Capítulo 113. Venir sin avisar
Alex: ¡¿Pero qué co...?!
La pareja se inmovilizó de inmediato ante la abrupta llegada de Alex. Nora alzó la vista encontrándose con la mirada congelada y expectante de la tortuga quien mantenía contacto visual con Alex desde que entró.
Ambos fueron conscientes de la pillada tan imprevista en la que Alex les había atrapado.
Alex se mantenía en la misma posición, no era capaz de mover ni tan siquiera un músculo de la sorpresa con la que se había encontrado. Sólo mantenía la vista hacia esa tortuga gigante, esperando a que su hermana le diera ciertas explicaciones.
La rubia cogió valor para girarse y dirigirse hacia su hermana, esta se percató de la cara poco amable con la que se dirigía a ella.
Nora: ¡¿Pero yo qué te dije?! —Exclamó sin recibir respuesta alguna de su hermana.— ¡Qué me avisaras en cuánto vuelvas!
Alex: Perdona, guapa, pero habías dicho que avisara "cuando vuelva", no antes de volver. —Contradijo a la rubia con burla, a lo que esta sólo se mostraba más decepcionada.— Lo sabía, sabía que aprovecharías para estar con "tu novio secreto". Pero no esperaba que el famoso Donnie fuera... ¿Una tortuga?
Nora: Osea, que esta vez he sido tan idiota como para no verlo venir... —Afirmó Alex con una sonrisilla incrédula. La rubia resopló con decepción llevándose una mano a la frente.— Mi carrera se fundamenta en prevenir las cosas, y fallo para esto... Bravo, Nora...
Alex: ¿Puedes dejar de frustrarte de ti misma por un momento, y explicarme qué haces liada con una tortuga gigante? —Cuestionó encogiéndose de hombros de lo más confusa, regresando la vista hacia la tortuga.—
Donnie: En realidad... soy un mutante. —Respondió entre cortado a la pequeña. Los nervios y la incertidumbre lo estaban invadiendo por dentro, pero en este momento consideraba que disimularlo era de lo más conveniente.—
Alex: —Frunció el ceño cuando la respuesta de la tortuga fue toda una sorpresa para ella, sobre todo, por esa voz tan peculiar y familiar al mismo tiempo.— Espera... Di eso otra vez.
Donnie: —Zizagueó con la vista por unos instantes, esa petición de la pequeña no se la vio venir. Supuso de alguna sospecha que ella pudiera tener sobre él. Pero para saberlo, tenía que acatar su petición.— Soy un mutante.
Alex: —Abrió los ojos atónita cuando pudo apreciar completamente la voz característica de la tortuga. Llegó a la conclusión de que ya lo había conocido en cierta ocasión.— ¡Eres tú! ¡El mismo qué me salvó de los Dragones púrpura!
Nora: —Tanto ella como la tortuga se miraron asombrados del acierto tan repentino que había lanzado la pequeña.— ¿Cómo lo has sabido?
Alex: Esos calmantes me dejaron atontada, pero seguía consciente, y que yo sepa no producen sordera. —Dijo lo último realzándolo con su incredulidad característica.—
Donnie: Veo que no eres la única chica inteligente de la familia. —Dijo a la rubia quien resoplaba nuevamente. Regresó la vista a la pequeña, quien no le perdía el contacto visual. No parecía estar asustada cada vez que se observaban, algo que le llamó considerablemente la atención.— ¿No estás asustada... o algo?
Alex: Estoy flipando. ¿Te sirve? —Respondió incrédula hacia la tortuga. Dirigió la vista hacia Nora esperando por más explicaciones.— Y tú, ya me podías haber dicho que tú novio es el mismo tío que me salvó.
Nora: No hace falta que te diga lo complicado que es contar algo así. —Indicó a la tortuga con la mirada. Donnie se mantenía callado, pero inquieto por la pequeña. La pareja compartía mutuamente la misma incertidumbre ahora que Alex los había descubierto.— Bueno... Supongo que te encargarás de contarlo a Liam, papá y mamá.
Alex: ¿Estás de coña? No pienso hacer eso. —La pareja reaccionó con asombro ante la precisa y afortunada respuesta de la pequeña.— Al fin compartimos el secreto de los secretos entre hermanas. Es... Es genial. ¿No os parece?
Nora: —Ella y la tortuga se miraron entre ellos, incrédulos por la manera en la que la pequeña parecía verse entusiasmada con la idea de guardar un secreto tan complicado y peculiar como lo era el descubrimiento de su relación.—
Donnie: Entonces... ¿Debería estar preocupado, o puedo fiarme de ti? —Preguntó con una sonrisilla nerviosa, invadido por la incertidumbre.—
Alex: Mira, no entraré en cómo le has podido gustar tanto a mi hermana... —La mencionada le dedicó una mirada avergonzada a la par que asesina como respuesta.— Pero, oye, me has caído guay. Y no sólo por haberme salvado. No pareces tan capullo como lo era Charles.
Donnie: En eso estamos de acuerdo. —Rió levemente tratando de sonar gracioso, era una manera sutil de ganarse su confianza. Parecía funcionar cuando la pequeña se rió también. No pudo evitar esbozar una sonrisa aliviada a la par que alegre.—
Nora: Sois adorables... —Incrédula, les sacó unas risitas por igual. No daba crédito a la complicidad que apenas se había generado entre Alex y la tortuga. Era curioso de ver, pero eso significaba que podían darles un voto de confianza.— Vale, pero... Tienes que hacer una promesa de la que podamos confiar.
Alex: ¿Sabes? Me ofende que no confíes en tú hermana. —Reprochó con decepción cruzándose de brazos.—
Nora: Precisamente, confiaba en que me avisaras de tu vuelta a casa... —Contradijo a la pequeña ladeando la cabeza con incredulidad.—
Alex: —Negó rodando la vista restándole total importancia.— Venga ya, el error ha sido tuyo. —Aquello hizo reír ligeramente a la tortuga. Pero para Nora fue casi como un insulto, mirándola amenazante con el ceño fruncido.— Vale, que sí.
Nora: Insisto, Alex. —Dijo seriamente.— Comprende que esto no se trata de cualquier tontería, y temo que metas la pata.
Alex: ¿Qué más necesitas para confiar en mí? —Se encogió de hombros con indignación.— Yo ya confío en Donnie por haberme salvado. Con eso basta para que confíe en mi. ¿Verdad, socio?
Donnie: Bueno, me basta con tu reacción. No todo el mundo reacciona así ante un mutante, me reconforta que te lo tomaras así. —Explicó esbozando una sonrisilla de complicidad hacia ella.—
Alex: Se entiende. —Dijo incrédula mirándolo de arriba abajo. Pero no pudo ignorar esa sonrisilla de la tortuga, viéndose contagiada por la misma sonrisa y riéndose levemente.— Pero eres buen tío en realidad.
Donnie: Y tú no eres tan irritante según tú hermana. —Dijo burlón dirigiéndose hacia la rubia.—
Nora: Lo que me faltaba... ¿Teníais qué ser los dos tal para cual? —Resopló con indignación llevándose una mano a la frente.—
Alex: —Junto a la tortuga no pudo evitar reírse y burlarse de su hermana. Nuevamente se quedó observando a la tortuga, esta vez con una sonrisa más amplia.— Prometo no delatarte, ni lo que sea que es lo vuestro.
Donnie: Me sirve. —Aceptó riéndose de conformidad. Sonriente agradeció a la pequeña.— Gracias.
Alex: No es nada. —Restó relevancia encogiéndose de hombros.— Bueno, en verdad sí... Tenéis que contarme cómo fue que surgió lo vuestro desde mi secuestro.
Nora: Ya sabía que no te ibas a conformar con nada... —Suspiró pesadamente con resignación. Dirigió la vista hacia la tortuga, encogiéndose de hombros indecisa.— ¿Empiezas tú?
Donnie: Espero no sonar aburrido. —Se encogió de hombros entre risitas.—
❇
Los días se transformaban en semanas conforme iba pasando el tiempo. Cada quien tenía sus asuntos y problemas. No tenían mucho que hacer más que afrontar lo que le había tocado a cada uno de mejor forma.
