Capítulo 108. Se trata de ellos
Tres largos —pero sobre todo tristes— días tuvieron que retirarse a la granja fuera de la ciudad. Sólo para darle el último adiós a Splinter...
Durante el tiempo en el que estuvieron en la granja, las chicas les brindaban su más cálida compañía a los chicos en estos momentos de tanta dureza, a pesar de que ellas hacían el esfuerzo por mantenerse fuertes.
A diferencia del resto, Sara sentía una gran impotencia por ser tan poco capaz de consolar a su novio. Los chicos estaban dolidos por igual, pero con Leonardo era diferente, como un sentimiento más profundo. Ella sabía que sólo con abrazos y palabras de afecto no sería suficiente. Y el embarazo sólo la volvía más débil, afectada por todo lo ocurrido.
Pero aquello no era ningún obstáculo para ella, ahora más que nunca debía permanecer a su lado.
Raph y Mikey se trajeron consigo sus mascotas, Chompy y Gatito helado, de ese modo les brindarían algo de ánimo a sus dueños, aunque resultaba complicado hacerlos sonreír en tal día como este.
A lo largo de estos días, recordaban con un sentimiento de nostalgia los momentos vividos en la granja cuando la ciudad fue invadida por los Kraang, y la casa los acogió volviéndose un hogar para ellos en ese momento.
Nora desconocía parte de las aventuras que su novio y sus amigos vivieron en la granja. Algunas las sabía por Mikey y por las chicas, pero le encantaba a la vez que animaba que Donnie le narrara sus experiencias, incluso aquel incómodo episodio con Pie grande. Al menos habían logrado animarse, aunque fuese sólo por un ratito.
Llegó el tercer día, el más duro de todos...
La mayoría de sus aliados y seres queridos estuvieron con con ellos en estos momentos tan difíciles; los mutanimales, Shinigami, Kirby, incluso Roth. Quisieron acompañarles para despedirse de Splinter, todos juntos.
Las tortugas sabían lo que tenían que hacer, lo que debía suceder. No querían tener que pasar por esto, pero debían iniciar con el funeral para despedirse de su padre. De cerrar este triste capítulo de sus vidas.
El cielo reflejaba los sentimientos fríos y deprimentes que sentían profundamente las tortugas, las chicas, los mutanimales, todos.. Toda la familia...
Decoraron la tumba con fotos familiares, flores, y objetos que era del agrado de la rata. Leonardo dejó el bastón de Splinter apoyado a un lado de aquella bonita —aunque demoledora al mismo tiempo— tumba. Todos realizando aquella ofrenda con el corazón en la mano, destrozado.
La multitud se dispersó, algunos regresaron a la ciudad, otros volvieron a la casa para calmarse una vez pasado el mal rato del funeral.
Los chicos y las chicas se quedaron un rato más, sintiendo que, de algún modo, pasaban los últimos minutos junto a Splinter. Leonardo fue el último en irse, tal vez para asimilar todo esto, o porque lo necesitaba.
Sara sabía que lo mejor era dejarlo solo un rato, aunque era consciente de que tenían una conversación pendiente con él. Pero antes, se quedó unos minutos más abrazando a Lara, quien portaba los ojos llorosos desde que se inició el funeral.
Se quedó con ellos hasta sentir la necesidad de buscar a su novio, estaba dispuesta a tener una conversación que era necesaria para los dos.
Caminando por el campo vio cada parte en la que solían estar durante aquellos meses que estuvieron allí. Recordaba algunos momentos a medida que caminaba, haciéndola sonreír.
Fue hasta el arrollo, donde sabía que era el lugar en el que su novio se encontraría recapacitando. Eso empezó a ser recurrente en él durante estos días, lo que le preocupaba aún más a la morena.
Frunció el ceño confundida cuando escuchó la voz de su amado. No le dio tiempo a observar con claridad, pero aseguraría que Leonardo le hablaba al aire, aunque para la tortuga la realidad sería distinta.
Dedujo que, de alguna manera, estaría hablando con Splinter. Aunque, probablemente, se trataría de algo más complejo que simplemente la imaginación del líder.
Su subconsciente, o incluso algo más allá.
Sara se quedó unos momentos esperando tras un árbol después de que la supuesta conversación terminara. No quería darle la impresión de que lo había encontrado hablando solo, prefería que el líder tuviese la necesidad de contarlo.
Finalmente se acercó hasta él, encontrándoselo sentado frente al arollo, como si estuviera procesando la aparente conversación que había tenido.
Sara: Leo... —Llamó a su novio en un tono bajo roto. Se abrazó con un brazo mientras la mano libre la llevó hasta su hombro.— ¿Cómo estás?
Leo: Eso ahora no importa. —La morena frunció el ceño ladeando la cabeza con confusión. Se puso de pie para mirarla a la misma altura.— Perdona... Bastante te estoy preocupando como para responderte así. —Agachó la mirada sintiéndose mal consigo mismo.—
Sara: Tienes motivos de estar así. —Comprendió ella acariciando su mejilla.— ¿Necesitas más tiempo a solas?
Leo: No. —Negó mirándola a los ojos mientras atrapaba una de sus manos con delicadeza.— Quédate, por favor.
Sara: Vale. —Respondió asintiendo sonriente.— ¿Damos un paseo? —La tortuga asintió sin dudarlo. Ambos empezaron a caminar por el campo agarrados de la mano.—
Leo: ¿Y los demás? —Preguntó él mirando la tierra a sus pies.—
Sara: Aún siguen en la tumba. Las chicas están con ellos. —Explicó también con la mirada agachada.— Lara y Raph están igual de destrozados que nosotros por... Tener que casarse sin él...
Leo: Nuestras situaciones son demoledoras por igual... —Respondió en un tono frío, sin despegar la mirada del suelo.—
Sara: Ya... —Torció los labios por la actitud desanimada de su novio. Miró el lugar por el que paseaban, y sonrió tras recordar un momento muy especial en su relación.— ¿Recuerdas lo qué pasó aquí antes de regresar a la ciudad.—
Leo: —Resultó entrañable cuando observó que se trataba del mismo arrollo en el que ambos iniciaron su relación amorosa. La miró ésta vez con una cálida sonrisa.— Lo mejor que me ha podido pasar.
Sara: —Esbozó una amplia sonrisa enternecida a la respuesta de su novio.— Aunque ahora te cueste verlo, este lugar tiene cosas buenas y bonitas.
Leo: Así es. Pero... lo que no tiene precio es... Que no regresamos a este lugar los dos solos... —Llevó su mano libre hacia el vientre de su amada, donde en su interior se encontraba su bebé.—
Sara: —Una fuerte emoción la sobrecogió tras escuchar las palabras de su novio acompañado de su mano sobre su vientre. Sus ojos se cristalizaron y su sonrisa creció.— Leo...
Leo: Quiero serte sincero. —Sujetó a su novia de sus hombros conectando sus miradas.— Al principio creí que tener el bebé nos vendría grande. Quiero decir... Aún somos jóvenes... —Titubeó desviando la vista. Ella asintió comprensiva. Regresó la vista hacia ella.— Pero... ahora nada me hace más feliz que ser el padre de mí familia, y tener la nuestra.
Sara: —Aquellas palabras provocaron más emoción en ella. Una lágrima recorrió su mejilla, hasta que el líder la secó con el pulgar. Abrazó a su amado con algo de fuerza por sus impulsos, a lo que el líder la envolvió con sus brazos depositando un beso en su sien.—
Leo: Pero antes... Hay algo que debo terminar... —Recordó en alto en un tono tan frío como para alarmar a su novia. Esta lo miró atentamente con el ceño ligeramente torcido.— Shredder sigue vivo.
Sara: ¿Qué dices...? —Abrió completamente los ojos ahogando un suspiro de la expectación.— ¿Cómo sabes tú eso?
