Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🥀II


🥀Pasaron años sin que abrieras los ojos, pero mientras tanto yo estuve vigilándote y ahora ya estás conmigo.

Autor: ********.

"Hembra de nadie".

Era la primera vez que alguien me llamaba así, antes nadie sabía que Marco no me había marcado, pero ahora, si no aceptaba ser suya o si Marco no me marcaba, todos lo sabrían y rápidamente los machos solteros lo intentarían hacer.

-No lo pienses, hembra de nadie. Siento tu alma, esta es tu última vez y no eres feliz- el hombre me alzó la barbilla, debía ser un lector de espíritus.

Marco daba calor, sólo eso mientras que otros como este hombre tenían la capacidad de saber todo sobre ti.

-Mi última vez- repetí sus palabras.

Tenía razón, ya no volvería para estar con Marco, mi tiempo se había desperdiciado y mientras mi alma iba a descansar él se iba a quedar aquí, sólo, vacío en la oscuridad agonizando de tristeza y esperando a que alguna otra hembra, como yo que no soy de nadie, esté sola y lo acepte para tener al menos una oportunidad.

La oportunidad que no aprovechó conmigo.

-Sí, tu última vez- alzó una gran mano y con una delicadeza de no creer apartó el cabello de mis ojos.

Marco dijo que estaba despeinada.

Me acabo de despertar y ni siquiera me arreglé, estoy segura de que parezco una loca, desnuda y en el bosque.

-Apresúrate, pequeña Ubiytsa.

-¿Por qué?- le pregunté. Una decisión así no la podía tomar ahora, debía asegurarme. Aún tenía esperanzas, Marco debía conservar una pizca de amor en su interior.

-Tu hilo está regresando, él a sentido mi fuerza, sabe que te tengo- alzó mi barbilla hacia el bosque -Por allí ¿Lo oyes?

Agudicé mis oídos y sin querer mi mente también.

Los gritos de Marco llegaron antes que sus pisadas y sus advertencias lo acompañaron.

-Rápido, Ubiytsa- dijo el hombre con extrema tranquilidad.

-¿Y si luego me arrepiento?¿Qué pasa si quiero volver con él?- Los gruñidos de Marco llegaron con el viento, cada vez estaba más cerca.

-Una vez que seas mía no habrá vuelta atrás, serás mi tesoro, te amaré como los humanos solían amar a los dioses en el pasado.
Te protegeré, seré un imán pegado a tí con cada caricia, te proporcionaré todo con lo que alguna vez haz soñado y no conocerás la palabra arrepentimiento...soy el indicado, elígeme por sobre el que no te supo valorar.

-¡Noooo!- los gritos de Marco no cesaban, ya estaba por llegar, sus pisadas se oían con más fuerza.

-De acuerdo.

Llorando me entregué a este extraño y como todos los machos de la raza este llevaba su hilo de oro en el bolsillo de sus pantalones, lo sacó junto a la aguja y justo a tiempo cuando Marco llegó cosió un corazón en mi hombro derecho.

-¡QUE HAZ ECHO!- Marco estaba furioso y el hombre frente a mí me acarició con su barbilla la mejilla.

-Pequeña Ubiytsa- llamó en mi oído pero mis ojos estaban en la agonía de los de Marco -Sólo cosí la mitad del corazón para que tengas tu oportunidad de alejarte de mí si lo deseas.

-¡ES MÍA!-

El hombre alzó mi mano y cubrió el corazón de mi hombro para que Marco no lo viera.
Este se le abalanzó, ambos comenzaron a luchar y los demás Saltein salieron de la enorme guarida con kilómetros y kilómetros de habitaciones, una frente a la otra.

Mi nuevo hilo esquivó los golpes de Marco y sonriendo llegó a mi entrelazando nuestras manos.

-Quédate quieto, peste- le rugió provocando la ira de Marco la cual no duró nada puesto que le lanzaron un balde de agua fría y se vio obligado a calmarse.

-No se aceptan peleas, ya somos escasos como para que dos adultos se anden con pataletas- dijo Kram, el llamado por sus años de antigüedad "Padre de todos".

