Qué tal llevas tú sueño de Criminóloga? —Preguntó mientras saboreaba su helado.—

Nora: Muy bien. Acabo de empezar el cuarto y último curso de Universidad. —Respondió entusiasmada de que su carrera estuviera muy cerca de empezar.—

Carol: No me digas, ¿ya estás en el último curso? Caramba, parece que fue el año pasado cuándo te fuiste. —Indicó con asombro.—

Janice: Nora se ha esforzado muchísimo desde que nos mudamos. Si ya sacaba buenas notas en San Francisco, imagínate ahora. —Indicó orgullosa de su hija.—

Alex: ¿Hola? Nora no es la única que ha mejorado. —Se señaló a sí misma.—

Janice: Oh. —Rió levemente por olvidarse de su hija menor.— Tienes razón. Al menos, has demostrado más esfuerzo que Liam...

Carol: Oh, es verdad. ¿Qué tal Liam? ¿No está aquí? —Preguntó mirando su alrededor, buscando al joven.—

Janice: Liam continúa como siempre, es el único que no ha cambiado. Ahora debe de estar con sus amigos... —Resopló de agotamiento por su hijo mediano.—

Carol: Entonces se alegrará de ver a Nick. Llevaban mucho tiempo sin verse. —Indicó sonriente.—

Janice: En cuanto llegues a tú casa, dile a tú hermano que busque a Liam. Es la mejor influencia que se me ocurre para él. —Pidió sonriente encogiéndose de hombros.—

Carol: No hay problema. —Respondió riéndose levemente.— Y, ¿qué tal el señor Fisher?

Janice: A William le va muy bien también desde que nos mudamos. Está muy contento con su trabajo, y el departamento de Policía de la ciudad también están contentos con él. —Respondió alegremente por su marido.—

Alex: Y tanto, lo ascendieron a Capitán de Policía. —Indicó con indiferencia.—

Carol: ¡¿Qué me dices?! —Exclamó atónita.— Vaya, qué sorpresa. Es estupendo. —Señaló emocionada.—

Nora: Pues sí. —Respondió sonriente.— Y, ¿qué tal están tus padres? ¿Cómo les va? —Preguntó.—

Carol: Ah, mis padres están muy bien también. Siguen como siempre, sólo que con un ascenso en sus trabajos dentro del marketing. —Respondió sonriente.—

Janice: Entonces es un alivio saber eso. Por culpa del trabajo llevamos meses sin hablar. —Respondió alegremente.— Un día de estos los llamaré, avísales por si les llamo en un mal momento.

Carol: No se preocupe, delo por hecho. —Asintió sonriente.—

Janice: Gracias, cielo. —Miró la hora que era en su reloj de muñeca. Faltaba menos de media hora para presentarse de nuevo en su trabajo tras su descanso.— Bueno, siento tener que irme. Tengo que volver al trabajo.

Alex: No lo sientas. —Respondió riéndose levemente.—

Janice: Carol, cielo, me he alegrado muchísimo de verte. —Se levantó del sofá extendiendo los brazos hacia ella.—

Carol: Igualmente, señora Fisher. —Respondió alegre y formalmente. Dejó la tarrina del helado vacía en la bandeja, y abrazó a Janice con cariño.—

Janice: No es necesario que te lo diga, pero puedes venir siempre que quieras. Este también es tú hogar. —Dijo gentilmente entre el abrazo.—

Carol: Se lo agradezco mucho, de veras. —Respondió agradecida sonriendo ampliamente.—

Janice: —Deshizo el abrazo pellizcándole cariñosamente una de sus mejillas.— Vuelve pronto. Nos vemos, hijas.

Nora: Qué te vaya bien, mamá. —Dijo dedicándole una sonrisa.—

Alex: Hasta luego. —Despidió a su madre.—

Janice: Adiós. —Se despidió de las tres mientras se hacía con su bolso. Una vez en el recibidor guardó las llaves del coche en su bolso, y salió de la casa.—

Alex: —Suspiró pesadamente.— Menudo alivio cada vez que sale por esa puerta...

Carol: —Rió levemente por el comentario de la pequeña.— Vuestra madre no ha cambiado nada.

