STIGMA
Era de madrugada, otra noche ilesos, otro botín para repartir entre todos. Otro día mal gastado para dos jóvenes que tenían la posibilidad de elegir algo diferente.
—No podemos seguir haciendo esto —comentaba Sujin, una vez que él y Nikko se encontraban solos.
—¿Puedes dejar de hacer estos comentarios? —cuestionaba Nikko, entre dientes—. Ésta es nuestra vida. Nosotros no nos ensuciamos las manos como el resto. Vamos amigo, G-Dragon nos lo está dejando barato
—¿Barato? —preguntaba con furia—. Estamos haciendo redadas en casas, estamos arruinando nuestras vidas por miedo a salir de esto
—¡Yo no tengo miedo! —añadía Nikko.
—¡Pues yo si! —exclamaba Sujin con rabia—. No quiero esto para mí, no lo quiero. Esto ya es algo grande, ellos llevan armas, aún no han habido muertos, pero ¿Que tal si el tipo loco que está con G-Dragon se le ocurre querer matar a alguien?
—Eso no sucederá
—¡Tú no lo sabes! —exclamaba exasperado.
—Oye, cálmate —pedía el pelinegro, viendo que nadie estuviese escuchando su conversación—. Las armas solo son para hacer el robo más rápido. No han herido a nadie y nadie podría relacionarnos a estas cosas —tomaba a Sujin por los hombros—. Tú y yo solo manejamos los autos, no nos ensuciamos las manos y recibimos una buena parte de lo recaudado.
Sujin lo empujaba con rabia—. ¿Recaudado? ¿Acaso te escuchas cuando hablas? La próxima noche es mi última vez aquí —aclaraba—. Me internare dónde Kai Hyung dijo —miraba fijo a los ojos fríos de Nikko—. No te seguiré más en esto Nikko. Estaras solo
—Eres una mierda, eres igual que ellos —respondía, empujando a Sujin fuertemente, haciéndolo caer de culo al piso—. Igual que Kay Hyung y Jungkook. Vas abandonarme
—Puedes venir conmigo —añadía Sujin, intentando reprimir la rabia del empujón, poniéndose en pie y apretando sus puños—. La salida fue ofrecida para ambos
—¿Para qué? —cuestionaba—. ¿Que tienes allá afuera? Tu tío apenas se preocupa por ti, soy el único que ha estado contigo y a tu lado. Yo y esta pandilla que va creciendo
—Tienes razón .... —añadía—. Yo no tengo nada, en cambio tú le das dolores de cabeza a tus padres, ni siquiera por amor a ellos intentas enderezar tu camino. Yo lo haré conmigo, mejor solo que tú compañía o la de estos tipo. Yo no quiero terminar en la cárcel, no lo haré Nikko, estás advertido.
La furia y desesperación del pelinegro, se adueñaban de él y propiciaba un certero golpe a la nariz de Sujin, haciéndolo gritar del dolor y sin darle tiempo de reaccionar al resto de los golpes que siguieron después.
El resto de los tipos llegaban para separarlos y ahora G-Dragon observaba como los más unidos, estaban teniendo inconvenientes entre ellos, jamás había creído ver a ese par pelear de aquella forma.
—Salgan de aquí —pedía al resto, que abandonaba la habitación para dejarlo con los dos más jóvenes.
Sujin tenía la nariz rota y el labio partido, mientras que Nikko tenía su pómulo sangrando.
—Lo lamentamos, G-Dragon —exclamaba Nikko de inmediato.
—Cierra la maldita boca —añadía el lider—. No sé que mierda está pasando entre ustedes par de maricas, pero lo van a solucionar —señalaba a ambos—. La semana que viene tenemos una redada en una casa muy importante que se viene estudiando hace rato. Arreglen sus mierdas y tengan su cabecita limpia para llegado el momento —golpeaba con sus puños reiteradas veces las cabezas de ambos—. Si nos atrapan por su culpa, la pagarán con Raven, no conmigo. Están advertidos.
