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Capítulo 83. Distracciones

Después de salvar la Tierra, el tiempo estaba pasando muy deprisa. Tanto que habían pasado ya dos semanas sin casi haber caído en la cuenta. 

Pero en estas dos semanas habían pasado muchas cosas. 

Cuando la paz se hizo presente en la Ciudad, tanto las tortugas como las chicas abrazaban sin descanso a Splinter y Roth.

Las tortugas estaban alegres y felices de tener a Splinter vivo con ellos de nuevo. Mientras que las chicas admiraban aliviadamente la deseada tranquilidad en la Ciudad, y al fin disfrutando del cariño de su añorado padre.

Incluso April también se alegró mucho de reunirse con su padre, igual Casey con el suyo.

Todos estaban llenos de alegría tras recuperar a sus familiares y seres queridos.

Y hablando de seres queridos...

Donnie fue el primero en asegurarse del estado en el que se encontraba Nora. Visitó su casa lo más pronto posible.

Se llevó un gran alivio y alegría cuando vio que la rubia se encontraba sana y salva en su casa después del caos que provocaron los Triceratons

La abrazó con fuerza y cariño, por parte de la rubia aquel sentimiento fue mutuo, ya que desconocía el estado de sus amigos y los demás durante la angustiosa situación.

Junto a Donnie, Nora visitó la mansión para encontrarse de nuevo con Sara y Lara. La recibieron con un cálido abrazo, desde luego.

Posteriormente, las demás tortugas, incluidos April y Casey, no querían perderse la visita a la mansión para reunirse todo el grupo.

Pero después, cuando llegó el momento de contar todo lo que habían vivido en el espacio... las cosas empezaron a cambiar.

Especialmente, con Lara.

La pelirroja no aparecía por la guarida, y cada vez más empezaba a pasar lo mismo en la mansión.

Sara junto a Nora era con quien bajaba a la guarida para estar con las tortugas, y ellos visitaban la mansión de vez en cuando.

Pero Lara, empezaba a distanciarse de todos... de Raph.

A pesar de todo, no había perdido el tiempo, encontró la distracción perfecta para escapar de la angustiosa situación.

Pero ese, no era el único de sus problemas...

¿?: Tienes que tomar decisiones, Lara. Tienes que hacer algo. 

Lara: —Sus pensamientos le nublaban el juicio a pesar de que se encontraba en posición de ataque. E inesperadamente recibió varios puñetazos.— ¡Agh!

Contrincante: —De nuevo le atacó lanzando una patada dándole en el abdomen.— ¡Ah!

Lara: —Aquella patada la empujó hacia atrás chocándose con la esquina roja y las cuerdas del ring.— ¡Agh! —Suspiró pesadamente poniéndose seria se acercó hacia la contrincante.—

Contrincante: —Aprovechó la corta distancia para lanzarle otra patada.—

Lara: —Rápidamente bloqueó la patada con el antebrazo, y le lanza un puñetazo a la cara.— ¡Ah!

Contrincante: —Sin verlo venir recibió aquel puñetazo.— ¡Agh!

Entrenador: Buena técnica. —Felicitó a la pelirroja observando el combate.—

Lara-Gracias, Murray.

Contrincante: —Aprovechó la pequeña distracción para lanzarle un puñetazo.—

Lara: —Vio venir el ataque a tiempo y lo bloqueó juntando los brazos.— 

Entrenador: De nada. 

Contrincante: — Trató de atacarla de nuevo lanzándole un puñetazo.—

Lara: —Bloqueó nuevamente el puñetazo y se echó hacia atrás chocando con la esquina azul.—

Contrincante: —Aprovechó tenerla arrinconada para lanzarle varios puñetazos.—

Lara: ¡Nng! —Se cubrió el rostro con los brazos bloqueando los puñetazos en la cara.—

Contrincante: —Optó por atacarla con puñetazos por el abdomen ganando ventaja.— 

Lara: ¡Agh! —Exclamó quejándose del dolor por aquellos puñetazos.—

Chris: ¡Vamos, Lara! —Animó a su compañera.—

Lara: —Tenía que dejar de permitir quedarse arrinconada. Así que la agarró como pudo y con fuerza la llevó contra la esquina en la que estaba arrinconada para así devolverle los golpes en la cara y abdomen.—

Entrenador: ¡Así se hace! ¡Muy bien! —Exclamó orgulloso por la actitud de la pelirroja en el combate.—

Lara: —Su ira tomó presencia cuando le devolvía los golpes, literalmente fusilaba a su contrincante a golpes.—

Contrincante: —Como salida de aquel arrinconamiento, la empujó con fuerza logrando distancia entre ellas.— ¡Ah!

