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🥀XVI


Era historia, era el pasado y una Elaine humana se encontraba limpiando los pasillos de la gran mansión, su corazón latía rápido las lágrimas se deslizaban por sus ojos, se sentía vacía, sola, como si se le hubiese arrebatado algo muy importante y ella no supiera de qué se trataba, pero que aún así, le importase, tal vez más de lo que debería.

Madán bajó por las escaleras, sus pies repiqueteaban en cada escalón, imponiendo poder con cada paso.

Una a una las sirvientas se hirguieron dejando sus trabajos para ofrecerle un saludo con la cabeza a su patrona, todas menos Elaine. Ella seguía llorando, sus ojos estaban rojos de tanta tristeza y Madán no lo pasó por alto, jamás dejaría pasar a una sirviente rebelde y esta no era la excepción.

-Arriba, sirvienta- le ordenó.

La joven Elaine sobresaltada se irguió e imitando a las demás sirvientas inclinó su cabeza en respeto.

-¿Qué te pasa?¿Permito que lloren sobre mi piso?-interrogó la malvada patrona.

-No, señora, lo lamento- Elaine volvió a permanecer en silencio y cuando Madán quiso volver a hablar una voz masculina la interrumpió.

-Me haz hecho bajar aquí, el aroma de los productos es un asco así que espero que tengas una buena explicación- la voz masculina sonaba fuerte, imponía respeto y casi todas, incluída entre ellas Madán, dieron un paso atrás.

Elaine fue la única que se quedó en su lugar, la voz masculina le sonaba como si le perteneciera pero ella sabía, inconscientemente la percepción dentro suyo le hacía saber que aunque esa voz era idéntica a alguien que ella amaría, no era exactamente la de esa persona.

-Mi señor, lo lamento, no volverá a ocurrir- respondió Madán, aterrada siendo escrutiñada por aquellos ojos verdes encendidos.

-Vuelve a la alcoba, ahora y todas ustedes ¡Quiten este asqueroso olor!

-Pem, detente- oí y abrí los ojos, Uriah y Marco me sostuvieron, estaba mareada.

-¿Qué fue eso?- les pregunté sintiéndome ahogada por las emociones tan entremezcladas del presente y el pasado.

-Fue tu pasado, amor- Marco me alzó la barbilla -Ese al que viste era mi hermano, Mason.

-Sigo sin creerlo, esa Elaine, la tristeza, Madán, ese hombre...no pudo ser real.

-Lo fue, Pem te muestra tus recuerdos en tercera persona para que puedas apreciar cada aspecto y cada detalle del cual pasaste por alto en el momento en que ocurrió, él puede seguir mostrándote, pero no ahora, estás mareada y él agotado- me explicó Uriah y observé que sus brazos no estaban vacíos y una punzada de dolor pinchó mi pecho cuando ví al joven que yacía desmayado en sus brazos -No te preocupes hermosa mía, nuestro hijo está bien, ven- tomó mi mano y me hizo acercar, Marco me rodeó la cintura por detrás y los tres observamos a Pem -Él es fuerte como tú, pero cuando utiliza sus dones se desvanece...

-¿Va a estar bien?- le pregunté preocupada.

-Claro que sí, pequeña. Él es fuerte, es de acero, al igual que tú, mi amor- me sonrió y desapareció dejándome sola con Marco.

Marco recargó su mantón en mi hombro y giró un poco la cabeza acariciándome con su nariz la mejilla y luego la oreja.

Sentí una atracción muy rara hacía él, antes de este momento no había sentido deseo por Marco, mi prioridad o más bien mi objetivo y sueño era que él me amara, que me quisiera, me dijera cuanto me quiere o me demostrara su cariño, pero estaba tan metida en obtener eso que hasta que Uriah llegó, yo no sentí deseo.

-¿Recuerdas?- sus colmillos se movieron por sobre mis venas, lo estaba disfrutando tanto como yo que al sentirlo hacer eso subí mi mano a su cabeza y tiré de su pelo atralléndolo e insitándolo a presionarse más contra mí.

-¿Qué cosa?- le pregunté y él intentando que recuerde simuló una embestida empujando su cuerpo contra el mío, pegando su bragueta a mi trasero.

-Esto-metió su mano en mi capa y alzó el blanco camisón tocándome por primera vez allí abajo.

-Marco, para- lloriqueé entre el placer y la dignidad.

-¿Por qué? Sé que me extrañas, me necesitas...

Sacudí la cabeza y bajé mi mano deteniéndo e impiendo que la suya se siga moviendo bajo mi ropa.

-No, yo soy virgen, no tengo forma de extrañarte, nunca un hombre me a tocado y no quiero que seas el primero Marco, no te necesito- le dije y como si yo fuera una bomba se apartó haciéndome sentir en parte bien, pero en parte también vacía.

Él caminó a mi alrededor y se paró frente a mí, ahora estábamos cara a cara y él traía una mirada triste.

-Elaine, siempre he sido el primero- subió su mano a mi mejilla y me sostuvo el rostro con ella.

-Tal vez sí, pero tal vez no, Marco. No lo recuerdo, no tengo idea de nada, pero lo que sí recuerdo es a tí tratándome mal, quemando mi casa, mis pertenencias, las únicas y pocas cosas que tenía tú me las arrebataste y si en esta vida soy virgen no te daré el privilegio de amarme por primera vez, ahora quiero a Uriah.

-¿A Uriah?- soltó una carcajada -Por favor, amor, tienes que estar bromeando- sacudí la cabeza y él gruñó.
-Uriah no disfruta las relaciones carnales, Elaine, nunca te a tocado más allá de los besos o un toqueteo casual para hacerte sentir bien, pero eso es todo, eso es lo único que él te ofrece, en cambio yo te ofresco hijos, pasión, amor y todo lo que un Saltein emparejado con su destino puede ofrecer.

-Dime algo- tomé su muñeca y la quité de mi rostro. -¿Por qué quemaste mi habitación en la cueva?

Él suspiró y bajó la mirada hacia el suelo, luego de unos segundos la alzó y avanzó sin detenerse hasta tener su frente contra la mía y nuestros alientos entremezclandose.

-Así lo planeaste, se suponía que al unirnos a la cueva tú y yo seríamos una pareja de hace siglos lo cual era verdad, pero lo que nadie sabía, ni siquiera Kram, era que Uriah también es tu pareja y lo aprovechamos a nuestro favor. Acordamos que te enamorarías de Uriah sin conocerlo, fingiríamos que te odio, que él y yo estábamos en guerra porque se había atrevido a robar a mi hembra Saltein destinada y yo en venganza de que lo eligieras a él te quemaría tus pocas pertenencias, de esa forma me odiarías, los demás también lo harían y estarían distraídos por incendios, asesinatos y peleas mientras que sólo era una tapadera para ir asesinando a todos, uno a uno, desde el más fuerte hasta el más débil...

Retrocedí asustada, él tenía los ojos cerrados y su mano estirada, buscando mi contacto.

-¿Ustedes mataron a todos esos Saltein?- mis ojos se llenaron de lágrimas -¿Yo fui complice de ello?- las primeras lágrimas cayeron y Marco me abrazó.

-Ellos nos hicieron mucho daño Elaine, Kram te transformó como un favor para mí luego de fingir frente a él que no podía controlarme y que si yo te transformaba te mataría, entonces lo hizo y trató de asesinarte una semana de después, yo mismo lo impedí y él dicidió ocultar que eras su creación...

-¿Qué hay de Mak?- mi voz sonó débil.

-Él te estaba haciendo daño, se atrevió a morderte y luego te torturó. No podíamos permitirlo, entiende amor, nadie te puede hacer daño sin sufrir las consecuencias y él ni por un segundo sería la excepción, lo hicimos por ti, para protegerte...

-¿Y los demás?- mi voz se quebró y me partí en llanto sintiendo el peso de todas esas muertes cayendo sobre mí.

-Ellos vieron a Uriah y a mí hablando en el pasillo de la cueva, oyeron nuestro plan, debíamos impedir que dijeran algo...

-Y los mataron- finalicé entre sollozos.

Él suspiró y asintió.

-Uriah los mató y mientras el humo se iba colando por la cueva, nuestro hijo Wren cerró todas las puertas incluyendo la de la habitación de Uriah dónde te encontrabas para que nadie viera como ocultábamos las pruebas, luego me fui con Wren, nadie lo conocía así que se supone que no debía estar allí y por eso fingí yo tampoco estar en el momento en que todo sucedió y Uriah te salvó y llevó a la habitación donde guarda su material de tortura.

-¿Uriah es el asesino o tú?- le pregunté -¿Quién de los dos me salvó de Mak?- insistí, aterrorizada.

-Yo te salvé de Mak y aparte de esa vez, yo no había tocado un cuchillo. Eso lo hace Uriah, él se hace llamar el amo de la muerte, cree que morir es un beneficio y no una condena, para él es una liberación y tú también lo creías y hacías, pero cuando Elite te borró la memoria porque le hicimos creer que querías olvidarte de mí, tu forma de ser cambió- sonrió -Creo que Uriah se decepcionó cuando ya no compartiste el mismo gusto por la sangre que él, pero yo quedé encantado, te convertiste en alguien con sentimientos, ya no eras su pequeña Ubiysta, ahora eras mi Elaine, mi hermosa esposa que sí siente, que es capaz de llorar y amar.

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