HERD. Capítulo XV
Aquel día todos se fueron a la cama con la sensación de estar más unidos que nunca. A la mañana siguiente, TaeHyung y JungKook se despertaron pronto y se vistieron, habían quedado con el señor Jeon para desayunar y contarle su compromiso. Arreglaron la casa y, cuando olía a limpio y no a los restos del celo de TaeHyung, sonó el timbre.
- ¡Voy yo!- dijo JungKook.
El chico abrió la puerta y recibió a su padre con un abrazo.
- ¡Qué contento te veo! ¡Déjame verte!- su padre puso sus manos sobre las mejillas de su hijo y, a su vez, JungKook puso sus manos sobre las manos de su padre- ¡estás radiante!- el señor Jeon miraba a su hijo como si quisiera grabar en su memoria esa imagen de su hijo.
- ¡Estoy muy feliz!- dijo JungKook.
- Hijo... no se me escapa por alto que un anillo en tu dedo está tocando mi mano y nunca te he visto tan feliz- su padre le abrazó con cariño- lo único que lamento es que tu madre no esté aquí.
- ¡Se suponía que te lo diríamos juntos!- dijo JungKook, con pena.
- Me haré el sorprendido.
- ¿Por qué no entráis?- preguntó TaeHyung.
- ¡Ya se ha dado cuenta!- dijo JungKook.
El señor Jeon extendió sus brazos para abrazar también a TaeHyung y los abrazó a los dos.
- ¡Ya iba siendo hora, la verdad! ¡Dos meses! ¡Ya empezaba a pensar que seríais como esas parejas modernas que viven en pecado!
JungKook puso los ojos en blanco y cerró la puerta.
- Bueno, en éstos dos meses no hemos jugado al parchís- dijo JungKook.
- ¿Quieres que llame a tu madre?- preguntó el señor Jeon- me pregunta mucho por ti y quiere saber de ti- añadió, mirando a TaeHyung- también le gustaría hablar contigo.
- ¿Podría hacer una video llamada con mamá?- preguntó JungKook, ansioso.
- Claro.
El señor Jeon le cedió su teléfono a JungKook y éste se sentó en el sofá. Marcó con manos temblorosas el teléfono de su madre y esperó. Cuando la cara de su madre apareció en la pantalla del aparato, sonrió.
- ¡Mi niño!
- ¡Mamá!
- Hacía tanto que no te veía... ¡Qué guapo estás! Te cortaste el pelo y... ¿te lo has rapado a los lados?
- Un poco...
- No es propio de un omega hacer eso... ¡bien hecho!
JungKook rio y las lágrimas surcaron su rostro.
- Te echo de menos.
- Mi niño no llores.
- Es que... por fin encontré a mi alfa... y no estás aquí...
Ahora JungKook se había convertido en un mar de lágrimas y TaeHyung sufría porque notaba el dolor de su prometido.
- Lo sé, mi niño, tu padre me lo ha contado... me ha contado lo valiente que fuiste por él... estoy muy orgullosa de ti...
- Nos vamos a casar...
- ¡Eso es estupendo!
- Yo quiero casarme, sé que es el indicado para mi... pero te quiero allí ese día, mamá...
- Cariño...
- Es que no es justo...
TaeHyung corrió hacia su prometido, se sentó a su lado y le abrazó. JungKook dejó el teléfono y lloró en el hombro de TaeHyung.
TaeHyung se mordió el labio inferior y miró al señor Jeon que, en ese momento, hablaba por teléfono con su mujer.
- ¿Cuántas horas hay de aquí al reino dónde se encuentra su mujer?- preguntó TaeHyung.
- Dos, no son muchas, pero dadas las circunstancias...
- Si ella no puede venir, iremos nosotros- dijo TaeHyung.
JungKook dejó de llorar y miró a su prometido.
- La conozco, ella no se va a acercar a mi estando yo tan fuerte, me conoce y usted también, sabe de lo que soy capaz por su hijo.
- Si ese es el plan, puedo arreglar todo aquí para vuestra boda- dijo la señora Jeon, emocionada- nada me haría más feliz.
- JungKook, tienes que decidirte- dijo el señor Jeon.
El chico se quedó pensativo.
- Supongo que si vais tú y JiMin, el señor Park no podrá ir- dijo JungKook.