Lara: —Sin bajar la guardia se puso en posición de combate.—

Contrincante: —Se acercó a ella para atacarla con un puñetazo.—

Lara: —Esquivó el puñetazo agachándose, y al alzarse contraatacó lanzándole un puñetazo en la cara.—

Contrincante: —Recibió el ataque pillándola por sorpresa.— ¡Agh!

Lara: —Aprovechó el ligero aturdimiento para lanzarle una patada.— ¡Ah! 

Contrincante: —Fue lo suficientemente rápida como para bloquear a tiempo aquella patada con los antebrazos.—

Chris: ¡Eso es! —Exclamó animando la pelea.—

Lara: —Atacó de nuevo lanzándole un puñetazo, el cual fue efectivo, y volvió a atacar con otra patada.—

Contrincante: —Esquivó la patada y rápidamente la agarró de la pierna.—

Lara: —Cayó en la cuenta de que la iba a derribar al suelo, pero no lo iba a permitir. Cerró el puño y la atacó golpeándola en la cara contra el dorso del puño. — 

Contrincante: —No pudo defenderse de aquel ataque sorpresa y la soltó por el dolor.— ¡Agh!

Lara: ¡Vamos! —Exclamó provocando a su contrincante.—

Contrincante: —Tras su invitación optó por lanzarle varios puñetazos.—

Lara: —Con facilidad y ayuda de sus puños se defendió de los puñetazos, y contraatacó lanzándole una patada.—

Contrincante: ¡Agh! —Recibió la patada distanciándose de ella.—

Lara: —Continuó atacándola lanzando un puñetazo.—

Contrincante: —Se agachó para esquivar el puñetazo, y tras lograrlo la agarró para tirarla al suelo sin soltarla.—

Lara: —Le lanzó un puñetazo para poder ponerse en pie, y rodeó su cuello con un brazo tratando de inmovilizarla.—

Chris: ¡Vamos, Lara! ¡Tu puedes! —Animando a su compañera, estando insegura de cuál de las dos ganará el combate.—

Entrenador: —Este observaba la táctica de la pelirroja, pues siempre que la veía le resultaba una muy buena luchadora.—

Contrincante: —Se movía como podía tratando de escapar del agarre. Tras varios intentos inútiles, le lanzó un puñetazo en la cara.—

Lara: —Aquel puñetazo le pilló por sorpresa, y tras eso la soltó del agarre.—

Contrincante: —No dejó escapar la oportunidad para inmovilizarla con un brazo al rededor de su cuello, y se ayudó del otro brazo para reforzar el agarre.—

Lara: —Notando la dificultad para respirar llevó las manos hacia el brazo de la contrincante tratando de separarlo del cuello.—

Contrincante: —No tenía intención de ahogarla, pero tampoco pensaba perder el combate.—  

Lara: —Su expresión cambió radicalmente a una de enfado. No podía perder cuando tiene la victoria al alcance. La agarró del brazo, y con sus fuerzas tiró de ella ayudándose con el cuerpo para hacerla ceder y tirarla al suelo.—

Contrincante: —No esperó aquel movimiento pillándola por sorpresa, y chocó de espaldas contra el suelo.— 

Lara: —Se colocó sobre ella haciendo una llave para inmovilizarla impidiéndole cualquier defensa o movimiento.— 

Entrenador: —Sopló un silbato dando por finalizado el combate.— ¡Se acabó!

Lara, Contrincante: —Tras ponerse en pie se dan un pequeño abrazo en señal de paz y buen rollo entre ambas contrincantes.—

Lara: —Tras alejarse su contrincante, llevó una mano hacia su cuello enrojecido. Ella sabía cómo actuar para esos ataques, pero cuando sus pensamientos nublaban su juicio, se exponía totalmente vulnerable. Llena de frustración soltó un pesado suspiro.—

Tras acabar aquel combate, la pelirroja se dirigió a los vestuarios para cambiarse.

En el vestuario, también se encontraba una compañera de ring que en dicho combate animaba a la pelirroja.

Una chica de piel oscura, con cabello corto y rubio, y ojos marrones. Chris lleva más tiempo que la pelirroja dentro de los combates de kick boxing.

Desde que tuvo el primer combate con Lara, le pareció una buena compañera de ring, y una digna luchadora.

La pelirroja también podía decir lo mismo de Chris, no por nada se hicieron buenas compañeras.

Lara: —Terminó de colocarse la camiseta azul oscuro que le encantaba llevar.—

Chris: Hey Lara, has estado genial. —Felicitó sonriente.—  

Lara: Gracias. —Agradeció terminando de acomodarse su ropa ya puesta.— 

Chris: El entrenador está muy contento contigo. Deberías pensarte en participar en una pelea de verdad. 

Lara: Créeme, no lo necesito. 

Chris: Bueno, como quieras. Pero es una buena oportunidad para ti, yo todavía me lo estoy pensando. —Compartió pensativa en apuntarse a las peleas de verdad.—

Lara: Lo tendré en cuenta. —Respondió sonriente.—

Chris: —Tras oír el sonido de su móvil lo sacó de su bolsa deportiva, y sonrió al ver los mensajes.— Es Brian. Quiere que nos veamos esta noche.

Lara: Genial. Aprovéchalo todo lo que puedas. —Dijo aconsejándole junto con una pequeña sonrisa.—

Chris: Lo haré, claro que lo haré. —Respondió entusiasmada por verse con su chico.— ¿Te veré mañana? 

Lara: Mañana, pasado, y así continuamente. —Respondió sonriente y torciendo los labios ladeando la cabeza.—

Chris: Estupendo. Te cuento mañana. —Apuntó emocionada indicándola con el dedo.—

Lara:Mañana me cuentas. —Respondió igual.—

Chris: Hasta luego. —Se despidió para salir del vestiario.—

Lara: —Su sonrisa desapareció cuando recordó a cierta tortuga. De su cazadora de cuero sacó su móvil el cual todavía tenía de fondo una foto de ella y Raph juntos. Suspiró pesadamente y guardó el móvil de nuevo en el bolsillo.— 

La pelirroja ya estaba lista para salir del vestuario, y también del gimnasio.

Se dirigió hacia la salida hasta que el entrenador la detuvo.

Entrenador: ¡Hey, una de mis luchadoras femeninas estrella! —Exclamó orgulloso de la chica.—

Lara: No hay que exagerar. —Respondió poco entusiasta ladeando la cabeza.—

Entrenador: Claro que sí. Desde las dos semanas que llevas aquí, has vencido a muchas de las principiantes como tú. Nunca había visto algo así. —Indicó fascinado.—

Lara: Bueno, no es para tanto. Digamos que me tomo la pelea en serio. —Respondió indiferente encogiéndose de hombros.—

Entrenador: ¡Claro que lo es! ¡Hoy has luchado contra una profesional, y la has vencido! Eres sorprendente.

Lara: Nah, no es nada. —Respondió sonriente aún sin darle importancia.—

Entrenador: ¿Por qué no aceptas mi oferta de una pelea profesional? ¡Incluso si ganas también ganarías beneficio!

Lara: No lo necesito, pero te lo agradezco. 

Entrenador: Vamos. Peleas bastante bien como para participar en un campeonato, puedes hacerlo. —Insistió ofreciéndole la oportunidad de participar.—

Lara: Sólo vengo aquí para distraerme y por diversión. No tengo intención de llegar tan lejos. —Rechazó negando con la cabeza.—

Entrenador: Está bien, como quieras. Pero no olvides la oferta. 

Lara: La tendré en cuenta. —Respondió sonriente levantando el pulgar recalcando la afirmación.—

Entrenador: Muy bien, nos vemos. —Se despidió para poder seguir atendiendo al resto de luchadoras.—

Lara: —Suspiró rodando la vista, y salió del gimnasio. Notó en su bolsillo su móvil vibrar, era una llamada de su padre. La rechazó sin importarle, y conectó los auriculares para escuchar su música tranquilamente, con las manos dentro de los bolsillos de su cazadora mientras caminaba de vuelta a casa.—

No era la primera vez que Lara le colgaba las llamadas a su padre. No es que le gustase hacerlo, pero menos le gustaba darle explicaciones a este de lo que hacía y donde estaba en todo momento. 

Quería dejar de sentirse como una adolescente. Que ya tenía 20 años, no era ninguna adolescente de 15 o 16 años, sabía lo que hacía y a donde iba, y no tenía porqué darle explicaciones a nadie. 

Por otro lado, Roth y Sara se encontraban en la mansión, intranquilos por la actitud de la pelirroja. 

