•Sometimes the hours are wasted
MinHyuk dejó caer los cubiertos.
—Dime que es una broma —dijo abriendo los ojos desmesuradamente.
HyungWon juntó los labios formando una línea.
—Me gustaría decirte que sí. Pero no lo es.
—¿Llevó un tipo a tu casa para que te acuestes con él? —MinHyuk clavó la mirada en el mantel, perdido en sus pensamientos—. Eso es... bueno no sé, ¿qué sucedió? Ahora necesito saber los detalles.
HyungWon se cruzó de piernas y se acomodó la camisa color beige.
—Ni siquiera yo sé bien qué sucedió. En un momento estaba besándome con mi marido y al rato tenía a otro hombre pegado a mi trasero.
MinHyuk dejó escapar una risita divertida.
—¡Me encanta! —exclamó su amigo.
HyungWon frunció el ceño.
—¿Qué es exactamente lo que te encanta? Te estoy diciendo que mi esposo creyó conveniente meter a un desconocido en nuestra cama. Me siento mortificado.
—¿Pero tú no habías dicho que querías probar cosas nuevas? Bueno, un trío es algo... novedoso. ¿No es así? ¿Cómo fue?
—No lo sé. Terminé saliendo de la habitación cuando vi que el idiota de mi marido estaba demasiado entusiasmado con el hombre.
MinHyuk estiró los labios y siseó entre dientes.
—Supongo que algo así podía pasar. ¿Y el tipo qué? ¿Cómo era? ¿Dijo algo?
HyungWon se inclinó hacia adelante y tomó su taza de té. Había pensado en ese hombre algunas veces los últimos dos días.
—Estaba... bien. Supongo.
MinHyuk frunció los labios.
—¿Bien? ¿Sólo bien?
HyungWon resopló impaciente.
—Era apuesto como el infierno —dijo finalmente. Su amigo se echó a reír.
—Ah, ¿pero si era tan apuesto, por qué no hiciste nada?
—Porque nunca he hecho algo así. El único hombre con el que estuve fue DongHae... y además... —sus mejillas se colorearon y Min lo miró con picardía.
—¿Si... además qué?
HyungWon miró rápidamente a ambos lados antes de inclinarse un poco más sobre la mesa y susurrar.
—El tipo era enorme.
La carcajada que soltó su amigo hizo que varias cabezas se giraran en su dirección. HyungWon se llevó ambas manos a las mejillas sintiéndolas arder.
—¿Lo viste desnudo?
HyungWon se apresuró a negarlo.
—No, ¿cómo crees? El tipo se desnudó de la cintura para arriba —el recuerdo del torso esculpido del desconocido lo asaltó de golpe y tuvo de tomar otro sorbo de té para pasar el bochorno repentino—, pero cuando se apoyó en mi espalda... yo pude sentirlo.
Min resopló abanicándose con la mano.
—Pufff, qué envidia. Debería sugerirle a Joo algo así.
—No sabes lo que dices —dijo—. El tema es que ahora no puedo mirar a mi marido a la cara. No hemos hablado desde entonces.
—Vaya, lo siento mucho...
HyungWon suspiró resignado.
—Supongo que todo volvió a como estaba antes. Él en su mundo y yo en el mío. Aprovecharé el tiempo que esté fuera del país para acomodar mis cosas.
MinHyuk tosió.
—¿Piensas irte? Wonnie...
HyungWon sonrió con tristeza.
—Estamos cada vez más alejados, Min. Y a decir verdad, ya no sé si quiero seguir intentándolo. Lo amo, sí, pero quizás Kiki tiene razón y mi felicidad no está con DongHae. Hace mucho tiempo que dejamos de adorarnos. Y no creo que sea justo. Para ninguno de los dos.
Su amigo no dijo nada. No le gustaba lo que estaba pasando, pero no podía meterse en medio de una relación. Ambos eran sus amigos.
—Tómate este tiempo para pensar —dijo—. Sabes que nosotros te apoyaremos en la decisión que decidas tomar.
Cuando llegó a su casa esa tarde se sorprendió al ver el auto de su esposo en el garage. Rara vez llegaba a la casa antes de la cena.
La señora que se encargaba de la limpieza de su casa estaba sacudiendo los almohadones de la sala cuando entró.
—Buenas tardes, señor Chae —saludó la mujer.
—Buenas tardes, Freya. ¿DongHae llegó hace mucho?
—No, señor. El señor Lee acaba de llegar. Estaba algo apurado y fue a tomar un baño.
HyungWon caminó a su habitación y se quitó la camisa. El celular de su esposo vibró contra la mesa de noche. Se acercó y cuando vió el nombre en la pantalla, retrocedió dos pasos.
Wonho.
Agarró el celular y lo desbloqueó. El tipo ese le había mandado un mensaje. Preso del enojo abrió la casilla de mensajes y contuvo el aliento.
'Me gustaría verte. Desde la otra noche no dejo de pensar en ti'.
'Me iré unas semanas al extranjero. Me gustaría verte antes. ¿Crees que podrías hacerte un tiempo? Te pagaré bien.'
No podía creerlo. Su marido era el que le mandaba esos mensajes al hombre.
El tal Wonho le contestaba con cortesía, pero siempre evadiéndolo. Maldito, hipócrita. Diez años de matrimonio y ya le estaba buscando un reemplazo.
Leyó el último mensaje.
'Lo siento, señor Lee. Tengo todos mis horarios del mes cubiertos. Agradezco su interés en mí, pero me temo que tendré que declinar su oferta...'
Bien. Al menos alguien tenía un poco de sentido común. Marcó el mensaje como no leído y salió de la habitación.
—Freya, una vez que DongHae se vaya puedes empezar con la habitación...
Se encerró en su taller de la tercera
planta hasta que escuchó el auto de su marido. Se quedó largo rato viendo cómo se cerraba el portón metálico y se limpió una lágrima.
Bajó a las horas y Freya se estaba acomodando para irse.
—Señor Chae, encontré esto debajo de su cama...
HyungWon tomó la billetera que su empleada le daba. La giró sobre sus manos. No era la billetera de su marido.
—Está bien, Freya. Ya te deposité el sueldo del mes. Puedes venir la semana entrante.
—Muchas gracias, señor. Que tenga usted una buena semana. Agnes dejó la cena lista. Su marido avisó que no vendría a cenar.
—Vaya, qué sorpresa —dijo en voz baja.
Cuando Freya se hubo ido, abrió la billetera. ¡Era la billetera de ese hombre!
Sacó una identificación y observó el rostro varonil de la foto. Era muy apuesto. Demasiado. Por eso tu marido quedó loco por él.
Leyó el nombre.
Shin Hoseok. 28 años.
Y entonces una duda lo asaltó sin piedad. ¿Y si ya se conocían de antes? ¿Y si su marido ya había contratado ese tipo de servicios antes y por eso ya no estaba interesado en él?
Puso la identificación de nuevo en la billetera y sacó una tarjeta. Era una tarjeta de presentación con el nombre de la agencia que prestaba ese tipo de servicios.
'Bad Love' decía en letras rojo sangre. HyungWon quiso echarse a reír por la ironía del nombre. Mal amor. Abajo había un número de teléfono.
¿Qué debía hacer? Agarró su celular y mandó un mensaje a su grupo de amigos.
'Reunión en mi casa esta noche.’
Lanzó la billetera sobre la mesa y Kiki y Min se miraron entre ellos.
—Emm, ¿y eso? —preguntó Kihyun picando unas aceitunas gourmet de un pequeño plato.
—Ábrela —dijo.
Kihyun la agarró y la abrió.
—No tiene mucho dinero... apenas si podrías pagarte un par de botellas de ese vino que te gusta.
Min sacó la identificación y soltó un silbido de admiración.
—¿Es él? —preguntó.
HyungWon asintió.
—Esperen, esperen. O me cuentan el chisme completo o me voy con el vino a otra parte —dijo Kihyun arrebatándole la identificación de las manos a MinHyuk.
MinHyuk le contó todo lo que había pasado y Kihyun no podía salir de su asombro.
—¿Y tu marido te trajo este bombón de regalo? Bueno, lo siento, pero yo creo que es un buen detalle. Yo me hubiera comido este bombón bocado a bocado —dijo Kihyun a la vez que MinHyuk asentía.
—El problema es que hoy encontré que DongHae le estuvo mandando mensajes.
Sus amigos lo miraron.
—¿Qué tipo de mensajes?
HyungWon se dejó caer en una silla y vació su copa de un solo trago.
—Que no había podido dejar de pensar en él y que quería verlo...
—Oh, cariño —dijo Min levantándose para abrazarlo—, lo siento mucho.
—¿Ya se conocían? Me refiero a ellos dos —preguntó Kihyun con el ceño fruncido.
—No creo. Yo también me lo pregunté, pero en uno de los mensajes de DongHae decía
'Me gustaría verte. Desde la otra noche no dejo de pensar en ti'... Eso me hace pensar que quizás lo conoció esa misma noche. No sé qué hacer...
—¿El tipo le contestó?
HyungWon movió la cabeza arriba y abajo.
—Pero siempre diciéndole que no podía verlo.
—Eso es un alivio. Pero aún así, DongHae es un idiota.
HyungWon quería poder decir lo contrario, pero no podía defender lo indefendible.
