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•Hello, stranger

HyungWon se encontraba de pie hablando por teléfono mientras esperaba a su marido.

—¿Entonces dices que aceptó?

—Si, creí que no lo iba a hacer, pero dijo que sí. Que si eso ayudaba a la relación entonces lo haría.

—Te dije que era una buena idea —dijo su amigo con entusiasmo del otro lado de la línea—. Ya verás que todo sale bien. No le ocultes nada a la doctora. Dile todo lo que piensas que le falta a tu relación.

El auto de su marido estacionó detrás del suyo y HyungWon saludó con la mano.

—DongHae ya llegó. Te hablo luego.

Colgó y se acomodó el cabello. Su esposo caminó hacia él con una mano en el bolsillo y lo besó en la mejilla.

—Siento el retraso, se nos extraviaron unos documentos que necesitábamos llevar al juzgado —dijo a modo de disculpa—. ¿Entramos?

El consultorio de la doctora Hwang era espacioso y la decoración era minimalista, pero elegante. HyungWon no pudo evitar mirar todo a su alrededor.

—Estoy un poco nervioso —le dijo a su esposo inclinándose en su asiento para juntar sus cabezas— ¿crees que esto sea una buena idea?

—No lo sé, querido. Pero siempre podemos poner una excusa e irnos.

HyungWon rodó los ojos y lo golpeó cariñosamente en la pierna.

—No. Ya estamos aquí. Supongo que no perdemos nada con intentarlo.

—No, solo el tiempo… —murmuró su marido. El comentario le molestó, pero decidió ignorarlo.

La puerta del consultorio se abrió y una mujer de aspecto severo tomó asiento frente a ellos.

—Buenas tardes. Mi nombre es Hwang Yu Mi.

Ambos esposos saludaron a la doctora y entonces ella les pasó una hoja de papel a cada uno.

—Antes de empezar, me gustaría que cada uno escribiera los aspectos positivos del otro. Y luego los intercambiaremos. Al principio de la relación todos son palabras bonitas y siempre se captan las cosas lindas, pero con el correr del tiempo, la relación se va erosionando y uno se olvida de todos los aspectos positivos que algunas vez los unieron…

HyungWon cruzó miradas con su marido y entonces ambos se pusieron a escribir. Una vez que terminaron se intercambiaron los papeles. HyungWon sonrió con nostalgia ante lo que había escrito su marido.

Tiene una sonrisa preciosa, pero ya no sonríe con tanta frecuencia.

•Es amable y paciente.

•Siempre se ve hermoso.

La doctora se aclaró la garganta y agarró una lapicera.

—Ahora me gustaría escuchar con sus palabras que me dijeran qué es lo esperan de su relación —la doctora se cruzó de piernas y los miró con una sonrisa amable.

—Bueno… —HyungWon miró a su esposo y decidió tomar la palabra— hemos estado distanciados desde hace un tiempo…

La mujer iba tomando notas en su libreta.

—Han pasado algunas cosas y nos hemos alejado.

—Sr. Chae, ¿puede describirme cuáles son los problemas que usted cree que están haciendo que se distancien?

HyungWon lo pensó unos minutos.

—Nos falta comunicación. De un tiempo a esta parte apenas si cruzamos palabra –dijo con cierta timidez.

—¿Y usted, señor Lee, a qué atribuye esos problemas?

DongHae frunció los labios en un gesto contemplativo.

—Tengo mucho trabajo y Wonnie también ha estado algo distante. Desde que su hermano falleció, él simplemente se encerró en sí mismo.

La mujer asintió y anotó algunas cosas más.

—Ahora quiero hacerles una pregunta a ambos y me gustaría que contestaran con total sinceridad. —Ambos esposos se miraron y asintieron—. ¿Cómo es su vida sexual?

Un leve carraspeo se escuchó por parte de HyungWon que se apoyó sobre su mano, intentando ocultar su incomodidad.

—Nosotros… Bueno, eh…

—Por favor, señores. Necesito total sinceridad en esto. La intimidad es un punto importante en una relación.

—Nosotros no hemos intimado en… bueno, algún tiempo —dijo DongHae un poco cohibido ante la mirada escrutadora de la doctora.

—Entiendo. Entonces quiero que ambos me digan qué les gustaría incorporar a su rutina sexual.

HyungWon se llevó una mano a la mejilla y la notó caliente. Iba a matar a MinHyuk por haberlo convencido de hacer aquella locura.

DongHae alzó las cejas y frunció el ceño.