Leo: Es... es complicado de explicar... —Desvió la mirada insinuando entre sí que había estado hablando con el espíritu de su padre. No quería hacerle pensar a su novia que la muerte de su padre lo había vuelto loco. Sara preocupada buscó su mirada.— No podemos permitir que ataque de nuevo. Las vidas de nuestros seres queridos dependen de ello. Tenemos que volver, y eliminarlo.
Sara: ¿Eres consciente de lo qué estás diciendo? —Preguntó ella casi alzando la voz invadida de preocupación. Esa cosa no dudaría en acabar con ellos. Precisamente, eso se ha convertido en el peor de sus temores, sobretodo, cuando estaba esperando un hijo suyo.— Leo... No quiero que...
Leo: Te prometo que no me pasará nada. —Ella negó cerrando los ojos sobrecogida de preocupación por él, por el bebé.— Eh, todo va a salir bien. ¿De acuerdo? —El intento por tranquilizarla era inútil en ese momento. Comprendía el temor de su novia, pero la decisión ya estaba clara.— Aclararemos esto cuando volvamos a casa. Vamos a avisar a los demás.
Sara: Vale. —Asintió agarrando la mano de su novio mientras este la rodeó por la cintura.—
❇
Tan pronto como volvieron a la ciudad, acudieron al hospital preocupados por el estado de Karai, además de que podría proporcionarles la información que necesitaban para ir por Shredder.
Sara y Lara se encargaron de entrar y preguntar a los doctores por su amiga. No fue cosa fácil hacerse con el número de la habitación, el doctor no hacía más que interrogarlas a modo de protección por la paciente.
Una vez llegaron a la habitación cuando el doctor las dejó finalmente tranquilas, les hicieron saber a los chicos el número de la habitación y que estaba despejado para ellos.
Suerte que Karai despertó al poco de que los chicos llegaran. El estado de su hermana no era nada más que un brazo roto.
Aunque desgraciadamente, se esperó la terrible noticia... Los cuatro agacharon la mirada lamentándose la pérdida de su maestro, a lo que Karai respondió que lo había soñado a modo de premonición.
La kunoichi les proporcionó brevemente la único que necesitaban saber: 30 kilómetros en dirección norte.
Antes de que irse, Karai se disculpó ante Sara por haber ignorado la propuesta que le hizo, la que se trataba de una alianza entre su gente con el único objetivo de desmantelar todos los trapicheos de Shredder por la ciudad.
Finalmente aceptó llevarlo a cabo una vez se recuperase. La morena se alegró de al fin llegar a algo. Aún tenía que hacerles saber la noticia de que esperaba un bebé con Leonardo. El líder fue quien le anunció la noticia sonriente. Fue un tanto cómica la reacción de sorpresa de esta cuando se sentó sobre la camilla de un salto.
Y por si fuera poco, se percató del anillo de compromiso que Lara portaba. Los prometidos revelaron su compromiso, ya que el anillo lo anunciaba.
Tal vez fue demasiado para ella descubrir tales noticias en tan sólo un momento.
Dejó a un lado las situaciones familiares, para darle prioridad al inminente final de Shredder...
De una vez por todas.
❇
Las tortugas fueron a la mansión junto a las chicas, recibiendo como bienvenida un cálido abrazo de Roth. El arqueólogo y padre de sus parejas también era como un padre para ellos después de tanto tiempo.
Las chicas aprovecharon un rato para comer, ya que no habían parado en lo que llevaban del día. A Lara no le importaba comer un poco, pero Sara debía alimentarse adecuadamente por el bien de ella y del bebé.
Mientras, los chicos necesitaban premeditar lo que llevarían acabo esta misma noche, y qué mejor que hacerlo en un estado de confort que la mansión resultaba para ellos.
A Roth no le terminaba de gustar el plan. Lo entendía, estaba claro que Shredder no iba a conformarse solo con Splinter. Iría a por todos y cada uno de ellos con tal de ganar la victoria.
Roth se dirigió al líder del equipo con quien tenía una conversación mucho más profunda a diferencia del resto.
Roth: Leonardo, déjame decirte algo. —Captó su atención dirigiéndose hacia él.— Comprendo cómo te sientes. Sentir el peso del mundo sobre ti, esa impotencia en tú interior...
Leo: —Se limitaba a mantenerse en silencio, escuchando lo que el arqueólogo tenía que decirle.—
Roth: Pero, intentar hacer algo así. En fin, anteponer los remordimientos a la razón... ¿Qué puede salir mal? —Preguntó en tono sarcástico, dejando caer la desgraciada posibilidad de que fracasen.—
Leo: No se trata de remordimientos. Alguien tiene que acabar con ese monstruo, y sólo nosotros podemos hacerlo. —Dirigió su seria mirada hacia él.— Sólo nosotros podemos proteger a los nuestros, incluyendo a Sara y el bebé.
Roth: ¿Cómo sabes qué tú equipo es lo bastante fuerte? —Cuestionó hacia el líder.— Si no puedes con el toro que embiste, no le enseñes una capa roja.
Leo: Esta capa roja devolverá la embestida, tiene que hacerlo.
La tortuga comprendía que, además de la preocupación por ellos, estaba esa tensión e inquietud de que su hijo naciera sin su padre. Leonardo era el que sentía esa responsabilidad tan enorme sobre sus hombros, por supuesto, no quería dejar a su hijo sin un padre.
Pero todos sabían que no había nadie más capacitados que los hermanos tortuga para enfrentarse a Shredder, para finalmente acabar con él.
Alejados de ellos dos al mismo tiempo que mantenían aquella conversación, Lara trataba de distraerse con las mascotas.
Luna ya había crecido mucho, superando a su compañero, Brandy. La pelirroja acariciaba a ambos, cuando Raphael se acercó hasta ella.
Raph: Recuerdo cuando Luna me dio aquel susto la primera vez que la vi. Y eso que era igual de enana que Chompy. —Bromeó él tratando de arrancarle una risa a su novia.—
Lara: Me habría gustado ver tú cara si hubiese estado tan grande como ahora. —Siguió la broma riéndose levemente. Cuando su novio se limitó a sonreír, preguntó preocupada.— ¿Estás bien?
Raph: Más o menos... —Encogiéndose de hombros agachando la mirada.—
Lara: ¿Sabes? Soy una auténtica loca por tan siquiera pensarlo... —Rodó la vista encogiéndose de hombros.— Ojalá poder ir con vosotros, y ayudaros en batalla.
Raph: Ni en broma. —Negó sin pensárselo.— Vais a quedaros y estaréis sanas y salvas.
Lara: Somos kunoichis. Llevamos todos estos años para... ¿Qué? —Se cuestionó ella cruzando los brazos con indignación.—
Raph: Para sobrevivir cuando el peligro se hiciera sobre vosotras, no al contrario. Por eso Splinter os entrenó. —Explicó él seria y razonadamente. Además de que impediría a toda costa que su prometida se viera en peligro frente a Shredder.—
Lara: Ya, lo sé... —Reconoció con frustración.— Aún así, me gustaría ir sólo para inflarle a balazos a ese desgraciado. —Terminó la frase cerrando el puño con fuerza.—
Raph: Te entiendo, y no te culpo. —Sujetó sus manos con delicadeza para atraerla hacia él, mirándola a los ojos.— Pero ahora deberías preocuparte por la fecha en la que quieres que nos casemos.
Lara: —Rió levemente por aquella peculiar forma de mantenerla a salvo. Sonrió a su novio y lo abrazó por el cuello, conectando sus miradas.— Ahora mismo.
Raph: —Sonrió de lado bajando una mano hacia la cintura de su novia para rodearla, mientras que con la mano contraria acarició gentilmente el rostro de su prometida.— Por eso eres tan especial para mí.
Lara: Y sólo para ti quiero serlo, Raphie... —Dijo aquel apodo en un tono dulce y juguetona. Aquello terminó por impulsar a su novio a besarla apasionadamente, y ella correspondió gustosa.—
Raph: —Cuando se separaron para mirarse de nuevo, ella se mostraba preocupada.— Eh, no tienes de qué preocuparte.
Lara: No lo puedo evitar, y menos ahora que hay boda de por medio... —Suspiró enseñando el anillo colocado en su dedo.—
Raph: Y por eso quiero que te preocupes por la fecha. —Sujetó nuevamente sus manos sin dejar de mirarla.— Porque estaré contigo para cumplirla. —Depositó un cálido beso en la mano en la mano que portaba el anillo.—
Lara: Ayn, Raph... Me vas hacer llorar... —Abrazó a su novio con fuerza, sobrecogida por la emoción que este la había invadido de sólo pensar en esa unión matrimonial que estaría por llegar.—
Raph: —La envolvió entre sus brazos depositando un beso en su sien. Acariciaba gentilmente su espalda mientras ella escondió su rostro en el plastrón de su prometido.— Prométeme que tendrás decidido el día cuando vuelva.
Lara: —Ella asintió, y se separó para poder mirarlo cara a cara.— Sólo si me prometes que volverás.
Raph: Dalo por hecho. —Sonrió él depositando un corto beso en sus labios. Ella le sonrió, y volvió a rehacer aquel abrazo lleno de sentimientos.—
La hora de volver a las alcantarillas para prepararse se estaba acercando. Pero antes de irse todos juntos a la guarida, Leonardo aún tenía una conversación pendiente con Sara.
Roth le indicó que la morena se encontraba en la sala de estar de arriba. Allí fue donde el líder se dirigió.
Cuando entró, la encontró apoyada sobre la pared con los brazos rodeando su vientre, mirando las vistas de la ciudad a través de aquel ventanal que iluminaba toda la sala.
Ells se percató de la presencia de su novio cuando escuchó los pasos aproximarse a ella. Antes de que dijera nada, ella se giró un poco sobre sí misma para verlo.
Leo: No quiero tener que irme dejándote así. —Ella torció los labios manteniendo el silencio. Resopló agachando la mirada sintiéndose culpable.— Lo siento, no estoy empezando bien como padre...
Sara: Eso no es verdad. —Dijo en un tono suave, esbozando una pequeña sonrisa desmintiendo aquella calificación.— ¿Qué tipo de padre ha hecho todo por sus hijos, y es el maestro ninja más grande del siglo?
Leo: —No pudo evitar esbozar una sonrisilla ladeada cuando supo al instante de quién hablaba.— El maestro Splinter.
Sara: Y tú eres su viva imagen. —Él se mantuvo en silencio poco convencido.— Vio algo en ti desde pequeño tan especial que te convertirtió en líder, incluso más que eso. Supo que llegarás a ser el mejor como sensei, y... padre. —Sonrió en la última palabra acariciando su vientre—
Leo: —Aquellas palabras y el tierno gesto lo hicieron sonreír. Estaba dispuesto a ser el mejor como padre de su familia.— Y por eso, debo proteger a mi familia.
Sara: —Cerró los ojos por unos instantes a modo de meditación. Por mucho temor que sienta, sabía que sólo él y sus hermanos podían acabar con ese monstruo. Asintió reiteradas veces suspirando de resignación.— Sí...
Sara, Leo: —Ya conformes con la decisión, la tortuga se acercó hasta ella. Ambos contemplaron el atardecer sobre la ciudad a través del ventanal. Entrelazaron sus manos sobrecogidos por el mismo temor, pero dispuestos a terminar con esta pesadilla.—
Sara: Leo... Tengo miedo... —Confesó en un tono casi roto, con los ojos casi llorosos. Dirigió la vista hacia él, aún entrelazando sus manos.—
Leo: —Sonrió conmovido por la preocupación que su novia tenía por él. La miró a los ojos y acarició sus mejillas cálidamente.— Tranquila, todo va a salir bien. Estaremos de vuelta, y me tendrás completamente a partir de ahora.
Sara: —Esbozó una sonrisilla con sus ojos cristalinos, mirándolo profundamente a los ojos.— Por favor, Leo, ten cuidado... Por tú hijo...
Leo: —Asintió sonriente ante esa súplica que, nunca antes había sentido una emoción igual.— Te lo prometo.
