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•There's a shaking in my bones

Incomodidad. Esa era la palabra para describir lo que estaban sintiendo los dos mientras intentaban no hacer mucho contacto visual.

—Vamos a sentarnos —propuso Ryusei abriéndose paso entre la gente seguido por Kihyun que iba conversando animadamente. Hoseok dejó pasar primero a HyungWon para luego cerrar la fila.

Reprimió un silbido de admiración al ver la espalda del alto cubierta de encaje rojo. Estaba seguro de que si hubiera una representación física del pecado, se vería exactamente como la figura alta que caminaba con gracia delante suyo. HyungWon se giró para mirarlo por encima de su hombro y Hoseok solo atinó a sonreírle. De hecho no sabía qué decir. Quería poder acercarse con libertad y hablar sobre cualquier cosa, pero no debía olvidar que estaba trabajando y que alguien ya lo había apartado esa noche.

Los cuatro tomaron asiento en una de las mesas dispuestas a los laterales del salón y un mozo se acercó con tal rapidez que Hoseok podía jurar que se había materializado.

Por su parte, HyungWon estaba poco menos que mortificado. No quería arruinar la noche de Hoseok admitiendo que ya se conocían. Pero se moría por conversar con él. La noche que habían compartido en su casa había sido muy agradable y si bien él pensaba que ya no volvería a verlo, no pudo evitar alegrarse un poco al verlo de nuevo. Aunque las circunstancias no eran las más favorecedoras.

—...está mucho mejor ahora —decía Kihyun a Ryusei—, pero ya sabes como se pone de insoportable. Bueno, es tu amigo después de todo, lo conoces...

Hoseok fijó la mirada en un punto en la mesa para evitar mirar a HyungWon que miraba todo lo que pasaba alrededor sin mucho entusiasmo.

—¿Dónde se metió el mozo? Hace más de diez minutos que pedimos los tragos...

Hoseok se levantó de su asiento y se ofreció a ir a buscar las bebidas a la barra.

—No podrás tú solo —dijo Ryusei haciendo el ademán de ir a buscarlo, pero HyungWon ya se había parado también.

—Yo puedo ayudarlo —dijo con una hermosa sonrisa— y ustedes pueden ponerse al día...

Hoseok asintió y esperó a que HyungWon abriera la marcha. Una vez en la barra, Hoseok lo miró.

—¿Cómo estás? Fue una sorpresa encontrarte aquí.

HyungWon apoyó las manos en el mármol de la barra y asintió.

—Fue de casualidad —dijo acomodándose el cabello detrás de la oreja—. El marido de Kihyun tuvo un accidente y él no tenía con quién venir. Es un lugar muy lindo, ¿no lo crees? —dio una mirada alrededor y volvió a fijar sus ojos en Hoseok.

—No conocía este hotel —dijo—, pero tienes razón, es un lugar muy lindo.

—¿Es su primera cita? —preguntó HyungWon sorbiendo su cóctel de frutas. Cuando terminó se lamió los labios y Hoseok casi se ahoga con su martini. Empezó a toser y HyungWon se acercó a él preocupado y le palmeó la espalda. Una vez que se calmó el ataque de tos, el alto le acarició la espalda con suavidad y Hoseok cerró los ojos. El perfume de HyungWon era exquisito.

—Lo siento —dijo disculpándose por el papelón— estaba un poco fuerte el martini. ¿Qué me habías preguntado?

HyungWon detuvo las caricias y quitó la mano como si hubiera sido agarrado en alguna travesura.

—Oh... ¿que si era su primera cita? ¿Tú y Ryusei...?

Hoseok negó con la cabeza.

—No, no. Él sólo me llamó porque no tenía con quien venir. De hecho es la primera vez que nos vemos. ¿Y tú? ¿Tu marido aún sigue de viaje?

HyungWon apartó la mirada.

—Si... él aún no regresa.

Hoseok pudo notar el cambio de emociones en el hermoso rostro de HyungWon. Se arrepintió en el acto de haber hecho esa pregunta.

—¿Lo extrañas mucho? —¿Qué le pasaba? ¿Por qué estaba preguntándole cosas personales?

Una pequeña sonrisa triste curvaron los labios rojos del alto.

—Pues no lo sé. Es... complicado —entonces sonrió y lo volvió a mirar—, no me hagas caso. Míranos, estamos en medio de una fiesta estupenda, no tenemos que hablar de esas cosas. Al menos no hoy.

Hoseok entendió que no debía ahondar en el tema personal y agarró los tragos.

—Tienes razón. Es una fiesta. Debemos divertirnos, ¿no es así?

HyungWon frunció los labios y los ojos de Hoseok volaron hacia ellos sin que pudiera evitarlo. La boca de HyungWon era divina.

—Si, también lo creo. Volvamos a la mesa, creo que ya tardamos más que nuestro mozo.

Ambos rieron y caminaron hacia la mesa. Kihyun reía a mandíbula batiente con Ryusei y un hombre más. Hoseok tomó asiento y HyungWon se sentó a su lado al ver que el desconocido ya había ocupado su asiento.

Hoseok se inclinó a su lado y acercó la cara.

—¿Lo conoces? —le susurró.

HyungWon sacudió la cabeza.

—No, pero no me extraña de Kihyun, es una persona muy sociable...

Un rato después, la mesa ya estaba llena de copas y vasos vacíos y todos reían de una broma que estaba contando Ryusei. Hoseok más distendido porque la estaba pasando bien y porque además tenía a HyungWon riendo a su lado. La música iba subiendo de volúmen y pronto todos estaban copando la pista bailando y gritando.

Hoseok vio que HyungWon miraba hacia la multitud y aplaudía al ritmo de la música mientras movía un pie. Entonces se aventuró y le apoyó una mano en la rodilla. HyungWon lo miró.

—Vamos a bailar —dijo levantándose. Le estiró una mano que HyungWon dudó en tomar al principio, pero luego asintió y la tomó, entrelazando los dedos con los suyos.

Corrieron a la pista y bailaron varias canciones juntos. La camisa de Hoseok ya se había abierto hasta su pecho y HyungWon no perdió oportunidad de mirarlo con más detalle. De hecho estaba mirándolo con abierto interés y a Hoseok eso no le pasó desapercibido. Sin pensar mucho en las consecuencias, se acercó al alto sin quitarle la mirada de encima y rozó con el dorso de su dedo índice la tela roja de su camisa de encaje.

—Es un color precioso —dijo mientras se humedecía los labios con su lengua— y te sienta muy, muy bien...

HyungWon jadeó en respuesta al toque y asintió perdido en la mirada contraria.

—Gra... gracias —dijo sosteniéndole la mirada. Habían iniciado un juego que ninguno de los dos quería perder— tú también te ves muy bien...

—¡Aquí estaban! —exclamó un Kihyun bastante alegre alzando los brazos para bailar

HyungWon hizo una mueca disgustada cuando vio que su amigo lucía desaliñado.

—¡Kiki, no deberías haber tomado tanto!

—No seas aguafiestas, Wonnie. Tenemos que divertirnos, ¿hace cuánto no te diviertes? Desde tu boda más o menos...

Ryusei se unió a ellos unos segundos después con una copa en la mano y agarró a Hoseok por la cintura para comenzar a bailar pegándolo a su cuerpo. Hoseok chasqueó la lengua y miró a HyungWon que apartó la mirada rápidamente.

—Te he estado buscando, bombón. Bailemos, ¿sí?

Hoseok no sabía qué hacer, el hombre había pagado por su compañía. Pero también estaba HyungWon. Habían tenido un 'momento'. Sabía que podía avanzar más si se lo permitían. No quería echar a perder todo lo que había logrado. Vio como HyungWon le decía algo a su amigo y desaparecía entre la gente. Una sensación de pánico lo invadió por completo y alejó a Ryusei de su cuerpo para acercarse a Kihyun.

—¿Dónde se fue HyungWon?

Kihyun se encogió de hombros.

—Dijo que no se sentía muy bien... Oye, ¿tienes auto? Porque él no vino con el suyo y...

No necesitó oír nada más para salir corriendo por donde HyungWon se había ido.

Lo encontró casi en la entrada. Corrió hasta alcanzarlo y lo tomó del brazo. El alto se giró asustado.

—Hoseok, ¿qué hacés? ¿Sucede algo?

—Me dijo Kihyun que te sentías mal.

El alto se acomodó el cabello y suspiró.

—No estoy acostumbrado a salir. Creo que me duele un poco la cabeza.

Hoseok entonces lo tomó de la mano y empezó a caminar hacia afuera del hotel. Vio a Marco conversando con otro chofer y lo llamó. El chofer se acercó a ellos y les abrió la puerta del auto interrogándolo con la mirada.

HyungWon miró la puerta abierta y luego lo miró a él.

—Te llevaré a tu casa —dijo Hoseok— se lo prometí a Kihyun.

—Pero Hoseok, Ryusei...

Hoseok se acercó a él y le tomó la mano nuevamente.

—No me importa ese tipo —dijo— ahora mi prioridad eres tú. Sube, por favor.

HyungWon no replicó y subió al auto.

Hoseok miró a Marco y este le guiñó el ojo.

—¿A dónde los llevo, señores?

—A Seocho-gu, por favor.

HyungWon bajó del auto y Hoseok lo siguió. Apenas puso la clave de seguridad y la puerta se abrió, HyungWon se vio siendo empujado contra la pared y dio un respingo asustado.

—Lo siento —dijo Hoseok sosteniéndolo por los hombros—, pero siento que si no hago esto voy a explotar.

—Hoseok, qué...

Pero las palabras murieron en los labios de Hoseok. Esos labios que estaban devorando los suyos. Por una fracción de segundo una voz en su cabeza quiso protestar por la osadía de aquel hombre, pero pronto sus ojos se cerraron y su boca aceptó gustosa los besos hambrientos. Su cerebro se había reducido a papilla y sus manos viajaron hacia la espalda de Hoseok que gimió cuando sintió los dedos clavarse en la tela de su traje.

Podía sentir cómo todas sus barreras caían estrepitosamente a sus pies. Si ese hombre hacía el amor como besaba podía empezar a erigirle un maldito altar y prenderle una vela cada día del año. Su lengua caliente se enroscó en la suya en una pelea húmeda y reñida. Entonces Hoseok se echó un momento hacia atrás y lo miró. HyungWon tenía la mirada desenfocada y brillante, sus labios hinchados y su cabello desordenado por el asalto.

—Dios santo —murmuró inclinándose para pasar la lengua por los labios maltratados— eres un pecado de ojos bonitos y con una boca de delirio...

HyungWon no se dio cuenta cuándo habían llegado al pasillo, su cuerpo apenas si podía responder a los besos y a las caricias de Hoseok. Estaban enredados contra la puerta de la sala del piano cuando el bolsillo de la chaqueta de Hoseok empezó a vibrar y una musiquita molesta llenó todo el ambiente. Hoseok siguió besándolo, pero un momento después resopló molesto y sacó el aparato de su chaqueta.

—¡Qué! —ladró al teléfono.

—¿Te fuiste en medio de la fiesta? ¿Quién te piensas que eres? ¡El cliente presentó una queja!

HyungWon se aclaró la garganta y lo empujó suavemente, negando con la cabeza. Se acomodó el cabello y la ropa y se apoyó contra la pared. Hoseok colgó sin pensarlo demasiado y se quiso acercar de nuevo a HyungWon, pero este levantó una mano y la apoyó en su pecho.

—No, por favor Hoseok, quédate ahí por favor. Es... esto es terrible —dijo nervioso— mi marido, es... Esta es nuestra casa. Yo... yo debo haber perdido la cabeza.

—No, Wonnie... escucha, me gustas. De hecho me encantas, desde esa noche en que te conocí no pude sacarte de mi cabeza...

HyungWon frunció el ceño.

—Hoseok, ¿qué estás diciendo? Es una locura...

Hoseok acortó la distancia entre ellos en dos zancadas y le tomó la cara entre las manos para dejar un beso que hizo que las rodillas le temblaran.

—Estoy diciendo me vuelves loco —dijo entre beso y beso— todo en ti hace que mi cabeza se pierda, ¿entiendes lo que eso significa?

HyungWon bajó la mirada, pero Hoseok volvió a levantarle la cara para que lo mirara.

—Significa que estoy dispuesto a perder mi trabajo por ti. No me importa. Este momento eres lo único que me importa.

HyungWon lo miró horrorizado.

—¿Qué? No, Hoseok, por favor... no es necesario que hagas nada por mí... —. El alto suspiró y cerró los ojos—. Esto es ridículo...

Hoseok lo miró unos segundos antes de soltarlo y dar dos pasos hacia atrás.

—Está bien —se llevó una mano a la cabeza y se rascó la nuca. HyungWon abrió los ojos— entiendo. Lo siento, señor Chae. Yo crucé el límite... —HyungWon lo miró desconcertado—. Bien, yo me iré ahora. Una vez más, lo siento. No volverá a suceder.

Hoseok se acomodó el traje y luego lo miró para hacerle una pequeña inclinación de cabeza y salir de la casa.

HyungWon se dejó caer de bruces al piso. ¿Qué había hecho?

Afuera Hoseok cerró la puerta tras de sí y cerró los puños.

Se dirigió al auto donde Marco estaba apoyado contra el capó fumando un cigarro.

—¿No hubo suerte? —preguntó.

Hoseok miró hacia la casa y sonrió.

—La suerte no es casual, amigo mío, es producto del trabajo y hay que ganársela a pulso.

Marco dio una última calada al cigarro y lo tiró al piso para luego pisarlo.

—Eso quiere decir que tendré que empezar a cobrarte los viajes a esta casa.

—¿No eras tú quién decía que debía buscarme a alguien que me hiciera dejar todo esto? —Marco ladeó la cabeza y sonrió de lado.

—Ah, lo que hacen las caras bonitas…

𝙷𝚎𝚕𝚕𝚘, 𝚜𝚝𝚛𝚊𝚗𝚐𝚎𝚛

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