Alex: No, en absoluto. Ahora es más paranoica y miedosa. Bien por nosotras... —Respondió sarcástica.—

Nora: Oye, Carol, ¿quieres ver la casa? —Preguntó levantándose del sofá.—

Carol: Sí, me encantaría. —Respondió sonriente y entusiasmada.—

Nora: Ven, por aquí. —Sujetó una de sus manos, y se la llevó consigo para mostrarle la casa.—

Entre ambas hermanas, le mostraron la casa a la pelinegra. Esta se asombraba por cada habitación que veía, pues la casa combinaba el estilo clásico con el moderno, resultando una preciosa casa.

Estando las tres solas, a Alex se le ocurrió la idea de tomar un batido las tres en el Starbucks. A Nora le gustó la idea, Carol no podía decir lo mismo, ya que nunca había consumido ningún producto de la mencionada marca.

A las tres les sonó bien el plan, por lo que pusieron rumbo al local de Starbucks. Carol no sabía dónde se encontraba dicho lugar, por lo que se dejó guiar por las hermanas, mientras conversaban durante el camino.

Una vez allí, Alex escogió el batido de mango, mientras que Nora el frapuccino de crema de fresa. Carol estaba indecisa, ninguno le convencía, pues además temía pedir uno que no le guste. Se debatió entre el batido de Nora, o el de la pequeña Alex.

Le llamó más la atención el de Nora, a ella le encantaba el sabor a fresa. Ya habiendo recogido sus batidos, las tres se sentaron en los sofás. Nora y Carol se sentaron juntas, y Alex en frente.

Ambas hermanas esperaban ver la cara de la pelinegra en cuando probara el batido. Se rieron en cuanto vieron la divertida expresión de asombro de Carol. Admitió exclamando reconociendo el buen sabor del batido.

Las tres disfrutaban de sus batidos entre risas, pero dejó de ser prioridad cuando salió a la luz una de las más importantes conversaciones entre amigas.

Carol: Oye, Nora, tengo curiosidad: Con el tiempo que ha pasado, ¿ya tienes novio? —Preguntó con incertidumbre y prestando atención en la rubia.—

Nora: —Abrió los ojos como platos y su expresión cambió mostrando su sorpresa. Se atragantó ligeramente tras darle un trago a su batido, tosiendo así por la inesperada y apurada pregunta.—

Alex: Pffft... —Trató de aguantar la risa tras la divertida reacción de su hermana por la pregunta. Pero era demasiado cómico como para aguantarse la risa.—

Carol: ¿Qué? Es lo que se pregunta siempre. —Dijo riéndose levemente.—

Nora: Ays, odio esas preguntas... —Suspiró pesadamente tras recuperarse de atragantarse con el sorbo del batido. —

Carol: Entonces, ¿no tienes novio aún? —Preguntó con curiosidad frunciendo el ceño.—

Nora: Am... Pues... —Se sentía acorralada por la pregunta, desviaba la mirada sin saber cómo responder. No podía negarlo, pues estaba segura de que Alex rectificaría al momento. Pero... tampoco podía decir nada del aspecto de su pareja.—

Alex: ¿Qué te pasa? Parece que ahora no te guste la idea. —Se rió burlándose de la notoria indecisión de su hermana por decir la verdad.— Sí que tiene, de hecho han empezado a salir hace nada.

Carol: No me digas, ¿en serio? Me alegro mucho por ti. —Felicitó a la rubia dedicándole una cálida sonrisa.—

Nora: Sí, bueno... —Los nervios comenzaban a invadirla, sintiéndose presionada por el inesperado e incómodo interrogatorio. Bastante tengo ya con Alex, no sé qué debería decir... Pensó.—

Carol: Entonces háblame de él. ¿Cómo se llama? —Preguntó.—

Nora: Donnie. —Respondió con una sonrisita nerviosa.—

Carol: ¿Donatello? Vaya... ¿Es Italiano, o de raíces italianas? —Preguntó con curiosidad.—

Nora: —Negó encogiéndose de hombros y manteniendo la misma sonrisita nerviosa.—

Alex: ¿Te puedes creer qué no cuenta nada de él? Ni siquiera lo ha traído a casa para presentármelo... —Refunfuñó dedicándole una mirada de descontento hacia la rubia.—

Nora: Ya te lo he dicho, Alex. Es... un chico muy ocupado. —Respondió volviendo a tomar un sorbo de su batido.—

Alex: ¿Esperas qué me lo trague? Todos los días vas a reunirte con él a escondidas. —Replicó burlona frunciendo el ceño.—

