parte única
›〉HEMATOFILIA/MASOQUISMO/SMUT
MUY EXPLÍCITO.
" advertencia de no leer si no estás dispuestx a digerir el oneshot, ya que trata íntegramnente de una parafilia, la hematofilia (atración sexual por la sangre) y masoquismo (conducta sexual en la que se obtiene placer mediante el dolor físico causado por la pareja coital) en ningún momento, se promueve la auto laceración o la violencia entre pareja. todo esto es consensuado y ficticio".
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vas a esconder y robar miradas hacia mi y después de ser sorprendido.
soy parte de tu antinomia, de tu existencia. vas a esconder y robar miradas hacia mi y después de ser sorprendido.
soy parte de tu antinomia, de tu existencia.
aceptame por quien soy, aleja tus miedos y preocupaciones disfruta el dolor que eres capaz de soportar siéntelo en lo más profundo jugaré contigo como yo quiera
juega dentro de mis manos.
Exo - Moster.
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una cirugía con falta de personal estaba a la orden el pabellón de urgencias y hyunjin tomaba la guardia de esa noche. el médico cirujano a cargo del paciente era nuevo, un mes a lo sumo trabajando en la clínica y un completo desconocido para el enfermero, sin embargo el peliazul lo tomó con profesionalismo y una ves preparado en la sala de operaciones lo encaró con seriedad.
─tomen pulso, cuatro mililitros de proporfol. ─ anestesia general.
el cuarto olía a sangre, todo al rededor de la camilla era rojo, el personal médico se movía como en cámara lenta para hyunjin dentro de su mente y gracias al descuido de una enfermera inexperta, el peliazul termino bañado de lo que debería ser la transfusión del paciente.
de pies a cabeza hyunjin escurria
de sangre ajena, incapaz de mover
un músculo a voluntad por el shock.
demasiados pensamientos arremolinados en un sólo momento, su pulso disparado y su razón nublada.
obligado a empujones a salir del quirófano por otro enfermero al verlo pálido y en su lugar, hyunjin salió dejando a su paso un charco carmesí en el suelo.
no recuerda con exactitud que pasó
después, pues estaba en una pequeña
oficina, abrazado de una manta, usando
un camisón de recuperación y su pantalón de uniforme color azul. no tenía zapatos, descansaban en el lavabo secándose. el flequillo de su cabello estaba cubierto de sangre seca y habia pequeñas gotas en sus mejillas, secas, de tono marrón oscuro.
horas después, cuando el cirujano entro
a la oficina hyunjin tuvo que parpadear
muchas veces antes de enfocar con
claridad al hombre frente a él.
se quitó los guantes sucios y el cubre bocas y le sonrió a hyunjin con pena.
─lamento mucho el incidente. ─el médico, un hombre alto y de castaño, se inclinó ante el enfermero pidiendo disculpas. ─¿se siente mejor?
─uhm. ─ hyunjin asintió y se incorporó
en la camilla. ─nunca había visto tanta
sangre junta, en pediatria no hay mucha
acción para ser sinceros... ─sonríe tímido y trata de aferrarse a una conversación que lo aleje del rojo que su mente lo devuelve.─ fue algo impresionante, es todo.
el cirujano lo miró de pies a cabeza y
asintió al final, antes de extenderle una
toalla húmeda para que limpiará su rostro.
hyunjin la tomó con cautela y agradeció
en silencio al médico, pasando por su
rostro manchando la toalla.
el más alto no perdía detalle de la imagen del enfermero, en completo silencio. observaba su piel pálida, sus ojeras oscuras, las venas de sus manos en tonos verdes y violetas y no podia dejar de recordar la imagen de su cuerpo lleno de sangre.
cuando se dio cuenta del rumbo de sus pensamientos, salio del consultorio.