Roth: Nada, no me contesta. —Suspiró con preocupación.—

Sara: Puede que siga en el gimnasio, ella se toma su tiempo allí.  —Supuso tratando de calmarlo, mientras estaba dándole cálidas caricias a su perrito Brandy.—

Roth: Ella siempre me contestaba las llamadas, y siempre me avisaba cuando se iba o cuando volvía... Ya no lo hace. Desde que acabó aquella invasión alienígena está diferente. —Indicó caminando inquieto invadido por la preocupación.—

Sara: Papá, sabes el verdadero motivo de su cambio. —Se dirigió a él seriamente con preocupación, siendo obvia la situación sentimental de Lara con Raph actualmente.—

Roth: —Se detuvo en seco llevándose las manos a la cintura.— ¿Y si hablo con ella? 

Sara: No quiere hablar, no de eso. —Respondió.—

Roth: Sé muy bien lo que es sufrir por amor, pero, su comportamiento... sus salidas... Estoy seguro de que no fue así cuando Phil la cuidó hasta sus 17 años. —Dijo reflexionando en el cuidado de la pelirroja por su hermano durante su adolescencia.—

Sara: Lara necesita ayuda, pero ella no quiere ser ayudada. Así que, solo podemos darle tiempo. —Indicó encogiéndose de hombros preocupada.—

Roth: Es que... ¿para tanto fue lo qué pasó en el espacio?  —Preguntó.—

Sara: Para ella demasiado. —Respondió preocupada.—

Roth: Pero, ¿ha hablado con él? 

Sara: No le contesta las llamadas, y tampoco le saca conversación cuando lo ve, a pesar de que no se ven mucho... —Torció los labios sintiéndose cada vez más preocupada por la situación.—

Roth: Entonces tenemos que hacer algo, esto no puede seguir así. —Concluyó seriamente.—

Sara: —Reaccionó cuando escuchó la puerta de la entrada cerrarse. Llevó el dedo índice hacia su boca indicándole silencio por la llegada de Lara.—

Roth: —Tras su aviso se dirigió hacia la entrada del salón para recibir a su hija.— 

Lara: —Entró al salón encontrándose con su padre.— ¿Qué pasa?

Roth: Eso me pregunto yo, ¿qué pasa? —Preguntó seriamente.—

Lara: Pues nada, en el gimnasio. —Respondió indiferente encogiéndose de hombros.—

Roth: ¿Tan ocupada estabas cómo para no responder mis llamadas? —Cruzó los brazos notándose su descontento con su actitud.—

Lara: Sabes que no voy a ir a ninguna parte. ¿Qué falta hace que me llames siempre? —Preguntó fría frunciendo el ceño.—

Roth: No son pocos los peligros que suceden en esta ciudad a diario, y quiero saber dónde está y qué hace mi hija. —Contestó serio.—

Lara: Pues no te molestes, ya ves que pasan los días y aquí sigo. —Respondió indiferente, y dejó a un lado la bolsa de deporte.— Me voy a la ducha, no me gusta ducharme allí. —Dijo para retirarse y dirigirse hacia el baño.— ¿Qué hay, Sara?

Sara: Lara...  

Lara: No insistas. —Respondió fría hasta llegar a la puerta del baño, y pasar por ella para cerrarla, y dejarlos con las palabras en la boca.—

Roth: ... —Suspiró pesadamente ante la nada agradable actitud de su hija mayor.— Insisto, tenemos que hacer algo con ella. 

Sara: Si se te ocurre cómo... —Respondió encogiéndose de hombros.—

Roth: —Reaccionó sorprendido tras ver cómo tres figuras entraron y aparecieron detrás de su hija.— Creo que ya sé cómo. —Indicó con la mirada a su espalda.—

Sara: —Volteó poniéndose en pie alegrándose de la visita de las tortugas.— ¡Chicos! 

Mikey: ¡Hola! —Alegre corrió a abrazar a la morena.—

Leo: Te veo bien acompañada. —Indicó tras encontrarse a su chica con su padre y Brandy.—

Sara: ¡Leo! —Después de abrazar a Mikey corrió a los brazos de su novio para abrazarlo con fuerza.—

Leo: Hola, cielo. Yo también me alegro de verte. —Dijo alegre abrazándola sonriente.—

Raph: —Desvió la vista suspirando pesadamente.—

Sara: —Se separó ligeramente del abrazo para verlos a los tres.— Me alegra mucho veros.  —Le sonrió a su pareja junto con una cálida caricia en la mejilla, y se preocupó al ver a Raphael.— ¿Raph? 

Raph: ¿Qué hay? —Preguntó cabizbajo.—

Sara: ¿Todavía no habéis hablado? 

Raph: —Desanimado negó con la cabeza.— No. 

Roth: Veo que ambos estáis igual de mal. —Indicó tras ver el tan similar desánimo que el de su hija.—

Raph: Señor Cheryl, yo...

Roth: No tienes que explicarme nada, Raphael. Sara me lo ha contado todo, las dos versiones. —Dijo mostrando compasión por la tortuga. Estaba seguro de que él no lo hizo con intención, pues era consciente de todo el amor que siente por la pelirroja.—

Raph: Gracias... —Agradeció con una pequeña sonrisa.—

Sara: Está en su habitación, cansada. 

Raph: ¿Cansada? —Alzó la mirada preguntando confundido.—

Sara: En estas dos semanas ha estado yendo a un gimnasio de kick boxing. Supongo que no lo sabías... —Respondió encogiéndose de hombros.—

Raph: —Soltó un pesado suspiro.— Voy a hablar con ella. —Concluyó dirigiéndose hacia las escaleras.—

Sara: Suerte. —Le deseó desocupada.— Por cierto, ¿dónde está Donnie? —Preguntó.—

Leo: Está con Nora. —Respondió sonriente.—

Mikey: Pasando tiempo con "su novia". —Resaltó entre risas.—

Sara: Oh, no, ¿ya estamos con esas? —Preguntó riéndose levemente.—

Mikey: Cada vez me resulta más evidente. Como cuando pasábais tiempo juntos y os mirábais como tortolitos. —Dijo burlándose de la pareja.—

Leo, Sara: —Ambos se miraron un tanto incómodos por las burlas, pero se sonrieron dado que era cierto.—

Raph se detuvo frente a la puerta de la habitación de Lara. No estaba ni seguro de tocar la puerta, temía que acabaran peor de lo que estaban.

Pero necesitaba hablar con ella, necesitaba verla. Suspiró pesadamente tratando de calmarse, y tocó la puerta.

La pelirroja no tardó en abrir la puerta. La tortuga notó la expresión de sorpresa en cuanto le vio, no supo diferenciar si era algo bueno, o algo malo.

Ambos se quedaron unos cuantos segundos incómodos, sin saber cuál de los dos hablar primero.

Raph se apresuró en decir algo para que aquel silencio no perdurara.

Raph: Hola. —Saludó sonriente.—

Lara: ¿Qué? —Cuestionó cruzando los brazos y apoyándose en el marco de la puerta.—

Raph: ¿Cómo estás? 

Lara: Estoy. ¿Y tú? —Preguntó irrelevante.—

Raph: Bueno... Podría estar mejor. —Respondió referente a la mutua situación.—

Lara-Ya...

Raph: ¿Puedo pasar? —Se arriesgó a preguntar.—

Lara: —Suspiró meditando en la respuesta, y no le importó que entrara. Le indicó la respuesta con el movimiento de la cabeza.— Pasa.

Raph: —Con su permiso, entró. Observaba una desordenada habitación, llena de ropa por medio y cosas sin ordenar.— Veo que andas muy liada.

Lara: Obviamente no pensaba quedarme aquí encerrada, y pensar una y otra vez en lo que pasó. —Respondió fríamente cruzando los brazos.—

Raph: —Sin duda se lo veía venir. No quería responder a la defensiva, eso empeoraría las cosas. Optó por responder sereno.— No eres la única, yo también intento no quedarme encerrado en mí habitación.

Lara: ¿Tú? ¿Por qué? A ti nadie te ha hecho ningún daño, en cambio, a mí sí. —Acusó indirectamente.—

Raph: Lara, así no. No podemos seguir así. —Respondió preocupado por la situación.—

Lara: Raph, ¿qué parte de "necesito tiempo" no has entendido? —Cuestionó frunciendo el ceño.—

Raph: Tranquila, no te sulfures. Ya te he dicho todo lo que tenía que decirte... —Empezó a dirigirse hacia la puerta, pero no pudo evitar acercarse a ella de nuevo.—  Pero si quieres te lo explico otra vez. Te juro que yo no la besé.

Lara: No empieces, eh. Por favor te lo pido que no puedo más. —Rogó angustiada por la cada vez más desagradable conversación.—

Raph: ¿Lo ves? Los dos estamos mal. Esto significa algo. —Indicó tratando de hacerle entender que debían hablar las cosas, pero no estaba siendo nada fácil.—

Lara: Significa que esta situación no nos está haciendo ningún bien. Por eso mismo necesito mi espacio. Y no es momento para que me lo invadas. —Respondió fríamente.—

Raph: No pretendo invadir tu espacio. Sólo quiero que esto se arregle. —Rogó desesperado porque se solucionaran las cosas.—

Lara: Yo ya no sé qué pensar. Tengo el maldito corazón en un puño. Así no puedo hablar, ¿es qué no lo entiendes? —Preguntó notándose como su respiración se aceleraba.—

Raph: Pero continuando así no vas a solucionar eso. Deja que te ayude. —Se ofreció preocupándose por su pelirroja.—

Lara: Me ayudas si me dejas tranquila... —En el mismo instante recapacitó en lo que acababa de decir, y soltó un pesado suspiro.— No quiero despreciarte, pero necesito tiempo.

Raph: Vale. Lo entiendo, necesitas tiempo. Pero, ¿cuánto tiempo? —Preguntó desesperado.—

Lara: Raph, que no me agobies más. —Rogó angustiada y agotada.—

Raph: Está bien... Me tienes al teléfono siempre que lo necesites. —Concluyó mirándola preocupado. Realmente quería hablar con ella, pero no daba su brazo a torcer.—

Lara: —Tras escucharlo suspiró pesadamente, agotada de su insistencia. Con los brazos cruzados se limitó a desviar la mirada.—

Raph: —Observando la despreciada respuesta de la pelirroja, bajó la mirada desanimado, y salió de la habitación.—

Tanto la tortuga como la pelirroja se sentían angustiados con la gélida conversación.

Al menos se seguía notando los sentimientos entre ambos. Ese era el único lado bueno.

Mientras que la pelirroja salió al balcón de su habitación para tomar el aire y calmarse, la tortuga se reunió con el resto.

Todos ya supieron cómo les fue la conversación tras ver el desanimado rostro de Raphael.

Pero aún así no le faltó el apoyo.

Sara: Anímate, Raph. Ya verás cómo te perdona. —Dijo tratando de subirle el ánimo.—

Raph: ¿Tu crees? —Cuestionó dedicándose una mirada indecisa ante sus palabras.—

Sara: Sí, sólo dale tiempo. —Respondió sonriente.—

Roth: Es mejor que la dejes reflexionar. En caliente nunca sucede nada bueno.— Y ninguno de los que estamos aquí queremos eso.

Raph: —Reconfortado esbozó una pequeño sonrisa. Leonardo y Mikey lo apoyaban cálidamente, pero aún así no dejaba de sentirse fatal.—

Mientras tanto, a Donnie no le iba nada mal el rato con Nora. Los dos estaban tan charlando tan a gusto en la azotea de la casa de la rubia.

Donnie ya le había puesto al día de lo sucedido en el espacio, en lo más concreto.

Pero la tortuga le contaba de vez en cuando sus experiencias en la nave del Fugitoide, y en el espacio.

Nora: Entonces... ¿Me estás diciendo qué de verdad un robot espacial con el cerebro de su yo humano os ha estado ayudando en todo este tiempo? —Cuestionó frunciendo el ceño.—

Donnie: Así es, pero lo más fascinante de todo es que era un profesor excepcional. —Dijo mostrando su admiración.—

Nora: Sí, claro... —Respondió confundida con el ceño fruncido.—

Donnie: Te lo aseguro, tenía un conocimiento digno de admirar. Ojalá hubiera aprendido más de él. —Dijo cabizbajo.—

Nora: Seguro que aprendiste lo suficiente, no te desanimes. —Apoyó una de sus manos sobre su hombro dedicándole una sonrisa.—

Donnie: —Sin dudarlo le subió el ánimo ver aquella dulce sonrisa de la rubia. Pero desvió la mirada puesto que no quería exponer su atracción por ella.—

Nora: Y yo que pensaba que ya lo había visto todo. —Dijo sarcástica riéndose ligeramente.—-

Donnie: Sí, cuando crees que has tenido bastante con unos cerebros alienígenas, llegan unos dinosaurios alienígenas para sorprendernos.

Nora: Pero, se supone que se extinguieron debido a aquella explosión, ¿me equivoco? —Preguntó insegura recordando aquella noche.—

Donnie: No, así es. Aquella explosión no dejó ningún rastro de los Kraang ni de los Triceraton. Deduzco que ya no hay que preocuparse por ellos. —Celebró alegremente con una sonrisa.—

Nora: Eso es genial, la Tierra ha sufrido bastante siendo invadida "tropecientas veces" por esos alienígenas. Me alegra que eso se acabe por fin, y todo gracias a vosotros. —Agradeció alegremente.—

Donnie: Éramos los únicos que teníamos la oportunidad de salvar la Tierra entera, no podíamos fracasar. —Respondió sonriente resentándose el mérito de dicho logro.—

Nora: Si te soy sincera, realmente os admiro a todos. —Admitió reflexiva.—

Donnie: ¿Hm? —Confundido la miró sin entenderla.—

Nora: Vuestro entrenamiento y todas las experiencias os han ayudado a fortaleceros en todos los sentidos. Pero, yo no habría sido capaz de continuar. Sin mis seres queridos, sin nadie a mi lado,... Me habría hundido como un barco sin rumbo. —Confesó abrazándose a sí misma.—

Donnie: —Tras sus palabras se la quedó mirando asombrado. Al instante recordó las veces que veía y hablaba con un holograma de ella, lo que le brindó ánimo y fuerzas para continuar cuando más lo necesitaba.— Hay algo que no te he contado, pero no sé qué vas a pensar de mí...

Nora: —Lo miró tras oírlo y no quería perderse lo que fuera que no había contado.— Cuéntamelo.

Donnie: —Se quedó pensando unos instantes, pero cambió de idea.— No, mejor no... —Negó avergonzado.—

Nora: Vamos, me lo puedes contar. No recibirás un comentario negativo si es lo que temes. —Insistió tratando de saber lo que tenía que decir.—

Donnie: —Dada la insistencia de la rubia no se pudo negar.— Te conté sobre aquella holo-sala, ¿cierto?

Nora: Sí, aquella sala en la que Leonardo hablaba con un holograma de Splinter, y la usábais para entrenar. —Respondió recordando basándose en lo que Donnie le contó.—

Donnie: Yo también utilicé esa sala por lo mismo. A pesar de que solo era una simple copia de la persona original, hice lo mismo que Leo. —Admitió.—

Nora: Bueno, no es para avergonzarse, y tampoco estuvo mal. Al fin y al cabo, era tu padre. —Respondió optimista encogiéndose de hombros.—

Donnie: No la usé para hablar con Splinter, sino... contigo... —Admitió avergonzado.—

Nora: —Reaccionó sorprendida ante se confesión, obviamente no esperó oír aquello.—

Donnie: Estaba realmente mal por ti. De que no pudiéramos llevarte con nosotros, de haberte perdido, de no poder verte más... —Confesó mostrándose sentimental recordando cómo se sentía en aquellos fríos momentos.—

Nora: —Realmente le pilló por sorpresa, ni siquiera sabía qué pensar. A pesar de eso, la conmovió como nunca había sentido, incluso sentía una confusa sensación en el pecho que no era capaz de deducir.—

Donnie: —El silencio por parte de la rubia lo alarmó. Dirigió la mirada hacia ella preocupado por cómo le había sentado oír lo que recién había confesado.—

Nora: —Aquella extraña sensación en el pecho aumentó cuando la tortuga dirigió su mirada hacia ella. Sin saber aún qué decir, respondió.— Me alegra que lo hicieras...

Donnie: —La respuesta de la rubia también le sorprendió. Esperaba cualquier otra respuesta, pero sin duda le hizo sentir una ligera emoción. Y lo hizo saber correspondiendo con una sonrisa.—

Nora: —Tras la sonrisa de la tortuga, ella se encontraba casi inexpresiva debido a la sorpresa. Pero eso cambió cuando no dudó en devolverle la sonrisa.—

El momento fue interrumpido cuando el coche de la madre de Nora se presentó frente al edificio.

La rubia se dio cuenta enseguida de que su madre había vuelto del trabajo. Olvidó que Janice volvía a casa siempre que descansaba de su turno.

Nora: Ay, no... me había olvidado. Mi madre no puede verme aquí. —Dijo alarmada tras la llegada de su madre.—

Donnie: Tranquila. Vuelve a casa, yo me iré de vuelta con los chicos. —Concluyó tratando de calmar a la rubia.—

Nora: Lo siento, de veras. —Se disculpó lamentándose de su despiste.—

Donnie: No importa, seguiremos en contacto. Ahora vuelve. —Indicó dirigiendo la mirada hacia la puerta de la terraza para volver a su casa.—

Nora: Nos vemos pronto. —Dijo para brindarle un pequeño pero cálido abrazo a la tortuga.—

Donnie: —Aquel abrazo lo pilló desprevenido. En su mirada se reflejaba la sorpresa que sentía, pero al mismo tiempo, la emoción ante su cariño.— Sí, puedes estar segura.