- Alguien tiene que quedarse en el reino- dijo el señor Jeon- pero él lo entenderá.
- Ira JiMin, NamJoon, YoonGi, Hoseok y Jin, quiero que vaya también la hermana de NamJoon y tú, por supuesto. Y, con nosotros dos, somos nueve- dijo JungKook- podríamos ir en dos coches, atravesaremos los pueblos. No se arriesgará.
- Llevaremos al doctor Bang con nosotros- dijo TaeHyung- él es capaz de mantenerla a raya.
- ¿Cuándo llegareis?- preguntó la señora Jeon.
- El viernes, dentro de dos semanas- dijo el señor Jeon- llegaremos a las doce de la mañana y nos iremos el domingo a las diez. Tenemos que viajar de día y en las horas dónde más gente hay en los alrededores.
JungKook se quedó pensativo, valorando la situación ¿merecía la pena arriesgar a sus amigos, su manada, por querer ver a su madre?
- JungKook, cariño- dijo su padre- ¿estás bien? Todo se ha arreglado... en dos semanas.
- Deberíamos hacer la boda aquí y, cuando se solucione, volver a casarnos- dijo JungKook- no es sensato por mi parte poneros a todos en peligro sólo porque yo quiera que en el día de mi boda mi madre esté presente.
- Cariño, es comprensible que quieras que tus padres estén- dijo TaeHyung.
- Y yo sé que tú me entiendes y por eso haces todo lo posible por solucionar el problema, pero no puedo exponeros a todos- era la primera vez que hablaban de la muerte de los padres de TaeHyung- yo sé que tú eres capaz de enfrentarte a cualquiera por mí, pero no se trata de que tú seas capaz de hacerlo, se trata de que yo sea capaz de ver dónde está el peligro y evitarlo.
- Cariño, mírame aunque sea por teléfono- pidió su madre- obviamente me encantaría poder estar el día de tu boda, creo que me estoy perdiendo tantas cosas de tu vida... además, sé que no me llamas, ni hacemos video llamadas porque eso te hace sentir mal y, por eso, sólo me escribes. Pero, a pesar de todo, hablo con tu padre todos los días y me cuenta de ti y estoy tan orgullosa de ti, del omega en que te has convertido, del hombre que eres. Porque tu condición de omega no ha podido contigo.
- Quiero que vuelvas pronto- dijo JungKook, llorando.
- Yo también, mi niño, yo también.
La conversación finalizó y JungKook volvió a abrazar a TaeHyung. Les tomó un rato calmar a JungKook, a fin de cuentas, el chico llevaba mucho tiempo guardando todo esto en su interior y ahora, por fin, lo había soltado.
El lunes por la mañana, los siete chicos quedaron en la puerta de la casa de JiMin y caminaron juntos hacia la cafetería de palacio, allí donde comían todos los guardias. Hubieran preferido desayunar los siete juntos en la comodidad de la cocina de JiMin, pero se les hizo tarde para planificarlo y allí estaban. Cuando llegaron, un mar de murmullos llegó a ellos.
- Y yo que pensaba que ya se habían callado- dijo YoonGi, sentándose en la mesa de siempre- ¿tanto les cuesta comer centrados en sus asuntos?
JungKook se sentó frente a JiMin, al lado de TaeHyung y le pidió a una omega que le pasara la jarra de café, pero ésta le ignoró y se alejó de él como si tuviera la peste.
JungKook miró a JiMin y éste se levantó, cogió la jarra y sirvió café para los siete, algo que a muchos les escandalizó: un líder no servía café a otros. Estaban a punto de ponerse a hablar del entrenamiento del día cuando un grupo que estaba detrás de JungKook, TaeHyung y SeokJin comenzaron a murmurar.
- En la enfermería... sí, fue de emergencias con el chico que está al lado.
JungKook se quedó paralizado.
- Al parecer iba buscando sexo y se aprovechó del forastero en su celo... escuchó que es uno de las familias legendarias...
- He oído que los celos de los alfas en esas familias duran mucho...
- Posiblemente lo sepa y se aprovechó...
JungKook abrió los ojos, reconocería esa voz en cualquier parte, Lee NamSeok, el alfa que intentó marcarle por la fuerza. No entendía como, después de negarse a demandarle, él seguía hostigándole de esa forma.
- Pero lo peor no es que se aprovechara de él... lo peor fue que se quedó preñado... o casi... por eso estaba en enfermería...
- Es una cualquiera... nunca se casará, sólo sirve para abrirse de piernas...
- Nunca llevará la marca de un alfa.
- Da asco.
JungKook miraba a JiMin, implorándole con la mirada que le sacara de allí. Notaba todas las miradas de sus compañeros de guardia mientras aquellos murmullos subían como la espuma y, lo que era peor, él aun seguía muy sensible por el tema de su madre.
Un gruñido a su lado hizo que los vasos retumbaran. Todos miraron a TaeHyung, el chico tenía la mirada completamente oscura.
- Mierda- dijo YoonGi.
- ¿Qué le está pasando?- preguntó JiMin, con miedo.
- TaeHyung es de familia legendaria, su forma humana puede adquirir ciertos rasgos de lobo para atacar cuando se siente en peligro... o cuando está muy enfadado- dijo Hoseok.
TaeHyung se levantó, de pronto era más alto, sus dedos más largos, en lugar de uñas tenía garras y sus colmillos eran afilados. Se dio la vuelta y se dirigió al grupo que estaba hablando mal de JungKook, se les veía tan asustados que no eran capaces de moverse.
TaeHyung dirigió su mano hacia NamSeok, quien había llamado "cualquiera" a JungKook, pero fue el propio JungKook quien se puso entre TaeHyung y el alfa.
- No merecen la pena- dijo JungKook, acariciando el pelo de TaeHyung.
Cualquiera estaría asustado, pero JungKook había visto a TaeHyung perder la cordura y él había sido capaz de solucionarlo. Le abrazó y, poco a poco, sintió como TaeHyung volvía a su estado natural. Escuchó un ruido de cristales y miró hacia la mesa: JiMin, YoonGi, NamJoon y Hoseok estaban pasando por encima de la mesa para llegar a ellos.
- Os esperamos en el campo de práctica- dijo JungKook.
TaeHyung apretó a JungKook contra sí y un "mío" salió de sus labios. Cuando salieron por la puerta, JiMin cogió a NamSok, lo lanzó al suelo con fuerza y puso su rodilla en su cuello. El silencio reinaba en el comedor.
- ¿Crees que no sé quien eres? Recuerdo tu cara... ¡Tú te colaste en la casa de JungKook la noche que él estaba muy débil por su celo y trataste de marcarle por la fuerza!
Muchos ahogaron un grito, obviamente desconocían aquel dato porque JungKook, en su infinita misericordia, había dado una historia falsa. Pero ahora ellos estaban cansados, se merecía un castigo, ya no sólo por lo que había intentado hacerle a JungKook, sino porque había continuado hostigándole.
- ¡Mentira! ¡Es mentira!
- Tú solías cortejarle- dijo NamJoon- y él nunca te aceptó, ni siquiera te dio una oportunidad, simplemente te dijo que te veía como un amigo y compañero de trabajo. Aun así, en contra de las normas, no le dejaste tranquilo y continuaste con el cortejo y luego comenzaste a hostigarle, hasta aquel día en su casa, él estaba con su celo y tú sabías que no podía defenderse.
Se abrieron las puertas que daban al interior de palacio, eran los señores Park y Jeon.
- ¿Qué está pasando?- preguntó el señor Park.
Inmediatamente todos se pusieron en pie, salvo JiMin y NamJoon.
- JiMin, que...- empezó el señor Jeon.
- Si no intentaste marcarle por la fuerza, ¿qué hacías en su casa aun a sabiendas que estaba en su celo?- preguntó JiMin, muerto de rabia.
No iba a guardar esa mentira nunca más. Ese alfa merecía un castigo.
- ¿A qué omega intentaste marcar por la fuerza y cuando?- preguntó el señor Jeon, con voz amenazante.
Quizás JiMin fuera peligroso por su estatus y quizás NamJoon fuera imponente por su destreza en combate cuerpo a cuerpo, pero el señor Jeon es esa clase de persona que, cuando la ves, sabes que es mejor no tener problemas.
JiMin gritó con rabia, giró al alfa, poniéndole boca abajo, le sujetó las manos y le levantó la cabeza agarrándole del pelo.
- ¿Le vas a mentir a tu jefe?- preguntó JiMin.
El señor Jeon llevó su mano a la mandíbula del alfa y, con el pulgar y el índice le sujetó la cabeza.
- Confiesa y... quizás tenga piedad contigo.
La nota amenazante en su voz le decía que no debía mentir. Las lágrimas comenzaron a caer por su rostro al saber que no habría piedad para él.
- Jeon JungKook.
El señor Park se adelantó y sujetó al señor Jeon.
- JiMin, NamJoon... llevarlo al calabozo, debe ser juzgado y a la espera de castigo.
Aquella mañana, lejos de lo que cabría esperar dado como empezó, fue bastante tranquila para los chicos. Se centraron en el duro trabajo en equipo y, cuando dieron las tres de la tarde, estaban sudorosos y agotados.
- Comamos en mi casa- propuso JiMin.
Se ducharon y comieron en casa de JiMin, que era lo suficientemente grande como para que los siete pudieran sentarse tranquilamente.
- Bueno, ahora que estamos tranquilos- dijo JiMin- Lee NamSeok ha confesado.
- Ha confesado, ¿qué?
- Que intentó marcarte, lo hizo delante de tu padre- dijo NamJoon.
JungKook miró a sus amigos.
- ¿Cómo...?
- Nos cansamos. Así de simple.
- ¿Y cual será su castigo?- preguntó TaeHyung.
Aun no lo sabemos, tienen que juzgarle. La cabeza de TaeHyung comenzó a pensar demasiado deprisa.
- Supongo que lo decidirá el señor Jeon.
- Supones bien- dijo NamJoon.
Aquella noche, después del entrenamiento y de una buena ducha, fue a ver al padre de JungKook.
- ¡TaeHyung! ¡Me alegro de verte, hijo! ¿Quieres tomar algo?
- No, no se preocupe. Sólo venía por el tema de JungKook... el alfa que intentó marcarle por la fuerza.
- No te preocupes por eso, por fin ha confesado, va a ir a juicio y posterior condena.
- ¿Cuál será su castigo?
- Aun no lo hemos decidido.
- Ahora yo soy el alfa de JungKook- dijo, con su voz más dominante.
- Sí, lo sé.
- Y él un día quiso serlo por la fuerza...- dijo, cruzando las piernas. El señor Jeon empezó a entender por donde iba la conversación- lo lógico es que se enfrente a mi en un combate. Si gana, cosa que es imposible, tendrá a JungKook. Y si pierde, que es lo que va a pasar porque le destrozaré, todo el mundo verá lo que pasa cuando te metes con mi omega.
El señor Jeon sabía que aquello no era nada pacífico, que las cosas en ese reino no se solucionaban así, pero por ir por la vía pacífica él llevaba sin ver a su mujer medio año.
- Bienvenido a la familia, Kim TaeHyung.
Bajaron hasta el calabozo y vieron al alfa sentado.
- Ya se ha dictado tu sentencia.
- No he tenido juicio.
- Bueno, es algo así como un trato. De hecho, es lo más normal, ahora que lo pienso- dijo el señor Jeon- el alfa de JungKook me ha venido a ver, muy disgustado por tu comportamiento para con su omega, debo decir. Y me ha propuesto un duelo: tú y él.
- Es una broma.
- No, no lo es.
- Si ganas. Tendrás a JungKook.
- JungKook no tiene alfa.
- Sí lo tiene- dijo TaeHyung, poniéndose frente al otro alfa para que le viera- ¿te acuerdas de mi?
El alfa retrocedió, horrorizado.
- Te enfrentarás a TaeHyung. Mañana, al caer el sol- dijo el señor Jeon.
Nota de la autora:
Hola, cómo están?? Cómo llevan estos días de cuarentena??
Me dirijo a ustedes desde aquí para desearles que estén bien, que no salgan a menos que sea imprescindible, que si necesitan algo, hablar o lo que sea, aquí estoy.
Sí, hablaré claro, ésto del coronavirus es una putada y ya hay demasiadas personas a mi alrededor que han y están perdiendo a sus seres queridos. Y debo decir que no me da miedo, me da rabia.
Pero, por favor, intentemos actuar de la forma más positiva que podamos y siempre consecuente.
Ésto pasará. Tarde o temprano pasará.
Mantenganse sanos. Los quiero.
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