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•It's a hell of a feeling

Iba a matar lentamente a esa malnacida. No iba a descansar hasta hacerle pagar todas las que le había hecho.

Se movió hacia adelante y la tomó por la muñeca, cuidando de apretar la piel con fuerza. Ella sonrió un poco más sin dejar de mirar a HyungWon que se encontraba con la mirada perdida en la pared de enfrente.

—¿Tu nombre? —preguntó ella con cinismo.

—Eso no te importa. ¿Qué diablos estás haciendo aquí, Jin Ah? ¿Acaso olvidaste que dije que no quería verte más?

Ella sacudió la mano y soltándose del agarre.

—¿Por qué me tratas así, Seokie?

—Disculpen, yo debo irme… —dijo HyungWon haciendo una pequeña inclinación de cabeza a Jin Ah que le sonrió con coquetería. Luego sin mirar a Hoseok, comenzó a caminar hacia el elevador.

Hoseok hizo a un lado a su ex y siguió a HyungWon por el pasillo. Cuando lo tuvo a escasos centímetros, se paró frente a él para cortarle el paso.

—Hey, no es lo que piensas.

HyungWon asintió sin mirarlo a la cara. Se sentía incómodo y en falta. Si esa mujer era la esposa de Hoseok, como ella decía, entonces no solo le había sido infiel a su esposo, sino que además, estaba metiéndose en medio de una relación.

—No te preocupes, no puedo exigir explicaciones. No cuando yo también estoy casado.

Hoseok se pasó la mano por el cabello, furioso y exasperado en partes iguales. Iba retorcerle el pescuezo a esa idiota por haberle arruinado el día.

—Espera. Escúchame primero. Yo no estoy casado — HyungWon lo miró con desconfianza—. Esa psicópata es mi ex, pero jamás fue mi esposa. Sólo falsificó el certificado de matrimonio, robando mi sello, para vaciarme la cuenta bancaria.

—¿Qué? —HyungWon negó con la cabeza—, de todas maneras, Hoseok, como dije antes, yo no puedo exigirte nada…

—Pero yo quiero darte explicaciones —tomó las manos de HyungWon entre las suyas y se las llevó a los labios, besándolas con ternura—. No sé qué es lo que sucederá entre nosotros en un futuro. Maldita sea, ni siquiera sé si aceptarás a ese maldito de nuevo a tu lado, pero no quiero perderte, Won. Quiero estar contigo…

Acto seguido lo atrajo hasta su cuerpo y le tomó la cara entre las manos.

—Por favor…

—Yo debo pensar un poco las cosas, Hoseok…

—Lo que estoy diciendo es verdad. No estoy casado, bebé. Nunca lo estuve y ciertamente no con aquella loca. No tengo nada que ocultar. Puedes averiguarlo por ti mismo si quieres.

HyungWon se mordió el labio inferior y negó con la cabeza.

—No digas tonterías, no pienso averiguar nada. Si tú dices que ya no estás con ella, yo creeré en ti.

Hoseok no aguantó las ganas de besarlo y así lo hizo, para escándalo de una anciana que salió de un apartamento remolcando a un perro al que, a juzgar por cómo lucía, le quedaba poco tiempo de vida.

—Santo cielo, Hoseok, desde que estoy contigo no dejo de cometer imprudencias.

Hoseok volvió a besarlo, esta vez con más ardor.

—Di eso otra vez. Me encanta que uses palabras todas sofisticadas, haces que mi sangre hierva.

—Basta —dijo HyungWon sin aliento y lo alejó sin muchas ganas—, por favor. Estamos en el pasillo del edificio. ¿Qué pensarán tus vecinos?

Hoseok se encogió de hombros.

—Me importa tres rábanos lo que piensen. Ellos no pagan mis cuentas. Entonces, ¿qué harás esta noche? Podríamos salir y… ya sabes, divertirnos un rato. Lo que hicimos allí dentro —señaló hacia su departamento con la cabeza— fue… bueno, estimulante y la mar de divertido.

HyungWon golpeó un lado de su cabeza con cariño.

—Lo digo en serio, deja de hacer ese tipo de insinuaciones en un lugar público —se giró y apretó el botón del ascensor—, y, aunque tu propuesta me resulta muy tentadora, hoy es imposible. Kihyun vendrá esta noche a casa porque tenemos que trabajar en un proyecto de restauración.

Hoseok lo siguió dentro del aparato y una vez que las puertas se cerraron, lo estampó contra uno de los lados y atacó con su boca. HyungWon cerró los ojos y le echó los brazos al cuello.

—Quisiera arrancarte esa boca hermosa y llevármela a casa —le susurró al oído al tiempo que lamía su lóbulo. HyungWon gimió y haciendo acopio de las pocas fuerzas que le quedaban y con las piernas temblorosas, apartó a Hoseok de su cuerpo.

—Eso no suena nada romántico. De hecho es un piropo bastante espeluznante.

Hoseok rio y le pellizcó una nalga. HyungWon dio un pequeño saltito.

—¿Me llamarás? —preguntó juntando las manos en señal de súplica. Una pareja que esperaba afuera para subir, los miró como esperando también una respuesta. HyungWon se tapó el rostro con una mano, avergonzado.

—Te llamaré, Dios mío, ahora vete y arregla lo que sea que tengas que arreglar con aquella mujercita.

—Mujerzuela, dirás. Llámame. O iré hasta tu casa.

Apenas vio la silueta larga desaparecer tras la puerta de entrada al edificio, Hoseok corrió hasta su apartamento y entró como alma que lleva el diablo. Azotó la puerta con tanta fuerza que estaba seguro que iba a recibir alguna queja del encargado del edificio. Jin Ah estaba sentada en el sofá, hojeando desinteresadamente un folleto de una casa de comidas. Apenas levantó la mirada cuando Hoseok se paró frente a ella.

—Este vecindario es un robo. ¿Puedes creer lo caro que cobran el sushi?

Hoseok intentó aplacar el enojo y respiró unas cuantas veces antes de enfrentarla. Esa mujer estaba totalmente desquiciada.

—¿Qué mierda estás haciendo en mi casa?

Ella dejó a un lado el folleto y se cruzó de piernas, recostándose sobre el sillón.

—¿No puedo pasar a visitar a mi maridito?

—¡Qué maridito ni qué ocho cuartos! Maldita seas, te hice una pregunta.

Shin Ah suspiró con aires teatrescos y estiró una mano hacia él.

—Necesito dinero. Ya sabes… para mis “asuntos”

—Drogas, querrás decir —la corrigió.

—Son medicamentos legales. ¿Qué más da? No me dejaste un centavo. Oye, fuera de tema, ¿quién era ese bombón que acaba de irse? ¿Un cliente? Parece rico, así que no veo por qué te negarías a ayudarme, ya que es obvio que te va bien en tu trabajo. Eso de menear el culo a desconocidos al final resultó más rentable de lo que esperaba.

—Cierra la boca. Tú y yo ya no tenemos nada que ver. Así que lárgate de una vez, o no dudaré en llamar a la policía.

Ella se encogió de hombros y soltó una carcajada.

—¿Y qué le dirás? ¿Qué interrumpí tu sesión de sexo con tu amante? ¿Cómo xrees que se verá eso?

—No te atrevas a meter a HyungWon en tus locuras.

—¿HyungWon? —Hoseok se maldijo internamente por haber dicho su nombre en voz alta—. ¿Así se llama esa preciosura? Pensándolo bien, podríamos divertirnos los tres. ¿Qué dices? Como en los viejos tiempos. Tú, yo y… HyungW…

Hoseok no la dejó terminar la oración que ya la estaba arrastrando de un brazo hacia la puerta.

—Es la última vez que te lo advierto, loca. Una vez más que te vea merodeando el edificio y juro que me olvidaré que eres una mujer —le espetó cerrándole la puerta en la cara.

Kihyun se quitó los lentes y dejó el pincel a un lado.

—Vamos, escúpelo de una vez. Es la sexta vez que suspiras así. Uno más y ya podrás presentarte a un casting para algún drama de Shakespeare.

HyungWon volvió a suspirar una vez más y caminó hasta la puerta de su taller, chequeando que estuviera bien cerrada.

—Hoy pasó algo raro —dijo apoyándose contra la gran mesa de trabajo y frotándose los ojos cansados.

—¿Algo raro como qué?

—Estaba con Hoseok —Kihyun sonrió con picardía, pero HyungWon lo ignoró— y cuando nos estábamos despidiendo, apareció una mujer —su amigo se tapó la boca.

—¿Era su amante o estaba trabajando?

—Dijo que era su esposa.

Kihyun torció el gesto y dejó caer los hombros.

—¡Tienes que estar jodiendo! —gritó. HyungWon le hizo un gesto con la mano—. Lo siento, pero ¿cómo que su esposa? ¿Él te lo había dicho?

HyungWon negó categóricamente.

—Él dice que jamás estuvo casado. Que ella robó su sello para falsificar su acta matrimonial y sacarle el dinero del banco.

—Eso suena demasiado elaborado para ser una excusa.

HyungWon asintió.

—Yo también lo creo. Aún así… creo que estoy arrastrándome demasiado con todo esto.

—¿A qué te refieres?

—Lo de Hoseok. Ni siquiera estoy divorciado —dijo sonando angustiado. Su amigo se acercó y le pasó el brazo por los hombros.

—Mira, tú ya sabes lo que yo pienso. Además nadie te está diciendo que debas saltar de una relación a otra. Pero si tú te sientes bien, lo siento, pero yo no puedo ver lo malo en ello. ¿Te sientes bien cuando estás con él?

HyungWon asintió apenado. Lo cierto era que se sentía demasiado bien. Y eso lo asustaba.

—Ni siquiera sé dónde tengo la cabeza.

—Yo diría que sí lo sabes. El tema es que lo aceptes.

—Pero ni siquiera lo conozco, Ki. Lo de aquella mujer bien podría ser cierto. Pero no quiero siquiera imaginar que lo sea. ¿Te das cuenta que no tiene sentido todo esto? Solo tuvimos sexo.

—Bueno, ¿y cómo se siente el sexo con Hoseok?

—Increíble. Jamás había sentido algo parecido. Y eso es lo triste. En diez años de matrimonio, DongHae jamás me hizo sentir de esa manera. ¿Y si estoy arriesgándome demasiado solo por un buen sexo?

Kihyun se quedó en silencio algunos segundos, antes de palmear la espalda y rascarse la cabeza.

—Ve despacio, Wonnie. Primero termina todo esto con DongHae, no pienses demasiado en lo demás. Disfruta de los momentos con Hoseok, pero no pierdas el hilo de tus sentimientos. Si tu futuro está a su lado, lo descubrirán ambos con el tiempo. Juntos. Mientras tanto no te niegues al placer y a disfrutar de esos momentos. Mereces que solo te pasen cosas buenas.

Cuando Kihyun se despidió casi a medianoche, bajó a la cocina y buscó a DongHae por la sala. Necesitaba darle un cierre a su matrimonio. Pero su marido no estaba en la casa, lo cual ni siquiera le sorprendió. Hacía tiempo que su marido había dejado de pasar tiempo en su casa. Caminó hasta su habitación y escribió un mensaje a Hoseok deseándole buenas noches y que hablarían al día siguiente.

Cuando se despertó, Agnes le sirvió el desayuno y le comunicó que DongHae ya se había ido a su oficina.

—Dijo que puedes pasar por el despacho a la hora del almuerzo.

HyungWon rodó los ojos. Lo que menos quería era almorzar con su marido y con los papeles de divorcio sobre la mesa.

—Está bien. Comeré sólo una fruta, hoy tengo que llegar temprano para recibir unas muestras que llegan desde Italia.

Agnes salió de la habitación con el resto de la bandeja intacta y HyungWon se metió bajo la ducha. Estaba un poco excitado por el trabajo que le habían encargado al museo y no podía esperar a tener las pinturas en sus manos. Todo el trayecto hasta el museo lo hizo cantando canciones de los '80 a todo pulmón y casi cruzó la puerta de entrada corriendo.

—¡Señor Chae! —le gritó su secretaria cuando él pasó de largo hacia su taller. Se giró y le sonrió. —Hay una señorita que lo está esperando.

𝙷𝚎𝚕𝚕𝚘, 𝚜𝚝𝚛𝚊𝚗𝚐𝚎𝚛

Hello, mis strangers 😬 Bueno, paso a avisar que esta historia está llegando a su fin. Espero que disfruten los capítulos que quedan y que les vaya gustando la historia. Espero que le den mucho amor ♥︎
Love U all ♡

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