La pareja juntó tiernamente sus frentes compartiéndose mutuamente aquella profunda emoción de afecto.
Leonardo trató de calmar a su novia brindando suaves caricias y ligeros masajes en sus hombros. A escasos centímetros de su rostro, podía notar la pequeña aceleración en la respiración de Sara, provocado por ese miedo en ella. De que los chicos fracasen, y tanto ella como su hijo se quedaran sin él.
Pero la tortuga tenía otros planes. Se separó ligeramente para poder verla a los ojos y sujetar cálidamente sus manos.
Ella lo miraba con una ligera expresión de confusión, esperando por lo que fuese a decir su novio.
Leo: Quiero que sepas que... Estoy dispuesto a tener una vida contigo. Y no sólo me refiero al bebé... Quiero que, algún día... Llegue la oportunidad para casarme contigo, tan pronto como esto acabe. —Confesó dedicándole una amplia y cálida sonrisa, acariciando cariñosamente su rostro.—
Sara: —Su respiración había acelerado considerablemente. La expresión de atónita en su rostro no tenía igual. Si el miedo de que no regrese ya la consumía, ahora era inimaginable.— Leo...
Leo: —Pudo notar en ella la emoción que sentía cuando mencionó su nombre. Secó una lágrima con delicadeza que justo había escapado de sus lagrimales. Aprovechó esa acción para sujetar con gentileza sus mejillas, mirándola a los ojos con esa sonrisa que sólo a ella le hacía temblar.— Te quiero.
Sara: Yo te quiero más...
Ambos unieron sus labios con un apasionado beso, uno que se sentía diferente. Quizá debido a las circunstancias, o... Tal vez como si fuese el último...
Estuvieron compartiéndose muestras de afecto entre el beso, el cuál duró un largo minuto, como si para ellos hubiesen pasado varios minutos.
Cuando deshicieron aquel beso, sus miradas se conectaron, y sus sonrisas crecieron. El miedo de lo que pudiese ocurrir esta noche permanecía.
Pero ninguno de los dos estaban dispuestos a que su historia termine todavía.
No cuando tenían mucho por lo que vivir...
Juntos.
❇
Regresaron a las alcantarillas para prepararse en la guarida. Antes debían afilar sus armas, preparar todos los artilugios necesariaos, y por supuesto, portar nuevas armaduras.
Las chicas no pensaban quedarse en la mansión, necesitaban estar con ellos hasta el momento en el que tuvieran que partir.
Nora reapareció después de calmar las cosas por casa, además de atender su clase en la universidad.
Se reunió con su novio, quien estaba introduciendo dosis elaboradas de retromutágeno en dos recipientes. Ella se dispuso a ayudarlo en todo lo que pudo.
Una vez preparadas aquellas dosis, Donatello terminó de colocarse parte restante de su armadura. Para ciertas partes en las que debían precisar de un nudo para fijarlo sobre su cuerpo, necesitó la ayuda de su novia.
La tortuga notó en ella fácilmente la preocupación que sentía, por supuesto, él intentó calmarla.
Donnie: Nora, puedes estar tranquila. Todo va a ir bien. —La miró a los ojos dedicándole una cálida sonrisa.—
Nora: No sé cómo puedes estar tan tranquilo... —Suspiró ella terminando de hacer un nudo fijando una parte de la armadura.— Todo esto es... En fin, una locura.
Donnie: Lo es. Pero estamos preparados para esto. —Dijo apartando un mechón de su pelo para tener una mejor visión de su sus ojos.— Confía en mí.
Nora: —Ella lo miró fijamente a los ojos. Tragó mostrándose poco convencida no de sus palabras, por el temor ante el peligro por el que iban a correr.— Está bien, lo haré. Pero... —Atrapó su mano entre las suyas.— No sé qué haría si te ocurriera algo...
Donnie: —Le brindó una cálida mirada sujetando sus dos manos con delicadeza.— Lo mejor que me puede ocurrir esta noche es volver a verte. Y ten por seguro que así será.
Ambos conmovidos por los sentimientos del uno al otro se abrazaron con fuerza, compartiéndose muestras de afecto. Y un apasionado beso como despedida.
❇
Tras un par de horas que les llevó a las tortugas prepararse, las chicas se quedaron boquiabiertos de verlos salir del dojo, listos y totalmente armados para el enfrentamiento definitivo contra Shredder.
Después de trazar la ruta hacia donde se ubica la mansión de Shredder, llegó la hora de partir.
Mientras que Sara y Leonardo no hacían otra cosa que abrazarse una, y otra vez, las demás parejas sólo se besaron una última vez.
Raph: Recuerda: Cuando vuelva, quiero una fecha para la boda. —Sonrió a su novia acariciando el dorso de sus manos.—
Lara: —Se rió por la reiterada insistencia por la fecha.— Sólo vuelve... ¿Vale?
Raph: Está hecho. —Depositó un corto y apasionado beso en sus labios. Su prometida acarició su mejilla gentil.—
Nora: Donnie, confío plenamente en ti. —Sonrió ella convencida de su seguridad.— Pero... Ten cuidado.
Donnie: No te preocupes, Nora. Sólo, confía en mí. —Sonrió a su novia. Ella asintió devolviendo la sonrisa.—
Cuando Sara y Leonardo deshicieron el último abrazo, conectaron sus miradas para finalmente despedirse.
Sara: Leo... —Sujetó una de sus manos para llevarla hasta su vientre.— Te estaremos esperando.
Leo: —Conmovido sonrió cálidamente el tierno gesto de su novia. Acarició la curvita de su vientre para después acariciar gentil su rostro.— Estaré de vuelta.
Los chicos se montaron en el party bus. Leonardo se sentó en el asiento del conductor como era de costumbre, y Donatello compartió el asiento a su lado.
Las chicas se despidieron de todos nuevamente agitando las manos en el aire.
Antes de dar marcha el vehículo, Leonardo buscó la mirada de su chica y conectar sus miradas una vez más antes de partir.
Ella le dedicó una cálida sonrisa con una mano en el vientre. El líder devolvió la sonrisa cuando observó detenidamente aquella curvatura en su vientre, dedicándole una breve despedida a su pequeño.
❇
Las chicas luchaban por no ser presas de la desesperación como la otra noche. Aunque en algunos momentos resultaba complicado.
Nora llamó a casa para avisar de que pasaría la noche de casa de las chicas. Su madre empezaba a molestarle que cogiera tanto libertinaje durante estos días. Pero William la hizo entrar en calma cuando le recordó que ya era bastante mayorcita, además de que estaba bien cuidada.
Sara no hacía más que recorrer la guarida desde que las tortugas abandonaron las alcantarillas. Lara iba a atarla a un asiento si en algún momento no se dignaba a calmarse. Así que se dignó a sentarse con las chicas.
Después de que Nora terminara de conversar con su familia, se conmovió cuando vio a su amiga acariciarse el vientre, con la mirada decaída.
Nora: Sé que estás muy preocupada, y no es para menos. —Miró la barriga ligeramente abultada de su vientre.— Pero puedes estar tranquila, saben lo que hacen.
Sara: Sí, lo sé. —Sonrió a la rubia agradeciendo su ayuda por calmarla.—
Lara: Creo que este no es el mejor año para una boda... ¿Verdad? —Preguntó a las chicas. Estas ladearon la cabeza con confusión.— Oye, yo también estoy preocupada a mi manera. Quizá estoy pensando en un día que no llegará...
Nora: Basta ya, chicas. —Se puso en pie reforzando su firme actitud.— Van a volver, estarán de vuelta en cuanto menos lo esperemos. Sólo... Recordad quienes son...
Sara: Sí... Tienes razón. —Sonrió ampliamente cuando dirigió la vista a su barriga, acariciándola gentil.—
Lara: Tú misma lo has dicho, rubita. Se trata de ellos. —Resaltó ya sintiéndose ligeramente aliviada. Las tres se rieron entre ellas.—
❇
Las largas horas de la noche se hacían sobre las chicas, y más cuando miraban a la vacía entrada. Los chicos no volvían, y sus esperanzas disminuían.