Nadie sabe cuántos años tiene Kram, se dice por ahí que él fue el primero de todos nosotros, pero es tan cerrado que ni siquiera los más cercanos a él saben algo más que su nombre o su apariencia.

-¡SE ROBÓ A MI HEMBRA!- Marco trató de tocarme el brazo y jalarme a su lado, mi nuevo hilo no se lo permitió y se interpuso entre los dos.

-No se puede robar a una
hembra- dijo Ktam con voz dura -O es tuya o no lo es.

-¿Por qué?- rugió Marcos e intenté responderle pero mi nuevo hilo se me adelantó:

-Porque la trataste bien. Por que nunca la engañaste, porque la quisiste- mi nuevo hilo sonrió y con los ojos encendidos le dijo -A no, ese será mi futuro a su lado, mi error.

. . .


Obligaron a Marco a alejarse, mi nuevo hilo me llevó dentro hasta el fondo del refugio y se quedó parado frente a una puerta, no parecía ser alguien indeciso pero algo lo angustiaba.

¿Habría otra allí dentro?¿Tendría una pareja?

-¿Tú también tienes amantes?- pregunté, mi corazón se estrujó al recordar a Marco y sus constantes traiciones.

-No, pequeña Ubiytsa.- alzó mi mano y la llevó a la perilla
-No estaba seguro de si querías entrar. No me enojaría si quisieras ir a despedirte- o a pasar tu última noche con él.

No dijo eso último en voz alta pero por nuestra nueva conexión lo escuché en sus pensamientos.

-No quiero ir- sollocé, no podía dejar de llorar, tantos años, tantas vidas ¿Y para qué?

-Entonces entremos- abrió la puerta de su habitación y me sorprendí, quedé boquiabierta viendo la enorme habitación.

Mi habitación queda casi al principio del túnel, es pequeña, a veces húmeda y apenas entró la cama doble y mi armario pero esta habitación parece una sala familiar con cocina y comedor juntos.

-¿Cómo es que...

-Privilegios que trae la edad- me sonrió y dejó que recorriera
-Luego de los mil años y las cinco reencarnaciones de la hembra nos quedamos solos y nos aburrimos, entonces cavamos- señaló las paredes de piedra y el techo sostenido por vigas de madera.

-Wow- me sentía como una niña en un lugar nuevo.

La cama es enorme, los sillones igual, los muebles son todos de madera y las telas de la cama son hermosas.

-¿Los hiciste tú?- acaricié la madera de la única silla en la habitación, estaba pulida, pintada para que parezca caoba y bajo el tacto se sentía como una espuma suave.

-Sí, al igual la cama- explicó viendo la enorme estructura que su techo hacía semejanza a una parra de uvas y las cuatro columnas de enredaderas que escondían los troncos que la sostenían.

-Es como un cuento de hadas- susurré y temblé al sentir sus manos envolviendo en mi cintura.

-Tú eres un hada, Pequeña Ubiytsa, mírate, eres hermosa- su aliento en mi cuello me hizo estremecer y como si lo hubiese abofeteado se alejó unos pasos de mí.

-Eres pura-se sorprendió
-¿Por qué?

¿Cómo es que lo supo?

Está tan desconcertado, no deja de verme de arriba a bajo como si buscara una explicación y es entendible.

Según lo que me dijeron las otras mujeres, los hombres no dejaban que conservaran su pureza puesto que la raza estaba en el tope límite de la extinción y se necesitaban niños.

-Jamás me dio más allá de un beso- susurré derramando más lágrimas y recordando cómo fue nuestro último toque, escaso.

Como si eso le doliera se acercó, me estrechó en su pecho y con suaves caricias a mi cabello logró que me tranquilice un poco.

-Debiste huir antes, él no te a apreciado, no te supo valorar ¿Cómo lo soportaste?-

Me encogí de hombros, no sabía que responder, amé en todas mis vidas a Marco, hice todo por él y sigo sin entender que hice mal.

-Ubiytsa- alcé la mirada, despejé mis ojos de las lágrimas y me acerqué.

Me incomodaba tenerlo detrás de mí, me sentía vulnerable.

-¿Cómo te llamas?- le pregunté, él se rio y se acercó, se inclinó sobre mí y depositó un cariñoso beso sobre mis párpados.

