El laurel
Artículo realizado por: Arassha
El laurel (Laurus nobilis) tiene, además de un exquisito perfume, propiedades medicinales y nutritivas. Pero su atractivo va más allá de esas características: se tata de una especie que fue parte de tradiciones y mitos que le asignaron incluso atributos mágicos y de protección.
Pertenece a la familia de las lauráceas, que se extiende en zonas tropicales y subtropicales del planeta. Esta familia comprende entre 30 y 50 géneros de plantas, y unas 2000 especies. Muchos de los árboles y arbustos que la representan son conocidos por sus propiedades medicinales, aromáticas o nutritivas, lo cual ha favorecido su cuidado y multiplicación durante toda la historia de la humanidad.
Usos y beneficios
El laurel es una de las aromáticas más utilizadas en la cocina para dar sabor a diversos platillos.
La infusión de laurel tiene propiedades antiinflamatorias, por lo que es adecuada para aliviar los dolores en las articulaciones que provocan enfermedades comunes, como la artritis. Ayuda a reducir las molestias provocadas por torceduras, esguinces o contusiones.
El té de laurel también tiene propiedades carminativas; esto significa que disminuye los gases, los eructos, las digestiones pesadas y las sensaciones de indigestión.
De igual forma, el laurel funciona como protector gástrico, ya que aumenta la secreción de determinadas enzimas y fortalece la mucosa del estómago. Esto es útil para que el aparato digestivo se defienda ante ciertas agresiones, como el consumo de alcohol o de algunos medicamentos.
Leyenda
En la mitología griega, el enamoradizo Apolo –dios de la música, la poesía y las artes adivinatorias– tuvo romances tanto con mortales como con ninfas y diosas. En una oportunidad se burló de Eros (Cupido), que practicaba puntería con su arco y sus flechas. La venganza a esta burla no se hizo esperar.
Mientras Apolo estaba cazando en el bosque, vio a la ninfa Dafne. Ante esta situación, Eros disparó dos flechas: una de oro a Apolo, que provocó el amor apasionado por Dafne, y otra de plomo a Dafne, que provocó odio y repulsión hacia el dios.
Apolo, enamorado, comenzó a perseguirla y ella a huir desesperadamente. Agotada, llegó al río Peneo y pidió ayuda a su padre (el dios de este río). Peneo, para ayudarla del inminente ataque de Apolo, la convirtió en un laurel.
Ante los ojos del dios, los miembros de Dafne iban quedando rígidos, los brazos se convertían en ramas, los pies echaban raíces y su cabeza se transformó en la copa de un precioso árbol. Impresionado con lo que acababa de suceder y el amor que le profesaba, prometió que ella sería el árbol que lo representaría.
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