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•Those lips sunk me

Min golpeó la mesa con impaciencia y HyungWon lo miró, sobresaltándose por el ruido.

—¡Ya siéntate de una vez! ¿Qué sucede contigo?

—Te dije. Está así desde que llegué —acotó Kihyun quitándose los lentes y restregando sus ojos—. Vamos, suelta todo de una vez.

HyungWon dejó caer los hombros y tomó asiento en la banqueta donde Hoseok había estado unas horas antes y se tapó la cara con las manos.

—Creo que hice algo malo.

Sus amigos lo miraron con una expresión divertida. HyungWon era serio por demás y siempre había sido un modelo de decencia. Ser malo era algo que no encajaba en absolutamente nada que tuviera que ver con Chae HyungWon.

—Uy —Min rio y se apoyó sobre la mesa— eso es algo que quisiera ver. Tú siendo malo es... Bueno, sería interesante. ¿Qué es eso tan malo que te come la consciencia?

—Yo cité a Hoseok a mi casa. Esta noche.

Hubo un momento de silencio sepulcral y luego unos aplausos muy entusiastas de parte de MinHyuk.

—¡Lo sabía! —gritó—. Amigo, estoy orgulloso de ti. ¿No es así, Kiki?

Kihyun dejó lo que estaba haciendo y rascó su nuca.

—Bueno, no puedo decir que me sorprenda. La otra noche se podía notar que había cierta "tensión" entre ustedes —dijo haciendo el gesto de las comillas con los dedos.

—¡Momento! —Min se levantó y se acercó a HyungWon— ¿qué es eso de la otra noche? ¿Salieron? ¿Sin mí?

—No fue así. Al menos no fue planeado —se excusó el alto apoyando la cara en su mano.

—Yo tuve una cena y el inútil de HyunWoo no podía acompañarme así que lo llamé a Wonnie. Pero no nos desviemos del tema. ¿Cómo es eso de que lo invitaste a tu casa esta noche? Creí que ya habían hecho cosas...

Min abrió los ojos y lo sacudió por lo hombros

—¿Estás intentando matarme? —le reprochó— ¡Ya suelta el chisme o moriré de ansiedad en tu taller!

HyungWon soltó el aire por la nariz y frunció los labios.

—No pasó nada, sabes que Kiki es un exagerado.

—Si, lo que tú digas. Pero yo sé lo que vi. Y se estaban comiendo con los ojos. Y se fueron juntos, así que creí que por fin habías entrado en razón y dejado que el grandote arara tu trasero por toda tu sala.

HyungWon negó con la cabeza.

—Por supuesto que no pasó nada. Mi marido vive en esa casa.

—Y supongo que ya se habrá mudado si invitaste a Hoseok esta noche. ¿O acaso tienes una casa que nosotros no conocemos?

Min sonrió con picardía.

—Tienes que estar jodiéndome. ¿Tienes una casa para tus encuentros? Wow.

—Oigan, Tonto y Re tonto. No tengo una casa aparte. No al menos para eso. Yo... no sé qué sucede conmigo. Hoy estuvo aquí...

Min se tapó la boca emocionado.

—Dime que lo hicieron sobre esta mesa.

Kiki hizo una mueca de disgusto.

—Por favor, dime que no.

—No, no hice nada par de idiotas. Pero estuvimos a punto. Dios mío, estoy volviéndome un libertino.

—Cielo —Min le acarició el hombro con dulzura— tú no podrías ser libertino ni aunque te obligaran a serlo.

—Min, mi marido está en otro país y yo invité a otro hombre a mi casa. ¿Cómo le llamas a eso?

—Mi nuevo héroe. Ese Hoseok es todo un bombón. Imagino que ya habrás planeado todo en tu cabeza. Cuenta, ¿qué piensas hacer? Tienes que verte de fábula. Usa la bata de seda que te regalamos para tu cumpleaños.

—Ponte solo perfume y una corbata —dijo Kiki riendo— total la ropa es un detalle.

—Chicos... ¿qué hago? Tengo miedo.

Min parpadeó confundido.

—¿Miedo? ¿Por qué? No es como si fueras virgen, ¿es por... —Min separó las manos haciendo un gesto abarcativo— su amiga la anaconda?

La carcajada de Kihyun resonó por todo el lugar.

—Basta, no les contaré más nada.

Kihyun lo abrazó y lo besó en la mejilla.

—Vamos, amiguito. No tengas miedo. Usa mucho lubricante y encomiéndate a los dioses...