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hizo falta sólo un maratón en su cuerpo
para darse cuenta que no era normal,
ni saludable y mucho menos bien visto
lo que desató la marca violácea en su
cuerpo.
hyunjin siempre supo que algo
estaba mal con él, no a ciencia cierta,
definitivamente, pero esa sensación de
insatisfacción sexual en cada encuentro
ya lo tenían de los nervios, acorralado
entre la frustracióny la desesperación.
intentó todo lo aceptable, desde el sexo
sucio hasta el BDSM y nada parecía
complacerlo, ni sus parejas ni los
giros que daba el simple sexo "coital y
aburrido", pero para hyunjin nunca era
suficiente.
probando y buscando algo nuevo, decidió investigar sobre lo que rondaba su mente desde el incidente de la cirugía, para limpiar su culpa por completo o afrontar sus pensamientos de lleno.
fue en una de esas pruebas en las que
decidió ir más allá, pero en soledad,
con la mente llena de información y de
imágenes, tomó una cuchilla de rastrillo
cualquiera, la desinfectó y abrió el grifo
de la bañera. una vez dentro, hyunjin
se introdujo con calma al agua tibia,
cuchilla en mano y una toalla de manos
en su boca, amortiguando lo que estaba
preparado para soltar.
cuando el metal hizo contacto con
sus muslos desnudos bajo el agua, la
presión de sus dedos perforó la pálida
piel y hyunjin se permitió gritar muy fuerte, aferrado al contorno de la bañera. sus dedos palidecían por la falta de circulación y la fuerza del agarre, le temblaban las piernas, su muslo comenzó a soltar ese líquido espeso, caliente y rojo, y fue el delirio, la pared de concreto con la que se estrelló al tocar el fondo de su lívido. sangre, el olor a oxido en el agua, el color carmín en ella y el dolor de su piel lo tenían al límite del placer, creando la erección más fuerte y sincera de su vida.
veintisiete años tuvieron que pasar para
que hyunjin sintiera tocar el cielo en
plena eyaculación y maldita sea que lo
disfrutó.
pudo llevar una vida normal, siendo calmado, callado y hasta frío con los extraños a su alrededor, sonriendo y charlando como un joven adulto normal de su edad a ojos de sus conocidos y como un amoroso y responsable hijo y dedicado enfermero.
cuchillas, bisturí, tijeras, agujas, y gasas a su disposición absoluta para pintar en el blanco lienzo de su piel el arte rojo del placer líquido.
nadie sospechaba de hyunjin, el pequeño y risueño enfermero del pabellón de pediatría y esa dulce fachada era su mejor arma.
sus muslos, su entrepierna y si bajo vientre marcados de cicatrices rosadas, unas más claras que otras pero siempre había un nuevo espacio discreto que hyunjin quisiera descubrir con alguno de sus juguetes afilados.
cada vez más profundo, cada vez más largo, cada vez más sangre y mayor era el secreto.
dejo de frecuentar a sus parejas sexuales casuales, alegando una relación formal inexistente porque de ver su cuerpo acelerado de tal forma habría sido difícil de justificar y hyunjin era discreto...
pero cuando su pequeño placer culposo se le salió de las manos, fue en el peor momento.
una de sus rondas de rutina por los pasillos del hospital lo llevaron al pabellón de emergencias, donde existía una extraña calma, sólo dos personas en la sala de espera y una revisión de una mujer embarazada que entraba en labor de parto, nada fuera de lo ordinario o que requiriera su atención.
nada hasta que lo escucho.
y fue fuerte, claro y totalmente familiar para el enfermero, porque el sonido de un grito ahogado ya le era totalmente familiar y eso, definitivamente era uno.
guiado por la curiosidad, avanzó con cautela hasta la oficina del fondo, esa en la que se recuperó del incidente, la misma perteneciente al médico cirujano de emergencias. hyunjin tuvo que cubrirse la boca con las manos de asombro cuando lo vio por la rendija de la puerta, únicamente el movimiento de una mano cubierta de sangre chorreando de su palma. el médico estaba de espaldas, se veía parte de su bata y su mano herida, que después desapareció de la visión de hyunjin.
otro grito ahogado, uno más rasposo y profundo, un gemido casi gutural amortiguado y hyunjin se aferra al pomo de la puerta, porque suma dos más dos y si, el cirujano se estaba masturbando.
el pulso del enfermero se dispara en su pecho y siente su cuerpo arder, a saber si por el morbo, o la escena o la misma situación en sí. quizás un poco de todo y es por eso que abre la puerta, preso de un valor que no conocía en sí mismo.
lo primero que hace el cirujano es mirarlo. en silencio. hyunjin contra la puerta respirando como si hubiese corrido un maratón, el médico esperando un movimiento que nunca llega del contrario, un grito, una amenaza, una pregunta. nada.
abre la boca y la toalla que mordía cae en sus piernas, mueve hacia arriba su mano en su miembro y jadea, mirando a los ojos al enfermero. cuando el peliazul dobla las rodillas por impulso y se estremece en su lugar, el médico obtiene su respuesta.
─¿qué es lo que te sorprende? ─ el de cabello castaño alza una ceja curioso, aún moviendo su muñeca bajo el escritorio. ─después de todo por algo entraste.
─la sangre. ─ responde casi sin aire hyunjin y el cirujano se detiene. ─en su mano.
segundos en silencio después de dicha afirmación, ninguno se mueve. el cirujano lo observa con ojos inquisidores, fríos y una sonrisa en su rostro, sutil y casi imperceptible.
─¿por qué? ─insiste el más alto, volviendo a su movimiento de mano.
─me... me gusta. ─ y es la primera vez que lo admite en voz alta, para él, para el cirujano, hyunjin lo dijo y se siente demasiado bien. ─me gusta la sangre.
─eso explica muchas cosas... ah... bonito... ─ el médico habla entre jadeos, deja caer su cabeza en el respaldo de su asiento y muerde su labio inferior con fuerza. ─¿vas a guardar mi secreto?
hyunjin niega con la cabeza, en silencio.
─quiero un trato, uno justo para ambos. ─ reúne valor y avanza uno, luego dos pasos al frente. el característico olor del óxido lo embriaga y respira con fuerza.
─te escucho.
─déjame probar que no estoy loco.
el cirujano se ríe y lo mira con lastima.
─lo estás, pequeño y lindo hyunjin... tan loco como yo, tan perfecto como imaginaba. ─ el médico se pone de pie, su pantalón desabrochado, su miembro erecto bajo su ropa interior blanca manchada de rojo y la mano derecha goteando en el suelo. ─desde ese día, lo supe... tan hermoso, bañando de sangre ¿cuánto tipo has estado cortándote las piernas, eh?
baekhyun traga saliva y aprieta la mandíbula, el médico avanza a pasos lentos hasta quedar frente a frente y le acaricia con un dedo goteante la mejilla, dibujando una línea de sangre en su piel.
─estás loco, hyunjin y me encantas.
─¿c-cómo... ─ el enfermero tiembla, le fallan las palabras.
una sonrisa y un beso gentil en sus labios. ─te observo, mucha veces. ─ hyunjin cierra los ojos, sintiendo apenas el roce de los labios ajenos sobre los suyos moviéndose al compás de sus palabras. ─grita, gime, sangra y hazme el daño que quieras, hyunjin... hoy estarás tan loco como quieras.
─doctor... ─ hyunjin gimotea al sentir alejarse los labios del más alto.
─minho. ─responde a milímetros de distancia aún del rostro del peliazul. ─quiero escucharte gemir mi nombre muy alto.
el médico se lanza a besar los labios del enfermero, sin cuidado ni tacto. es un beso exigente, salvaje, húmedo y morboso. los chasquidos de sus labios contra los del más bajo inundan del húmedo sonido el silencio en la oficina, hyunjin clava las uñas en los brazos del médico bajo la bata blanca, sujeto por la barbilla de dos dedos fuertes y exigentes de minho, el espacio que presiona el médico en la blanca piel del enfermero toma un color rojizo evolucionando en violeta, sus lenguas se buscan fuera y dentro de ambas bocas. los suaves gemidos del doctor mueren ahogados en la boca del enfermero, hyunjin incrementa la fuerza en sus uñas y pronto, un siseo alargado sale de los labios del contrario.
minho sujeta al enfermero por la nuca y muerde el labio inferior de éste, recibiendo un suave temblor de mandíbula y un jadeo. cuando la sangre brota de la herida, el médico lame con parsimonia el hilo carmín que abandona los dulces labios rosados del más bajo. hyunjin cierra los ojos, abre los labios y recibe de la lengua del contrario el sabor de su propia sangre junto a la saliva del médico.