—A mí me gustaría que él tomara la iniciativa a veces…

HyungWon lo miró con reproche. Aunque sabía que su esposo tenía razón no le gustaba que alguien, además de él, estuviera al tanto de lo que pasaba en su habitación.

—Bien, ¿señor Chae? —la doctora lo miró con la lapicera en alto. Se ruborizó en el acto y se abanicó con la mano.

—Bueno… yo… supongo que no me molestaría probar cosas nuevas…

Su marido lo miró sorprendido por su respuesta.

—¿Cosas nuevas? ¿A qué te refieres?

HyungWon miró a la doctora y esta lo alentó a que siguiera hablando.

—No tenga miedo o vergüenza de expresar lo que desea. De hecho, que usted se abra a su esposo es algo muy alentador, señor Chae.

HyungWon se irguió en su asiento y con timidez se aclaró la garganta.

—Creo que podríamos… No sé, hacer cosas diferentes… probar cosas que nunca hubiéramos probado antes. Fantasías y esas cosas.

Su marido sonrió y bajó la mirada a su regazo. Después de todo no había sido tan mala idea ir a terapia.

Una hora más tarde, ambos estacionaron en su casa y guardaron los autos ya que cada uno había salido con el suyo. Su marido estaba más animado que de costumbre y cuando entraron a la sala, no le dio tiempo a quitarse los zapatos que ya lo tenía encima suyo.

HyungWon se sorprendió por la efusividad del ataque amoroso de su esposo. Hacía demasiado tiempo que no se tocaban y su cuerpo ya se había acostumbrado a la soledad. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que su deseo se despertara y le correspondió con entusiasmo.

—Cariño —su esposo le tomó la cara entre sus manos y lo miró— todo lo que le dijiste a la doctora, ¿es cierto? ¿Te gustaría ponerle un poco de chispa a nuestra relación?

HyungWon asintió sonriendo y mordió su labio seductoramente.

—Creo que podría hacer algo diferente. ¿Por qué? ¿Tienes algo en mente?

Su marido sonrió y asintió, dejando un beso sobre sus labios.

—Tengo una leve idea. Y si tengo que serte sincero, me encanta que lo hayas sugerido. Anda, ve a darte un baño y yo te alcanzaré en unos minutos. Haré una llamada corta y luego nos divertiremos un poco.

HyungWon aceptó encantado y sin dilación corrió a su habitación.

Su esposo se unió a él en la tina y ambos disfrutaron de una sesión de caricias intensas y sensuales. Al final, Min había tenido razón y quizás esa sesión de terapia podía ser el empujón que le faltaba a su relación para volver a su camino original.

Un rato después ambos se besaban en la penumbra de su habitación cuando sonó el timbre. HyungWon cortó el beso y miró hacia la puerta con irritación. DongHae dejó un último beso y se alejó hacia la puerta.

—No contestes —le dijo a su marido. Se sentía excitado y quería terminar con lo que habían empezado—. Sea quien sea, se irá si no atendemos.

Su marido le guiñó el ojo y sonrió.

—Es una sorpresa para ti. Te gustará. En seguida vuelvo.

HyungWon se quedó pensando en lo que su marido le dijo. Una sorpresa. ¿Acaso había ordenado champagne o alguna joya? Con los nervios a flor de piel caminó hasta su tocador y se miró al espejo. Su piel lucía radiante y fresca y sus labios estaban hinchados por los besos recientes. Se ajustó la bata oscura de seda y se colocó un poco de perfume. Su corazón latía acelerado.

Unos momentos después, la puerta de su habitación se abrió y su marido entró seguido de otro hombre. HyungWon se giró para encontrarse con la sorpresa.

DongHae cerró la puerta y apoyó una mano en el hombro del desconocido. HyungWon no entendía lo que estaba pasando. ¿Quién era ese hombre y qué hacía en su habitación?

—Cielo, él es Wonho.

HyungWon frunció el ceño en respuesta y solo atinó a hacer una leve inclinación de cabeza antes de mirar a su esposo pidiendo una explicación.

—Antes de que digas algo, él está aquí para ayudarnos... Tú dijiste que querías probar cosas nuevas. Bueno, ese es su trabajo.

El hombre se adelantó y le tomó una mano al alto que lo miraba estupefacto. Los labios llenos del hombre besaron su mano y HyungWon reprimió un escalofrío.

—Buenas noches, señor Chae. Estoy aquí para satisfacer todos sus deseos.

HyungWon abrió la boca y farfulló una excusa antes de salir de la habitación arrastrando a su marido con él.

