•The air is getting so thin
Caminaron unas pocas calles hasta un bonito restaurante de aspecto italiano. El olor a salsa de tomate y especias flotaba en el ambiente y a Hoseok se le hizo agua a la boca. Una moza les indicó una mesa y ambos tomaron asiento. Había una cierta incomodidad palpable que ninguno sabía bien cómo romper.
Hoseok miró hacia afuera. Estaba maravillado por cómo iban saliendo las cosas. Por supuesto que el encuentro había sido planeado, pero de todas maneras tenía a HyungWon con él.
—Emm... —Hoseok miró a su acompañante que tenía las manos entrelazadas al frente y que lo miraba frunciendo los labios cómo buscando las palabras— yo... ¿Qué te gustaría comer?
Hoseok quiso echarse a reír, pero en su lugar suspiró y tomó la carta que había en la punta de la mesa.
—Bueno, es un lugar italiano así que... ¿pastas? Hay un aroma delicioso en el aire.
HyungWon estuvo de acuerdo y llamó a la moza que tomó sus órdenes. Luego volvió su atención al frente.
—Hoseok, sobre la otra noche...
Este se relajó en su sitio. HyungWon era una persona muy fácil de leer, por lo que no le extrañó en absoluto que empezara por querer disculparse.
—Quiero pedirte disculpas... —Hoseok asintió— yo... Sé qué es difícil de entender. Estoy pasando por una situación un tanto anormal...
Hoseok levantó una ceja.
—¿Anormal?
HyungWon asintió lentamente.
—Nunca estuve en una situación parecida y me siento fatal.
—Puedo entenderlo —respondió Hoseok volviendo la mirada hacia el ventanal.
—¿Puedes? —le preguntó el alto.
—Por supuesto. El que debe disculparse soy yo. Me ganó el impulso... —estiró una mano sobre la mesa y tomó las de HyungWon, acariciando la piel dorada y suave—. Todo lo que dije esa noche es verdad —vio como el alto tragaba con dificultad y sus mejillas se coloreaban apenas. Era una cosita preciosa—, desde que nos conocimos no he podido pensar en otra cosa. Me gustas. Me gustas demasiado.
HyungWon lo miró a los ojos, pero no movió las manos.
—Soy un hombre casado...
Hoseok hizo un esfuerzo sobrehumano para no lanzarse a comerle la boca ahí en medio del restaurante. Pero si quería lograr su objetivo debía ser paciente. HyungWon no era la clase de persona a la que estaba acostumbrado. No era tonto, podía notar que le atraía al otro, pero no podía dejar que su troglodita interior ganara la partida. Debía ir con calma, con pasitos medidos.
Sonrió y asintió, alejando las manos y sentándose derecho en su silla.
—Lo sé, lo sé... Y por eso me disculpo. Como dije antes, los impulsos me jugaron una mala pasada. Crees que estoy loco, ¿no es así?
El alto sacudió la cabeza de un lado a otro.
—No, Hoseok, por el amor de dios, yo jamás pensaría eso de ti. Ambos tuvimos la culpa. Yo no soy del todo inocente. También te besé —replicó agarrando su copa de agua y tomando un sorbo largo.
—Habías estado bebiendo esa noche.
—No voy a echarle la culpa al alcohol, Hoseok. Jamás podría usar esa excusa tan patética.
Hoseok sonrió de costado.
—¿Querías besarme entonces?
HyungWon bajó la mirada al mantel y asintió despacio.
—S... sí... bueno, soy humano después de todo...
—Humano...
HyungWon lo miró.
—Pero es la primera vez que hago algo así, no vayas a pensar que hago esto siempre.
Hoseok se sintió lo suficientemente confiado como para picarlo un poco más
—¿Beber o besarte con hombres?
El rubor tiñó de rojo su cara violentamente.
—Te dije que soy casado. Por supuesto que besarme con hombres... de hecho, tú eres la segunda persona a la que besé en mi vida...
La confesión tomó a Hoseok por sorpresa. ¿Le había dicho la verdad aquella noche en su casa? ¿HyungWon solo había estado con su marido? Todo se ponía cada vez mejor.
—Me siento halagado entonces —dijo con firmeza.
HyungWon ladeó la cabeza.
—¿Halagado?