Carol: Eso quiere decir, ¿qué tus padres no saben nada? —Preguntó asombrada.—

Nora: Es la mejor decisión que podía tomar, al menos, hasta un tiempo. Es lo acertado, ya son agobiantes y exigentes de por sí. Bastante tengo con esta "mocosa". —Dijo despectiva hacia su hermana.—

Alex: Soy la única con la que compartes tus secretos. ¿Qué menos que verle la cara a "mí cuñado"? —Refunfuñó nuevamente cruzando los brazos.—

Nora: No lo llames así... —Sintió cómo la timidez se hizo presente tras dicho apodo.—

Carol: Eso, Nora. ¿Nos enseñas una foto suya? Anda... —Pidió entusiasmada.—

Alex: Por una vez estoy de acuerdo con ella. Venga, enseña. —Insistió igual que la pelinegra.—

Nora: —Necesitaba un escape para la presión a la que ambas la estaban sometiendo. Debía ingeniárselas como sea, pero no podía revelar nada de la tortuga.— Todavía no tengo fotos suyas, fallo mío...

Alex: ¿Qué clase de chica no tiene ni una sola foto del chico que le gusta? —Cuestionó sarcástica.— Déjate de chorradas, Nora.

Nora: No tengo ninguna, por muy raro que parezca. —Concluyó seriamente.—

Carol: Entonces descríbelo, pero dinos algo de él. —Rogó sintiendo cómo la mataba la curiosidad.—

Nora: —Resignada ante la presión, no le quedaba otra que improvisar.— Pues... Es un chico bastante alto, delgado, tiene los ojos marrones café... El pelo... Marrón... Tiene una fina musculatura, le encanta hacer ejercicio...

Alex: Suena muy bien... —Indicó con una sonrisa ladeada, imaginándose al chico siendo alguien de buen ver.—

Carol: Vaya, parece estar muy bien. —Admiró tras la descripción.—

Nora: Sí... —Susurró soltando irremediablemente una pequeña y embobada sonrisita.— Y, ¿qué hay de ti?

Carol: Estuve conociendo a un chico, empezamos a salir... Pero no duró mucho. —Respondió frustrada torciendo los labios y encogiéndose de hombros.—

Nora: Bueno, no te apresures. No te faltará tiempo para encontrar al indicado. —Dijo animando a su amiga.—

Carol: Así es, por eso no le doy relevancia. —Respondió sonriente, tomando un sorbo de su batido.— Mm... Me encanta este batido, y también este sitio. Algún día vendré con mi hermano.

Nora: También puedes venir con nosotras siempre que quieras. —Sugirió sonriente.—

Alex: —Interrumpió abruptamente el sorbo de su batido ante la sugerencia de su hermana.— Será contigo, yo ya tengo a Noah y Andy.

Carol: Estupendo. —Respondió entusiasmada por la idea. Retomó los sorbos a su batido, disfrutando del sabor.—

Las tres salieron del local tras haberse pasado dos horas disfrutando de la tan agradable tertulia entre ellas.

Tras cruzar juntas hacia la acera de enfrente, había llegado el momento de separarse.

Carol: Me lo he pasado estupendamente con vosotras. Pero ya debo volver a casa con mi hermano. —Anunció a ambas hermanas.—

Nora: ¿Quieres qué te acompañemos hasta tú casa? —Sugirió preocupándose por su amiga.—

Carol: Gracias, pero no hace falta. Quiero acostumbrarme a las calles y de las rutas hasta casa. —Respondió sonriente.—

Alex: Vaya, mira qué apañada. —Dijo con admiración por la ingeniosa idea.—

Nota: Está bien. Aunque siempre es bueno estar acompañada en esta ciudad, ya lo sabrás. —Bromeó riéndose levemente.—

Alex: Bienvenida a Nueva York. —Dijo entre risas por la temible pero cierta broma de su hermana.—

Carol: Si quieres te envío un mensaje en cuanto llegue, para quedarte tranquila.

Nora: Vale, buena idea. Que no se te olvide. —Pidió señalando la petición.—

Carol: No hay problema. —Respondió sonriente.— ¡Qué genial es volver a reunirnos después de tanto tiempo! —Exclamó estallando de alegría brindándole un fuerte abrazo a la rubia.—

Nora: —Reaccionó asombrada por tal inesperado abrazo, al cual correspondió gentilmente.— Lo mismo digo, Carol.

