Capítulo 101. Todo irá bien
Tanto Sara como Leonardo eran conscientes de que el grupo comenzaba a sospechar de la peculiar actitud de la pareja que aún mantenía el secreto tan delicado e importante como lo era la llegada de su bebé.
Ambos continuaban sin dar crédito que tal posibilidad pudiese ocurrir. Seguían sin saber qué pensar, y mucho menos, cómo debían asimilar una responsabilidad tan grande como la que se les venía encima. Ambos sentían unas impresiones completamente indescriptibles:
Leonardo no podía dar crédito de que, a pesar de su alteración genética tal como la mutación que sufrió él y su familia, jamás pensó que siendo él una tortuga mutante pudiera tener hijos con una humana, como era el caso con Sara. En pocas palabras... ¡Iba a ser padre... Una tortuga mutante, y una humana!
Por lo contrario, Sara permanecía en ese bucle de mil pensamientos y sensaciones invadiéndola, desde el inicio hasta el fin de estos días. Sentía que se encontraba en un completo apuro, pero a pesar de ello, era hermoso pensar que una vida se estaba gestando en su interior.
No podía negárselo a sí misma, no quería ver la situación con malos ojos, y mucho menos, a su bebé. Aún así, le aterraba la idea de su papel como madre. «Realmente, ¿estoy preparada para ser madre...?» Se hacía la típica pregunta una, y otra, y otra vez...
Por el momento, esta le pidió a la tortuga discrección ante sus hermanos, Splinter, y los demás, hasta que al menos ambos se pudieran hacer completamente a la idea. En cambio, Leonardo trataba de convencerla de que debían contarlo lo antes posible.
Es decir... «Todos lo acabarán averiguando. ¿Qué sentido tiene ocultarlo?» Cuestionaba la tortuga. Por no hablar de la extraordinaria habilidad que tenía el maestro Splinter de percibir cuando algo perturbaba a sus hijos, a cualquiera del grupo.
Sin duda, era un hecho que aterraba a a Leonardo cada vez que se encontraba al sensei, o tenía que compartir cualquier conversación con el maestro rata.
Evidentemente, era cuestión de tiempo que sus hermanos y el resto de amigos comenzaran a dirigir ligeras sospechas sobre ellos, especialmente, por la morena. Era muy obvio, ya que el estado de Sara no se trataba de uno cualquiera, y menos, uno que se pudiera disimular por mucho tiempo.
En un intento de actuar con normalidad, las chicas bajaron a las alcantarillas encontrándose con Nora, quien estaba de visita. Recibieron a ambas con una cálida bienvenida, ya que Nora no las había vuelto a ver desde su cumpleaños, por parte del resto, las veían regularmente.
De fondo estaban transmitiendo en la televisión un episodio de la serie de Bradford, serie que a los chicos les encantaba ver. Las chicas se miraban entre ellas, irritadas de semejante sinsentido de serie que no había por donde cogerlo. Afortunadamente, el episodio se terminó, cosa que las chicas celebraron sutilmente con un suspiro de alivio.
Nora: Jamás entenderé cómo os puede gustar ver esa animación tan patética... —Incapaz de comprenderlo negó con la cabeza.—
Raph: Precisamente, porque es patética. —Afirma entre risas.—
Lara: Imagínate, nosotras hemos tenido que aguantarlo incluso en el espacio. Qué paciencia... —Resopló de frustración, echándose sobre Sara acomodando la cabeza en su hombro izquierdo.—
Sara: —Dirigió la vista hacia la pelirroja, pero estaba tan hundida en sus pensamientos que ni siquiera respondió de alguna manera. Desviaba la mirada constantemente, sin saber incluso seguir la conversación.—
Leo: —Evidentemente, se había dado cuenta de su actitud, desde luego no podía culparla. Carraspeó metiéndose en la conversación, ayudando a disimular la ausencia de la morena.— Pues a Sara también le hacía gracia igual que a nosotros. ¿No es así, princesa?
Sara: ¿Hm? —Al fin saliendo de sus pensamientos, fue capaz de responder.— Sí, sí...
Nora: ¿Es en serio? De verdad, no os entiendo. —Se encogió de hombros frunciendo el ceño.—
Mikey: Porque tú no conoces a Chris Bradford, antes conocido como "Dog pound" y ahora "Rahzar". Y sí, yo elegí los nombres. —Marcó con una amplia sonrisa y expresión de orgullo.—
Lara: Ts, como si no se notara del coco donde han salido. —Agregó en un tono burlona.—
Raph: —Sin poder evitarlo, soltó una carcajada ante el cómico comentario.— Buena esa. —Recibió una sonrisa victoriosa por parte de la pelirroja, riéndose entre ellos el mutuo pensamiento.—
Nora: Bueno, el primer nombre dejaba que desear... Pero Rahzar mola, suena como sacado de una película noventera. —Analizó brevemente los nombres que Mikey había escogido para ambas versiones mutagénicas de dicho enemigo. Aunque algo quedaba claro, eran propios de Mikey.—
Donnie: ¿Qué clase de películas de la década de los noventa has visto? —Frunció el ceño ante la peculiar analogía de la rubia.—
Sara: —A la pobre no sólo le estaba costando actuar con normalidad, sino que también llevaba un rato sintiendo algo de hambre. El problema es que le aterraba tener que vomitar estando con los demás, y en la guarida. Así que pensó que un aperitivo no le provocaría náuseas.— Esto... ¿Qué tenéis de aperitivo?
Mikey: Todavía quedan un par de botes de esas deliciosas bolas de queso. —Se relamió los labios de tan sólo recordar aquellos snacks que tanto le encantan.— Ahí tienes por si quieres.
Leo: ¿Has olvidado lo qué te dije acerca de esos aperitivos? —Cuestionó seriamente a su hermano.— No, ni hablar Sara va a comer eso.
Sara: —Se sobresaltó ligeramente ante la última frase dicha por el líder. Le resultó ciertamente sospechosa, suerte que había sonado tan sutil como para que ninguno se extrañara.— Es igual, con cualquier cosa me conformo...
Mikey: ¡Oh! Ya sé lo que necesitas. —Chasqueó los dedos entusiasmado del aperitivo perfecto.— ¡Vuelvo enseguida!
Sara: Mikey no es —La frase quedó sin terminar en cuanto el pecoso salió disparado en dirección a la cocina.— Necesario...
Raph: Que no os extrañe si de repente oléis un espantoso hedor... —Dijo sarcástico rodando la vista. Como respuesta, el resto compartían miradas ya preparándose para ese aroma peculiar que dejaban las comidas de Mikey.—
Lara: Bien, Sara, bien. —Agregó retórica en tono burlona hacia la morena.—
Sara: Ya lo sé, cállate... —Se apegó hasta ella disimuladamente para susurrarle al oído. Sí, era consciente de que la había fastidiado. No sólo por la peculiar cocina Mikey, más bien se temía lo peor.—
Nora: No entiendo... ¿No os quejáis de los desayunos qué preparara, pero sí de sus comidas?
Raph: Eso no son comidas, son fenómenos de otro mundo. —Sarcástico respondió la duda de la rubia. La pelirroja no pudo evitar reírse con cómico pero cierto testimonio.—
Donnie: Dime, ¿acaso es buena idea convertir la pizza en batido? —Dio forma a aquello expresando una mueca de repugnancia.—
Nora: —Se tomó unos breves instantes para llegar a una conclusión... Pero aquello se dice solo.— Soy de las personas que están abiertas a probar todo tipo de sabores, pero... Ni en broma. —Expresó negando la cabeza con la misma mueca de repugnancia.—
Sara: —Tras escuchar la conversación de la pareja, no pudo evitar quedarse pensando en el "bati-pizza" que Mikey inventó. De forma involuntaria, se imaginó tal combinación... Grave error. Estupendo, tenía que imaginármelo justo ahora... Pensó ella transmitiendo una mueca desagradable.—
Nora: —Resultaba imposible de evitar fijarse en las expresiones que transmitía la morena. A lo largo de este rato, había observado en Sara unas miradas que de, forma indirecta, hacían entender que algo pasaba con ella.— Por cierto, ¿ya te encuentras mejor, Sara?
Sara: —Se quedó unos instantes congelada ante la inesperada pregunta de la rubia. Dirigió la vista hacia ella, tratando de sonar lo más segura posible.— Sí... Bueno... Em, sí. —Respondió esbozando una pequeña sonrisa.— Sólo era... Una racha pasajera. —Titubeó desviando la vista, pensando en lo que realmente se trataba.—
Lara: —Apretó los labios apresuradamente antes de que se le pudiera escapar una risita que pudiera delatar la respuesta de Sara.— Ya sabes, cosas que pasan.
Nora: Desde mí cumpleaños estaba preocupada. Estabas pálida, con la mirada perdida, y no sé, me había preocupado durante estas semanas. —Agregó recordando aquella tarde. Lo cierto es que, cuanto más lo pensaba, sentía que no era un simple malestar.—
Leo: También ha estado ocupada con Los Kairos. Está poniendo en marcha a la banda, y ha estado un tanto agobiada últimamente con todo esto. —Intervino en la conversación abrazando a la morena por detrás de los hombros.—
Sara: Sí, no está siendo fácil de llevar... —Torció ligeramente los labios dirigiendo la vista sutilmente hasta su vientre. Por mucho que intentara evitarlo, la pesadez de lo que realmente pasaba la estaba devorando viva.—
Donnie: Dime, Sara: ¿Crees qué podrás usar a tu gente para desmantelar los trapos sucios de Shredder?
Lara: ¿Para qué? Si Karai ya está en ello.
Raph: Sí, pero ese loco tiene montones de trapicheos ahí donde lo ves. No ha estado perdiendo el tiempo, desde luego.
Sara: Pues... No lo sé. Todavía estoy esperando respuesta por su parte. Pero, si hasta ahora no dice nada... —Se encogió de hombros ante la incógnita por parte de la kunoichi.— La posibilidad la tiene abierta, eso sí.
Leo: Yo no estoy dispuesto a que también te hagas responsable de eso. Ya me inquieta que Karai lo haga, pero tú... —Sutilmente, insinuó en doble significado haciendo alusión a la situación en la que se encontraban.—
Sara: —Dirigió una mirada seria a lo que de forma indirecta le trataba de decir. Leonardo tampoco se quedó atrás, e hizo hincapié a su opinión con la mirada. La morena sólo se limitó a fruncir el ceño dedicándole una sonrisita burlona.— Ya veremos.
El intento de ambos por expresar naturalidad estaba desplomándose por los suelos a cada minuto. No han sido dos, ni tres las veces que el resto dirigían sus miradas hacia ellos con extrañeza. A diferencia de ellos, Nora era quien más veces se los quedaba viendo, especialmente, a la morena.
La carrera que se estaba sacando Nora —la cual estaba cerca de finalizar— le proporcionaba mayor conocimiento observando las expresiones faciales o físicas de las personas. Y desde que llegó, observaba en Sara unas expresiones que daban que pensar.
De un momento a otro se lograba captar el progreso de Mikey en la cocina, con lo que fuera que estuviera preparando. Pudieron escuchar al pecoso aún en la cocina anunciando que ya estaba listo.
Para sorpresa de los chicos, la olor que desprendía la cocina no era tan desagradable como de costumbre siempre que Mikey preparaba algo. Aunque desgraciadamente para Sara, eso no ayudaba a las condiciones que esta trataba de ocultar. «Por favor, no vomites... Por favor, no vomites...» Pensaba entre sí.
Finalmente, Mikey apareció con una bandeja cuadrada portando seis mini pizzas caseras que él mismo había preparado. Era todo un logro que el olor que desprendía no le brindase náuseas a sus hermanos. Pero no se podía ignorar una fuerte olor que desprendían esas mini pizzas. Debía ser cosa del picante además de la cantidad añadida.
