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🥀IV


Abrí los ojos y los volví a cerrar, mis párpados pesaban como nunca antes lo habían hecho, sentía como mis pulmones se esforzaban por respirar y tenía algo en la garganta que me ahogaba.

¿Qué me pasa?

Intenté una vez más abrir los ojos, estaba muy cansada pero lo logré. La habitación en la que me encontraba daba vueltas y por instantes se ponía borrosa.

De repente mis pulmones estaban bien, el aire entraba y salía por ellos, la saliva pasaba y mi garganta no se sentía ahogada y como pude me senté y observé el lugar donde me encontraba.

No es la habitación de Uriah, tampoco la mía o la de Marco.
Está es un poco más chica y no tiene casi nada además de esta cama completamente roja donde me encuentro, una silla vacía junto y unos objetos punzantes en las paredes.

¿Qué son?

Bajé de la cama tambaleándome y noté el piso frío. No tenía medias, ni zapatos, mis piernas estaban desnudas y la única ropa que llevaba puesta era un vestido blanco muy elegante, sin mangas con la falda ajustada a mis piernas y corto hasta la rodilla.

Quedé sorprendida, maravillada por mi nueva apariencia y la forma tan diferente en la que este vestido se marcaba a mi cuerpo resaltando aspectos que antes con los vestidos y toda la ropa holgada no se notaban.

Caminé hacia la puerta y me alivié cuando toqué la pared ya que todo me daba vueltas y tenía la sensación de que si caminaba muy rápido me iba a caer. Abrí la puerta y descubrí que el pasillo era el mismo, por lo tanto me encontraba en la cueva solo que en una parte que yo desconocía.

Caminé descalza acariciando la tierra con los dedos de mis pies y aferrándome a las paredes de tierra y avancé treinta metros hasta que di un respingo cuando Uriah se apareció frente a mí.

-Debes estar en la cama- me dijo y miró de arriba a bajo. Se veía preocupado sin embargo ese leve atisbo de preocupación en sus ojos desapareció bastante rápido y una sonrisa se coló en las comisuras de sus labios. -Te ves hermosa y me alegra que ya quieras estrenar tu nueva ropa pero debes acostarte.

-Gracias Uriah pero... no me gusta estar mucho tiempo en la cama, me hace sentir sola- le expliqué y él asintió y tomó mi mano, nos acercó y acarició mi cuello tocando mi pulso.

-Me alegra que estés bien- me alzó en sus brazos y regresó sus pasos. -Tengo algo para tí- dijo viendo hacia el frente, no a mí.

-No es necesario Uriah, estoy muy agradecida por la ropa- dije jugando con la tela de mi vestido. -Y porque me hayas salvado- subí mi brazo para rodearle el cuello y lo bajé rapidamente, Uriah se detuvo y tomó mi mano, se rodeó el cuello y sonrió con travesura.

-Créeme, es muy necesario pequeña ubiytsa- continuó caminando y viendo hacia el frente sacándome una sonrisa.

Llegamos a una parte que yo recientemente conocí y él nos adentró en su casa.

-Te traje una flor- dijo finalmente acabando con mi impaciencia y haciéndome sonreír aún más. Me llevó a la cama y me dejó suavemente sobre el colchón.

-Uriah no era nece...- puso la flor frente a mis ojos y en cuanto la olí quedé hipnotizada -Es tan hermosa- la tomé y me la acerqué a la nariz con la intención de olerla. -Es la primer flor que me obsequian.

-Lo sé- se arrodilló y puso ambas manos en mis rodillas
-Cómela- bajó la rosa a mi boca.

-Es muy roja, jamás vi una flor así- dije maravillada y apartándola de mi rostro, no quería comerla.

-Cómela- insistió y llevó una vez más la rosa hasta mis labios, lo ví a los ojos y sonreí por la confianza que destilaban estos, abrí la boca para él rendida ante el efecto de la flor y de sus ojos.
-Cómela pequeña Ubiytsa, cómela- dijo con una sonrisa cariñosa pero sínica y depredadora, tan al estilo Uriah.

Saqué la lengua y le di un lametazo a la flor, el color rojizo se fue deslizando y el tinte quedó en mi boca destilando un sabor metálico de lo más delicioso.

-Muérdela- ordenó y obedecí sin protestar. La flor sabía muy bien con ese gusto metálico que me hacía cosquillas en la lengua.
-Hazlo, primero muérdela hasta el cansancio, luego trágala y te traeré cientos de estas flores.

Sonreí feliz y la mordí.

Cuando lo hice mi vista se tornó roja, mis ojos fueron hacia el cuello de Uriah y por alguna razón la flor me hizo recordar el gusto de la sangre.

-Es tan exótica- dije sin dejar de ver lo que quedaba de la preciosa creación de la madre naturaleza, ahora en mis manos.

-Es única y especial, sólo para
ti- peinó mi cabello hacia atrás y me acarició la boca con sus labios dándome otro de sus besos cargados de pasión. -Te estoy liberando pequeña Ubiytsa, de a poco lo hago- dijo pero no le presté atención.

Mis ojos ahora estaban en la flor, mi lengua en el sabroso gusto metálico y mi mente en el deseo inminente de beber sangre.

-Uriah...yo quiero...quiero...

-Vamos, Kram quiere saber el número de bajas- me quitó la flor, dejó un beso en la palma de mi mano cerca de mis venas y me volvió a cargar llevándome hacia la entrada dónde toda la congregación Saltein se encontraba pero ahora había menos miembros.

🥀

Hoy actualicé algo tarde pero ¿No dicen que por la noche es cuando los monstruos salen?❤️❤️❤️

Bien, en esta historia hay un monstruo ¿Se animan a adivinar quién es?🤔🤔🤔

Y no lo olviden, les mando mil beso, ayer recibí uno de los suyos así que hoy me voy a dormir contenta y agradecida porque la historia y tiene más de 200 lecturas y más de 100 comentarios.🤭🤭🤭

¡Muchas, muchas, muchas gracias!!🤩🤩🤩

Esperemos llegar a más pero por lo pronto yo me despido y les deseo una hermosa noche, día o tarde.😍😍😍

¡Hasta lueguito!!😘😘😘

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