WAR OF HORMONE
El jóven estaba con la mirada algo perdida mientras era sacudido por su profesor, quién ahora levantaba su rostro para revisarlo.
—Diablos, Jungkook —decía ahora recibiendo una mirada vacía del menor—. Vamos, sube a mi auto.
Del brazo llevaba al azabache abriendo la puerta del copiloto, éste se dejaba llevar sin problema alguno.
Una vez dentro, el profesor sacaba un pequeño pañuelo de papel de la guantera.
—Presiona en tu labio —ordenaba y el jóven hacía lo que él decía.
Éste arrancaba sin decir más nada, había notado que Jungkook no tenía ganas de hablar así que se contuvo de bombardearlo con preguntas.
Después de un largo recorrido el jóven había notado que su labio había dejado de sangrar y abriendo la ventanilla se deshacía del pañuelo manchado.
Luego apoyaba su cabeza en el asiento mirando en dirección al profesor, quién se veía nervioso al tener la vista del menor sobre él.
Seok Jin tragaba duro porque aquel estudiante, con esa pinta tan sombría y callado lo ponía nervioso, pero nervioso en el buen sentido.
—No trae sus lentes —replicaba el menor luego de un rato largo de estar viéndolo o mas bien, admirando ese perfil tan delicado que su profesor tenía.
—No. Solo lo uso para las clases o para leer —respondía sin dejar de ver el camino.
Jungkook no tenía intenciones de apartar sus ojos, estaba disfrutando de aquella vista.
Recorriendo con la mirada a su profesor, había notado que estaba vestido muy elegante.
—¿Iba o venía de algún lado importante? —preguntaba curioso.
Aún estaba apoyado con toda su cabeza en el asiento.
—Yo venía de una cena amistosa e iba camino a ver a un viejo amigo.
«"Viejo amigo" si, claro».
Por primera vez Jungkook desviaba la mirada y luego de unos minutos llegaban a una casa que el menor desconocía.
—Crei que me llevaría al campus —cuestionó el azabache mirando la entrada desde el auto.
—Estamos a unos minutos de la universidad, si quieres puedo llevarte —replicaba el profesor.
—¿Usted vive solo aqui? —preguntaba con su voz sombría.
Seok Jin no podía descifrar si estaba molesto por aquello o no.
—Si, vivo aquí. Solo.
Sin mirarlo y sin decir nada, Jungkook bajaba decidido.
El profesor no había podido ocultar una pequeña sonrisa en su bello rostro, pero se recompuso rápidamente antes de bajar.
En silencio era seguido por el menor, mientras abría la puerta.
Al entrar, el lugar era cuadrado grande, sin habitaciones, excepto por una.
Tenía cocina por un lado, cerca de la ventana una mesa acompañada de seis sillas, la puerta que guiaba a la única habitación que parecía ser el baño y en una plataforma más alta, una cama de dos plazas y media.
También en un sector había un piano, una guitarra y en otro sector tenía una mesa con su laptop y todos los papeles importantes.
—Este lugar es increíble —decía el menor sorprendido.
—Lo dices como si esperarás algo más aburrido
—Viniendo de usted, con esos lentes —replicaba con desdén el menor.
—Gracias por llamarme indirectamente aburrido —soltaba el señor Kim quién ahora se quitaba su chaqueta dejando ver una camisa blanca apenas transparente y ajustada.
Marcaba a la perfección su angosta cintura y sus hombros anchos, Jungkook se había relamido sus labios ante aquella imagen tan perfecta que le brindaba aquel hombre.
Éste se había perdido en lo que parecía el baño, y volvía con una caja de primeros auxilios.
—Ven aquí —ordenaba con voz grave indicándole a Jungkook que lo siguiera a la mesa.
Éste lo hacía sin chistar.
Luego de empañar un pequeño algodón con alcohol lo pasaba primero por el pómulo del menor.
Había sostenido su mentón delicadamente y el jóven no escondía su mirada y lo contemplaba sin restricción alguna.
—Vecindario o amistades complicadas ¿Cierto? —exclamaba el mayor.
—Estoy bien —se limitaba a responder.
El profesor esbozaba un pequeña sonrisa negando con su cabeza—. Sí, se te nota —respondía.
El menor habia notado ese tono socarron y claramente no se quedaría atrás—. ¿Le pagan horas extras por aconsejar a los alumnos, Sr. Kim?.
El profesor volvía a negar, ahora cortando en pequeño pedacito de la curita para cubrir la zona del pómulo.
Colocándola con delicadeza respondía—. No estamos en la universidad. Debes saber que odio las horas extras y ten en cuenta que puedes contar conmigo.
Se habia alejado un poco para mirar atentamente las facciones de aquel chiquillo, era atractivo, demasiado.