—Dejaré la billetera en el buzón de correo. El hombre debe estar preocupado. Sus documentos están ahí.
Min miró a Kihyun y finalmente suspiró.
—Oye, eso es de mala educación. El hombre estaba haciendo su trabajo después de todo y tú... bueno, fuiste algo descortés al irte en medio del... asunto.
HyungWon se cruzó de brazos y miró a su amigo.
—¿Qué quieres decir con que fui descortés?
—Huíste como rata por tirante y no lo dejaste hacer su trabajo. Pobre... —Kihyun leyó el nombre en el rectángulo de plástico— Hoseok. No lo dejaste terminar su trabajo...
HyungWon ladeó la cabeza.
—Yo... ¿Cómo podía continuar con algo así? A veces hasta siento vergüenza de desnudarme frente a mi esposo. Además... no hubiera sabido qué hacer. El tipo era grande e intimidante.
Kihyun se abanicó con una servilleta y Min se rió.
—¡Qué trágica es tu vida! —se burló su compañero de trabajo—. Lo que decimos es que al menos le debes una disculpa en persona.
HyungWon casi salta de su asiento.
—¿Qué? ¿Acaso perdieron la cabeza?
—Deja de ser tan fatalista —Min le lanzó una servilleta a la cara—, pero piénsalo. Al tipo lo llaman, tiene que entretener a una pareja y todo va bien hasta que a ti se te cruzaron los cables y prácticamente lo echaste.
HyungWon frunció los labios.
—Yo... yo no lo eché.
Aunque si lo pensaba con detenimiento si había sido un poco rudo. Se había ido sin mediar palabra y azotando la puerta.
—Pero aún así deberías disculparte. Después de todo el tipo habrá pensado que había hecho algo mal.
Min sonrió y miró a Kihyun que le guiñó un ojo en complicidad.
—¿Y qué se supone que deba hacer?
—Bueno —dijo Min jugueteando con un mechón de cabello— llámalo y dile que puede pasar a buscar su billetera.
—¿Insinúas que lo meta en mi casa? ¿De nuevo?
—Wonnie, el hombre merece al menos eso. Una disculpa.
HyungWon quiso replicar, pero luego lo pensó mejor y decidió hacerle caso a sus amigos. El hombre, Hoseok, necesitaba al menos una explicación.
Esa noche se acostó pensando en lo que haría al día siguiente y se durmió pensando en unos hermosos ojos oscuros y unos pectorales de ensueño.
HyungWon inspeccionó la pintura bajo la luz negra.
—Tiene una gruesa capa de barniz que no deja ver el contraste ni luz en el fondo, ¿puedes verlo en detalle? —preguntó a una chica que estaba inclinada a su lado mirando la pintura—. Observa los detalles de la ropa...
Kihyun entró junto a dos muchachos más cargando una pieza grande.
—Se los agradezco, muchachos —dijo su amigo despidiendo a los muchachos—. ¿En qué están trabajando ustedes dos?
HyungWon le hizo una seña con la mano para que no molestara.
—Fíjate que cuando pases el hisopo —le mostró a la muchacha que tomaba notas en una pequeña libreta— puede quedar negro, anaranjado o amarillo dependiendo de lo que se esté sacando.
Un rato después, la chica se despidió y ambos se tomaron un pequeño descanso.
—DongHae se irá hoy —comentó en voz alta. Kihyun se terminó de servir el café y lo miró.
—¿Cómo estás con eso?
—Estoy acostumbrado. Pasa más días fuera de casa que conmigo. Hablé con mi abogado esta mañana. Preparará los papeles.
Kihyun no supo qué decir.
—Lo siento, amigo. Todo esto apesta.
HyungWon le palmeó el brazo con cariño.
—Tarde o temprano iba a suceder.
—Cambiando de tema. ¿Llamaste a, cómo se llamaba... Hoseok?
HyungWon sacudió la cabeza.
—Aún no. No he tenido cabeza para otra cosa que no sea mi matrimonio fallido.
—Llámalo. Sácate de encima ese tema de una vez.
Un rato después, salió al museo y sacó su celular.
'Señor Shin, lamento importunarlo con este mensaje. Mi nombre es Chae HyungWon. La semana pasada estuvo usted en mi casa... La empleada encontró su billetera. Puede pasar por ella cuando guste, siempre y cuando sea por la tarde noche ya que antes no habrá nadie para atenderlo. Si por algún motivo no puede acercarse, indíqueme dónde puedo alcanzarle sus pertenencias. Saludos. C.H'
Releyó el mensaje un par de veces antes de mandarlo y guardó su celular. Ahora debía esperar.
𝙷𝚎𝚕𝚕𝚘, 𝚜𝚝𝚛𝚊𝚗𝚐𝚎𝚛
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