G-Dragon se retiraba. Raven, era el líder de la otra gente con la que estaban trabajando, un perro desalmado al que probablemente le temían más que a G-Dragon, quien a pesar de usar golpes superficiales y palabras hirientes, no era nada comparado al nuevo tipo de nacionalidad japonesa o inclusive a los imbéciles de King-D y Rascal, que solían golpearlos a escondidas de G-Dragon, este último no era estúpido, no necesitaba de golpeas para que ellos obedecieran, pero tampoco hacía nada para detener los verdugos que tenía por lacayos.
Esa noche había dejado a ambos amigos con mucho en que pensar, Sujin había dejado bien en claro que se iría y lo dejaría sin más, ya no quería esa vida. La salida era ahora o nunca, Sujin era el último que valía la pena en ese grupo, el resto se había ido. Kai los había abandonando primero, luego jungkook y ahora ambos querían llevarse a su mejor amigo.
Nikko tenía que replantearse si seguir viviendo de esa forma y aguantarse lo que viniera luego de la partida de Sujin o tomar el camino que este le ofrecía. Porque Sujin se iría, era algo seguro y eso aterraba a Nikko en sobremanera.
Unos días habían transcurrido desde que Jungkook se encontraba en su casa, los mensaje de sus amigos seguían llegando, pero él no respondía. Había salido a dar más de una vuelta por el barrio, intentando dar con Sujin, pero parecía que la tierra se lo hubiese tragado y eso lo hacía albergar una ansiedad y preocupaciones terribles.
Nuevamente, otra mañana, Jungkook se dirigía a la puerta con una manzana en su boca.
—Hey, hey, Jeon... —su madre lo detenía, antes de cruzar el umbral—. ¿A dónde vas? —preguntaba con cierta preocupación en sus ojos.
Jungkook la observaba, notaba el destello de temor en sus orbes por no saber dónde su hijo de dirigía. Sonriendo dulcemente, se señalaba a si mismo y su ropa.
—Iré a correr —respondía con falsa sonrisa—. En DK tenemos un gimnasio, solía correr algunos días en la cinta. Tengo una rutina de ejercicios, no quiero dejarla —mentía.
Su madre suspiraba con la mano sobre su pecho.
—¡Oh! ¿Solo eso has estado haciendo? —Jungkook asentía.
La mano del pelinegro aterrizaba sobre su hombro—. Solo eso, no te preocupes. Volveré en una hora o dos. Justo para el almuerzo ¿Si?.
Su madre asentía con una sonrisa forzada, intentando parecer relajada, pero a decir verdad, no le agradaba la idea de que su hijo saliera por ese barrio que lo había tenido sumergido en las tinieblas antes de saber lo que quería hacer con su vida.
Pero Jungkook no era un niño, no podía retenerlo en contra de su voluntad y no podía tampoco permitirse, comenzar una discusión por algo que formaba parte del pasado de su hijo. Jungkook era diferente ahora, tenía que confiar que estaría bien. Aunque su mayor miedo era que la vieja pandilla se enterará que Jungkook estaba de nuevo en el barrio.
Suspirando sonoramente, asentía y añadía—. Para almuerzo, aquí.
Jungkook sonreía y afirmaba sacudiendo su cabeza, dejaba un dulce beso en la frente de su madre y salía de una vez de su casa. Simulando estiramientos, comenzaba a calentar sus músculos, sabía muy bien que su madre lo estaba observando por la ventana, así que luego de unos fingidos segundos, comenzaba a trotar lejos de su casa.
Cuando ya estaba alrededor de tres cuadras más lejos, detenía su falso trote y se dirigía en dirección al barrio donde sabía que podría encontrar a Sujin, pero debía de ser cauteloso.
Al llegar a las calles que conocía como la palma de su mano, se dirigía a casa de Sujin, para probar nuevamente su suerte y ver si podía encontrarlo. Tenía su cabeza tapada con una capucha para que nadie supiera que era él.
Pero ciertamente había fallado cuando escuchaba unos pasos tras él y una voz conocida exclamaba aquel viejo apodo que solía tener, cuando se hacía el rebelde sin causa con G-Dragon y lo suyos—: Baby Jk de nuevo en el vecindario. La realeza se ha hecho un tiempo para caminar entre plebeyos, cuánta honra.
El castaño suspiraba, bajaba su capucha y dejaba notar su cabello más largo, se giraba y se encontraba con el rostro pálido y apenas marcado de Nikko. No esperaba verlo, Jungkook ni siquiera había ido a su casa a preguntar por él. No quería llamar la atención de la gente equivocada para no causarle problemas a sus amigos.
Pero ahora, sin siquiera haberlo intentado uno de ellos, estaba frente a él.
La mirada del otro chico era fría y la sonrisa ladina.
—Te invito a tomar algo, en casa están de vacaciones en Jeju, así que la tengo para mí —exclamaba girando en dirección a su hogar, sin siquiera esperar la respuesta de Jungkook.
Sabía muy bien que éste lo seguiría y así lo hacía.
Al llegar caía una oleada de incomodidad entre ambos, pero el menor no se dejaría intimidar. Se movía con confianza por su propio espacio y tomaba de la nevera dos cervezas, las abría y le entregaba una al pelinegro.
—¿Cómo has estado? —preguntaba Jungkook con seriedad.
—Ay, no te hagas el hyung preocupado, Baby Jk
—No me llames así, es Jungkook —Nikko se encogía de hombros y bebía su cerveza—. ¿Has visto a Sujin?
—¿Por qué quieres verlo?
—Quiero saber cómo está, no recibe mis mensajes y cuando llamo no contesta
—Estamos ocupados, Jungkook —respondía con cierta soberbia.
—¿Ah sí? —cuestionaba y Nikko asentía—. ¿Y ocupados con qué?
—Mmm...no es de tu incumbencia ¿Por qué volviste? —preguntaba con tono hostil.
—Es época de receso —respondía, bebiendo de su cerveza—. Estoy preocupado por ustedes —Nikko rodaba sus ojos ante las palabras del menor—. No hagas eso, sabes que los considero mis hermanos. No quiero esta vida para ustedes, entren a rehabilitación y desde ahí pueden retomar sus estudios. Es una oport-...
—¿Por qué no te quedaste con tu novio? —preguntaba con veneno, cortando a Jungkook por lo seco.
Éste se ahogaba con el líquido casi estancado en su garganta y tosia. Nikko reía ladino, disfrutando de la reacción de Jungkook.
—¿De que estás hablando? —preguntaba, abriendo sus ojos en sobremanera.
¿Cómo es que Nikko hacía tal comentario? era imposible que él o ellos estuvieran al tanto de algo que Jungkook mantenía en privado. Las diferentes emociones estaban nublado su juicio, si ellos sabían ¿Cuánto tardarían en hacer llegar la bomba—ahora de su inexistente relación—a sus padres?.
Hasta su vida personal en su barrio se estaba desmoronando, obligándolo a volver al recuerdo de Seok Jin y abriendo—o mejor dicho—seguir dando de puñaladas sobre la misma herida que aún era reciente, que no cerraba. No podía lidiar con un corazón roto y el temor a que sus padres descubrieran algo que ya no tenía sentido dar a relucir.
Las ganas de querer tirar todo a la basura si aquella bomba llegaba a sus padres, lo tentaban en sobremanera. No podría lidiar con la reacción que estos pudieran llegar a tener, inclusive todo se pondría peor si supieran que por esa aventura un profesor conocido y apreciado había perdido su empleo en la universidad.
Solo sería decepción para sus padres, para su madre. Su corazón se había acelerado en demasía no entendiendo como carajos Nikko sabía al respecto. Tampoco sabía cómo lidiar con esto frente a él, había sido un golpe sorpresa demasiado bajo, demasiado inesperado.
Desestabilizandolo por completo en una fracción de segundos.
Seguimos, seguimos queda poquito.
2/4
Si ven error avisen, estoy dormida 😴
Con amor Niñita Nany 💜
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro