Quédate Conmigo
GoGo tomó a Hiro entre sus brazos, abrazándolo fuertemente.
-Hiro Hamada, júrame que nunca me dejarás.-Murmuró.
El chico sonrió.
-¿Y por qué quisiera yo hacer eso? Creo que aquí tengo todo lo que necesito.
Leiko sonrió.
-Te amo, Hiro. Te amo. Te amo. ¡Oh, santo Dios! ¡Te amo!
Hiro frunció el ceño.
-¿Algún día te cansarás de decirlo, hima?-Preguntó.
-Solo cuando te canses de amarme.-Respondió ella.
-¡Uy! ¡Qué pena! Nunca dejarás de decirlo.
-¿Por qué que pena? Yo te amo y tú me amas. Y quienquiera que se meta en el camino paga las consecuencias.
Ambos sonrieron.
-Leiko, ¿Te quieres ir de San Fransokyo?-Hiro soltó la pregunta.
Los ojos de la chica se abrieron.
-No. Y aunque quisiera, no tendríamos a donde. La mitad de mi familia está en Corea y un cuarto aquí. Jaimee mató al otro cuarto.-Respondió.
-¿Y por qué no quieres ir a Corea?
-Ahí nacieron personas importantes para mí. Y ahora todas están muertas. Te reto a contestar tu pregunta.
Hiro abrazó a la chica más fuerte aún.
-Bueno, tampoco podríamos ir a Japón. Mamá y papá eran los últimos del linaje Hamada viviendo ahí.
Una idea cruzó por la mente de GoGo.
-¿Y si continuamos el linaje Hamada en San Fransokyo? Es decir, no estaría de más quedarnos aquí. Podríamos dejar que nuestros hijos decidieran después a donde quieren irse.
La sonrisa de Hiro se agrandó.
-Me parece perfecto. Dejar que decidan su propio destino.
Y compartieron un beso tan apasionado que el Jack y Rose se quedaron muy por detrás.
No había Romeo y Julieta.
No había Cleopatra y Julio César.
No había Bella y Edward.
Había Hiro y Leiko.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro