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chwe hansol

"and what the hell are we?
tell me we weren't just friends
this doesn't make much sense, no"
-friends

Estaba 99% seguro de que Hansol y él no eran nada más que amigos. Si, a veces se besaban, y quizá podían haberse dado uno que otro manoseo (nada demasiado explícito), pero ellos jamás habían hablado acerca de una relación.

A Seungkwan no le molestaba; al menos no demasiado. Hansol no era tan sociable como él, así que era difícil encontrarlo entendiendo indirectas de alguna que otra chica, o captando insinuaciones de las personas a su alrededor.

De cualquier a manera Hansol siempre estaba a su lado, tomando su mano a pesar de las miradas curiosas de extraños y de sus amigos.

A Seungkwan realmente le gustaba Hansol; le gustaba su rostro, su voz, su tonta forma de pensar las cosas y la manera en la que lo apoyaba a pesar de todo. Pero por mucho que Seungkwan gustara de su amigo y deseara salir con él, sabía que Hansol no era una persona de relaciones, en realidad nunca lo había sido, porque desde que lo conoció jamás le había presentado a alguna pareja, solo un par de ligues pasajeros que había tenido.

Para ser sinceros, Hansol era algo inocente, al menos mucho más de lo que Seungkwan era.

—¿Por qué me miras así?

Seungkwan abrió sus ojos de más, se movió ligeramente sobre la silla que ocupaba y desvió su vista de Hansol.

—Lo siento, estaba pensando —admitió.

Hansol lo miró confundido, tamborileó sus audífonos sobre la mesa de la biblioteca y suspiró cuando supo que Seungkwan no diría nada más pronto.

—¿Estás aburrido?

Si, Seungkwan estaba muriendo de aburrimiento y ahogándose en sus pensamientos. No lo admitiría en voz alta porque se supone que estaba siendo buen amigo haciéndole compañía a Hansol en la biblioteca mientras este terminaba un reporte para una de sus materias.

—No.

Seungkwan volvió a mirarlo en el momento en el que Hansol alzó una ceja.

—¿Qué tienes? —le preguntó Hansol, y sonaba genuinamente preocupado.

—Nada —respondió Seungkwan suspirando.

Bajaron sus voces cuando una chica los miró inquisitivamente desde un par de mesas más allá.

—Dime. ¿Quieres que nos vayamos?

Seungkwan se mordió la mejilla por dentro. No quería distraer a Hansol, pero tampoco quería quedarse por mucho tiempo más en la biblioteca. Hizo una mueca y Hansol supo interpretarla a la perfección porque pronto se encontraban caminado hacia los dormitorios del campus a través del frío aire de invierno; era una suerte que no estuviera nevando aún.

Seungkwan miró las puntas de sus pies con cada paso que daba, estaba detrás de Hansol, siguiendo sus pisadas en silencio. Se detuvo cuando inevitablemente chocó contra la espalda de su amigo cuando este se detuvo abruptamente.

Auch —se quejó, pero Hansol lo ignoró.

—¿Por qué estás tan distraído? ¿Te sientes mal? Si no me lo dices me voy a tirar en medio de la calle hasta que me atropellen —advirtió Hansol serio y Seungkwan no pudo evitar reírse, sacándole una sonrisa a Hansol.

—No seas tonto —logro decir Seungkwan entre risas—. Solo he estado pensando, es todo.

Hansol se acercó a él un paso. Seungkwan no era tan bajo y Hansol en definitiva tampoco era tan alto, pero ahí, en medio de la noche, Hansol parecía colosal y el corazón de Seungkwan se encogió un poco.

—¿En que has estado pensando? —lo cuestionó Hansol.

Un copo de nieve cayó sobre su nariz, Seungkwan sintió cómo se derretía ante el calor de su piel.

—Creo que estoy enamorado de ti.

Oh. Seungkwan enrojeció. No quería decir eso, definitivamente no quería decirlo. Su boca había hablado más rápido de lo que su cerebro pensaba y ahora no podía aguantar la vergüenza que sentía.

El silencio que se formó hizo al estómago de Seungkwan revolverse. Ya estaba, lo había arruinado todo.

No sé atrevió a mirar a Hansol ni una sola vez y caminaron hasta los dormitorios sin decir nada. Seungkwan se sentía demasiado incómodo como para tratar de enmendar su error. Al menos él y Hansol no compartían la misma habitación, eso habría sido el colmo para Seungkwan. No podía seguir soportando el rechazo de su amigo.

Seungkwan abrió la puerta de su dormitorio al llegar. A pesar de todo el lío Hansol lo había acompañado, y aunque lo agradecía sólo quería que el menor se fuera para poder envolverse entre sus cobijas y desaparecer.

Seungkwan entró. Ciertamente no había esperado que Hansol entrara detrás de él. Apenas pudo reaccionar antes de que Hansol cerrara la puerta y lo acorralara contra ella. Seungkwan soltó un jadeo por el repentino arrebato.

—Repítelo.

—¿Qué? —su corazón martilleó y sus mejillas enrojecieron.

Hansol lo miraba fijamente, humedeciendo sus labios con su lengua, y Seungkwan no pudo evitar desviar su mirada a la boca del menor.

—Di que estás enamorado de mi.

—Estoy enamorado de ti —repitió, y miró a Hansol tensarse y enrojecer antes de relajar sus músculos y sonreír.

—Yo también estoy enamorado de ti.

Seungkwan sintió un cosquilleo en el estómago, ¿así se sentía ser correspondido? Sus ojos se aguaron y Hansol lo miró con preocupación cuando se limpió una lagrima con la manga de su sudadera.

—¿En verdad?

Hansol asintió apenado. Seungkwan no pudo evitar abalanzarse contra él, abrazando su cintura y dejando que Hansol lo enredara entre sus brazos. Lo hizo tan fuerte que terminaron cayendo sobre el colchón de Seungkwan. El dormitorio era pequeño, pero Seungkwan jamás había notado lo pegados que debían estar sus muebles para poder caber en el lugar.

—Te amo, Kwannie —le aseguró Hansol.

Seungkwan se mordió el labio tratando de aguantar su sonrisa. Estaba encima de Hansol, podía sentir su respiración agitada pegando contra su piel y el pulso violento de su sangre en sus venas.

Se inclinó un poco, Hansol ya lo esperaba listo para besarlo, pero Seungkwan besó su cabello antes de detenerse en sus mejillas y pasar a besar sus labios hasta el final.

Fue suave al comienzo, un par de caricias sutiles en la boca contraria. Seungkwan se sorprendió cuando Hansol introdujo su lengua en su boca, por lo general era él quién iniciaba los besos subidos de tono.

Jadeó cuando Hansol mordió su labio inferior con fuerza.

—Lo siento, ¿estás bien?

Seungkwan lo miró fijo. Su rostro y su cuello estaban enrojecidos y sus labios estaban hinchados y húmedos, completamente apetecibles.

—Sí. Me gustó —admitió sin vergüenza—. Nunca lo habías hecho.

—Pensé que no te gustaban esas cosas.

Seungkwan soltó una risita que hizo a Hansol sonreír.

—Me gusta cualquier cosa que venga de ti.

Hansol alzó un poco su cabeza hacia Seungkwan, lo suficiente como para que Seungkwan entendiera que debía besarlo de nuevo. Disfrutó mucho más la mordida que Hansol le dio esa vez, era más fuerte y más hambrienta.

—Kwan, espera —pidió Hansol—. Deja de hacer eso.

Seungkwan lo miró confundido. Solo lo estaba besando, nada más.

—¿Qué?

—Moverte.

Oh. Ahí notó el bulto formándose bajo su trasero. Realmente no se había dado cuenta del momento en el que había comenzado a balancearse sobre Hansol.

—¿No te gusta?

Su entrepierna cosquilleó cuando la nuez de adán de Hansol se movió bruscamente, evidenciando su nerviosismo.

—Sí me gusta—respondió Hansol en un suspiro.

—¿Entonces por qué quieres que deje de hacerlo? —jugueteó un poco, deleitándose con la manera en que Hansol cerraba sus ojos y su erección crecía.

Seungkwan acarició la mejilla del menor antes de que su mano levantara la camisa de Hansol un poco exhibiendo su abdomen blanquecino. Se inclinó lo suficiente como para que su boca rozara la piel sobre las costillas de Hansol y dejó un camino de besos húmedos que terminó al llegar al borde del pantalón de Hansol.

Podía escuchar la pesada respiración de Hansol, y podía sentir el cuerpo bajo él temblar de placer.

Miró a Hansol antes de continuar, el suficiente tiempo como para entender lo que Hansol le pedía implícitamente.

Se movió lejos del regazo de Hansol para tener un mejor acceso y desabrochó el cinturón para después deshacerse de las prendas inferiores. El pene de Hansol reposaba erecto en su abdomen, y Seungkwan se relamió los labios al notar el líquido preseminal en la punta. Dirigió su palma abierta hasta la piel caliente y esparció el líquido en toda la erección de Hansol, quien luchaba por aguantar los gemidos que querían escapar de entre sus labios.

—Puedo parar en...

—No —lo interrumpió Hansol antes de que Seungkwan pudiera terminar su oración—. Sigue, por favor.

Seungkwan sonrió ladino. Hansol se veía tan bonito que no aguantó más y dirigió su boca hasta su pene, lamiendo los bordes con lentitud antes de engullir el miembro por completo, logrando obtener un rebelde gemido que escapó del menor.

Sintió los dedos de Hansol abrirse camino entre sus mechones de cabello para sujetarlo con delicadeza al poco tiempo.

—¿Puedo?

Seungkwan alzó la vista, tenía las mejillas enrojecidas y los ojos llorosos. Hansol tenía la boca entreabierta después de su pregunta, esperando pacientemente por una repuesta.

—Si —contestó Seungkwan por fin.

Un segundo después el agarre en su cabello se intensificó y Hansol controló el ritmo en el que su boca engullía la erección. Los labios de Seungkwan se cerraron alrededor del pene de Hansol y sus mejillas se ahuecaron. Los pesados jadeos del menor resonaban como campanillas insistentes en sus tímpanos y podía comenzar a sentir el dolor en su entrepierna por la excitación.

—Voy a correrme si sigues así.

Seungkwan rió un poco. Dejó el pene de Hansol de lado y se acercó a su rostro lo suficiente como para que el menor creyera que lo besaría en los labios.

—¿Tan pronto? —se burló Seungkwan sobre la boca de Hansol—. Aún no empieza la mejor parte.

Hansol trago en seco, abriendo la boca buscando atrapar los labios de Seungkwan entre los suyos.

—¿Cuál es la mejor parte?

Seungkwan lo besó. Sintió su cálido aliento entremezclarse con el suyo y se permitió admirar los ojos brillosos de Hansol mientras implícitamente le pedía por más.

Por fin se deshizo de sus pantalones y sus bóxers, sintiendo alivio instantáneo al liberar su erección de la prisión en la que estaba. Hansol se incorporó ligeramente, lo suficiente como para quedar sentado y tener una mejor vista del cuerpo desnudo frente a él.

Seungkwan tomó entre sus dedos el restante de líquido preseminal que mantenía el pene de Hansol y se acomodó mejor sobre la cama, apoyándose en sus rodillas para dejar su trasero al aire y ser capaz de introducir sus propios dedos en su interior.

Incluso a través de sus ojos entrecerrados era capaz de observar la tensión construyéndose en el abdomen de Hansol y el sudor frío resbalar por su piel desnuda.

Ahogó un gemido cuando encontró su punto más sensible y lo rozó ligeramente. Abrió los ojos a tiempo para detener a Hansol de tocarse a él mismo.

—No —ordenó en un jadeo.

Hansol obedeció de inmediato, alejando su mano con dificultad de su pene húmedo e hinchado ante la vista tan caliente de Seungkwan penetrándose con sus dedos.

Retiró sus dedos de su interior, sintiendo un vacío repentino, y se acomodó una vez más sobre el regazo de Hansol. Sintió las venas palpitantes del pene del menor golpear contra su piel sensible cuando acomodó su entrada sobre la punta húmeda.

Miró a Hansol una vez más, sos orbes claros lo encontraron de inmediato y no apartó la vista hasta que quedó empalado en la longitud de Hansol, su interior contrayéndose al rededor. Tuvo que sujetarse de los hombros contrarios para no derretirse ahí mismo.

—Creo que podría morir ahora —jadeo Hansol cuando Seungkwan se levantó un poco para dejarse caer de inmediato de nuevo.

Seungkwan no pudo responder, estaba demasiado concentrado en no babear cuando las manos de Hansol sujetaron los huesos prominentes de su cadera ayudándolo a subir y bajar con más facilidad, saltando sobre su regazo sin descanso.

Dejó que su cabeza cayera hacia atrás y que sus ojos se volvieran blancos por el placer. Los dedos de Hansol se enterraban en su piel tan fuerte que gimió de dolor por un segundo que bastó para que Hansol lo mirara con preocupación.

—Lo siento.

Seungkwan negó mordiendo su labio inferior, aguantando un gemido para poder responder.

—Está bien —aseguró.

Hansol se acercó a su rostro para apresar su labio inferior, lo chupo mientras ayudaba a Seungkwan a penetrarse más profundo y trago el jadeo del mayor.

Bastó un segundo más para que Seungkwan sintiera el cálido semen de Hansol en su interior, escurriendo entre sus muslos y causando estragos en su estómago. Ante la sensación no pudo evitar correrse él también.

Dejó que su frente reposara en el pecho de Hansol un segundo, demasiado cansado como para moverse de su posición, queriendo mantener la esencia del menor dentro de él.

—Te amo —le volvió a susurrar Hansol.

Seungkwan hizo un puchero. Seguía escondido, y lo único que deseaba era que Hansol siguiera acariciando su espalda por siempre y conservar su aroma al rededor, porque la manera en la que sus perfumes se mezclaban entre ellos era simplemente perfecta.

—También te amo. Dios, estoy tan enamorado de ti que no puedo creer que esto sea real—admitió apenado.

Hansol suspiró desde el fondo de su pecho, apretando a Seungkwan contra su piel.

—¿De verdad?

Seungkwan asintió.

—Gracias por corresponder mis sentimientos.

Hansol obligó a Seungkwan a levantar su rostro cuando acunó sus mejillas entre sus cálidas palmas.

—No agradezcas por algo así. Tú me haces la persona más feliz de este mundo, Boo Seungkwan. No podría vivir sin ti. Yo debería agradecerte a ti.

Seungkwan rió débilmente. Golpeó el hombro de Hansol y la sonrisa que se formó en su rostro no se desvaneció por un buen rato.

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