Saliendo de sus pensamientos volvía a bañar otro pedazo de algodón, ahora para el labio inferior y la comisura de estos que estaba también dañada.
Luego de presionar sobre la herida el jóven había soltado un suave chillido.
—Y puedes llamarme Jin —agregaba el mayor.
Estaba muy concentrado en limpiar el labio inferior del azabache, tanto al punto de no notar que se estaba mordiendo el suyo propio.
Tan cerca de aquel jóven que venía robándole sus pensamientos, tanto deseo que le había hecho sentir en esos extraños enfrentamientos que habían tenido.
«Debes de contenerte. Los alumnos están prohibidos para ti».
Sí, Seok Jin era su propio enemigo.
El jóven por su lado se moría de ganas por probar los labios de aquel hombre, ni siquiera él podría prometer cuánto podría aguantar si abalanzarse encima.
El profesor se había alejado aclarando su garganta para tomar otro pedacito de curita y cubrir esa zona.
—¿Viejo amigo, no? —preguntaba el menor.
El profesor lo miraba confundido, luego había recordado sus propias palabras.
—Oh, si. Nada importante —exclamaba sentándose erguido y sobando sus muslos para suprimir sus nervios—. ¿Quieres algo caliente?.
«Si, a usted» —Seguro, café
—Perfecto —el profesor se había puesto de pie para dirigirse a la cocina con un Jungkook curioso detrás de él.
—¿Seguro no arruiné nada importante para usted al haberme encontrado en estas condiciones?.
El profesor ponía la cafetera y se giraba apoyando sus manos en la encimera, Jungkook yacia parado frente a él.
Aún estaba algo despeinado, pero su rostro lucia mejor y más limpio, aunque había notado que su remera se había manchado con su propia sangre.
—No, Jungkook. No arruinaste nada —replicaba.
Al menor le encantaba oír su nombre salir de esa boca tan perfecta.
—¿Qué iba a hacer con su amigo? —cuestionó dando un paso hacia adelante.
—Follar —replicaba sin filtro su profesor—. Solo eso.
Jungkook se había ruborizado ante la descarada respuesta de su profesor.
—Lo siento —decía apenado con cierta opresión en la boca del estómago.
—¿En serio lo sientes? —preguntaba divertido ahora escapando de la vista de Jungkook para tomar dos tazas.
—No la verdad, no lo siento —decia nuevamente con coraje.
Justo en ese entonces el menor volvía a acortar la distancia para sentir la fragancia que emanaba del cuerpo del mayor, pero éste se giraba de repente y Jungkook retrocedía.
«Controlate, imbécil» pensaba para si mismo.
Aquel hombre le estaba haciendo perder los estribos.
—Te daré una nueva remera ¿te parece?. Esta está toda manchada —reprendía poniendo sus dedos sobre la tela y haciendo presión en el abdomen del menor.
Éste sentía que perdía el aire, solo se había limitado a asentir. Seok Jin se había escapado de su vista otra vez para dirigirse a una enorme cajonera junto a la cama, Jungkook lo seguía de cerca y en silencio.
Una camiseta blanca sacaba del primer cajón para entregársela al menor quién no había dudado ni un segundo en quitarse la chaqueta y luego la remera frente a su profesor.
«Mierda» pensaba el mayor, el más joven estaba jugando, no le cabía duda alguna.
El cuerpo del menor estaba tallado por los dioses, o más bien, por la rutina de ejercicios que Jungkook hacia desde de los quince años.
Unos abdominales bien marcados sobre los cuales cualquiera querría pasar su lengua, y el profesor se había sumado a esa lista.
Éste había tragado duro y extendía la prenda.
—No hay mucha privacidad en mi casa, no tengo paredes, pero iba a preguntarte si gustabas de esta podías cambiarte en el baño —decía serio.
El menor había sonreído ante aquella observación y tomaba la prenda—. ¿Lo pone nervioso tener un alumno sin remera en su casa?
—Buena observación. No sé porque te traje en primer lugar —exclamaba acortando la distancia.
El menor tragaba duro por enésima vez—. ¿Me va a echar? ¿Se enojó conmigo por lo que dije?
—No deberías de haberte quedado semi desnudo sabiendo para que lado bateo —exclamaba divertido.
Jungkook lo miraba fijo, si aquel hombre quería aprovecharse, lo dejaría.
Aunque Seok Jin no era ese tipo.
—Tengo entendido que usted no anda con alumnos
—Cierto.
Replicaba eso y salía de la vista de Jungkook nuevamente para ir a servir el café.
El menor se estaba estresando, a veces parecía tener vía libre para saltarle encima y luego parecía que el profesor solo bromeaba con él.
Nunca había estado tan inseguro en su jodida vida.
Luego de ponerse la remera, el profesor dejaba las tazas sobre la mesa—. Siéntate, me iré a quitar esta camisa
—Puede hacerlo frente a mi —exclamaba el menor llegando a su lado.
