Capítulo 1: niebla y muerte.
Las flamas del fuego y sus distintas tonalidades me mantenían hipnotizada, el crepitar de la madera relajaba mis sentidos y todo el ruido a mi alrededor parecía haber desaparecido.
O tal vez, solo era un efecto secundario de la segunda botella de hidromiel que sostenía entre mis dedos.
No era capaz de recordar cuánto tiempo llevaba sentada frente a la fogata, el sudor se deslizaba por mi espalda y frente, sin embargo, nunca me había sentido tan relajada como en este momento.
Faltaban tan solo cinco días para que todos mis años de esfuerzo y dedicación finalmente surgieran efecto.
Mis ojos se deslizaron a mi alrededor fijándome a mis compañeros, todos bailaban, bebían y reían, se lo merecían después de todo lo que habíamos pasado para llegar hasta aquí. El destino de cada uno de nosotros había sido marcado desde nuestra primera bocanada de aire, convirtiéndonos peones en una guerra mucho más grande que nuestras miserables vidas mestizas.
Cada día estábamos más cerca de cumplir con el motivo de nuestra creación, llevé la botella a mis labios y el alcohol se deslizó por mi garganta de manera reconfortante, me permití eliminar los pensamientos de compromiso por lo que quedaba de la noche.
Me levanté de mi posición, sacudiendo la suciedad de mi pantalón por estar sentada en la tierra y agité el frasco notando que me había acabado toda la bebida.
De repente, mi vista se nubló, mi cuerpo se estremeció y el sonido agónico de un centenar de voces azotó mis tímpanos. Giré a mi alrededor, nadie parecía escuchar lo mismo que yo, busqué con la mirada a mi mejor amiga pero no era capaz de encontrarla.
Los gritos eran tan intensos que me provocaban náuseas y parecían venir del bosque. Mi cabeza me decía que buscara a los superiores y los dejara encargarse, pero mi instinto parecía tener otros planes, así que decidí caminar en dirección del ruido, sola.
El bosque se encontraba inmerso en la oscuridad.
Todavía era capaz de escuchar los ruidos emitidos desde dónde tan solo minutos atrás me hallaba junto con el resto de mis compañeros, pero los gritos de angustia habían cesado.
El alcohol se encontraba impregnado en mi sistema, tan fuerte, que sus efectos hacían estragos en mi manera de caminar. Mi cuerpo entero estaba a punto de desplomarse sobre el suelo, mi mente era demasiado lenta para pensar en una manera de detener mi descenso.
Una mano desconocida sujetó mi cintura, mi cabeza seguía dando vueltas mientras alguien me sostenía evitando lo que sería una inevitable caída.
—Aquí estás, te vimos alejándote— la voz era masculina y tardé mucho más tiempo del necesario en reconocerlo.
Giré el rostro con tanta brusquedad que ocasionó un fuerte dolor en mi cuello, El semblante de Dain apareció en mi visión. Sus labios estaban arrugados, no era capaz de deducir si se debía a preocupación o molestia, su cabello azul caía sobre su frente y sus mejillas se encontraban rojizas. Detrás de él logre visualizar el cuerpo de mi mejor amiga acercándose, al igual que él sus mejillas lucían ruborizadas, sus ojos marrones tenían un brillo extasiado y su cabello castaño normalmente alisado se hallaba desordenado.
La realización llegó a mi como un balde de agua fría, quitando de inmediato todos los efectos del alcohol que aún se adherían en mi sistema.
Finalmente, Haddie había logrado dar un siguiente paso con Dain. Durante mucho tiempo estuvo enamorada de él y ahora que su sueño se materializó, volviéndose real no quería interferir.
Me alejé del agarre que me mantenía de pie, mis movimientos son mucho más estables que hace un segundo.
Volví a la realidad, cada vez más consciente de lo que estaba a mi alrededor, no recordaba haberme alejado tanto, sin embargo, nos encontrábamos casi al borde del territorio límite de Glassrose del que se nos permitía a los estudiantes explorar.
Nuestra academia siempre fue estricta sobre las cosas que teníamos permitidas, desde que iniciaba nuestro entrenamiento debíamos saber con certeza que el libertinaje y malas actitudes quedaban en nuestro pasado y en caso de no seguir las reglas, nuestra desobediencia sería castigada fuertemente.
Es por eso, que en todos los años viviendo y estudiando en este lugar jamás me había alejado tanto. Nos tenían prohibido cruzar el límite o salir de la zona sin autorización o protección, aquí estábamos a salvo y debíamos mantenernos de esa manera si no queríamos estar en una posición de peligro y nosotros nos encontrábamos demasiado lejos de la academia, mucho más cerca del peligro.
—Debemos volver a la fiesta—anuncié, dándole una última mirada a ambos.
—¿Necesitas ayuda?—Haddie se acercó a mí, sosteniendo mi brazo e instintivamente me alejé.
—Estoy bien.
En el preciso momento que las palabras salieron de mis labios, el ruido de unos pasos acercándose nos alertó.
Observé por el rabillo del ojo como Dain sacaba una pequeña navaja y colocaba a Haddie detrás de él para protegerla.
Rodeé los ojos ante su pequeña muestra de valentía, los tres sabíamos que él no estaba ni de cerca de ser uno de los mejores en combate.
La iluminación de tres linternas apareció en nuestra línea de visión y de inmediato fui capaz de reconocer a la chica que se encontraba liderando el camino.
Nerezza Aureate, caminaba en nuestra dirección como si el suelo que pisamos le perteneciera. Nos sonreía, pero sabía que no era una sonrisa cordial, era una de superioridad y no había nada que odiara más en el mundo que ver esa sonrisa en su rostro.
La vimos acercarse en silencio junto a sus acompañantes, Dain guardó su navaja sabiendo que no estaba en peligro y quise gritarle que estaba equivocado, que Nerezza era mucho más peligrosa que cualquier cosa que nos pudiésemos encontrar en medio del bosque oscuro.
Su cabellera negra hasta los hombros era iluminada por la luz de la luna, en contraste contra su piel pálida. Era insólito que un descendiente de los elfos dorados como nosotros poseyera una cabellera tan oscura, cualquiera podría creer que no era una Zianhart si solo mirara su cabello oscuro, tomando en cuenta que la mayoría poseía cabellos con tonos brillantes y pasteles.
Sin embargo, había algo en ella que la hacía indudablemente una de nosotros.
Sus ojos eran del color dorado más brillante que jamás haya visto, eran terriblemente extraños y terriblemente cautivadores, pero, eso jamás lo admitiría en voz alta.
—Vaya, qué tenemos aquí —chasqueó la lengua mirando entre nosotros tres. —¿Estoy interrumpiendo una especie de trío?
—¿Qué haces aquí?— ignoré completamente su insinuación.
—No tengo porque darte explicaciones, la última vez que revisé el bosque era libre para explorar.
La inesperada aparición de estas personas me había hecho olvidar el verdadero motivo por el cual me encontraba en las profundidades del bosque y el etanol aún parecía estar adhiriéndose en mi interior.
—Sabes muy bien que eso no es del todo cierto—respondí, todos aquí somos conscientes de que el bosque no está libre de explorar cómo dice.
No podía permitirles cruzar el límite, si lo hacían entonces todos estaríamos en problemas y no estaba dispuesta a perder mi avance por culpa de ellos.
Impulsivamente me puse frente a Nerezza, si quería cruzar tenía que pasar sobre mi y no me iría sin pelear.
—Apártate de mi camino, Eirene—su voz sonaba tranquila, era una clara advertencia pero ambas sabíamos que está no sería la primera ni la última vez que peleamos.— Estás ebria y puedo patear tu trasero sin ningún esfuerzo.
Estaba equivocada, la ebriedad no me hacía olvidar años de entrenamientos, podía ser más torpe y con movimientos más lentos, pero ella sabía que podía dar una buena pelea.
—Es mejor que nos vayamos de aquí— Dain intentó alejarme de ella pero mis pies se mantuvieron firmes, ambas mirándonos con desprecio.
—No voy a golpearte, no soy una abusadora—sus labios se tornaron en una sonrisa maliciosa. —Prefiero tenerte sudando y agitada mientras estás sobria.
La sorpresa se reflejó en mi rostro y en mi firmeza volviéndome menos estable, aprovechándose de mi momento de distracción, Nerezza y sus acompañantes que ahora lograba identificarlos como Atrax y Trent nos empujaron a un lado.
Haddie que hasta el momento había permanecido en silencio decidió hablar.
—Si salen del límite todos estaremos en problemas.
—No será así si nadie se entera.
Suspiré, ella jamás iba a ceder y si iba a estar en problemas por su culpa entonces haría que valiera la pena.
—Voy contigo.
—¿Qué demonios crees que estás haciendo?—inquirió mi mejor amiga.
—No sé cómo explicarlo, pero, algo anda mal y eso me atrajo al bosque, si yendo con ella tengo la oportunidad de descubrir qué sucede entonces lo haré.
La pelinegra me observaba, sus ojos dorados entrecerrados con sospecha. El ruido de la fiesta hace más de un minuto que no se escuchaba, la temperatura descendía con cada segundo que pasaba, volviendo el clima tan frío que era casi insoportable, la opción más lógica era dejarlos ir y volver a la academia, sin embargo, no estaba dispuesta a perder está oportunidad.
—No voy a dejarte ir sola con ellos, voy contigo—anunció Haddie, ocasionando una sonrisa en mis labios.
—¿Pueden dejar su momento cursi para otra ocasión?, tengo cosas más importantes que hacer.
Rodeé los ojos, no quería hacerle creer que mi opinión sobre ella había cambiado y aunque ambas llevábamos años de odio acumulado era consciente de que la chica era un peligro que podía manejar.
Juntos nos encaminamos cada vez más lejos, ellos lideraban el camino mientras Dain y Haddie venían detrás de mí mientras caminaban con las manos enlazadas.
Cuando cruzamos el límite un halo de luz blanca destelló cegando mi visión, un estremecimiento se deslizó por mi cuerpo y el frío crudo se instaló en mis huesos.
Jamás había experimentado eso, era magia cruda y lisa deslizándose en mi interior, danzando dentro de mi dejando su huella para luego desvanecerse.
Cruzar la protección de la academia no solo significaba que estábamos arriesgandonos a un severo castigo, si no que éramos expuestos a todo los peligros del mundo mortal y mágico.
Los humanos solían estar en las calles despreocupados, viviendo sus vidas, disfrutando de la tecnología sin saber los peligros sobrenaturales que los rodeaban y robaban sus energías, es por eso que la academia se aseguraba de que estuviéramos en una zona segura en dónde crecer no fuera un peligro para nosotros.
Aunque era irónico considerando que en cuánto ascendiéramos seríamos enviados a la guerra, dónde muy pocos sobrevivían o al menos eso era lo que ocurría, tomando en cuenta que ningún elfo dorado a venido a reclutar en los últimos dos años.
—¿Ustedes también sintieron eso? —preguntó Dain, llevando una mirada horrorizada a nuestro alrededor.
—Acostúmbrate, es lo que pasa cada vez que cruzamos la protección —respondió la pelinegra.
Antes de que alguien más pudiese decir algo, el sonido de un grito cortó el silencio del bosque. Todo era demasiado oscuro para saber de dónde venía, sin nuestras habilidades aún heredadas por nuestros ancestros no poseíamos la visión suficiente para localizar algo en la oscuridad.
Aún teníamos la visión de un mortal.
—¿Qué demonios fue eso?
Nadie contestó.
No era probable que estuviéramos en peligro, el grito sonaba igual que lo que había escuchado anteriormente lo cuál significaba que alguien necesitaba de nuestra ayuda.
Era increíble como la expectación y el congelamiento del clima nocturno podía disipar todos los restos del alcohol en el sistema.
—Síganme —pronunció Nerezza, sin darnos oportunidad de negarnos.
Todos fuimos detrás de ella mientras nos guiaba, nuestros pasos sigilosos recorriendo la maleza, las linternas fueron apagadas evitando de esta manera que si hubiese peligro a nuestro alrededor este no fuese capaz para ellos localizarnos.
No confiaba en ella, habíamos pasado por suficientes peleas y problemas a lo largo de los años para saber que no era una persona a quien le depositabas tu confianza, pero, no teníamos más opción, era eso o volver sin respuestas y dejar a alguien indefenso.
La cabeza me palpitaba con cada paso que dábamos, cada vez alejándonos más de la frontera de resguardo que nos ofrecían los terrenos de la academia. Nerezza finalmente se detuvo, su cabeza moviéndose en diferentes direcciones.
—Es por ahí—enunció, sus largas piernas acortando el camino que la separaba del lugar indicado.
Sus manos se adentraron a un matorral, separando las ramas y destrozando pequeñas flores escarlatas, un jadeo general se escuchó cuando el crujido terminó y vimos lo que estaba detrás.
Mi respiración se cortó, a menos de diez pasos de distancia yacía el cuerpo de un gnomo, no parecía estar respirando y miré al resto con preocupación.
—¿Está muerto?—indagó Atrax.
—Claro que sí, no hagas preguntas estúpidas— me acerqué al cuerpo sin vida, tenía una herida profunda en su abdomen y la sangre seguía fluyendo.
Trent se pasó las manos temblorosas por su cabello, Haddie no parecía querer mirar el cadáver y Dain se encargó de consolarla.
Nerezza y yo nos miramos a los ojos, ambas sabíamos que si el asesino seguía en el bosque estábamos en más peligro de lo que pensábamos en primer lugar, los gnomos no solían cruzar al mundo mortal, de hecho, ningún ser había cruzado desde los últimos dos años por lo tanto esta situación era más que inusual.
—Tenemos que irnos de aquí—solté y todos asintieron.
Y si, efectivamente todos empezamos a caminar de regreso. Mis piernas temblando ligeramente mientras nos abríamos pasó en la oscuridad, cuando de repente algo en el ambiente cambió, la niebla se volvió espesa y cegadora, no podía ver a los chicos pero podía sentir el calor de sus cuerpos a mi alrededor.
Lo primero que se escuchó fue el sonido de la velocidad de una flecha rasgando el aire, seguido de eso el gritó de dolor proveniente de Atrax.
Mi corazón se paralizó al igual que mi cuerpo, en ese momento supe que está noche no iba a terminar bien, me arrepentí de haber arrastrado a Haddie hasta aquí y haberla puesto en peligro, pero no era momento para quedarnos quietos, teníamos que huir y regresar a la academia dónde estaríamos a salvo,
—Corran—gritó Dain.
Nadie se detuvo a pensarlo, mis piernas cobraron vida propia mientras me alejaba, una lluvia de flechas fueron disparadas en nuestra dirección, la adrenalina recorría cada partícula de mi cuerpo, no podía ver nada, la niebla era demasiado espesa, todo estaba demasiado oscuro.
Mis piernas ardían, mis pulmones gritaban por un descanso pero no me detuve, logré visualizar el lugar por dónde salimos del límite y forcé a mi cuerpo, poniendo cada gramo de energía que poseía en llegar.
El cosquilleo envolvió mi piel como un saludo de bienvenida, mi cuerpo se desplomó contra el suelo, detrás de mí apareció Trent, seguido de Dain y Haddie.
Un sentimiento de angustia se instaló en mi pecho, no veía a la chica de ojos dorados ni a Atrax por ningún lado.
—¿Dónde está Nerezza?—las palabras salieron de mis labios antes de que pudiera detenerme a pensar.
—No creíste que te habías deshecho de mi tan fácil—entró, cargando la mitad cuerpo del Atrax contra el suyo mucho más delgado.— Aún estoy aquí para patearte el trasero cuando lo necesites, Eirene.
La sonrisa de superioridad había vuelto a sus labios.
—Vete a la mierda.
Antes de que pudiéramos decir algo más fuimos rodeados por los líderes, cerré los ojos con fuerza sabiendo el sermón que se vendría.
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