Y eso implicaba avanzar en sus vidas, afrontar la nueva etapa en la que se encontraban para seguir adelante.
Los recién casados fueron los primeros en dar ese significativo paso que sería el primero de todos, para la familia.
La calma les continuaba sonriendo durante el par de semanas posteriores a la boda. Disfrutando de la Luna de Miel en todos los sentidos, como una oportunidad de desconexión total, sosiego, y unos momentos muy importantes que compartían la pareja.
Como era de costumbre, Leonardo aprovechaba el cálido sol de las mañanas para meditar en el campo frente a la casa. No sin antes asegurarse de que su —ahora— mujer estaba en buenas condiciones, además de prepararle su desayuno.
Pero sobre todo, estaba completamente atento al embarazo de su mujer cada momento del día.
En lo que el líder meditaba, ella aprovechaba los rayos del sol que iluminaban el porche de la casa con un tazón en la que tomaba un té preparado por la tortuga. Esos ratos cálidos llenos de paz no tenían precio para ella.
Sara ya había pasado los 4 meses de embarazo, y el crecimiento de su barriga así lo anunciaba. Por no hablar de que las consecuencias de sus limitadas capacidades ya tornaban a hacerse presente, y el fatigoso calor del verano no ayudaba.
Resultaba curioso para los dos el descubrir los antojos y efectos que tenían el embarazo sobre Sara. Aunque ella tenía una lucha continua por no dejarse llevar.
En la actualidad, Leonardo estaba en la cocina preparando un zumo de naranja para él y su mujer. Se percató de su llegada después de que Sara dedicase un rato para regar las plantas que había en los alrededores.
Ella se dirigió a la cocina cuando su marido le avisó en donde se encontraba. Leonardo observó a su mujer acomodando su pelo cuando entró en la cocina.
Leo: Si es mi preciosa mujer. —Dijo sonriente.—
Sara: De preciosa más bien poco con estas pintas... —Resopló. Se acercó a él llevando una mano a su hombro.— ¿Qué haces?
Leo: Zumo de naranja. Quería prepararte una merienda para cuando volvieras. —Aprovechó la cercanía de su mujer para depositarle un beso en su sien una vez había terminado de exprimir.—
Sara: Mientras sólo sea zumo... —Se apoyó de espaldas casi sentándose sobre la encimera de la cocina mientras observaba al líder vertir el zumo en una jarra.— Me está dando pánico de lo que me pueda sentar bien o no.
Leo: Bueno, tendremos que comprobarlo para saberlo. —Del zumo de la jarra la repartió en dos vasos, uno para cada uno.— Últimamente estás comiendo de más.
Sara: Pues eso se va acabar. —Bufó con indignación.— Me voy a quitar los dulces, todos en general.
Leo: Cariño, sabes qué ahora tienes que comer por dos, ¿verdad? —Señaló mirándola sonriente.—
Sara: Me lo recuerdas siempre. —Ladeó la cabeza con incredulidad. Esbozó una sonrisa cuando observó detenidamente esa sonrisa del líder.— Adoro que estés tan volcado con el bebé y nuestras necesidades.
Leo: Es esa ahora mi responsabilidad. —Le dedicó una cálida sonrisa sintiéndose de lo más feliz. Sara respondió con otra sonrisa. Agarró uno de los dos vasos con el zumo para ofrecérselo.— Ten, merienda.
Sara: Gracias. —Agradeció entre risitas. Tomó unos cuantos sorbos del zumo tan pronto como se hizo con el vaso.— ¿Sabes algo de los demás?
Leo: Por ahora nada. Parece que todo va bien. —Supuso con alivio, puesto que deseaba pasar la Luna de Miel fuera de preocupaciones.—
Sara: Ya era hora. —Esmutó con el mismo alivio que su marido. Nuevamente, tomó otro sorbo del zumo, relamiéndose los labios por lo sabroso que estaba.— Te ha salido muy bueno.
Leo: —Ante el alago de su mujer agarró su vaso para probarlo. Sonrió victorioso por lo bien que sabía el zumo.— Se me ha dado bien.