—Bueno, si soy la segunda persona a la que besas, eso tiene que significar algo, ¿no?
El otro no dijo nada, solo se dedicó a hacer figuras invisibles sobre el mantel con un dedo. Para su fortuna, la moza llegó con sus platos y el olor de la comida los distrajo momentáneamente de la charla.
—Wow, todo se ve delicioso —dijo Hoseok acercando la cara para inhalar el delicioso aroma.
—¿Te gusta la comida italiana? —preguntó HyungWon sirviendo vino en ambas copas.
Hoseok asintió.
—Si, me gusta probar cosas nuevas —dijo mirándolo a los ojos— y sabrosas.
A HyungWon le tembló la mano y apartó la mirada. Se reprochó inmediatamente el haber invitado a Hoseok a almorzar. El hombre era todo un seductor y él no se creía tan fuerte como para mantenerse impasible ante sus muchos encantos. Por momentos se encontraba mirándole la piel blanca del cuello, cómo su nuez de Adán subía y bajaba con un ritmo hipnotizante, sus manos grandes que se movían cuando hablaba... Hoseok era un hombre muy atractivo. Demasiado atractivo.
—¿Te encuentras bien?
Pestañeó confundido.
—¿Cómo dices?
—Preguntaba que cómo te había ido hoy —HyungWon seguía con la mente en blanco— ¿en el trabajo? Oye, si te sientes mal podemos irnos...
HyungWon movió las manos al frente.
—No, no. Lo siento, me distraje por un momento. Eh... ¿el trabajo? Bien, supongo que no hay mucho qué decir sobre eso —hacía mucho tiempo que DongHae había dejado de preguntarle por su día—. Es un trabajo apasionante, pero aburrido.
—No te creo. Estás rodeado de hermosas obras de arte todo el tiempo, debe ser algo maravilloso.
HyungWon dejó escapar una pequeña risita.
—Bueno, eso sí. Estoy rodeado de belleza todo el día.
'Tú eres una maldita obra de arte' —quiso decirle.
—Ya te había dicho que me gusta el arte, lo encuentro... relajante.
HyungWon asintió.
—Si. Es estimulante también. Creo que por eso me dedico a esto. Me gusta darle una vida nueva a las obras.
La conversación derivó rápidamente hacia otros lados. Hoseok se encontraba cómodo. Conversando de cosas a las que nunca le había prestado atención. HyungWon parecía interesado en saber todo sobre él y eso lo hizo sonreír como un tonto.
—... pues a mí me gusta mucho mirar películas viejas, DongHae siempre dice... —se calló de repente, incómodo—. ¿Te gusta ver películas, Hoseok?
—Si, claro —dijo. Había notado el cambio repentino de humor. No podía dejar de notar que cada vez que HyungWon nombraba a su marido, una nube de tristeza le cruzaba la cara. Ese DongHae debía ser todo un imbécil si no podía hacer feliz a un hombre como HyungWon. El tipo era una locura. Era agradable y amable. Y dulce. Podía afirmar eso. HyungWon era una persona romántica y delicada. De gestos suaves y sonrisas tímidas. Todo en él lo hacía querer enterrarse en ese cuerpo largo y elegante. Si él fuera DongHae se aseguraría de darle todo el placer del mundo solo para oírlo suspirar—. Pero no tengo demasiado tiempo libre. Trabajo en las noches.
HyungWon asintió.
—Claro, claro. Es... debe ser difícil para ti disfrutar de un tiempo a solas...
Hoseok frunció el ceño.
—Supongo. De todas maneras mi tiempo libre lo paso en la cama.
HyungWon abrió los ojos y se ruborizó y Hoseok se golpeó mentalmente.
—Durmiendo —se apresuró a decir—, los pocos momentos que tengo para mí, los paso durmiendo.
—Em... ¿Hace mucho que haces esto?
—¿Ser acompañante? —HyungWon asintió—. Algunos años.
—¿Puedo preguntar por qué lo haces? —Hoseok entrecerró los ojos— me... me refiero a que pareces un hombre instruído y eres muy inteligente. Podrías trabajar de otra cosa.
Hoseok se sintió molesto. No porque HyungWon no tuviera razón, pero no le gustaba sentirse juzgado.
—Supongo que fue más fácil para mí esto. Gano bien y no es tan malo como parece.