Si a Sara ya le estaba costando evadir aquellas mini pizzas, ahora más todavía. De lo que había leído de ese libro que Lara y ella encontraron el otro día, se quedó con el hecho de que uno de los signos era la mayor sensibilidad a los olores por la cuarta semana aproximadamente. De hecho, era la semana del embarazo por la que se encontraba.
Desde un largo rato Sara había sido capaz de captar con el olfato todos los ingredientes que Mikey le ha ido añadiendo a las mini pizzas. Y en el momento en el que le llegó la olor del picante, estaba convencida de que ese ingrediente sería su perdición.
La cosa se complicaba cuando la tortuga iba ofreciendo las mini pizzas a cada uno. Como escape, Sara mencionó que le habían entrado ganas de asistir al baño, pero Mikey no la dejó marchar sin antes ofrecerle una.
Negó una, y dos veces, pero una de las especialidades de Mikey era insistir. Trató de convencerla de lo deliciosas que estaban cogiendo una de ellas para pegarle un mordisco. Como era de esperar, Mikey continuaba hablándole desprendiendo el aliento que aquella mini pizza le había dejado en la boca. Ahora sí que estaba perdida...
La desagradable sensación de náuseas había tomado acto de presencia ascendiendo por el tubo digestivo de la morena. Se moriría de la vergüenza si vomitara delante de todos, por lo que ya no le quedaba otra que acudir al baño.
Dio media vuelta dirigiéndose hacia el servicio tratando de contenerse hasta que llegara, de manera que no alarmase al resto. «Al menos lo avisé con naturalidad...» Pensó con ironía. Cerró la puerta con delicadeza evitando que se cerrara bruscamente.
Como ya iba siendo de costumbre, las náuseas avanzaban a medida que se acercaba al retrete. Y acabó por suceder lo que más se temía durante la visita.
Por consecuencia de la inercia, Leonardo miraba de reojo hacia la dirección donde se encontraba el servicio. Era consciente que Sara había acabado por pasar por otro episodio de náuseas. Pudo ver en Lara que, al igual que él, sabía a lo que realmente había acudido Sara al servicio.
Suerte que algunos de los que estaban ahí se estaban distrayendo tomando como merienda las mini pizzas de Mikey. Y como era evidente, el cocinero acabó devorándose la mayoría.
La ausencia de Sara empezaba a notarse a medida que pasaban los minutos, algo que los demás no podían ignorar.
Nora: Sara está tardando un poco, ¿no? —Preguntó al resto.—
Lara: Qué va, si sólo ha ido al baño... —Dijo encogiéndose de hombros restándole importancia.—
Raph: Ni que hubiera tenido una reacción por las pizzas de Mikey. —Sarcástico dijo entre risas mientras se hacía con una de sus revistas.—
Leo: —No pudo evitar sobre saltarse ligeramente tras el comentario oportuno de Raph.—
Mikey: Oye tío, me han salido deliciosas. ¿A qué sí, chicos? —Preguntó dirigiéndose a los que habían comido de sus mini pizzas.—
Lara: —Se aguantó la risa sutilmente dirigiendo la vista hacia la revista que su novio había empezado a leer.—
Nora: Siempre se puede mejorar. —Esbozó una pequeña sonrisita encogiéndose de hombros.— Ya en serio, Sara está tardando. —Indicó con extrañeza mirando hacia los baños, esperando ver a la morena.—
Leo: Tonterías. —Respondió irrelevante entre risas.—
Donnie: En realidad, las chicas son habitualmente las que más tardan a diferencia de los chicos.
Nora: ¿Y tú cómo sabes eso? —Dirigió la vista hacia su novio frunciendo el ceño.—
Donnie: Es un hecho muy recurrente. —Respondió encogiéndose de hombros riéndose levemente.—
Lara: Sí, sin duda. —Asentó entre risas completamente de acuerdo con Donnie.—
No era una exageración cuando Nora se estaba preocupando por la tardanza de Sara en el baño. Recientemente, la morena estaba dando gracias a que las náuseas se terminaran. Se acercó hasta el lavabo para lavarse la cara, además de cepillarse los dientes con el cepillo que utilizaba en la guarida.
Después de secarse la cara, y retocarse el ligero despeinado en su cabello, se quedó mirándose en su reflejo. Cada vez que se veía a sí misma, siempre pasaba por su mente la misma frase... «No me puedo creer que esté embarazada de verdad...»
Tras resonar esas palabras en su cabeza, se separó unos pasos del lavabo para tener mejor visión de su zona abdominal. Sin poder evitarlo, se pasó la mano por su vientre, pensando con asombro que ahí es donde se encontraba la diminuta semillita que llegaría a ser su bebé.
Sobrecogida por la todavía oculta noticia, suspiró pesadamente echándose hacia atrás mechones de su pelo. Dirigió la vista hacia la puerta del baño, con el pensamiento de que tenía que seguir actuando como si nada ante los demás.
Tenía la opción de contarles a todos la noticia de su embarazo, pero... ¿Cómo podría? «¡Eh, chicos! ¡Nada, sólo deciros qué estoy embarazada!» Pues como que no era una opción muy favorable... Pensaba ella.
Detestaba tener que actuar como si nada estuviera pasando, que no tenía nada que esconder. Era demasiado para ella, como lo estaba siendo todo este rato. No quería tener que hacerlo, pero llegó a la conclusión de que volver a la mansión era lo mejor.
Se dirigió hasta la puerta para abrirla y salir del baño. Se sobresaltó del susto encontrándose con Leonardo detrás de la puerta.
Sara: Dios, Leo... —Resopló llevándose la mano al pecho.—
Leo: Perdona, no quería asustarte. —Se disculpó sujetando con calidez una de sus manos.— ¿Has... vuelto a vomitar...? —Preguntó en susurro.—
Sara: ¿Tú qué crees? —Ladeó la cabeza respondiendo con sarcasmo.— Por esto no quería venir, sabía que no era buena idea.
Leo: Ya lo sé. Pero esto no habría pasado si me hubieras hecho caso. Te dije que era mala idea ocultarlo. Estoy seguro de que sospechan algo... —Nervioso se rascó la nuca mirando de reojo al resto.—
Sara: —Dirigió la vista hacia el salón viendo a los demás. Era evidente de que llegarían a sospechar. Resopló con frustración, más que decidida a marcharse.— Me voy a casa...
Leo: Espera. —Aún sujetando su mano la atrajo hacia él.— Me voy contigo, y hablaremos de esto tranquilamente. No podemos seguir así...
Sara: Lo tengo claro, pero yo no puedo estar aquí y seguir como si nada. —Susurró dirigiendo la vista hacia los demás.— Sólo quiero irme a casa y tratar de asimilar esto con la mayor calma posible.
Leo: Está bien, tranquila. Sólo vámonos.
Sara: Tú das el aviso.
Leo: Estupendo... —Resopló con resignación.—
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No iba a ser fácil marcharse de la nada frente a Nora y los chicos. Pues si durante la visita ya estaban dando el cante de que algo estaba ocurriendo, con la repentina salida aún más...
Suerte que contaron con la ayuda de Lara, quien se apuntó a la salida. Como era evidente, Raph quiso acompañarla, pero claro, descubriría lo que estaba pasando con Sara y Leo... La mansión era grande, por lo que se las ingieniaría para que este no descubriera el pastel hasta que los futuros padres coincidiesen.
Leonardo y Raphael anunciaron su ausencia por el hecho de acompañar a las chicas, para asegurarse de que regresaran sanas y salvas a la mansión. Para el resto no le resultó extraño, ya era algo habitual. Pero las sospechas respecto a la pareja aumentaron en Nora.
Al igual que Splinter, tenía la asombrosa habilidad de leer todo tipo de expresiones faciales o físicas. Precisamente, cierta pareja transmitía varias expresiones en la mayor parte del tiempo. Por lo que, si antes lo sospechaba, ahora estaba segura de que algo sucedía con esos dos.
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Lara se aseguró de que Raph se alejara lo bastante como para que no pudiera averiguar el panorama que tenían Sara y Leo por tratar. No lo podía negar, le invadía la intriga respecto la charla que tendría lugar la pareja.
Lara: Esto... ¿Puedo quedarme y escuchar? Vamos, me gustaría oír a los "padres del año" asimilar la noticia. —Suplicó con su peculiar ironía.—
Sara: ¿De qué te sirve escuchar si ni siquiera aconsejas? —Cuestionó retórica frunciendo el ceño hacia la pelirroja.—
Lara: ¿Y me preguntas a mí, qué tengo el instinto maternal de una piedra? —Rodó la vista ante su respuesta irónica.—
Leo: —Suspiró con pesadez preocupado de la actitud de Sara, la cual no resultaba la mejor con la que lidiar con esta situación.—
Lara: Créeme, he intentado hablar con ella, pero en ese plan no es fácil... —Dirigió la mirada hacia la tortuga de azul, encogiéndose de hombros sin tener idea de cómo poder ayudar.— Oye, no te preocupes. En realidad está ilusionada, solamente es por lo repentino que ha llegado a ser.
Leo: No es la única. Lo más complicado que he hecho en mí vida es el ocultarle todo esto a Splinter y los demás. La comprendo. Ha sido un sock para los dos, pero... Debemos asimilarlo cuanto antes. —Reflexionó en voz alta frente a la pelirroja, sobrecogido por la situación.—
Lara: Lo vais a tener, ¿no? —Preguntó seriamente observando al líder esperando respuesta.—
Leo: —Se la quedó mirando seriamente, expectante por el significado tras la pregunta. A pesar de que todavía no se había hecho a la idea igual que Sara, el pensamiento de tener una criaturita en camino comenzaba a debilitarlo emocionalmente. Asentó ligeramente con cierta timidez.— Ve con Raph entre tanto.
Lara: Venga, saldrá bien. —Le transmitió su apoyo depositando su mano sobre su hombro, dándole un par de palmaditas.—
Leo: —Como respuesta sólo se limitó a dedicarle una pequeña sonrisa. Notó cómo los nervios ascendían por su cuerpo cuando empezó a dirigir los pasos hacia el jardín.—
Lara: Tendré el instinto maternal de una piedra, pero sí que me gustaría ver cómo funcionaría como tía. —Se dijo a sí misma torciendo los labios reflexiva.—
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Leonardo encontró a Sara sentada en uno de los bancos en cada lado del recinto. Nada más salir, pudo ver a la chica cabizbaja sujetándose la cabeza con ambas manos. No parecía estar llorando, al menos, no escuchaba ningún lamento que esta estuviera transmitiendo.
Sobrecogido por su estado de ánimo además de por la situación en sí, suspiró con pesadez para finalmente reunirse con ella. Una vez llegó hasta ella, se sentó a su lado, esperando que Sara fuese la que diera pie a la conversación que debían haber tenido durante estos días.
Pasaban los segundos, y ninguno sabía cómo iniciar con la conversación. Los dos estaban con la misma sensación, de tener el corazón invadido por miles de sensaciones que, les impedía la capacidad de hablar.
Sí, la misma sensación que sintieron ambos cuando se enteraron de la noticia.
El líder acarició la espalda de su novia, transmitiéndole su cariño y apoyo mediante las cálidas caricias. Ya que pasaban los segundos, y ninguno de los dos se decidía a hablar, suspiró pesadamente cogiendo el valor para poder emitir todo lo que él estaba sintiendo, y lo que quería hacer respecto al bebé.
Leo: Mira, ya sé que ninguno de los dos se lo esperaba, y lo cierto es que viene en un momento complicado... —Desvió la mirada expresando en lo último su preocupación respecto a la grave situación entre manos con el Súper Shredder.— Pero, debemos pararnos a pensar... en él, de seguir adelante.
Sara: —Ante las palabras de su novio finalmente alzó la mirada respirando hondo. Dirigió la mirada hacia él, permitiendo que este pudiera ver sus ojos comenzando a verse cristalinos. Aquel nudo en la garganta regresó en su cuerpo, pero esta vez no le impediría transmitir lo que realmente sentía consigo misma.— Crees que no quiero tenerlo y no es eso lo que me pasa.
Leo: No, no lo he dado por hecho. Solamente... No entiendo el porqué dejar pasar estos días atrás si lo quieres tener. —Se encogió de hombros confundido por la extraña actitud de la morena.—
Sara: Necesitaba escucharme a mí misma. Oír mis pensamientos, identificar mis emociones, analizar la situación... El bebé no es lo que me inquieta, que también. Lo que me preocupa de verdad es que no llegue a ser la madre que necesita. —Explicó finalmente abrazándose a sí misma, volviendo a bajar la mirada sumida en la incertidumbre.—
Leo: No lo comprendo, te encantan los niños. Incluso recuerdo lo contenta que estabas cuando un crío se puso a jugar contigo una vez. —Recordó en voz alta logrando provocar en la morena una ligera sonrisa.— Vamos... ¿Por qué no ibas a serlo?
Sara: ¿Te acuerdas de cómo inició todo? ¿La tragedia por la qué Lara y yo hemos estado sufriendo tantos años? —Preguntó dirigiendo la vista hacia el cielo.—
Leo: —Por supuesto que sabía la respuesta. Sonaba retorcido, pero si lo sucedido aquella noche no hubiese tenido lugar, no estarían aquí, ahora, y desde luego ni se habrían conocido.— Sí...
Sara: Nos la quitaron demasiado pronto, cuando ella sólo quería un hogar, una familia que cuidar... Y pensar que ahora me siento en su situación, me reconforta, pero... Me hace dudar de mí misma. Siento que no seré una buena madre. —Negó bajando la mirada nuevamente, secándose con la yema de su dedo una pequeña lágrima a penas fuera del lagrimal.—
Leo: Eso no lo sabes. Todavía es incierto decir si los dos seremos buenos como padres, estamos a nueve meses de saberlo. —Respondió seriamente tratando de sonar lo más calmado posible frente a sus dudas.— Sé que pretendes que todo salga lo mejor posible cuando dudas de ti misma. Pero... ¿Qué hay de ti? Prestas toda tú atención en todos los aspectos, menos en ti misma.
Sara: Me he criado poco junto a ella y he crecido mucho sin su ser. No me ha dado tiempo a aprender de ella lo suficiente. A veces intento ponerme en su piel, tratar de guiarme por las decisiones que ella tomaría. Y no sé nada, Leo. —Recuperó el contacto visual regresando a verlo.— No sé cómo voy a ser una madre, sin haber tenido a la mía. —Respiró profundamente tratando de impedir el llanto, secándose nuevas y varias lágrimas.—
Leo: —Sintió su corazón ablandarse gracias a sus conmovedoras palabras. Podía entenderla, ya que es en momentos como este en los que ella necesitaba a su madre. Amelia no podía ayudarla de ninguna manera, pero él sí.— Dime... ¿Cómo te sientes?
Sara: Pues... Por una parte asustada. Ya he dicho cuáles eran mis inquietudes, y lo que me trae tan preocupada. A parte, es un hecho que tengo un mutante dentro. No me disgusta, pero es curioso. —Rió levemente encogiéndose de hombros.—
Leo: —También pronunció una ligera risa ante tal hecho. Pero olvidaba algo más.— Un mutante que conservará parte de tú humanidad. —Dijo acariciando su mejilla suavemente, dedicándole una sonrisa.—
Sara: —Sonrió gustosa por el cálido gesto de la tortuga. Dirigió la vista hacia su vientre, pensando detenidamente en cada una de las cosas bonitas que sentía.— Pero es cierto lo que dicen: Es lo más bonito del mundo cuando una vida se está desarrollando en tú interior, y ese bebé lo compartes con quien más quieres. —Con los ojos cristalinos nuevamente, le dedicó una amplia y cálida sonrisa.—
Leo: —Aquellas palabras terminaron por conmoverle como nunca antes. Dirigió una mano hasta alcanzar la de su novia, tan suave y mediana comparada con la suya. Con la otra mano, repasó suavemente la sonrisa de la chica con la yema del pulgar. Sin poder apartar la vista de aquellos ojos que él adoraba.— Lo más bonito del mundo es creer que todos me verían como un monstruo y que llegaras tú para cambiar eso.