Sara: Eso compensa la mala pata en la cocina. —Se burló entre risitas a lo que este respondió con una sonrisa incrédula. El zumo sabía dulce a pesar de que no tuviese azúcar. Pero algo la alarmó cuando sintió una curiosa sensación en el vientre.—
Leo: No me digas que ahora te sienta mal... —Esmutó con el ceño fruncido sospechando de su alarmado gesto.—
Sara: No es el zumo. Es raro, pero... Es como un... aleteo. —Titubeó buscando la mejor forma de explicarse. Dejó el vaso en la encimera para prestarle más atención a esas sensaciones de su vientre. — Creo que se está moviendo...
Leo: —Ambos compartieron una mutua sonrisa llena de ilusión. Al instante, el líder dirigió una de sus manos al vientre de su mujer. Dedicó unos momentos para tratar de notar a su bebé. Su sonrisa se borró.— No noto nada...
Sara: Estoy segura de que lo he sentido moverse. —Torció los labios encogiéndose de hombros. Sintió verdadera lástima de que su marido no pudiera notar los movimientos del bebé como ella empezaba a sentirlos.— Debe de ser pronto aún...
Leo: Entonces sólo tú puedes sentirlo por ahora... —Su mujer se rió por su refunfuño de envidia. Bajó al vientre de su amada abrazándola por la cintura para depositarle varios besos en la barriga.— Pero yo sí puedo darle besos.
Sara: —Rió por el gesto del líder, sintiendo además unas ligeras cosquillas por los besos de este. Lo abrazaba por el cuello mientras disfrutaba de esos besos en su vientre.—
Leo: —Compartía leves carcajadas con su amada en lo que besaba su vientre. Se alzó y atrapó los labios de ella siendo correspondido.—
Sara: —Disfrutaba del beso, hasta que escuchó el sonido del teléfono sonar. Con la intención de ir a contestar, empezó a reírse de que su marido le impida separarse aún entre el continuado beso.— Tengo que contestar...
Leo: Después. —Pidió entre el beso. Por un segundo ella parecía acatarle, pero mientras más sonaba el teléfono más quería ir a contestar.—
Sara: Espera, espera... Puede ser importante. —Logró separarse del líder para ir a buscar su teléfono, el cual estaba tirado sobre el sofá. Contestó a la llamada en cuanto se hizo con él.— Hola, Jack. ¿Qué pa...?
Leo: —Le arrebató el móvil a su mujer dejándola con la palabra en la boca en cuanto se percató de quien se trataba. No le hacía mucha gracia que molestaran a Sara sobre Los Kairos y sus novedades. Ella cruzó los brazos frunciendo el ceño. — ¿Qué pasa contigo?
Jack: También me alegra oírte, Leonardo... ¿Os pillo aún de Luna de Miel?
Leo: ¿Tú qué crees? —Preguntó incrédulo haciendo evidente la respuesta.— No quiero que molestes a mí mujer con vuestros líos.
Sara: —Le conmovió esa protección que el líder tenía sobre ella, pero debía saber toda novedad sobre su gente, por muy poco que le apeteciera. Se hizo con su móvil de vuelta para responder, aunque la cara de su marido fuese de descontento.— ¿Hay novedades?
Jack: Precisamente. Los nuestros han colaborado con los mercenarios del clan ninja ese, con la chica esta al mando...
Sara: Karai, sí. Es mi... cuñada. —Titubeó frunciendo el ceño sintiendo la extrañeza de vincular a la kunoichi del pie como su cuñada. Leo rió ante eso.— ¿Ha ido todo bien?
Jack: Han conseguido desmantelar varios trapicheos del muerto... ¿Shredder, se llamaba? Bueno, el caso es que la colaboración está funcionando.
Sara: Buenas noticias. —Celebró sonriendo a su marido, quien estaba atento siguiendo la conversación. Él asintió conforme.— ¿Se ha pasado Karai por allí para hablar contigo?
Jack: Según dice, no se pasará hasta que no quede nada por desmantelar. Va muy a su aire esta chica... En fin. ¿Qué hay de ese maletín?