—A la larga el cuerpo se acostumbra... —dijo Min sonriendo.

—...y a las gruesas también —remató Kihyun estallando en risas. HyungWon quiso mantenerse serio, pero el chiste había estado bien y no pudo evitar echarse a reír también.

—No puedo con ustedes. Bien, ahora vamos que tengo que llegar a casa y ver qué hago...

—¿Vas a cocinarle? —preguntó Kihyun preocupado.

HyungWon se asustó ante la sola mención de la cocina.

—Oigan, apenas lo conozco.

Kihyun hizo una mueca y asintió. Cerraron el taller y se despidieron en la puerta del museo. Cuando se sentó en su auto, encendió su celular y vio que tenía varios mensajes. De Agnes diciéndole que le había dejado la cena en el horno, de su madre pidiendo que fueran a visitarla, del grupo del taller y uno de Hoseok. Con el corazón acelerado, abrió el chat.

'Llegaré poco antes de las diez'.

Sonrió aliviado ya que aún le quedaba tiempo de darse un buen baño de inmersión y quizás comer algo. No sabía qué diablos estaba haciendo, pero tampoco quería detenerse demasiado a pensarlo. Había hecho eso toda su vida. Sobrepensar todo. Cada maldita cosa que hacía era cuidadosamente evaluada hasta en su más mínimo detalle. Y francamente estaba empezando a hartarse de ser tan esquematizado. Una vez que las palabras salieron de su boca sintió un repentino pánico. Estaba invitando a un hombre a su casa. Y con intenciones nada castas. Pero luego pensó en aquella noche dónde había conocido a Hoseok. Su marido había estado de acuerdo —demasiado de acuerdo— en sumar a alguien más a su cama así que lo que estaba haciendo ahora era algo que debía haber sucedido. Sólo que sin su marido.

DongHae. No quería traerlo a sus pensamientos, pero era inevitable que una parte suya aún sintiera culpa, pero luego los mensajes que su marido le había mandado a Hoseok barrieron sus dudas de un plumazo. No iba a detenerse a pensar más en él cuando su marido tenía claras intenciones de ver a Hoseok a sus espaldas. Bueno, él se le adelantaría por una vez. Puso en marcha el auto y partió hacia su casa.

Hoseok miró su reloj y luego miró a Marco.

—No te vayas. No tardaré.

El hombre asintió y sacó una caja de cigarrillos de uno de los bolsillos de su traje oscuro.

—¿Cansado? —le preguntó. Hoseok negó con la cabeza.

—Solo quiero irme a la mierda de una vez. Bien, te veo en un rato.

Se alisó la camisa y se colgó el saco sobre su hombro. El restaurante donde lo esperaba Ryusei, el hombre al que había dejado plantado la noche de la fiesta, era uno de los lugares más exclusivos de Seúl. Lo vio levantar una mano al fondo del salón y se dirigió hacia la mesa. Colgó el saco en el respaldo de la silla y se sentó.

—Señor Yokohama —dijo con una pequeña inclinación de cabeza.

—Veo que decidiste aparecer, creí que después de lo de la otra noche ibas a excusarte.

—Siento mucho haberme ido así de golpe. El señor Chae se sentía algo mareado y no podía dejar se fuera así en ese estado. El señor Yoo me pidió que lo llevara a su casa...

El hombre pareció comprender y finalmente asintió.

—Bien, dejemos el pasado donde pertenece. ¿Tomas vino? Este lugar tiene una carta excelente.

Hoseok le pidió que eligiera uno y Ryusei así lo hizo. La cena transcurrió entre trivialidades, cosas de la empresa, el clima, el restaurante. Hoseok se sentía impaciente. La velada estaba dilatándose demasiado y no quería hacer esperar a HyungWon. Miró su reloj por enésima vez en la noche y su acompañante no lo pasó por alto.

—¿Estás apurado? Creí que tu jefa había dicho que me compensarías lo de la otra noche. Pagué mucho por ti.

Hoseok se pellizcó el puente de la nariz e intentó relajarse. Apenas eran casi las nueve. Aún tenía un poco de tiempo.

—Tengo otro cliente al que atender. No es culpa mía. Yo también tengo horarios que cumplir —dijo intentando sonar neutral aunque sus ojos echaban chispas.

—Pues cancélalo. No tengo intenciones de despedirme de ti tan pronto. Me debes una noche y pienso aprovecharla.

Hoseok rio ante las palabras del tipo que lo miraba divertido.