Empezaban a pensar en la terrible posibilidad de que hubiesen fracasado.
El estruendo de un vehículo cuando se detuvo frente a la entrada las alertó. Las chicas se levantaron observando la entrada conteniendo el aliento.
Las cuatro tortugas estaban de regreso. Cuando entraron en la guarida se pudo apreciar lo magullados que estaban, unos más que otros, y cada uno con más o menos rasguños.
Las chicas estallaron de alegría cuando estos se acercaron hasta ellas. Les dieron la bienvenida emotiva que se merecían.
Sara: Dios mío, Leo... —Sollozó llevándose las manos a sus labios. Sus lágrimas aparecieron después de la contención durante la noche, con un significado muy emotivo. Le sonrió llena de emoción y abrazó con fuerza recostando su cabeza junto a la suya, suspirando con alivio.—
Leo: Yo también estoy feliz de verte, Sara. —Sonrió gentil correspondiendo el emotivo abrazo. Como impulso por la emoción, no se resistió a dirigirse al vientre abultado de su amada brindándole suaves caricias.— Tranquilo, pequeño, papá está aquí para quedarse.
Sara: —Rió ante el comentario que terminó por hacerla caer en el llanto. Besó sus labios apasionadamente sujetando sus mejillas, a lo que el líder no dudó en corresponder abrazándola por la cintura.—
Ya que Mikey no tenía una pareja, optó por dirigirse hacia Sara, quien más lo ha consolado en estos días atrás. La pareja dejó de besarse para recibir al pecoso entre sus brazos.
Nora le repartía una gran cantidad de besos a la tortuga de morado mientras lo abrazaba con fuerza. Donnie sonrió complacido por aquel cálido recibimiento.
Donnie: No es mala idea irme más veces si así recibo esta bienvenida. —Titubeó con una leve risita permaneciendo con aquella sonrisa embobada.—
Nora: Cállate. —Dijo entre risas depositando un largo beso en sus labios. Se separó ligeramente para volver a abrazarlo con fuerza.—
La pelirroja se abalanzó sobre su prometido, dándole el más fuerte abrazo que la emoción le impulsó a brindarle.
Raphael la envolvió entre sus brazos dejándose llevar por la misma emoción. Ambos se miraron para conectar sus miradas, sonriéndose entre ellos.
Lara: ¿Le has dado lo qué se merece a ese desgraciado? —Preguntó ella.—
Raph: ¿Qué si le he dado lo suyo? Tenías que haber visto cómo ha quedado. —Dijo con una sonrisa victoriosa, a lo que ella se rió.— Y bien, ¿cuándo quieres ser "mí mujer"?
Lara: —No pudo evitar reírse ante su pregunta. Sujetó sus manos mirándolo sonriente.— Principios del año que viene.
Raph: Un poco lejos... ¿No? —Se preguntó encogiéndose de hombros.—
Lara: Bueno, siempre estamos a tiempo de una fecha más próxima... ¿Verdad, "futuro esposo"? —Le preguntó en tono coqueta rodeando su cuello con los brazos.—
Raph: Por favor, llámame así a partir de ahora. —Ambos se rieron por su mutuo jueguecito. No pudieron resistirse más ante la tentación de besarse apasionadamente.—
La felicidad pudo respirarse en el aire, la guarida estaba pregnada de la alegría de todos después de que la pesadilla al fin terminara.
Se acabó.
Las tortugas lograron llevar a cabo su venganza, al mismo tiempo que eso significaba que libraron a la ciudad y a su familia del temor ante el peligro que representaba Shredder.
Estaban totalmente convencidos de que, a partir de ahora, se aproximaban tiempos mejores.
❇
Aún sigo sin creer que acabo de dar fin a la temporada 4 dentro de esta historia...
Estoy tremendamente emocionada por lo que está por venir.
Porque, así es...
Esta historia todavía no acaba aquí, y muchas cosas están por llegar. 😉
¿Estáis emocionad@s?
SaraTmnt 💚
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