Sara: —Sonrió conmovida al igual que él por sus palabras. Acarició el dorso de su mano depositando su mejilla gentilmente sobre la palma de su mano.— No todo el mundo te vería así, aunque me alegra ser la que te vea como su alma gemela. —Rió levemente no pudiendo disimular el sonrojo que le provocaron las últimas palabras.—
Leo: Créeme, sobre todo a mí. La realidad es que todavía es pronto para nosotros el ser padres... —Nervioso rió levemente rascándose la nuca con la otra mano.—
Sara: Sí, soy consciente... —Al igual que él se rió ligeramente nerviosa, encogiéndose de hombros.—
Leo: Pero eso poco importa. Quiero asumir mi responsabilidad... Con los dos. —Dirigió la mirada a su vientre incluyendo a la criaturita.—
Sara: —Sonrió nuevamente por las palabras del líder.— Admítelo, te empezó a gustar la idea durante estos días, ¿verdad?
Leo: Bueno... Que no háyamos tenido esta conversación antes no me ha impedido pararme a pensarlo. —Explicó nervioso encogiéndose de hombros.— Es algo que, cuando lo pienso... Me siento diferente, como si tuviera la posibilidad de descubrir otras facetas de mí que desconozco.
Sara: Dicho así suena aún más interesante. —Admitió no pudiéndose evitar reír levemente por su curiosidad.—
Leo: —Rió levemente rodando la vista.— Además, no son pocas las veces que Splinter trataba de transmitir lo bonito que resulta la paternidad cuando tuvo a Karai con Shen. Ya que nuestra oportunidad se ha presentado, no puedo pensar en otra cosa. —Dirigió la mano hasta su vientre, brindándole una cálida caricia.—
Sara: —Sonrió ampliamente observando con ternura el bello gesto de la tortuga. Un fuerte impulso se presentó, y ella no lo iba a rechazar. Lo abrazó fuertemente juntando su cabeza junto con la suya gentilmente.—
Leo: —Llegó a impresionarle la manera en que esta lo abrazó, llena de sentimiento. Obviamente, correspondió. Por primera vez en mucho, notó cómo sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas. Por lo que escuchó, Sara estaba igual que él. Se separó ligeramente encontrándose con sus bonitos ojos cristalinos. Con el pulgar secó sus lágrimas delicadamente. Sujetó sus mejillas con gentileza, y se la quedó mirando a los ojos.— Quiero que tengas clara una cosa... Todo irá bien... ¿Vale?
Sara: —Invadida por la cantidad de emociones que sentía, se lo quedó mirando a esos ojos zafiro que la enamoraban. Ante sus palabras, sonrió ampliamente notando nuevas lágrimas tomando acto de presencia en sus ojos. Asentó varias veces confiando en el padre de su bebé.—
La pareja retomó el emotivo abrazo, no pudiendo luchar contra las lágrimas que a ambos se les escapaban irremediablemente dado el momento que ambos acababan de compartir.
Eran conscientes de que no sería sencillo, y menos, por el momento en el que el bebé estaba en camino. Pero a ambos se les estaba presentando una oportunidad que, en un futuro, querrían dar el paso.
Bueno, ahora faltaba por ver la reacción que tendrá el resto del grupo. Cosa que a ambos les inquietaba por igual...
❇
No estaba previsto que dejara una semana sin actualizar, pero era necesario. Hasta tal punto que había perdido la cabeza, y necesitaba un respiro.
El borrador que tenía escrito la semana pasada de este capítulo, no había por donde cogerlo, así que lamento la ausencia.
Pero ya retomando la historia...
¿Estáis emocionad@s por el progreso qué llevará el embarazo? 😉💚
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