Nora: —Se separó del abrazo para dedicarle de nuevo otra sonrisa. Y sin más tardar se apresuró en bajar a su casa.—

Donnie: —Cuando la rubia se alejó, no pudo evitar quedarse con una sonrisa embobada soltando un suspiro de esbozo. Pero volvió a la realidad cuando Janice se bajó del coche, indicando que era hora de irse.—

La noche ya se hizo presente en la Ciudad, y con ella la calma en la mansión.

La pelirroja se encontraba calmada, aunque con la mente dándole vueltas a lo sucedido hoy, y respecto el bache de su relación con Raph.

Se sentía colapsada, su mente transmitía el mismo bucle de imágenes y pensamientos continuamente.

Lo que le incrementaba el mal humor con el mundo, pero sobre todo reacia a dialogar con Raph.

Sentada con las piernas cruzadas sobre su cama, suspiró pesadamente llevándose las manos al rostro. Angustiada por aquellas negativas emociones que la invadían.

Unos toques detrás de la puerta de su habitación la sacaron de su tormento por unos instantes. Escuchó a la responsable.

Sara: Lara, ¿puedo entrar? 

Lara: ¿Estás sola? —Preguntó levantándose de la cama.—

Sara: Sí, puedes estar tranquila. —Aclaró.—

Lara: —Se detuvo delante de la puerta y le abrió.— No hace falta que me pidas permiso para entrar, mujer.

Sara: No me gusta entrar sin avisar. —Respondió entrando en la habitación.—

Lara: Que lo hagas tú no me molesta, pero sí... Los demás... —Dijo entre cortado, volviendo a pensar en la tortuga.—

Sara: ¿Los demás... o Raph? —Cuestionó ladeando la cabeza.—

Lara: Es que... veo en mi cabeza aquella perturbadora escena cada vez que lo veo. Sin quererlo me pongo a la defensiva, y...

Sara: ¿Sin quererlo, estás segura? —Preguntó dudando de sus palabras.—

Lara: —No supo qué responder. Agachó la mirada soltando un suspiro.—

Sara: ¿Quieres hablar?

Lara: Sabía que se pasa mal en el amor. Pero lo peor es cuando te engañan de esta manera. —Dijo dirigiéndose hacia el balcón de su habitación.—

Sara: Lara, sabes bien que Raph no te engañaría. —Respondió haciéndole recapacitar—

Lara: Yo ya no sé nada. Ni siquiera sé si quiero verlo. —Apoyó los brazos sobre la valla del balcón, mirando el cielo pensativa.—

Sara: Vamos, en algún momento tienes que cambiar de parecer, Lara. —Preocupada se acercó a ella.—

Lara: Es que... Todo esto se me hace muy costoso. Jamás había pasado por algo como esto, y es un maldito infierno... —Cerró los puños aguantando toda su angustia.—

Sara: Paciencia, Lara. —Apoyó la mano sobre su hombro y le dijo tratando de reconfortarla.—

Lara: —Soltó un pesado suspiro tratando de tranquilizarse.— Sabes que no me resulta fácil...

Sara: Lo sé. —Comprendía el estado de su hermana, lo cierto es que no se la podía culpar.—

Lara: ¿Sabes? Estoy harta del tormento que sufro en mí cabeza. Quiero remediarlo...

Sara: ¿Cómo? —Preguntó presentando su atención mientras acariciaba su espalda con calidez.—

Lara: Cuando estoy en el gimnasio no pienso tanto como aquí. Así que necesito más, necesito... distracciones.

Sara: Me parece bien, pero tampoco debes descuidar la situación, Lara. Claro que puedes distraerte, pero sin olvidar las responsabilidades. —Respondió aconsejando a su hermana.—

Lara: Bueno, depende.

Sara: Lara, tienes que hablar con Raph. Tenéis que hablar. —Dijo tratando de hacerle recapacitar.—

Lara: No quiero empeorar la situación, Sara. Y tengo miedo de que acabe todo a peor por mi culpa... —Respondió angustiada mirando el cielo.—

Sara: Eso no va a pasar, estoy segura. —La abrazó con el brazo por detrás de sus hombros, y apoyando la cabeza junto la suya.—

Lara: Quizá tengas razón. Pero, aún así... —Respondió en un susurro. No pensaba descuidar la situación, pero sí se quedó pensando detenidamente en esas distracciones.—

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