Carol: Te echaba mucho de menos. Estoy muy contenta de estar aquí, y de volvernos a reunir. —Dijo aún abrazando cariñosamente a su amiga.—

Nora: Pienso igual, amiga. Me alegra que estés aquí. —Respondió sonriente entre el abrazo.—

Carol: —Deshizo el abrazo dedicándole una amplia sonrisa llena de alegría, recibiendo el mismo gesto.— También me alegro mucho de verte, Alex.

Alex: Y a mi me alegra ver al fin una cara conocida por aquí. Empezaba a sentirme como de otro mundo. —Bromeó entre risas.—

Nora: Iremos planeando el próximo encuentro. ¿Te parece?

Carol: ¡Sí, genial! —Aceptó sin dudar.—

Nora: Estupendo. —Respondió alegremente.— Hasta la próxima, y ten cuidado.

Carol: Tranquila. Hasta la vista. —Se despidió de ambas con una sonrisa. Se tomó unos segundos para asegurarse de la dirección correcta hasta su casa, y una vez asegurada, inició camino.—

Alex: Sigue siendo rara como siempre... —Indicó observando a la pelinegra desde lejos.—

Nora: A ti siempre te ha parecido rara. —Respondió riéndose levemente.— La realidad es que siempre ha sido más inmadura que yo, pero eso no la hace mal amiga. —Dijo con una amplia sonrisa.—

Alex: Bueno, mientras solo sea amiga tuya... —Respondió sarcástica.—

Nora: —No pudo evitar reírse, tomándose con humor los comentarios de su hermana.—

Mientras que Nora y Alex andaban en dirección opuesta hasta su casa, Carol trataba de familiarizarse con las calles, y los diferentes caminos hasta su casa.

Por el momento le iba bien, pues se ayudaba de vez en cuando consultando el Google maps, como había hecho llegando con éxito hasta la casa de Nora.

Durante el camino, un olor captó su atención. Era demasiado delicioso como para ignorarlo. Siguiendo el olor, había parado frente el local de donde se desprendía aquel olor.

Estaba delante de la pizzería de Antonio's. Se quedó maravillada de observar tras el cristal el color y la deliciosa apariencia de las pizzas. Tenían muy buena pinta incluso desde lejos.

Dejó de observar cuando un joven repartidor salió del local, portando un montón de cajas de pizzas. Las colocó enganchándolas en la parte trasera de la moto para repartirlas.

El joven montó la moto, y puso en marcha el motor. Se alejó al momento con tanta prisa, que la primera pizza del montón cayó al suelo.

La pelinegra se quedó asombrada tras observar lo sucedido. Esbozó una ladeada sonrisa celebrando victoriosa ante la oportunidad de disfrutar aquella deliciosa pizza gratuitamente.

Miró a su alrededor, asegurándose de que no había nadie a su alrededor que estuviera observando, o al alcance de esa pizza que la llamaba a gritos.

Alargó el brazo para alcanzarla. Llegó a rozar la caja con la yema de sus dedos. Hasta que una cuchilla unida a una cadena enganchó la caja, y la apartó de la vista de la pelinegra.

Carol reaccionó exaltada tras el inesperado suceso. Se había quedado paralizada por unos segundos. Pero no se iría sin antes averiguar qué había sucedido con la pizza.

Observó la dirección de la que salió aquella extraña cadena, de un callejón a unos pasos tras ella. Decidida, corrió hasta el callejón en busca de la pizza, y con la inercia de averiguar cómo había desaparecido ante sus ojos.

El callejón estaba un tanto oscuro, y la farola más cercana que había no servía de mucho con la defectuosa bombilla que parpadeaba pausadamente.

Aparentemente, no parecía haber nadie. Hasta que aquella farola iluminó el callejón como debía. Aquel parpadeo se había detenido iluminando gran parte del callejón.

Entonces lo vio.

A pesar de la cantidad de oscuridad que reinaba en lo profundo del callejón, gracias a la luz de aquella farola logró identificar al responsable.

Parecía ser una tortuga gigante, teniendo a sus pies una tabla de skate, y un pañuelo naranja ocultando parte de su rostro. Entre sus manos sostenía la caja de pizza que estaba frente a la joven.

Carol se quedó petrificada tras observar detalladamente al ladrón de la pizza que tenía a su alcance. Pestañeó repetidas veces, incluso se frotó los ojos. Sintió una enorme impresión invadir su pecho cuando cayó en la cuenta de que no era ninguna ilusión.

En cambio, la tortuga no había notado de su presencia, hasta dejar de olfatear embobado la pizza aún desde la caja. Reaccionó abruptamente tras darse cuenta de que la joven había dado con él, habiéndole robado descaradamente la caja de pizza.

Ambos se quedaban mirándose entre ellos, sin mover ni un sólo dedo, o centímetro de donde se encontraban. La pelinegra estaba completamente inmóvil, temía ser atacada por aquel extraño.

La tortuga no sabía ni siquiera cómo reaccionar para no asustarla. Temía sobresaltarla haciéndole gritar de miedo, además de ser uno de sus complejos por su peculiar apariencia de mutante.

Cada segundo que pasaba, Carol tenía la sensación de que no debía sentir ningún tipo de miedo. Pues si quisiera atacarla, o hacerle algo, ya lo habría hecho.

El mutante fue consciente de la aumentativa y notoria serenidad de la pelinegra, cosa que lo alegró enormemente en su interior. Por fin alguien no gritaba como loco y muerto de miedo por ver su apariencia de tortuga mutante.

Quiso agradecer el tan gratificante gesto a la joven, dedicándole una cálida y amigable sonrisa. Además de disculparse por robarle la pizza.

Mikey: Lo siento... —Se disculpó tímidas encogiéndose de hombros. Dedicándole a continuación una sonrisa.—

Carol no supo cómo reaccionar a eso en los primeros instantes. Una alocada idea llegó a su mente. Dio un paso hacia él para acercarse, hasta que la bombilla de la farola se apagó sin aviso.

La joven se quedó inmóvil por unos segundos, temiendo que la tortuga aprovechara la oscuridad para hacerle algo. No, en absoluto.

La luz volvió a iluminar el callejón, dejando a la vista una gran diferencia. La tortuga ya no estaba, habiéndose llevando consigo la caja de pizza.

Carol ante la confusión, revisó cada ángulo de la zona. No había rastro de la tortuga. Volvió a dirigir la vista a donde se encontraba, localizando una tapa de alcantarilla ligeramente mal colocada.

La pelinegra mantenía el ceño fruncido durante toda la extraña escena. Nunca antes había visto nada igual. Soltó un pesado suspiro, sintiendo la angustiosa tensión abandonar su cuerpo.

En parte le alivió enormemente que aquella tortuga no lo hiciese ningún daño. Aún así, de había llevado la pizza que pudo haber sido para ella.

Dirigiendo la mirada repetidas veces hacia el callejón, puso marcha hacia su casa. Afortunadamente, ya estaba muy cerca.

No le bastaron ni 10 minutos para llegar. En la casa se encontraba su hermano, Nick. Quien se encontraba colocando objetos por la casa, pues todavía faltaban cosas por colocar tras la mudanza.

Nick: Qué, ¿cómo te ha ido? —Preguntó presentándole atención.—

Carol: Bien. —Respondió brevemente.—

Nick: Por lo que veo, te sabes apañar bien para ir de un sitio a otro. —Observó mostrándose orgulloso de su hermana.—

Carol: Sí, es cosa fácil...

Nick: Hasta ahora, ¿qué te va pareciendo la ciudad? Es increíble, ¿verdad? —Señaló sonriente.—

Carol: Nada mal. Aunque... algo me dice que esta es... Una ciudad peculiar... —Dijo con una risita nerviosa.—

Nick: Tiene toda la pinta. —Respondió de acuerdo con las sospechas de su hermana.—

La pelinegra reaccionó abruptamente en cuanto se acordó de enviarle un mensaje a Nora avisándola de su llegada a casa.

Decidió meterse en su habitación para tomarse unos segundos, y soltar un pesado suspiro.

Lo que había sucedido hace tan solo unos minutos la mantenía completamente distraída, incluso la inquietaba cuando se paraba a recordarlo detalladamente.

Y después de tantos capítulos, han llegado nuevos personajes para quedarse. 😋

En la parte del reparto ya se encuentran disponible los actores y actrices de estos nuevos personajes. 😄

Mañana subiré la ficha técnica de este nuevo personaje femenino, que dará mucho de qué hablar. 😉

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