—Lo siento, pero no es algo que yo pueda decidir. El cliente ya pagó por adelantado. Así que si me disculpa... —se inclinó un poco sobre la mesa— aunque si lo que le preocupa es el dinero, se lo devolveré con gusto.

El hombre resopló molesto.

—¿Quién diablos crees que eres para tratarme de esa manera? Es tu trabajo complacerme. Iremos a un hotel.

Hoseok frunció el ceño.

—Me parece que no alcanza a comprender lo que dije. Tengo otro compromiso. Usted quería una cita y eso le di.

—Quiero tu cuerpo.

—Pues lo siento, tendrá que ser en otra ocasión. Ahora debo irme.

—Ni se te ocurra dejarme plantado —siseó el hombre echando miradas alrededor— no eres más que un vil estafador. No creas que esto quedará así.

Hoseok se levantó de la silla y tomó el saco con un manotazo.

—Púdrase. No pienso volver a verlo —dijo sacando algunos billetes de su billetera y arrojándolos sobre la mesa—. Que tenga una buena noche.

Salió del restaurante bufando molesto y Marco desistió de preguntarle cómo le había ido.

—Bien, hermano. Tú dirás...

—Llévame a la casa de HyungWon.

HyungWon tarareaba una canción mientras vertía un poco de aceite de almendras en sus manos para frotarlas sobre sus brazos y piernas cuando el timbre sonó. Se sobresaltó y salió de la tina apresuradamente agarrando su bata de seda y echándosela encima. Salió al pasillo y miró el reloj de la pared. Recién eran las nueve. ¿Quién diablos sería a esa hora? El timbre volvió a sonar y apuró el paso.

—¡Un momento, por favor! —gritó al tiempo que peinaba su cabello mojado hacia atrás con la mano.

Abrió rápidamente la puerta y se encontró con Hoseok parado en el umbral con una sonrisa sexy y el saco en una mano.

—¡Ho... Hoseok! —balbuceó el alto haciéndose a un lado para dejarlo pasar—, creí que vendrías más tarde...

Hoseok le dio tiempo a cerrar la puerta y apenas HyungWon se giró hacia él, lo arrinconó contra la puerta.

—Te ves hermoso —le susurró y lamió su oreja haciéndolo estremecer— no veía la hora de verte...

HyungWon quiso responder, pero la boca de Hoseok sobre la suya se lo impidió. Poco le costó seguirle el ritmo cuando el grandote lo levantó para anclarlo en su cadera.

—Vamos a mi habitación —logró farfullar en medio del beso. Hoseok no se hizo rogar y empezó a caminar hacia el pasillo sin dejar de besarlo.

HyungWon tenía los sentidos embotados y cuando sintió las manos sobre sus nalgas dio un respingo al acordarse que no llevaba nada puesto debajo de la bata.

—Hoseok, espera... —las palabras se perdieron en su boca cuando ambos cayeron en la cama. Las manos grandes se aferraban a su piel con determinación y firmeza.

—Me tienes loco, HyungWon —dijo quitándose la camisa de un tirón. Luego con un movimiento experto le abrió la bata hasta la cintura y se abalanzó hacia su pecho. La boca se adhirió a su piel como una ventosa y HyungWon creyó desfallecer cuando la lengua caliente comenzó a jugar con sus pezones. Nada estaba saliendo según lo planeado y sonrió satisfecho. Llevó ambas manos al cabello oscuro de su amante para que siguiera maltratando su piel con su boca.

—Oh, Hoseok... —susurró perdido en las sensaciones. Sentía su piel arder con cada caricia.

Hoseok estaba ciego de deseo, no sabía por dónde empezar a probar ese cuerpo dorado que lo traía perdido. Ni siquiera se había quitado los pantalones, pero la urgencia que tenía por tocar a HyungWon lo estaba haciendo perder la cabeza. Su piel era suave y olía a almendras. Suspiró contra su piel haciéndolo estremecer. El alto jadeaba suavemente, enredando sus manos en su cabello. Era obvio que no llevaba ropa interior bajo la bata y eso lo hizo darse cuenta de lo ansioso que estaba por probar su esencia. Dejó un rastro de besos húmedos sobre el abdomen plano y con los dedos titubeantes soltó el lazo que lo separaba de la gloria. Miró hacia arriba un segundo y la visión del alto con los ojos cerrados y la boca entreabierta le quitó el poco aliento que le quedaba. Sonrió antes de bajar la cabeza y liberar la hermosa erección contraria. Se maravilló con su espléndido color dorado y su textura aterciopelada. Suspiró contra el glande y HyungWon gimió deliciosamente. Eso fue todo lo que necesitaba oír para continuar. Sacó la lengua y la enroscó en la cabeza rosada para luego succionar con lentitud. El cuerpo largo vibró y lo vio apretar las sábanas entre sus dedos. Con la mano libre acarició uno de sus muslos y siguió lamiendo desde el tronco hasta la punta para luego llevárselo a la boca entero. HyungWon hundió la cabeza en la almohada y los dedos de los pies se le curvaron arrancándole una sonrisa.

—¿Te gusta esto, precioso? —preguntó apenas sacándose el miembro de la boca. HyungWon respiraba agitado y su rostro estaba tiñéndose de rojo. Asintió y apoyó ambas manos para incorporarse. Quería besar a Hoseok desesperadamente—. No, quédate donde estás, he soñado con hacer esto desde la noche que vine y no pude siquiera tocarte —dijo mirándolo a los ojos y volviendo a devorar su miembro.

HyungWon pasó saliva no queriendo perderse detalle de lo que estaba sucediendo. Hoseok era maravilloso en lo que hacía. De hecho pensó que no tendría la fortaleza suficiente para aguantar mucho más porque la sensación de vértigo que sintió en su vientre le indicaba que si Hoseok seguía engulléndolo como lo estaba haciendo, iba a acabar muy rápido.

—Oh, diosss, Hoseok, no aguantaré mucho más si... si sigues... haciendo eso... ¡cielos!

Hoseok lamió un par de veces más y se levantó para quitarse los pantalones. HyungWon lo vio completamente desnudo por primera vez y ahogó una exclamación de sorpresa. No se había equivocado. Hoseok era enorme. Enorme y perfecto.

—En... en el cajón hay preservativos y... —se ruborizó como un colegial asustado— ...lubricante —susurró.

Hoseok asintió, pero luego se subió a la cama y gateó hacia él. HyungWon se echó instintivamente sobre el colchón y se maravilló con el cuerpazo pálido sobre él.

—¿Me dejas hacer algo más? —preguntó con la voz ronca. HyungWon tomó aire y asintió aunque con algo de miedo. Hoseok se inclinó y lo besó con rudeza—. Demonios, sabes tan bien... —y luego todo pasó demasiado rápido. Hoseok tomó sus piernas, las subió sobre su cabeza y enterró la cara entre sus nalgas. HyungWon ahogó un grito cuando la lengua caliente lamió su entrada.

—¿Qué... Qué...? Oh, oh... —balbuceó mordiendo sus labios para evitar gemir escandalosamente. Un dedo se abrió paso en su interior, pero el músculo viscoso siguió acariciando su entrada. Era una sensación placentera por demás, una que ya casi había olvidado—, ven, Hoseok, por favor...

Hoseok hundió otro dedo más en su carne y los movió tocando el botón nervioso que hizo que sus ojos rodaran tras su cabeza y su boca se abriera buscando aire. La vista se le desenfocó y sus dedos se curvaron con fuerza. Hoseok no se hizo rogar demasiado, ya estaba demasiado duro y dolorido. Se inclinó hacia el cajón de la mesa de noche y sacó un preservativo. Tomó su propio miembro con una mano y comenzó a acariciarlo de arriba abajo y luego lo llevó hacia la apretada entrada del alto que intentaba, sin éxito, de recobrar la compostura. Pasó su gruesa cabeza por toda su entrada con movimientos circulares hasta que la sintió palpitar y entonces se colocó el preservativo.

—Eres increíble, Won —ronroneó—, no creo poder jugar por mucho tiempo más, necesito sentirte...

—Hazlo, por favor...

Volviendo a besarlo, tomó una de sus piernas y la llevó a su hombro para alinearse, ansioso.

—Toma aire, necesito estar dentro de ti... —dijo casi sin voz. Su frente perlada de una fina capa de sudor y sus ojos más oscuros de lo normal. Entonces presionó apenas y hundió la cabeza. Ambos gimieron al unísono. Uno por la intromisión a la que su cuerpo no estaba acostumbrado y el otro a la presión que casi lo hace acabar en seco.

—Diablos —soltó Hoseok poniendo los ojos en blanco— esto es increíble...

—Lo es, tú eres increíble…

𝙷𝚎𝚕𝚕𝚘, 𝚜𝚝𝚛𝚊𝚗𝚐𝚎𝚛

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