Sara: Prefiero inquietarme más adelante por lo que sea que contenga. Tengo algo más importante de lo que preocuparme. Hasta entonces, iremos por las organizaciones criminales y maleantes que podamos.
Jack: Ojalá fuera tan sencillo... Los peces gordos van a querer negociar por conservar el dominio de territorios.
Sara: Cuento con ello. Pero no puedo hacer mucho más en estos momentos. —Resopló con resignación.— Gracias por informarme, Jack.
Jack: No me las des todavía. Se supone que somos socios, los marrones nos lo comemos los dos.
Sara: Que sí, tranquilo. —Observó al líder aparentemente impaciente por la extensa conversación. Rodó la vista negando con una sátira sonrisilla.— Ya hablamos.
Leo: —Esperó impaciente a que Sara colgase la llamada, con la intención de reñirla por atender a Jack.— No me gusta que sigas metiéndote en esos líos. Jack va a lidiar con todos los marrones hasta que yo lo diga.
Sara: Serán todos entonces. —Bromeó entre risas, a lo que el líder la miraba incrédulo.— Tenía que saber si la colaboración con Karai daría resultado. Y vaya que sí. Adiós a los trapos sucios de Shredder. —Celebró victoriosa.—
Leo: Vale, son noticias buenas de oír. Pero... —La rodeó por la cintura con la intención de atraerla hacia él. Ella llevó las manos a sus pectorales, mirándose a los ojos mutuamente.— ¿Por dónde íbamos?
Sara: Te estás tomando muy en serio la Luna de Miel. —Incrédula dijo entre risitas. Esbozó una embobada sonrisa por la atractiva cercanía entre los dos. La distancia entre ellos se rompió cuando retomaron el beso.—
Leo: Una tortuga no se casa todos los días —Respondió él entre el beso, haciendo reír a su mujer.—
La pareja optó por retomar y disfrutar del beso volviéndolo apasionado. Por supuesto, el beso llevó a algo más.
Para algo debían aprovechar la Luna de Miel, ¿no?
❇
Tras la ida de Roth para su vuelta al trabajo llevando a manos la matriculación de Lara para un curso online en una escuela de adultos, la pelirroja no se daba por vencida con el tiro con arco.
La constante práctica comenzaba a cobrar resultados, aunque todavía no había alcanzado la perfección.
En cuanto preparó otra flecha para disparar, se aseguró de mantener una posición firme, conservando los brazos estables, y una mente en blanco para concentrarse. Disparó cuando creyó el instante acertado.
Bajó el arco para fijarse en el resultado. Había rozado el punto central. Suspiró pesadamente llena de frustración, no entendía cómo podía ser que hubieran días que se le haya dado mejor, y ahora cambiase a peor.
En momentos como este cuando recordaba las lecciones del maestro Splinter. De ahí que inevitablemente un recuerdo llegara a su mente, el día en el que el maestro rata le enseño a manejar el arco por primera vez.
Ella se limitó a observar en la manera en que Splinter dominaba el tiro con arco. Cuando ella sujetó el arma por primera vez, con su voz serena y sabia le hacía saber la posición que debía adoptar para dominarlo, y la firmeza que debía mantener para lograr dominarlo.
La pelirroja observaba el cielo pensando en aquel recuerdo. Bajó la mirada suspirando con pesadez, observando detenidamente el arco entre sus manos. Pensar que ahora dependía de ella dominar el arma, se convirtió en un reto para ella.
Salió abruptamente de sus pensamientos cuando el fuerte y sonoro timbre de la puerta principal empezó a sonar. Volteó hacia la puerta para regresar al salón, no sin antes dejar el arco apoyado en la pared del patio interior.
Cuando entró, observó la tranquilidad que Raph y Donnie estaban teniendo. No era para menos puesto que su visita a la mansión era un intento por entretenerse, y distraerse de la situación actual.
Lara: ¿Es qué sólo yo he oído la puerta? —Incrédula viendo a los chicos sin inmutarse.—
Raph: Es tú casa, ¿te acuerdas? —Contradijo burlón con la misma incredulidad.—
Lara: Pues no espero a nadie... —Su prometido se encogió de hombros. Intrigados por la inesperada visita, se acercaron hasta la sala técnica para averiguar quién estaba llamando.— Donnie, accede a la cámara de la puerta.
Donnie: Se supone que tu padre ha vuelto al trabajo, ¿verdad? —La pelirroja asintió en lo que el de morado accedía a la cámara de la puerta principal.— Veamos de quién se trata.
La tortuga de morado tecleó el ordenador principal vinculado con las cámaras de seguridad. De entre todas las que estaban operativas, accedió a la de la entrada.
Se llevaron una grata pero inconveniente sorpresa por igual cuando vieron quienes habían venido de visita.
Donnie: Es Nora. —Indicó con una grata ilusión esbozando una sonrisa de alegría.—
Raph: No viene sola, romeo. —Aclaró con incredulidad señalando a la chica que la acompañaba.—
Lara: Mierda, viene con su coleguita. —Reconoció al instante a la pelinegra. Miró a los chicos compartiendo mutuamente la misma sensación de apuro.— Escondeos.
No tardaron en ponerse a cubierto tras la advertencia de la pelirroja. Suspiró con resignación dirigiéndose hacia la puerta.
Antes de abrir la puerta, se aseguró de que los chicos se habían ocultado. Giró la manivela de la puerta encontrándose de cara con Nora y Carol.
Carol: ¡Hey, Lara! ¡Cuánto tiempo! —Exclamó dedicándole una sonrisa alegre.—
Lara: Qué hay. —Saludó con una ligera sonrisa.— ¿Y esta visita sopresa? —Le cuestionó a la rubia.—
Nora: Había quedado con Carol después de que terminase el curso. Os echábamos de menos y... ella insistió en haceros una visita sorpresa. —Respondió encogiéndose de hombros.—
Cara: Nora me ha dicho que vivís en una mansión. Y... vaya que era verdad. —Dijo con admiración.— ¿Puedo verla? —Sonrió ilusionada por ver el hogar tan asombrosamente enorme de las chicas.—
Lara: Claro, pero mejor otro día. No tengo la casa muy... disponible que digamos. —Esperanzada de que funcionara, hizo el sutil intento de que la pelinegra evitase entrar.—
Carol: Nah, no te preocupes. —Negó restándole importancia. Seguía mostrando más ilusión por ver la mansión.— Aunque sea sentarnos y tomar algo.
Lara: —Se mantuvo en silencio unos segundos. Observaba detenidamente a Nora, pero sabía que era inútil insistir. Estar sentadas mientras tomaban algo no sonaba tan mala idea.— Venga, vale.
Carol: ¡Genial! —Celebró con emoción. Abrazó a la pelirroja cuando esta abrió completamente la puerta para darles mejor acceso. La pelirroja correspondió el abrazo.—
Lara: Esto, Carol... Ve hacia delante al salón, ya mismo voy. —Invitó señalando con la mirada dicha sala.—
Carol: Estupendo. —Accedió sin dudarlo. Se adelantó dejando a las chicas en el recibidor.—
Nora: —Esperó a que la pelinegra se alejase lo suficiente para poder hablar brevemente con Lara.— Sé que no te gustan las visitas inesperadas... No se puede hacer mucho con ella cuando está en el plan de insistencia.
Lara: Ya me he hecho una idea... —Incrédula hizo referencia a la insistencia de la pelinegra por entrar.— ¿No había otro día mejor?
Nora: Quería verte para hablar. Pero... he tenido complicaciones. —Justificó rascándose la nuca recordando cierto giro imprevisto con el que había tenido que lidiar.—
Lara: Lo que sea no será nada por la gracia de "venir sin avisar". —La rubia frunció el ceño sin entender la sutil indirecta de que habían venido en el peor momento.—
Impidiéndolas continuar la conversación, Carol las llamó notándose lo asombrada que se mostraba con tan solo ver el gran salón.
Tanto Lara como Nora se miraron entre ellas, compartiendo la misma resignación y frustración por el impedimento a explicarse de lo que trataba de decirle la una a la otra.
La pelirroja resopló con resignación, y se adentraron reuniéndose con la pelinegra en el salón. Esta observaba cada ángulo del salón con gran expectación. Por cortesía, les ofreció algo para tomar, a lo que Carol respondió que un refresco y Nora un zumo.
Nora se ofreció para ayudar a Lara con la bebida, pero la pelirroja se lo impidió. Indicó a la pelinegra con la mirada, haciéndola entender que no era buena idea dejarla sola. Ella asintió y se quedó con Carol admirando el salón y acariciando a las mascotas en lo que Lara preparaba las bebidas.
La pelirroja regresó llevando una bandeja en la que portaba las bebidas para las tres durante el rato de tertulia que tendrían. Ella se sentó en el sofá contrario de frente a Nora y Carol.
Nora: Muchas gracias, Lara. —Sonriente agradeció a la pelirroja haciéndose con su zumo.—
Lara: No es nada. —Sonrió a la rubia.— ¿Qué, te gusta la mansión? —Se dirigió a la pelinegra con curiosidad.—
Carol: Es preciosa. Nunca pensé que vuestra casa fuese tan... impresionante. —Señaló llena de admiración. Le agradeció por el refresco a lo que Lara devolvió el gesto.— ¿Cuánto tiempo lleváis viviendo aquí?
Lara: Es complicado de explicar. —A la vista estaba de que Carol no se conformaba sin la respuesta. Resopló resignada.— Aprovechamos un proyecto abandonado de construcción. Logramos reconstruir esta mansión como la de Nueva Zelanda, pero mejor, claro. —Explicó breve con orgullo, tomando otro sorbo de la cerveza.— Y aquí estamos.
Carol: Impresionante. —Indicó fascinada.— Por cierto... ¿Dónde está Sara? —Preguntó después de darle un sorbo a su refresco.—
Lara: —Mantuvo el silencio antes de responder. Era evidente que Carol preguntaría la ausencia de la morena.— De viaje con su novio.
Carol: No pierde el tiempo. —Se alegró por ella entre risitas.— La última vez que la vi fue en la graduación de Nora. Ah, esto que quede entre nosotras... A Sara la vi un poco más... "gordita".
Lara: —Antes de responder, miró de reojo a la rubia, a lo que ella se encogió de hombros sutilmente sonriendo nerviosa.— No pierde el tiempo como bien dices...
Nora: —Observó la confusión de Carol tras la sutil insinuación que Lara dejó caer sobre Sara.— Tú siempre echando flores. —Bromeó con la pelirroja, logrando hacerlas reír siguiendo con la broma.—
Después de la tertulia, Carol se impacientó por explorar la mansión. Nora se ofreció de guía como si de un "room tour" se tratara. Lara se vio en la obligación de intervenir con otra idea que le daría el espacio suficiente para estar a solas solas Nora.
Le pidió ayuda a Nora para recoger la bandeja con los vasos de las bebidas, mientras que ponía a prueba la paciencia de Carol.
Nora la acompañó hasta la cocina mientras esta dejó la bandeja con las bebidas sobre la encimera. Era el momento para avisar a Nora de que no estaban solas, pero la rubia se adelantó.
Lara: Oye, ya sé que estoy siendo irritable, aunque de normal lo sea... Pero, te digo que
Nora: Alex me ha pillado con Donnie. —Lara frunció el ceño incrédula, puesto que no lo vio venir.— Teníamos la casa para nosotros una noche. Alex fue más lista que yo sabiendo que aprovecharía para estar con él...
Lara: —Se la quedó mirando frunciendo el ceño, seguía sin dar crédito.— Qué callado se lo tenía Donnie... Joder, Nora... ¿Qué ha pasado con nuestras llamadas de emergencia?
Nora: No he podido separarme de Alex por miedo de que metiera la pata con mis padres... —Se justificó con indignación.— Tampoco podía separarme del teléfono por si a Alex le daba por fisgonear y descubra al resto.
Lara: Pues puede no ser la única... Los chicos están aquí. —Nora abrió los ojos como platos llevándose una mano a la cabeza.— Les invité a pasar el día aquí para que salieran de las alcantarillas y se animaran un poco.
Nora: Pero, si les has avisado antes de abrir, supongamos que ya se habrán ido. —Supuso encogiéndose de hombros.—
Lara: ¿Cómo? Las ventanas dan a parar a la entrada, y solo hay una puerta por la que entrar y salir de aquí.—Señaló incrédula.— Raph y Donnie han ido a esconderse, pero... —Abrió los ojos como platos al caer en la cuenta.— Mierda, Mikey se estaba dando un baño en la piscina, y no me ha dado tiempo de avisarle...
Nora: —Antes de pensar en lo peor, supuso que haya sido avisado.— ¿No le habrán avisado ellos?
Lara: ¿Puede...? —Ambas se miraron entre ellas sobrecogidas ante la duda. Salieron corriendo de la cocina en busca de Carol.—
Las chicas se estaban temiendo lo peor cuando salieron al salón y Carol no estaba. Las puertas de los pasillos hacia el patio interior y la de la piscina estaban abiertas. Se asomaron al patio interior, pero Carol no estaba allí. Se miraron entre ellas cuando resultó que debía de estar en la piscina.
Apresuradamente llegaron a la piscina. Efectivamente, Carol estaba allí, admirando la piscina.
Carol: ¡Tía, ¿cómo no has dicho qué tienes piscina?! —Exclamó entusiasmada. Admirada cada cosa de la mansión, pero para ella, la piscina era de lo más.—
Lara: Me gusta que sea una sorpresa a descubrir. —Se justificó encogiéndose de hombros.—
Nora: Tenemos que darnos un baño un día de estos. —Ellas asintieron plenamente de acuerdo con el plan.—
Carol: Pero... Parece que alguien ya se ha dado un baño aquí. —Señaló observando la cantidad de agua salpicada en el suelo, además de la colchoneta de pizza flotando sobre la piscina.—
Lara: Me he dado un chapuzón hace un rato. —Excusó la torpeza del de naranja en su rato de piscina. Miró de reojo a Nora a lo que ella le asintió sutilmente.— En serio, tenéis que probarla.
Carol: No me hagas lanzarme ya.—Bromeó con la pelirroja riéndose entre ellas.—
Lara: Tendrás que esperar. —Lamentó encogiéndose de hombros.— Mejor vamos a otro lado.
Indicó la pelirroja la salida de la piscina volviendo al salón. Carol se adelantó para salir mientras que ella y Nora revisaban con la vista el rastro de Mikey. Suspiraron aliviadas de que parecía haberse ido junto con sus hermanos.
Ambas salieron reuniéndose con Carol, quien inesperadamente se detuvo ante ellas, haciéndolas chocar contra su espalda, aparentemente, sin motivo alguno.
Mikey: Qué relajante es esa sauna... —Suspiró completamente relajado frotándose la cara con una toalla que traía consigo envuelta al cuello. Justo cuando vio la chica que tenía frente a él, se detuvo en seco.— Oh, oh...
Carol: —Petrificada reconoció al instante a esa tortuga de naranja. Parpadeó reiteradas veces pensando que se trataba de una jugada de su imaginación. Se equivocó.— ¡¿Tú?!
Mikey: ¡¿Tú?! Quiero decir... ¿Yo? No, no existo, no estoy aquí, hablándote... Ni nada... —Corrigió al instante alzando las manos con una sonrisilla de apuro.—
Lara: Eh... ¿Qué pasa aquí? —Frunció el ceño observando a los dos, Nora los observaba igual, con la misma extrañeza.—
Carol: E-es que... Ya nos habíamos visto antes...
❇
Tarde o temprano, esto iba a pasar.
Oh, aclaro que Mikey le había ocultado a sus hermanos que fue visto por Carol la noche en la que se conocieron. Y Carol tampoco llegó a decirle nada a las chicas.
Recordsd que una de las normas más importantes de los ninjas era no dejarse ver.
Y, por supuesto, conociendo a Mikey tenía que meter la pata con Carol.
¿Qué pasará?
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