─minho... ─ gime el enfermero, sus dientes teñidos de rojo, la punta de su lengua recorriendo su labio herido, acariciando el inferior de minho. ─más fuerte... ─ súplica con los ojos cerrados, saboreando el la dulce amargura de la sangre.
minho obedece a las súplicas, clavando sus dientes en la herida de hyunjin. más sangre brota y esta es rápidamente lamida por ambos, entre un beso húmedo y exigente, jadeos y gemidos ahogados.
la piernas de hyunjin fallan, se sostiene con ambas manos de los amplios hombros del más alto, el olor el embriagante y lo tiene al límite de la locura. quiere probar a minho, quiere enloquecer en sus brazos, quiere teñirse de rojo, quiere lamer cada gota del médico y lo muerde, tan fuerte como le es posible hasta que lo escucha gruñir entre dientes. pronto el sabor de minho lo invade, lame sus labios, su sangre se mezcla con la propia y es el éxtasis para el más pequeño.
está loco, lo admite y puede que esté enfermo también, pero está por sobre todas las cosas, caliente como el infierno. y no importa nada, el dolor lo adormece, lo disfruta, lo siente como parte de sus oscuros deseos y pide más, alejándose de los labios hábiles de su compañero para dejar expuesto su cuello con un movimiento de cabeza hacia atrás.
minho observa la perfecta piel, salada, rociada de una leve capa de sudor, esperando para ser mercado y la toma, entre respiraciones agitadas y jalones de cabello hacia atrás, guarda en su mente en lo más profundo, junto a sus retorcidas fantasías, el perfume de hyunjin, el contraste con el óxido, con el sudor. quiere marcarlo, quiere tener entre sus manos, completamente dispuesto a ser herido y lo disfruta, disfruta cada segundo que succiona su piel dejando el circulo morado en tonos de rojos hasta marrón con sus labios. mordisquea, con cuidado buscando una vena que romper y perfora la piel con sus dientes. dos puntos, uno a lado del otro, se tiñen de rojo pintando el blanco y perfecto lienzo.
hyunjin gime, con mucha fuerza, sintiendo el dolor en su cuello y pide más, entre gemidos que parecen gritos de auxilio, entre dientes, con desesperación. no es suficiente, necesita sentirse desecho, necesita sangrar hasta el desmayo, ser embestido entre chorros carmín.
su cuerpo vibra, la erección de minho le golpea insistente el estómago, la suya propia reclama de atención en pulsaciones insistentes.
hyunjin mete la mano al bolsillo en la bata del cirujano en busca de algo que sabe, está dentro.
cuando sus dedos interceptan el objetivo, clava la yema de su índice en la punta perforando, el líquido baña el bisturí desde la punta hasta la palma de la mano de hyunjin, quien lo sostiene entre sus dedos, aproximando el objeto a su pecho. ahí, lo sostiene, aún con los labios del cirujano explorando su cuello. con suma lentitud el enfermero baja la mano bañada en su sangre hasta el miembro del cirujano que envuelve entre sus dedos temblorosos, arrancándole un suspiro ronco al hombre, quien encaja uñas y dientes en sus hombros haciéndole soltar un bisturí de golpe.
─me vas a matar... ─ susurra minho contra su oído, besando suavemente su lóbulo mientras lo empuja al escritorio. una enorme sonrisa desquiciada es lo primero que hyunjin ve con los ojos nublados de placer y las fosas nasales de óxido caliente. ─me encantas... ─y suavemente, se deshace de la ropa del chico entre besos en el pecho y caricias en los hombros, dejando a la vista el blanco lienzo que quería corromper de carmín a cada centímetro de piel desnuda.
hyunjin tira de su cuello cuando el médico le besa los muslos desnudos, respirando suavemente contra su piel, acariciando con los dedos cada cicatriz que va besando, hasta llegar a su sexo que manipula con destreza, sacándole gemido ahogados al enfermero. está perdido en el éxtasis cuando minho lame su entrada y comienza a dilatarlo, abriendo sus paredes de a poco y a su ritmo. dos, tres dedos y el medico ha encontrado su punto erógeno, llevando a el enfermero a su límite.