HyungWon no respondió, sólo se quedó mirándolo.
—Y además gracias a esto te conocí a ti.
Un rato después, luego de haber discutido por quién pagaba la cuenta del restaurante, 'Yo te invité, pagaré yo, Hoseok', salieron y caminaron calle abajo hacia el museo.
—Bien —Hoseok miró hacia el enorme edificio— llegamos. Supongo que te veré por ahí...
—Hoseok, ¿te gustaría conocer mi taller?
Hoseok caminaba mirando los cuadros del taller. Había esperado algo un poco más ordenado, pero le agradaba el aspecto algo descuidado del lugar. Había tarros de pintura por todos lados. Espátulas, frascos y herramientas. HyungWon se movía alegre por todo el espacio, señalando algunas obras en las que estaba trabajando y contándole sobre los productos que usaba para la restauración.
—Es todo muy genial —dijo Hoseok inclinándose sobre un cuadro para ver un detalle que señalaba el alto.
—No creerías en el estado que llegó esta pieza— HyungWon se paró a su lado y se inclinó también— había estado guardado por más de setenta años —señaló con un dedo la falda roja de la mujer pintada— ¿ves eso? Ni siquiera podía distinguir qué era.
—Pues déjame decirte que hiciste un trabajo excelente.
HyungWon le sonrió y Hoseok aprovechó para tocarle la punta de la nariz con el dedo.
—¿Te gusta el café? —Hoseok asintió—. Perfecto. Iré a buscarlos. Tú mira todo lo que quieras.
Y eso hizo Hoseok cuando la figura alta enfiló hacia la puerta. Cuando la puerta se cerró, se agarró la cabeza con las dos manos.
—¡Dios santo, ¿cómo haré para no saltarle encima?! —se dijo impaciente.
HyungWon volvió en pocos minutos con dos tazas coloridas.
—Ten —le puso una en las manos— no sabía tus gustos, pero le eché un poco de azúcar.
Hoseok le agradeció y se quedó viendo cómo el alto se ponía un delantal color maíz que tenía manchas de pintura. Luego se recogió el cabello en un rodete desordenado y algunas mechas oscuras cayeron sobre su cara. Hoseok pensó que no había visto algo más hermoso y carraspeó.
—Lindo uniforme —comentó tomando asiento en una banqueta alta que movió para quedar al lado de HyungWon. Este le sonrió y se mordió el labio inferior.
—Es un diseño exclusivo del atelier Chae.
Hoseok se acodó sobre la mesa de trabajo.
—¿De veras? Y dime, ¿aceptan encargos de último momento?
HyungWon rio y sacó un sobre de cuero con pinceles y algunos instrumentos.
—Claro que sí. ¿Por qué? ¿Estás interesado en adquirir uno?
—No sé si lo luciré igual que tú, pero podría intentarlo.
HyungWon soltó una carcajada alegre.
—Bueno, si tanto deseas uno, abre ese armario de allí. Lo personalizaré para ti.
Hoseok se levantó de un salto encantado de encontrarse a gusto bromeando con el hermoso hombre. Abrió el armario y sacó un delantal algo viejo de color celeste. Se lo puso y abrió los brazos girando sobre sus pies.
—¿Y? ¿Qué opinas?
HyungWon se cruzó de brazos y frunció los labios.
—Mmm, veamos... —murmuró mojando un pincel en la paleta de madera. Luego se acercó a Hoseok—. Te queda un poco pequeño, pero el color te sienta muy bien. Es la ventaja de tener una piel tan clara —dijo caminando a su alrededor.
Hoseok cerró los ojos y apretó los puños demasiado consciente de la presencia envolvente de HyungWon.
—¿Qué te gustaría hacer, Wonnie? —preguntó bajando un tono la voz. HyungWon tomó aire y le miró el trasero sacudiendo la cabeza entre admirado y avergonzado. Su cabeza estaba yendo en una dirección que no le enorgullecía—, ¿Un dibujo? ¿Una frase tal vez?
Tragó con fuerza y se le plantó enfrente, estudiando el lienzo que se ajustaba al enorme pecho.
—Bueno... ¿tú qué dices? ¿Qué te gustaría que hiciera?
Hoseok se humedeció los labios con un golpe rápido de su lengua y clavó sus ojos oscuros en los de HyungWon.
—Confío en ti. Puedes hacer lo que quieras conmigo... —los ojos marrones cayeron a sus labios y no pudo evitar sonreír—, piensa en mí como una de tus obras. ¿Qué harías primero?
HyungWon levantó la mirada y la clavó en sus ojos.
—Primero debo observar la obra en detalle —dijo dando un paso adelante, Hoseok sonrió asintiendo—, buscar sus defectos —levantó una mano y se la apoyó en el hombro. Hoseok miró el movimiento de reojo—. Al no haber defectos a la vista —Hoseok rio por lo bajo, satisfecho por el halago— debo arreglar los problemas que pueda haber en el lienzo —la mano de dedos largos se paseó por la superficie del delantal, tensándolo sobre los músculos pectorales. Hoseok contuvo el aliento—. Luego intentaremos identificar qué tipo de obra es la que tenemos entre las manos...
—¿Y qué tipo de obra crees que sea yo? —preguntó Hoseok en un susurro y cuidando de buscar los ojos contrarios.
—Una muy delicada —respondió en el mismo tono el alto y tocando con delicadeza cada curva del pecho vestido—, que debe tocarse con cuidado...
—¿Y si la obra está muy dañada?
La pregunta hizo que HyungWon alzara los ojos que estaban anclados en la piel pálida.
—Mi trabajo es cuidarla, recuperar su brillo original...
—¿Y crees que podrás hacerlo, Wonnie?
Hoseok levantó una mano y la apoyó en la otra que estaba sobre su pecho. HyungWon asintió con lentitud, sintiendo los latidos contrarios bajo su mano. Su respiración se tornó pesada y su pecho se agitó ante la intensa mirada de los ojos oscuros.
—Yo... yo puedo intentarlo...
Hoseok apretó su mano y le quitó la paleta de madera para dejarla caer al piso.
—Puedes empezar en este momento, la obra no se moverá de aquí... —con la mano libre lo tomó por la cintura y lo acercó a su cuerpo—. Me fascinaría ver cómo trabajas en mí...
Sus labios se apretaron contra los del alto y le apresó el labio inferior con los dientes. El aliento cálido embotando sus sentidos.
Necesitaba besarlo con urgencia.
HyungWon jadeó contra su boca y lo recibió gustoso, hundiendo la lengua en su boca caliente. El ligero sabor a café lo hizo gemir de gusto.
Hoseok, atontado por el efusivo recibimiento, lo alzó y en dos zancadas lo apresó contra la mesa de madera terciada. HyungWon gimió una vez más y cortó el beso.
—E... espera, Hoseok, Kihyun podría entrar en cualquier momento...
Hoseok suspiró y cerró los ojos en un intento por calmarse. Estaba duro y sentía el cuerpo agarrotado de deseo. Movió las caderas hacia adelante, frotándose contra la entrepierna de HyungWon. Este soltó un jadeo y echó la cabeza hacia atrás.
—Hoseok...
—Te deseo tanto. No alcanzarías a imaginar cuánto —pasó la lengua a lo largo del cuello dorado, deleitándose en el perfume contrario.
—Escucha, yo... Ven a mi casa esta noche.
Hoseok dejó de besarlo para mirarlo.
—¿Estás hablando en serio? —preguntó temiendo que una vez que bajara la intensidad del encuentro, HyungWon se arrepintiera de sus palabras. Pero los ojazos marrones estaban casi negros y no vio dudas en ellos.
—Si. Estaré esperando por ti...
Hoseok salió del museo bailando de felicidad y tomó su celular.
'No se te ocurra arruinar las citas de esta noche, Hoseok. Es la última oportunidad que te doy.'
Se quedó mirando la pantalla unos segundos pensando en qué hacer. Si faltaba a las citas, lo más seguro era que se quedaría sin trabajo. Pero por otro lado, perderse la oportunidad de estar con HyungWon estaba fuera de discusión. Miró su reloj y calculó que podía cumplir al menos con uno de los compromisos. Más animado y sonriente, se fue caminando a su apartamento.
Debía prepararse para la noche de su vida.
𝙷𝚎𝚕𝚕𝚘, 𝚜𝚝𝚛𝚊𝚗𝚐𝚎𝚛
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