Capítulo 11 - Alerta desde el cielo
Justo en el momento en el que Belcebú Esponja y Calazrael atrapaban a Bob Esponja...
Mindy, la princesa del infierno marino, se había dirigido esa noche al ayuntamiento celestial de la plaza principal de la ciudad para hablar con los ángeles. Los súbditos de su hogar no le prestaban atención. Así que iba a optar por tratar de convencer a los líderes de los exterminios del fondo marino para intentar conseguir que no sigan con las purgas. Ese iba a ser el primer paso de su proyecto. Y esperaba que le fuera bien.
Con cuidado, entró al interior de la torre plateada, llevando consigo una carpeta con dibujos y documentos para apoyar su idea. Miró a su alrededor, esperando que apareciera alguien que la atendiera. Iba sola, sin nadie que la acompañara. Así que debía de andarse con ojo. Los ángeles tenían fama de ser bastante pretenciosos, según su padre. El único ángel que había conocido hasta ahora, o sea Calazrael, no era así. Pero sí es verdad que era demasiado egocéntrico y orgulloso a veces. Con lo cual, esperaba que todo le fuera bien sin ayuda.
Viendo que no había nadie, estuvo a punto de preguntar en voz alta si le podían atender. Pero de repente, las luces de la oscura habitación se encendieron. Y de la nada surgió un tipo grandullón y gordo, vestido con una túnica blanca y con un par de pequeñas alas doradas. Su piel era verde y simulaba ser un sapo verrugoso. No había duda de que era un ángel. Pero muy deforme y feo.
No estaba sólo. A su lado iba lo que parecía ser otro ángel. Pero no de la misma raza que el otro. Se trataba de un exorcista. Llevaba unas mallas negras y su cara estaba cubierta por una máscara oscura con cara, con unos cuernos sobre ella. Arrastraba en su espalda unas inmensas alas negras. Y en su mano derecha sostenía una lanza. Mindy se horrorizó al ver a este último. Ya que en el pasado ella pudo presenciar de niña cómo esas criaturas provenientes del cielo mataban a su gente.
Como ella no decía nada por lo impresionada que estaba, el ángel gordo fue el primero en dar inicio a la conversación.
- ¿Qué hay? - murmuró con mala gana.
Esta, poniéndose bien las gafas para comprobar que su vista no la estaba engañando, observó a ese saco de carne alado con cara de impresión y murmuró incrédula:
- Ésto... Hola... - agita la mano lentamente - Usted... ¿Usted es Adán Burbuja? ¿El primer hombre de los siete mares?
- Sí... Lo soy... - le confirmó en plan pasota - Qué pasa...
Ella se sorprendió, pues esperaba a alguien más grandioso y menos feo y rechoncho. Esperaba al menos que el Adán humano del anillo del orgullo no fuera de las mismas características. Seguro que incluso sería más atractivo que ese que tenía delante.
Tratando de parecer segura de sí misma, la princesa mostró una sonrisa nerviosa y le dijo:
- Pues... Encantada de conocerte, señor Adán... - le extiende la mano - Soy Mindy Morningstar... La hija del rey del fondo marino... He venido aquí para la entrevista que usted me confirmó hace un par de días y...
- Ya, ya... Lo de siempre... - le corta este, sin apenas prestarle atención - En unas horas tengo una reunión con la cúpula y yo necesito que tú seas rápida con tu propuesta...
La princesa se quedó un poco extrañada al oírle decir eso al ángel. No entendía por qué no le mostraba nada de interés en su idea. Era igual que hablar con sus súbditos. Pero como no quería darse por vencida tan pronto, tomó aire y fue a hacer lo que había venido a cumplir.
Tomó asiento en la mesa frente a Adán, el cual se puso a comer un plato de espinas de boquerones muy tranquilo. A su lado, en pie y con mirada de halcón hacia la recién llegado, el exorcista observaba y vigilaba a la joven. No se fiaba de lo que fuera que iba a venderles. Los demonios los consideraba gente cuyas intenciones nunca eran buenas.
Sin irse por las ramas, Mindy les explicó a los dos, por medio de sus dibujos y garabatos de colores que había hecho para esa ocasión, cómo funcionaba su plan. La redención de pecadores era una solución que ella buscó para que ellos, los ángeles, no tuvieran que ir al infierno a exterminar a la población. De esa forma no usarían la violencia y las almas podrán recibir otra oportunidad para ascender a los cielos.
Tras su breve exposición, Adán, quien estuvo muy atento a lo que le contaba la chica al tratarse de algo muy diferente que había oído, no pudo evitar echarse a reír. Y a punto de atragantarse con lo que se estaba comiendo, señaló a esta con gesto de burla y comentó incrédulo:
- ¡Buajajajaja...! Ay, la hostia... No puede ser... - da golpes sobre la mesa - ¿Redimir pecadores? ¿Darles otra oportunidad? - mira a esta con una sonrisa pícara y burlesca - Me descojono... Jajajajaja...
A pesar de sus burlas, Mindy, que ya se había visto en una situación similar así antes con los de su reino, trató de defender su idea por encima de todo. No podía dejar que tiraran por los suelos el trabajo con el que ha estado luchando desde su niñez. Así que, intentando no enojarse por las palabras del ángel gordo, dio un suspiro y les dijo con gesto preocupado:
- Los pecadores... Lo sé... Hicieron cosas malas... Pero no hay necesidad de acabar con ellos... Pueden dárseles otra oportunidad... - saca un dibujo más de su carpeta y se los muestra a los dos - Te... Tengo por ahora a un huésped que desea regresar de nuevo a su antiguo hogar con todo su corazón...
Eso último hizo que Adán levantara una ceja. ¿Cómo que "regresar a su antiguo hogar"?
Entonces fue cuando vieron el dibujo. Y ambos, especialmente el exorcista vigilante, se quedaron algo pálidos. En el papel estaba pintado un ángel caído, pues se mostraba con las alas cortadas y con lágrimas de oro brotando de sus ojos. Posteriormente sale otra viñeta donde él vuelve a ser recibido en los cielos por todos los seres celestiales y le vuelven a regenerar sus alas, convirtiéndolo en ángel otra vez y perdonándole sus pecados.
Al ver eso, Adán miró a su pálido acompañante. Luego a Mindy. Y sabiendo a quién se estaba refiriendo la chica con esas, se alisó la túnica con las manos en plan nervioso y dijo un poco incómodo:
- Eh... ¿El traidor de Calazrael se ha unido a tu causa? - ella asiente lentamente, un poco temerosa - Eh... ¡Ese mamerto orgulloso no será perdonado ni recibido de vuelta en nuestro reino nunca!
Ante sus palabras, Mindy añadió:
- No... ¡No es lo que pensáis! ¡Él está arrepentido por lo que hizo allí arriba! - se le iluminan los ojos - El en realidad es un...
- ... capullo insensato... - le cortó el exorcista, cruzándose de hombros con gesto orgulloso - Y un irrespetuoso a los de su sangre... - frunce el ceño - Incumplió las normas del cielo y se ganó la condenación...
Mindy negó con la cabeza y añadió:
- Ya, lo sé, lo sé... - se lleva las manos al pecho - Pero... Él asegura que no fue culpa suya... Que hubo alguien que lo defraudó... - los mira con cara de compasión - Y que no debió de haberse portado tan mal con los suyos ahí arriba y...
- Jaja... Ya... - añadió Adán, volviendo a interrumpir a la joven - El chaval al que tratas de defender tuvo un expediente en el cielo bastante jodido, bonita... - se rasca la barriga en plan pasota - Para empezar, se creía superior a Dios y a los suyos... - apoya los codos en la mesa - Profanó del cielo y de sus hermanos... Igual que hizo Lucifer y otros traidores... - frunce el ceño y se recoloca las gafas - Y encima abusó sexualmente de uno de los nuestros... En los suelos del jardín del Edén... El lugar más sagrado de nuestro mundo... - le arquea las cejas a esta - ¿Y tú nos reprochas que le tenemos que perdonar?
Mindy, sabiendo que le dirían eso, recordó entonces la versión de los hechos de Calazrael. Se lo contó con tanto sentimiento y lástima que era imposible no creer en sus palabras. Entonces, sabiendo que ellos no comprendían que se trataba de un error, que los acontecimientos del Edén y el abuso sexual estaban sacados de contexto, se puso en pie y les dijo medio alzando la voz:
- Él me aseguró que todo se trató de un error... - entrelaza sus manos para que confiaran en ella - Os lo prometo... - se humedece los labios nerviosa - Fue un intento de venganza por parte de uno de los ángeles... - se encoge de hombros - Todos nos hemos equivocado alguna vez...
Ante lo último que acababa de decir la chica, el exorcista, inclinándose hacia ella, torció el gesto en plan furioso y le gruñó a esta con gesto vacilante:
- Los ángeles no nos equivocamos...
- Ah... ¿No? - le respondió Mindy, molesta por la actitud que estaba tomando el acompañante de Adán. Y le respondió en plan valiente: - Demuéstrame eso entonces...
Viendo que se estaba poniendo chulita, el exorcista, por tal de dejarle las cosas claras a la dichosa niñata, se retiró de su posición y se acercó a ella, diciendo:
- Las personas de tu reino hicieron cosas horribles cuando estaban vivos... Matar, drogarse, maltratar... - pone sus manos hacia atrás - Y ahora estás tratando de decirnos que perdonemos a un ángel que violó y trató de imponerse por encima de nuestro señor... - la mira con gesto de repugnancia - Escuchate a tí misma, niña... Y pregúntate... - le medio sonríe con gesto de superioridad - ¿Qué sentido tiene defender a personas viles y crueles que nunca van a querer cambiar y que sólo se aprovecharán de tu bondad para después cumplir con fines suyos?
Las palabras de este dejaron enmudecida a la muchacha. Ella quería salvar a su gente, darles otra oportunidad y limpiar sus almas. Pero en ese sentido, el exorcista estaba teniendo razón. Los pecadores por lo general solían ser gente loca y sin remedio, que no querían cambiar, por algo estaban allí abajo. Y con lo mucho que los quería, se había olvidado de eso. Tal vez era cierto y todos se aprovecharían de sus buenas acciones para después defraudarla y salirse con la suya.
Satisfecho por haber dejado a la princesa sin palabras, el exorcista volvió al lado de su señor y miró hacia otro lado con gesto ignorante. Le molestaba tener que lidiar con la escoria apestosa del infierno.
Por otro lado, Adán soltó una risita. Y se metió en la tensa conversación diciendo:
- Jajaja... Sí... Bien dicho, pito chico... - le enseña el puño a este - Chocala, chaval...
Este le sigue la corriente y le choca el puño en plan serio, sin perder la frialdad de su rostro. ¿Por qué se estaba comportando así? Su actitud no era igual de insoportable que la de su líder.
Pero justo acabaron de darse ese saludo de compañeros cuando de repente, una esfera trasparente enorme que colgaba por encima de sus cabezas, se encendió de golpe, mostrando a través de ella el rostro de lo que parecía ser una mujer de piel oscura y con tres alas a cada lado.
Fue sólo verla y tanto el exorcista como Adán Burbuja abrieron los ojos como platos, murmurando estupefactos:
- ¿Sera?
Era verdad. Esa mujer del otro lado, tan alta e imponente, era la jefa de todos los serafines del cielo. La lugarteniente de los dos tontos que la estaban mirando con temor en esos momentos.
Nada más fue verla y ambos se arrodillaron de golpe, mientras que la princesa se quedó muy quieta, observando la situación medio alejada y con algo de miedo. Jamás había visto a un ángel de esas características. Por su aspecto humanoide, tenía que ser de la parte del cielo en la que se encontraban los altos mandos. Los de características marinas estaban en otra parte, supuestamente.
Justo el dúo se hubo inclinado, la serafín frunció el ceño y les dijo a éstos en un tono severo:
- No entiendo para qué habéis bajado al infierno, pero... - suspira y prosigue un poco más tranquila - Hemos detectado presencia demoníaca en una zona del Pacífico, en el mundo de los vivos... Algo que jamás hemos visto hasta ahora...
Éstos la miraron atónitos. ¿Presencia demoníaca?
- Ya se sospechaba de antes que algo iba mal en la Tierra... - añadió preocupada - Pues las muertes han crecido más de un veinte por ciento en este punto en concreto... Y creemos que ésto es la causa por la que están sucediendo estas muertes...
Antes de que Adán y su acompañante pudieran preguntar algo sobre la noticia de última hora que les acababa de soltar su jefa, esta ofreció, a través de la burbuja de cristal, unas imágenes en movimiento de lo que estaba sucediendo en la Tierra en esos instantes. El punto en el que supuestamente habían hallado actividad demoníaca. Y cuando vieron de qué se trataba y quienes eran esos sujetos, estos, especialmente el exorcista, palidecieron de la impresión.
Allí, en el interior de lo que parecía ser un restaurante de comida rápida, un pequeño demonio con forma cuadrada y cuernos de carnero apuñalaba por la espalda cerca de cincuenta veces a un viejo crustáceo, mientras un grupo de chavales vivos lo contemplaban asustados. O al menos varios de ellos, pues uno sonreía ante esa escena macabra.
Mindy contempló eso horrorizada. No sabía que unos súbditos suyos habían escapado al mundo de los mortales. Y no es que le preocupara lo que estuvieran haciendo. Más bien le aterró pensar el daño que podrían hacerles los vivos a ese diablillo. Lo podrían herir por verlo deambular por ahí.
Una vez hubo mostrado la escena, Sera volvió a aparecer en la esfera de cristal, con gesto de superioridad para que sus dos serviles vieran que estaba molesta. Y tratando de mantener la calma, clavó su vista en ellos y les ordenó:
- Quiero que ahora mismo viajéis a la Tierra y que os encargeis de devolver a este monstruo al lugar al que pertenece... - levanta una ceja - ¿Queda claro?
Ante sus palabras, el exorcista que acompañaba a Adán, que fue el único que pareció mostrar más interés en esa noticia que su propio jefe, hizo una reverencia caballerosa hacia la dama y le contestó con amabilidad:
- No se preocupe, mi señora... - saca su lanza angelical y sonríe - Yo me aseguraré de matarlo...
Pese a lo sádico que sonó el ángel, Sera, a quien no parecía importarle lo que sea que fuera a hacerle el ángel exterminador a ese demonio fugado, lo miró con gesto de esperanza y le dijo con un tono de voz suave y cortés:
- Que así sea... - entrecierra los ojos - Joven Squilliafel...
Y la imagen de la esfera de cristal se fundió en negro, desapareciendo por arte de magia.
Ese último comentario de la serafín hizo que Mindy levantara la cabeza rápidamente hacia ese tipo. ¿Cómo que Squilliafel? ¿En serio era ese? ¿El tipo que defraudó a Calazrael y el causante de su destierro? ¿El quien se inventó el cuento de que fue violado para que su amante fuera echado del cielo?
Justo se estaba dando cuenta de todo ésto, cuando Adán Burbuja, haciéndole un gesto a la chiquilla con el brazo así de pronto, señalándole la salida de la sala, la fulminó con la mirada y le gruñó en plan despectivo:
- Fuera de aquí, zorra... - suelta una pedorreta - Y ni se te ocurra volver más por aquí...
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