—¿Los golpes de esta noche aflojaron algo dentro de esa cabecita? —reía con esa estrepitosa risa tan peculiar de él.
Se había ganado una mala mirada del menor y el profesor respondía haciendo un puchero.
—Se está burlando de mi —decía fastidiado.
—Jamás, pero no me gustaría traumar a un alumno viéndome sin remera —el profesor se apartaba de la vista del menor—. Menos si ese alumno parece confundido.
Jungkook había fruncido el ceño ante aquella frase.
«¿Confundido?». ¿A qué se refería?.
El mayor había desaparecido en el baño mientras el azabache se acomodaba en una silla para beber el café.
Ahora que no estaba bajo la mirada de su profesor había comenzando a sentir el dolor en su rostro y abdomen, para sorpresa, no habia marcas ahí, aún.
El profesor había salido con unos pantalones deportivos grises que caían sobre su cadera, de algodón y marcando esa masculinidad que se traía entre las piernas.
En un pantalón deportivo de algodón, se marcaba más fácil y el jóven se encontraba babeando.
También tenía una remera blanca de tela fina.
Éste se había dirigido al refrigerador para tomar unos chocolates y se acercaba caminando relajado a la mesa para beber de su taza.
—Toma —le brindaba uno al menor—. No te atrevas a decirme que no te gusta el chocolate
—No es lo único que me gusta —replicaba quitándole la envoltura.
El profesor había suspirado cansado dejando caer su cabeza y ahora prestaba toda su atención al menor.
—¿Estás muy confundido, cierto?
—No sé a qué se refiere —replicaba con altivez mordiendo su chocolate.
—¿Qué rumores te enteraste sobre mi?
—Ninguno, excepto que no sale con alumnos
—¿Entonces porque te ves tan interesado en hacerme cambiar de opinión? —replicaba en tono grave.
—¿Porqué me dijo que estoy confundido?
—Porque pareciera que jamás estuviste con un hombre y estás intentando entretenerte conmigo
—Yo no le pedí que me trajera —replicaba el menor—. Yo no soy el confundido.
El profesor se mordía su labio mientras sonreía de lado. Cómo le encantaban las provocaciones del azabache.
—¿No estás confundido?. Creí que eras del tipo que se acostaba con todas las mujeres que caían ante su encanto —replicaba el mayor bebiendo de su taza.
—Soy de esos, pero nunca me terminan de satisfacer
—De acuerdo, cuando termines tu café te llevaré al campus —exclamaba rápidamente el profesor.
Jungkook lo había sentido como un ultimátum, era ahora o nunca.
Aprovechando que ambos estaban sentados con la silla y el cuerpo en dirección al otro, el menor no dudo ni por un segundo y ahí se encontraba sentándose a horcajadas de su profesor.
Éste casi tira la taza con su café, abriendo sus brazos algo sorprendido ante la imponente imágen de aquel atractivo joven encima de él.
—No quiero volver al campus —decía el menor con las manos en los anchos hombros de su profesor. Éste estaba congelado con una mirada no tan sorpresiva en su rostro. El menor se había acercado al cuello de su profesor para finalmente oler su perfume.
Aquello había erizado los vellos del mayor.
—¿Qué haces? —decía sin mover un pelo.
—Quiero quedarme con usted —Jungkook sabía que la lujuria se había apoderado por completo de él. Y no tenía ganas de combatirla.
—Bájate —pedía el profesor en un susurro sin tocar al menor.
Jungkook quien ahora salía del hueco de su cuello lo miraba de cerca y se relamia sus labios mientras estaba perdido en aquellos orbes de color avellana.
—Bájate, por favor —rogaba como si le doliera tenerlo tan cerca, pero no haría nada para tocarlo.
Jungkook negaba con su cabeza y sus ojos tímidos.
El profesor había largado un sonoro suspiro, su entrepierna comenzaba a responder al peso que Jungkook infringia encima.
—Por favor —rogaba una vez más—. No puedo hacer esto
—No me hubiera traído en primer lugar —Jungkook había acortado la distancia apoyando su frente en la de su profesor.
Ese hombre que lo había provocado se encontraba indefenso ante su ataque.
Lentamente Jungkook rozaba la nariz de Seok Jin con la suya, lo hacía con parsimonia, pese a que por dentro quería devorarle la boca a besos.
—Se te metió en la cabeza que jamás estuve con ningún alumno y eso es lo que te motiva a provocarme —decía Seok Jin con sus ojos cerrados dejando al menor hacer lo que quisiese.
—¿Porqué no me tocas, Jin? —preguntaba a centímetros de éste.
Los dos se estaban quemando, pero seguían viendo quién sería el primero en ceder.
Seok Jin había abierto sus ojos, los mismos estaban más negros porque sus pupilas estaban dilatadas.
—Levántate —ordenaba, pero Jungkook esta vez, no obedecía.
Las manos de Seok Jin ardían de deseo por tocar al menor, sentía todo el escalofrío recorrer su anatomía por completo.
—Tócame —rogaba el menor.
—Levántate —ordenaba una vez más, pero esta vez hacía un movimiento brusco con su pelvis provocando que el menor saltará encima de su erección—. Mmm, maldita sea —exclamaba sufriendo y echando su cabeza hacía atrás.
«Quiero más».
Jungkook había largado un inaudible gemido y cuando vió la imagen de aquel hombre con su cabeza echada hacia atrás y su largo cuello, atacó sin pensar de más, sin seguir perdiendo la oportunidad que tenía frente a él.
La lengua húmeda del menor había recorrido aquel cuello que parecía interminable.
Seok Jin se había sobresaltado, pero no le había impedido que recorriera toda esa zona.
Sus manos fueron directas a los muslos del menor, y éste se cargaba unos bien musculosos y definidos.
—Me vas matar —decía el mayor.
Jungkook había comenzado a dejar suaves chupones sobre la piel de su profesor, no tenía intenciones de marcarlo y aquellos sonidos comenzaban a inundar los oidos de su profesor.
El azabache había sentido una corriente eléctrica cuando las manos de aquel hombre lo tomaban y masajeaban con fuerza, yendo de sus muslos hasta su culo.
Por su parte, con una mano tenía parte de la remera enmarañada en sus dedos y con la otra había tomado la nuca del profesor con fuerza.
—Ah...joder, debes detenerte —rogaba el mayor, pero su caricias no se cesaban.
—No lo haré. No quiero —decía el menor con voz ronca.
Pero el profesor lo soltaba y de manera brusca lo enderezaba sacándolo de su cuello y mirándolo ahora fijamente.
Jungkook tenía los labios rojos por haber chupeteado el cuello del mayor.
«Tantas cosas que podría hacerle», Seok Jin quería sacar esos pensamientos de su cabeza.
—Por favor, no se si jugaste algún tipo de apuesta, pero levántate. Te llevaré al campus —Seok Jin volvía a tomarlo de sus caderas para levantarlo, pero el menor se agarraba de la silla por encima del hombro del mayor.
Se había sujetado con fuerza ganándose una mala mirada del profesor.
—No jugué ninguna apuesta —el menor ahora acariciaba la mejilla de su profesor. Éste no podía evitar cerrar sus ojos ante aquella suave caricia—. ¿Arruiné su noche?
—No, no lo hiciste —respondía de inmediato.
Aprovechando la guardia baja del profesor Jungkook pasaba la lengua por el labio inferior obligando al profesor a entre abrir su boca, dejándole vía libre para una suave mordida.
Todo era dulce y tranquilo, hasta que el beso se hacia presente, suave, lento e intenso.
Se estaban degustando sin apuro, la lengua húmeda del mayor se movía a la perfección y el azabache deliraba con los sonidos que ambos desprendían cuando succionaban y chupeteaban.
De nuevo volvía a hacer presión en las caderas del menor mientras el beso pasaba a ser salvaje.
—Mmm... —el menor largaba un gemido tan dulce que había alborotado al profesor.
Éste ahora se levantaba con Jungkook en brazos, quien lo envolvía con sus piernas, mientras continuaba besándolo.
Sabía muy a dónde se dirigía con él en brazos.
Una vez habiéndolo dejado sobre la cama, Jungkook seguía rodeándolo con las piernas, obligando al mayor a moverse y hacer fricción entre ellos.
—Mierda, nunca estuve con alumno...yo no-...
—Cierra la maldita boca —ordenaba el menor—. Nunca le había rogado tanto a alguien, por dios —exclamaba desesperado intentando quitarle la remera.
—¿Has hecho esto antes? —preguntaba el mayor intentando calmar las manos de su alumno.
—Una vez —decía sin mucha importancia.
Seok Jin ahora se liberaba de entre medio de sus piernas, y comenzaba a caminar como gato encerrado, despeinando su cabello.
—Estás tan confundido.
—No, no lo estoy —exclamaba intentando llegar al profesor y tomarlo de su rostro—. No estoy confundido, quiero estar contigo ¿Tu no quieres?
—Lamentablemente lo quiero y no entiendo porqué.
Jungkook no pudo evitar sonreír, para luego quitarse la remera sin pudor alguno.
No se iría de ahí sin tener lo que tanto venía deseando y sabía muy bien que el hombre frente a él se estaba muriendo de igual manera.
Bueno...holis, como están?
Pude cumplir y actualizarles HIA.
Les quiero waches, el próximo será Lemon o no? O si o no?.
Con amor, niñita Nany 💜
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro