Hamada
-¿Y si te quedas conmigo?-Ofreció el más pequeño de todos.
Todos lo voltearon a ver, asombrados.
-Digo, así la tía Cass y yo te podríamos cuidar. Solo si quieres.-Dijo el chico un poco sonrojado.
-Esta bien.-Contestó indiferente GoGo. Las lágrimas seguían saliendo de sus ojos.
-¡Hey! No llores, va a estar bien.-Intentó tranquilizarla Hiro, quien seguía acariciando su cabello.
-¡P-P-pero fue mi culpa!-Protestó llorando otra vez la pelinegra.
-¡No lo fue Leiko! ¡Deja de culparte! ¡Debí haber mandado a mis guardaespaldas!- Gritó irritado el chico Lee.
-P-P-P-ero... -GoGo no pudo terminar la frase.
-¡No puedo perder a mi novia y a mi mejor amiga! ¡O te controlas o te controlas!-Gritó Fred, irritado. Lágrimas caían de sus ojos.
Era la primera vez que alguien le decía a GoGo que hacer. Y era la primera vez que alguien le gritaba también.
Todos estaban asombrados.
-Lo siento, no quería gritarte.-Se disculpó el chico Lee.
-Me lo merecía. No me la puedo pasar llorando. Gracias.-Le contesto la chica Tomago.
Los dos sonrieron.
Todos platicaron nerviosos por un rato, hasta que llego la hora de irse.
Hiro llevo cargando a GoGo hasta Lucky Cat Café, donde la tía Cass los recibió y ayudó a GoGo.
-Dormirás en la cama de Tadashi, querida.-Le dijo la tía Cass a GoGo mientras subían las escaleras.
-Muchas gracias, señora Cass.-Respondió GoGo, sonriendo.
-No te preocupes corazón. Es lo que Tadashi hubiera querido.-Respondió la castaña.
GoGo odiaba que la ayudaran, le hacia sentir débil, indefensa y odiaba sentirse así. Pero tuvo que dejarse ayudar durante lo que parecieron años para ella.
Hiro a diario la ayudaba a ir y regresar de la escuela, al igual que con las tareas. Constantemente le pedía a Baymax que la escaneara para saber la evolución de su herida.
Dos meses pasaron antes de que el brazo de GoGo se curara completamente y ella pudiera volver a vivir sola.
Hiro no quería dejarla ir, disfrutaba mucho de su compañía. En especial por su pequeño secreto. No estaba seguro de si querer decirle a GoGo sus sentimientos o no, pero con cada día que pasaba se enamoraba un poco más de ella.
GoGo tuvo que aprender a ser más abierta con Hiro, dado que el era sus manos (literalmente) ahora.
-¡Gracias por dejar que me quedara con ustedes estos meses, Cass!-GoGo agradeció mientras abría la puerta.
-¡No hay problema, querida! ¡Cuídate!-Respondió la tía Cass, feliz.
GoGo salió de café y se dirigió caminando a su casa. Tomó las llaves y entro por la puerta. Para su sorpresa, la casa estaba completamente limpia.
"Wasabi debe de haber venido" Pensó.
La pelinegra se tumbó en el sofá y prendió la televisión, era viernes y faltaba menos de una semana para San Valentín.
Su celular sonó.
-¿Hola?-Preguntó.
-Despertó.-Respondió Fred al otro lado de la línea.
-En camino.-Musitó GoGo y colgó.
La chica salió apresurada de su casa directo al hospital. Tomó unos discos y botas moradas que Hiro le había regalado mientras estaba en su casa, se los puso y salió deslizándose hacia el hospital.
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