🥀Especial 3
Uriah:
La conozco desde hace tanto tiempo, llegamos a ser uno mismo, estábamos en un punto en que sabíamos lo que el otro quería y deseaba, casi no hablábamos, las miradas eran suficientes y ahora quiere que la toque.
En sus anteriores cuatro vidas jamás me pidió eso ni lo deseó. Por las noches Marco satisfacía sus deseos carnales y luego ella venía a mí por otro tipo de satisfacción, una más sangrienta y a la vez más placentera.
Cazábamos juntos, luchábamos juntos y ahora tengo que aguantarme el parloteo de Marco sólo porque piensa que ella nos va a abandonar, pero yo conozco su mente, sé cómo ella a pensado en los últimos siglos y sí, ella se va a ir, pero no nos abandonará, ella nunca se irá sin pensar en volver.
—Tenemos que hacer algo— Marco es insoportable, si no fuera porque nos dio hijos a mi Ubiytsa y a mí ya lo hubiera matado hace mucho. —Ella no puede marcharse, está siendo terca, pero es porque está asustada.
Error, está siendo ella misma. Nadie le pone reglas y ella tiene su libertad, así funcionamos, pero tú nunca lo viste.
—¿Ya terminaste?— le pregunté con poco interés y pasé a la siguiente página de mi libro.
—¿Podrías prestarme atención?— gruñó —Nuestra hembra planea dejarnos— me quitó el libro de las manos.
Lo voy a matar, no es digno de morir, pero lo haré.
—Dame mi libro o te castro y ella ya no te va a necesitar— le advertí sin girarme a verlo y saqué la daga que clavé en el sofá antes de empezar a leer.
—¿Y quién la va a complacer?¿Tú?— soltó la carcajada más falsa de la historia y dejó caer mi libro, este se golpeó y quedó tendido abierto con algunas páginas dobladas.
Lo voy a matar por segunda vez, la primera ya lo maté, pero la segunda lo desentierro le lleno la boca de tierra para que se ahogue en el más allá, le cortó lo que le cuelga y lo vuelvo a enterrar por si me molesta una tercera vez.
—¡Uriah!— gritó y me cansé.
—Marco, Marco— chasqueé la lengua —¿Crees que mis dedos sólo son habilidosos con las armas? ¿Piensas que si pongo sangre en su entrepierna no me atreveré a lamer y chupar hasta hacerla gritar?
Sus ojos se oscurecieron, eso es nuevo, el tipo más aburrido del mundo está celoso, casi logra hacer que me interese en analizar su comportamiento, casi.
—Si lo quisieras hacer, ya lo hubieras hecho— cerró la boca, su mandíbula está más tensa que nunca y ya volvió a ser aburrido.
El comportamiento a la defensiva no lo va a ayudar y no, por más que me esfuerce él nunca me va a interesar.
—Exacto, yo hago las cosas cuando quiero, así que si meto mi lengua en su coño despídete porque te aseguro que soy capaz de hacerme adicto a su sabor con tal de echarte de una vez por todas.—Él gruñó.
Se está poniendo interesante.
—Te crees demasiado— te equivocas, sí soy demasiado tienes suerte de que te deje hablarme. —¿Se te olvida que yo también puedo hacer tu trabajo?— sí, uno muy malo y decepcionante.
El amo de la muerte no pone una flor en la cabeza de la persona a la que acaba de matar, por favor ¿Qué somos santuario? El amo de la muerte deja la flor en la boca de su amada para que ella disfrute de la sangre.
Además.
¡EL AMO DE LA MUERTE NO DEJA QUE LASTIMEN A SU HEMBRA!
—Y fue bastante cuestionable, Marco— me levanté y le abrí la puerta para que me deje acabar con mi lectura —Ahora escapa antes de que colmes mi paciencia.
—No, aún no planeamos como...
Palabras y más palabras, ya cállate.
—Déjanos en paz y si se escapa, cuando yo quiera iré por ella y cuando yo quiera diré si nos abandonó o no.
No se movió y yo levanté mi libro del piso.
Ya se arruinó.
—Largo, Marco. No me tientes a eliminarte de esta familia como tú hiciste con mi libro— le gruñí y salió dando zancadas.
Cerré la puerta de mi habitación, tomé el libro de repuesto y me senté en la cama sangrienta.
—Bien. Esta es una linda noche para leer.
Marco:
Se cree demasiado inteligente, demasiado asesino, demasiado todo y no es nada fuera de lo común, es aburrido, silencioso, no es buen padre, para nada que lo es, es un pésimo amante y ni siquiera sé como es que Elaine lo a soportado por tanto tiempo.
—Padre...
Él les enseñó a decirnos así, antes me decían papi, ahora el horrible padre se oye tan vacío.
Él no tenía derecho a quitarme ese gusto, él ni siquiera los cargó, yo me despertaba por las noches con Elaine para encargarnos de sus necesidades, mientras que él dormía y por si ya no fuera un mal padre, les daba dagas en cada cumpleaños.
Yo les daba peluches y él les provocaba cortes.
—¿Qué quieres Wren?— no me detuve y cambié de pasillo, debo hablar con Elaine y convencerla de quedarse. Nuestros hijos necesitan volver a sentir y ahora que ella dejó su tendencia a matar y siente, estoy seguro de que nuestras vidas cambiarán.
—Vi escapar a...
—Dile a Uriah, hijo. Él parece saberlo todo, tal vez también sepa dónde está Julián.— Avancé los metros que me faltaban por llegar y entré a mi habitación donde se suponía que Elaine debía estar.
—¿Dónde está tu madre?— le pregunté y él suspiró y apoyó su cabeza en mi hombro.
Hace mucho que ninguno de ellos hace eso.
Apoyé mi cabeza sobre la suya y revolví su cabello.
—Traté de decírtelo, madre se a ido hace una hora con Pem, él le prometió ayudarla escapar.
Imposible ¿Por qué Pem la acompañaría? Él tiene una obsesión por la rutina.
—¿Por qué no me dijiste antes, hijo?— le pregunté tratando de no sonar enojado, después de todo no es su culpa, es la de Uriah.
—Pem me ató al techo y me dejó colgado.
Maldito Uriah y sus nudos.
—Está bien, iré por ellos.— lo tranquilicé y antes de irme me giré —Wren necesito que instales una puerta y cierres la habitación, si tus hermanos preguntan tu madre está descansando y no quiere ser molestada— me incliné a besar su frente y regresé a la sanguinaria habitación de Uriah.
Entré sin golpear y como siempre ni siquiera se movió.
—¿Viniste por una paliza o ya te diste cuenta de que nuestra hembra se fue?— odio cuando se burla.
—Lo sabías— gruñí y por fin se levantó, acomodó el libro sobre su mueble negro y se giró.
—¿Tú qué crees?— sonrió. Maldita sonrisa burlona.
—¿A dónde fue?— le gruñí odiando el hecho de que él tenga acceso a sus pensamientos y yo solo a sus sentimientos.
—Si te lo digo vas a ir tras ella y no le permitirás ser libre— se encogió de hombros y subió sus manos a los botones de su camisa, la sangre caía en gotas mientras se la quitaba.
—Pem se la llevó— le gruñí y dejó de moverse, sus ojos se volvieron de piedra y explotó de furia.
En dos segundos su cama estaba destrozada y la habitación inundada de sangre y con dos cuerpos semi-muertos que cayeron sobre el colchón cuando él arrancó las columnas.
—Te quedas aquí y si te mueves de las restricciones de esta casa o intervienes en lo que voy a hacer olvídate de tu existencia.
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