─por favor... ─ súplica, los labios temblorosos contra los contrarios, pidiendo ser besado a ferocidad y follado sin tacto. ─por favor...
el médico juega con su paciencia, se da el tiempo de rodear el cajón del escritorio para sacar de ahí un preservativo y sonreírle con malicia mientras lo abre, colocándolo frente al deseoso enfermero en el escritorio que súplica con aquellos preciosos ojos marrones brillantes que lo tome sin piedad ahí mismo, en ese momento. hyunjin se muerde los labios al sentir el calor del miembro erecto contra su entrada, sólo jugando con su cordura, retando la poca sanidad mental que le queda.
minho le muerde los labios, le besa el cuello y se asegura de dejar ahí dónde pasa una marca rojo que tome un morado exquisito a deleite del enfermero. entra con calma, le susurra que guarde silencio y todo es rojo en la habitación cuando hyunjin cierra los ojos y se encaja las uñas en los muslos, presa del absoluto placer.
le sangra la mano y minho lame con devoción, sin quitarle los ojos de encima, deleitándose de cada hermosa expresión de su rostro cuando entra profundo y fuerte para volver a salir al mismo ritmo. hyunjin es un lienzo puro corrupto de sus labios, por su lengua, por las palabras de súplica que susurran esos dulces labios y los movimientos de su cadera buscando enterrarse con mayor profundidad. el choque es húmedo, es tan rudo que duele y deja rojizo ahí donde toca, que pinta de carmín el culo del enfermero mientras mueve de un lado a otro la cabeza, implorando, perdido, completo.
y cuando muerde su clavícula y le sujeta con fuerza la espalda, entrando ahí en la piel del enfermero, es la gloria para minho quien ha alcanzado su orgasmo a la par que su compañero.
todo da vueltas, se ve rojo, se ve negro y se ve blanco por destellos. minho sale con cuidado y admira desde atrás su obra de arte: hyunjin con el cabello revuelto, cubierto de sudor, marcas en todo su cuerpo de rojo a violeta y la estela sensual y caliente del líquido rojo entre sus dedos. quiere besarlo, hacerlo su musa, inmortalizar ese momento que por fin después de fantasías se ha hecho realidad y mantenerlo cerca por mucho tiempo, deleitándose de su fetiche tan particular.
─arriba ─ le besa los labios, acomoda su cabello y le ofrece una mano. ─hay que limpiarte.
hyunjin apenas asiente, todavía en el limbo del orgasmo y la realidad y se sienta sobre el escritorio, con las manos juntas y la mirada al suelo. minho se asegura que esté bien, revisa sus manos y cualquier sitio de su cuerpo que necesite su sutura, pero está bien y basta una venda para curarle la mano. cuando el enfermero asiente, comienza a vestirlo, cooperando apenas lo suficiente el menor, mientras el cirujano se ocupa de él, dejándolo vestido, satisfecho y limpio en el escritorio.
─¿va contarle a alguien? ─ es la tímida pregunta que sale de sus labios, mientras el cirujano se pasa una toalla húmeda por las manos y el rostro.
minho lo mira desde el espejo del baño, sonriendo a medias.
─es nuestro secreto. ─ asegura, un giño coqueto y exprime la toalla en el lavabo. ─lo prometo.
el enfermero asiente contento, una sutil sonrisa en sus labios. ─¿y será la última vez?
su respuesta llega con un beso, mientras lee le sujeta la barbilla en alto, mordiendo sus labios hasta hacerlo sangrar y gemir, lamiendo la gota que sale de ellos.
─todas las veces que quieras.
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