—¿Acaso estás loco, DongHae? ¿Quién es ese tipo y qué hace aquí?

Su marido le apoyó las manos en sus hombros y le dio un beso en la frente.

—Cálmate y déjame explicarte. Él es un acompañante de alto nivel. Creí que querías probar cosas nuevas...

HyungWon parpadeó repetidamente y tragó con fuerza.

—Yo no me refería exactamente a eso...

—Mira, cariño. Esto puede ayudarnos a redescubrirnos en la cama. Estaríamos haciendo algo que nunca hicimos antes. ¿Nunca tuviste esa fantasía? Un trío...

HyungWon sintió que el calor escalaba por su cuerpo. Había tenido fantasías. Y por supuesto que había tenido esa fantasía, pero jamás se hubiera atrevido a decirlo en voz alta.

—Yo... DongHae... yo no sé si esto sea una buena idea... No lo conocemos...

—Mejor aún. No deberíamos cuidarnos del que dirán. Él es un profesional. Es su trabajo... Y te aseguro que lo pasaremos bien.

HyungWon dudó, pero su marido tenía razón. Estarían saliendo de la rutina y una vez terminada esa noche, jamás volverían a ver al individuo.

—Bien, haré lo posible por relajarme... —dijo. Su marido lo besó y luego lo tomó de la mano para entrar a la habitación.

El hombre estaba de espaldas, hojeando un libro que había sobre la cómoda. Cuando sintió la puerta abrirse, se paró con las manos en la espalda.

—Bien, Wonho, ¿no es así?

El hombre asintió con una sonrisa matadora. HyungWon lo estudió con calma. Era un hombre grande. De cuerpo trabajado y músculos fuertes. Lucía un traje de dos piezas y HyungWon notó que bajo el saco entallado no llevaba ropa. Su piel era de una blancura exquisita y brillaba bajo la luz tenue de la habitación. Y entonces miró su rostro. Era un rostro hermoso y varonil. De ojos oscuros y amables, una linda nariz altiva y unos labios gruesos y llenos. Debía admitir que el hombre era una preciosura.

—Bien, Wonho. Tú nos dirás lo que debemos hacer... —dijo su marido mirando con deseo al extraño.

El hombre sonrió y se mordió el labio inferior.

—Ustedes hagan lo que acostumbran hacer, yo me acoplaré a ustedes...

DongHae asintió y entonces tomó a HyungWon por la cintura, atrayéndolo a su cuerpo para empezar a besarlo. HyungWon jadeó por la rudeza del beso, pero pronto su vergüenza se fue disipando. Las manos de su marido abrieron su bata y apretaron su cintura. Y entonces sintió una presión en su espalda. Cortó el beso para girar la cara, y se encontró con esos ojos oscuros que lo miraban con deseo.

—Yo... —empezó a decir, pero el hombre alzó la mano y le apoyó un dedo sobre los labios.

Intentó relajarse y concentrarse en las caricias de su esposo, pero cuando las fuertes manos del hombre se cerraron sobre sus muslos, dio un respingo casi exagerado. Ambos hombres lo miraron y él bajó la mirada.

—Lo... lo siento. Estoy un poco nervioso.

Su marido le acarició la mejilla.

—Tranquilo, mi amor. Tú relájate. Quiero que disfrutes esto...

Y entonces la boca del sujeto se posó sobre sus hombros de nuevo. Podía sentir la textura de esos labios en su piel. Eran besos suaves, delicados, hambrientos. En su cabeza se estaba librando una batalla entre la razón y su consciencia. Sabía que no era correcto lo que estaba haciendo, pero por otra parte su cuerpo estaba respondiendo encantado al asalto del extraño. ¿Qué le estaba sucediendo? No debería estar disfrutando de las caricias de un desconocido. Y sin embargo ahí estaba, suspirando de placer antes las nuevas sensaciones.

Cuando el hombre empujó sus caderas contra su pelvis y sintió el miembro erecto contra su trasero, abrió los ojos. Su marido besaba al hombre en la boca. Esa imagen lo descolocó. Su marido estaba gimiendo contra los labios de otro hombre. Estaba disfrutándolo. Y entonces lo inundó un rencor sordo que lo golpeó con la fuerza del desencanto.

—Lo siento —dijo empujando a su marido— yo no puedo hacer esto...

Salió de la habitación dando un portazo. Debería haber cerrado la boca. Había cometido un error garrafal.

𝙷𝚎𝚕𝚕𝚘, 𝚜𝚝𝚛𝚊𝚗𝚐𝚎𝚛

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