-Uriah, me llamo Uriah, pequeña Ubiytsa ¿Y tú?¿Cómo te llamas? ¿Cuál es el bonito nombre con el que respondes?

Ni tan bonito, ni especial.

-Elaine, me llamo Elaine, señor Uriah- sonreí sacándole una sonrisa que aunque se vio hermosa en sus rasgos sincelados no le llegaba a los ojos.

-No me digas señor, no soy humano, no estoy casado- tomó mis manos -Estoy emparejado y contigo por cierto- ahora sí su sonrisa le llegó a los ojos y la mía se fue.

Marco nunca me hizo sentir como si su interior estuviera lleno de vida al verme a los ojos, Uriah sin conocerme lo hizo.

-Alza la mirada, Ubiytsa-

No me di cuenta que había bajado la cabeza, otra vez me había perdido en mis pensamientos.

-¿Por qué me llamas Ubiytsa?- le pregunté alejando los malos recuerdos.

-Porque eres una pequeña Ubiytsa- me sonrió.

-¿Y qué significa?- insistí contagiándome su sonrisa y él se acercó.

-Ya lo sabrás Elaine- se inclinó a besarme y moví la cabeza -Es muy pronto, lo entiendo- besó mi nariz y se retiró -Puedes ir por tus cosas a menos que quieras que te acompañe.- sugirió, pero él quería acompañarme, sus ojos en llamas mostraban posesión, no obstante, sus rasgos relajados me daban a entender que él me dejaría ser libre siempre y cuando estuviera a su lado.

-Iré sola, no sería buena idea que...

-No debes darme explicaciones, lo entiendo- se inclinó a besarme y antes de hacerlo se apartó. -Ve en paz, te estaré esperando.

Asentí con la cabeza y caminé hacia la puerta.

-Elaine- me giré a verlo -Sólo la mitad del corazón está en tu hombro, puede que él aún pueda leer tus pensamientos- asentí agradecida por su advertencia y
salí de su casa. Sería incorrecto llamarlo habitación luego de ver con mis propios ojos el palacio que se escondía tras la puerta.

Caminé los silenciosos pasillos hacia mi habitación y me detuve en la puerta viendo hacia el frente donde la habitación de Marco se encontraba.

Me acerqué lo suficiente como para que él pudiera ver mi sombra por debajo de la puerta y retrocedí.

No sería correcto, no le haría a Uriah lo mismo que Marco me hizo a mí.

Me adentré en la oscuridad de mi habitación, encendí la luz y encontré el destrozo que cierto Saltein había hecho.

Busqué en mi armario para luego descubrir que mi ropa había sido quemada y que allí lo único que quedaba eran las cenizas y una flor blanca completamente marchita y con sus pétalos caídos.

-Marco como pudiste-

Caminé hacia la cama y en el medio del colchón descubrí un enorme agujero que enseñaba los resortes.

Allí había otra flor marchita y sin pétalos.

Revisé debajo de la cama, allí en un cofre guardé los recuerdos de cada vida y encontré otra flor idéntica a las anteriores.

Él me había quitado lo poco que tenía, mi ropa, mis recuerdos, incluso la única fuente de calor que tuve, el colchón.

Regresé con Uriah caminando a paso lento, sentía que en cualquier momento las piernas iban a fallarme y yo iba a caer.

En el pasillo oí voces, dos hembras se acercaban por el lado contrario, hacia mí. Ellas guardaron silencio al verme, me dedicaron sonrisa gentiles y cuando nos cruzamos y quedaron fuera de mi campo de vista las escuché.

"Es ella, ella es la traidora, deberían asesinarla, no se merece ser una de nosotras".

El aire se escapó de mis pulmones, mi corazón comenzó a latir rápido con más fuerza de lo normal y no sé cómo acabé corriendo entre los pasillos hacia la casa de Uriah.

Al entrar él no me notó, caminaba de aquí para allá, agitado, su cuerpo tenso, furioso.

-Uriah- sollocé y me dejé caer con mi espalda contra la puerta y mis piernas abrazada a mi pecho.

-Elaine- llegó a mi en un pestañeo y me abrazó -Pequeña, mi pequeña Ubiytsa ¿Qué te han hecho?¿Qué sucedió?

Reconocí la preocupación en sus ojos, la angustia en la forma en que buscaba dentro de mis pensamientos y esos sentimientos suyos me parecieron tan ajenos.

Nadie se había preocupado por mí ni una vez, ni siquiera Marco que en el pasado estuvo dispuesto a no luchar por mí aún sabiendo lo que yo era de él:

-¿Qué hace una sirvienta vestida así?- sus ojos aunque me veían fijamente, de alguna forma lograban verme de pies a cabeza, como analizándome, calculando cuánto le tomaría matarme.

Al bajar la mirada me di cuenta de a qué se refería con "Sirvienta" y "Vestida así".

El vestido no era mi vestido,se parecía pero no lo era.

Las gemas no me pertenecían, las decoraciones tan sofisticadas cocidas a hilo de aguja ni siquiera podría costearlas sin tener que hacerlas yo misma.

Las otras sirvientas se debieron haber confundido.

Era el vestido de Madan.

Así le llamaba la mujer que nos daba órdenes a las criadas, se decía que se acostaba con el señor de la casa.

-Es una ladrona-las voces a nuestro alrededor me hicieron apartar los ojos del frío hombre de ojos verdes y sangre en las comisuras de sus labios.

Allí, detrás suyo se encontraba una mujer muy bien vestida y arreglada, parecía una reina.

-¿Te escapaste de tu amo?- me preguntó el hombre, sus ojos seguían analizándome.

No supe que decirle, me había escapado, había huído por una noche para saber, para conocer como era la vida fuera de las puertas de aquella enorme casa donde trabajaba y sin embargo yo sabía que no era una ladrona, todo había sido un simple error y en ese momento al ver de reojo a alguien muy alto acercarse supe que estaba en problemas.

Madam estaba en la fiesta y acompañada de su brazo, a quien sólo había visto desde lejos, estaba el señor de la casa.

-Yo...

-¡Calla!- Madam se había acercado lo suficiente y la furia en sus ojos era un detonante que pronto iba explotar contra mí.
-¡¿Cómo te atreves a robarme?!- me había gritado y yo bajé la cabeza, avergonzada, sintiéndome nada.

-Basta- el señor de la casa se dirigió a mí por primera vez.
-Ven- su mano se atrevió a tocar la mía y con una sonrisa me llevó a la multitud, nos paró en el medio y comenzó a bailar conmigo. -Me llamo Marco ¿Y tú?

No respondí a su pregunta, sabía que debía hacerlo, era mi deber responder cualquiera de sus dudas, no obstante no estaba segura de ser lo suficientemente decente como para saber dirigirme a él y guardé silencio.

-Eres un ladrona, al menos ten la decencia de decirme tu nombre...

-Elaine- aparté la mano que me tocó.

Alcé la cabeza para ver dónde estaba y me removí incómoda al descubrir que era Uriah y que me tenía atrapada entre el calor de sus brazos y la puerta.

-Lo siento, señor- bajé la mirada, él ahora conocía mi secreto. En mi primera vida era la sirvienta de Marco a la cual él se había negado acercarse por tanto tiempo...

-Elaine, no me llames así- sus dedos me alzaron la cabeza, mis ojos enfrentaron los suyos y descubrí que él no estaba avergonzado de mí, ni me juzgaba. -Para ti soy Uriah o si en algún momento te sientes lista ya descubrirás como llamarme con cariño pero no me digas señor, yo jamás te convertiría en mi sirvienta, ni te llamaría ladrona.

Acunó mi cara entre sus manos y me acarició los pómulos.

-Esas mujeres que te llamaron traidora deberían tragarse sus palabras- secó mis lágrimas con su pulgar -No hay mujer más fiel y dedicada que tú. Y no eres una traidora, eres una heroína para tu género, ellas deberían estar orgullosas de ti porque sigas luchando luego de todo lo que él te hizo vivir.

-Gracias- mi voz se oyó débil, casi un murmullo.

-Te compraré ropa, harás nuevos recuerdos a mi lado y llegará un momento en que no recordarás porqué desperdicias las lágrimas en cosas sin importancia, todo antes de mí se convertirá en niebla- me prometió -Yo me comprometo a hacerte feliz.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro