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•Free your body tonight

HyungWon cerró los ojos con fuerza y se mordió el labio inferior cuando Hoseok lo penetró hasta el fondo. 

—Santo Cristo —soltó Hoseok a media voz— esto se siente increíble.

HyungWon quiso responder, pero el tamaño de su compañero estaba haciéndole pasar un mal momento. Siempre había oído hablar a sus amigos sobre las destrezas de sus novios en la cama, cuando aún estaban en la universidad. Luego conoció a DongHae y creía poder alardear sobre lo bien equipado que estaba su entonces novio, pero ahora que había conocido a Hoseok y al tenerlo dentro suyo, podía afirmar que no sabía absolutamente nada sobre hombres bien equipados. Sentía su interior arder y creía que podía estar lastimado porque su entrada se sentía estirada al máximo. Abrió la boca para decir algo, pero Hoseok se inclinó hacia su boca y lo besó.

—No te muevas aún, deja que tu cuerpo se acostumbre al tamaño…

HyungWon asintió e intentó relajarse. Le devolvió el beso y aunque Hoseok estaba volviéndose loco por lo apretado que se sentía y por las ganas insoportables de querer moverse, lo besó con ganas, lamiendo, chupando y mordiendo sus labios. Un rato después y casi al borde de la locura, HyungWon asintió mirándolo a los ojos.

—Puedes moverte ya…

Hoseok creyó no haber oído nunca palabras tan hermosas y entonces movió la pelvis hacia atrás para luego volver a embestir con suavidad. HyungWon jadeó buscando aire y cruzó las piernas sobre la espalda de Hoseok, empujándolo más adentro.

—Vas a acabar conmigo si haces eso de nuevo —susurró Hoseok contra su oído y luego bajó los labios a su cuello, pasando la lengua a lo largo y haciendo suspirar al alto–. Mira lo que nos perdimos aquella noche…

Las embestidas empezaron a variar de intensidad y HyungWon sintió desfallecer cuando Hoseok casi lo dobla por la mitad para comenzar a penetrarlo casi con agresividad. Una y otra vez su próstata era estimulada y no podía frenar sus gemidos cada vez más altos. Hoseok se movía sobre su cuerpo con una firmeza y una destreza digna de admiración. Sus músculos tensándose por la fuerza de los movimientos, las venas gruesas saltando de sus brazos, sus manos grandes apretando su carne… HyungWon creía estar soñando. Su cuerpo era manipulado como si fuera una muñeca de trapo y él estaba encantado.

—Ho... Hoseok... —tartamudeó intentando aferrarse al cuello de su amante— creo... que... estoy cerca... oh, dios mío...

—Aguanta un poco más, bebé... Es... no puedes imaginarte lo bien que se siente esto. Podría hacerte el amor todos los días de mi vida —volvió a besar los labios de HyungWon que estaban rojos e hinchados por las mordidas y las lamidas que le había dado.

El agua tibia cayó sobre su espalda desnuda y cerró los ojos. Todo su cuerpo se sentía sensible. Cada gota que golpeaba su piel era como un beso aterrizando en su cuerpo. Apoyó la frente en la loza transpirada y relajó los brazos a los costados. Había sucedido. Había cedido a las caricias de otro hombre, había sucumbido a los besos de unos labios extraños... Las manos grandes se cerraron en su cintura y entonces abrió los ojos. El cuerpo macizo y enorme se adhirió a su espalda y sus suspiros se fundieron en el vapor de la ducha. Los besos hambrientos escalaron sus hombros y desembocaron tras sus orejas.

Despertarse. Desayunar. Ir a trabajar. Volver a su casa. Cenar en soledad. Tomar un baño e ir a la cama.Su vida era monótona. Y él había estado conforme, era la vida que había elegido. Que sus padres anhelaban para él. Ser un hombre de sociedad, respetado y elegante. Con un marido importante y con una buena fortuna. ¿No es acaso lo que todos quieren? Y todo había sido perfecto hasta la muerte de Kai. Su hermano pequeño. El centro de su universo. Aún le costaba borrar de su memoria aquella mañana gris donde llamaron a su casa para informarle que su hermano pequeño se había ahogado. Si miraba hacia atrás, todo se había derrumbado hacía un año. Sus días se habían vuelto grises y creía ya no tener motivos para sonreír. Se sentía devastado. Roto. ¿Cómo se supone que debía seguir sin Kai? Al tiempo, los reproches empezaron a caer como fichas de domino. No sentía ganas de hablar y no sabía cómo continuar su vida. Y su matrimonio fue el que se llevó la peor parte. Ya no había cenas románticas y la intimidad con su marido era cada vez más remota. Su matrimonio, que en algún momento creyó ser su fortaleza, ahora no era más que una parodia de lo que alguna vez había sido. Él había alejado a DongHae con su tristeza. No iba a ser tan hipócrita de desligarse de la culpa. Pero cuando algo se rompe jamás recupera su forma original. Y su matrimonio estaba roto. Atrás habían quedado los reproches y las lágrimas. Ahora ya no había nada más que un lugar árido de emociones... y culpas. Cuando Hoseok lo besó por primera vez, la culpa casi lo hace correr a esconderse. Había faltado a su palabra de amar a su marido hasta el final, de haber manchado con su deseo los votos que había hecho aquel día donde le prometió lealtad absoluta al hombre que amaba con locura. Ahora, entre los brazos de aquel desconocido que había irrumpido en su vida para salvar su matrimonio, se preguntó qué era el amor. Quizás, aún después de tantos años, él no lo sabía.

—¿Cómo te sientes? —la voz grave de su amante lo hizo sonreír.

—Bien... de hecho creo que no me he sentido así hace mucho tiempo...

Hoseok subió una mano acariciando con suavidad su brazo para luego posarla en su mejilla, empujando apenas su cara para besarlo. HyungWon no puso resistencia, estaba seguro de que los besos de Hoseok era algo a lo que no iba a poder negarse ya. Minutos después, HyungWon intentaba sostenerse de la pared mientras Hoseok lo clavaba en su centro contra la pared resbalosa. Hundió con fuerza sus dedos en la espalda blanca dejando marcas rosadas por toda la superficie. Era increíble como Hoseok manejaba su cuerpo con maestría, tocando cada terminación nerviosa por dentro y por fuera.

—Oh, Hoseok, eres increíble —dijo cuando pudo articular las palabras en su cabeza y verbalizarlas.

Hoseok se movía deliciosamente, rodando la pelvis y haciéndolo gemir como un desquiciado.

—Tú eres increíble... Me vuelves loco...

HyungWon no podía precisar cuantas veces había llegado al orgasmo. Estaba exhausto y feliz. No supo en qué momento ambos acabaron rodando sobre el piso para terminar besándose como dos adolescentes con burbujeo hormonal.

Poco tiempo después Hoseok lo alzó para llevarlo a la cama. Los ojos se le cerraban del cansancio y las caricias que el otro le prodigaba estaban acelerando el sueño que amenazaba con derribarlo sin piedad. Hoseok se acostó a su lado y sin pensarlo dos veces, escaló sobre el cuerpo musculoso y dejó un beso sobre los labios generosos.

—La pasé muy bien contigo, Hoseok. Gracias por este día...

Hoseok lo besó devuelta y luego cerró los ojos también. El cuerpo largo se movió un poco hacia abajo y HyungWon hundió la cara la curva de su cuello para terminar quedándose dormido.

Se despertó con el ruido de la puerta. Abrió un ojo y se removió aún con el sueño reclamándolo. Levantó la cara y se encontró a Hoseok durmiendo plácidamente a su lado. Intentando no despertarlo, se apartó con delicadeza y se colocó la bata que colgaba del respaldo de una silla. Se ajustó la prenda sobre su desnudez y salió sigilosamente.

Agnes estaba preparando una bandeja de desayuno.

—Buenos días —dijo tomando asiento en la mesa de la cocina.

Agnes se giró con una sonrisa divertida.

—Veo que alguien tuvo una buena noche.

HyungWon se sonrojó y dio un sorbo al vaso de zumo de naranja que la mujer dejó enfrente suyo.

—No digas nada...

La mujer movió la cabeza, decididamente divertida por la situación.

—Imagino que el caballero que está durmiendo en tu cama es el mismo de la copa de vino extra de aquella vez. ¿O me equivoco?

HyungWon sacudió la cabeza y finalmente la miró.

—Crees que todo esto es una locura. ¿No es así?

La mujer suspiró y se acodó sobre la mesa.

—¿Te sientes mal por ello? ¿Te arrepientes de lo que pasó con ese hombre?

HyungWon no dudó en negarlo.

—No. Yo... lo siento, pero no. No me arrepiento. Debo estar loco con lo que voy a decir pero... realmente yo la pasé muy bien con Hoseok.

—Entonces yo no le veo el problema.

HyungWon exhaló con pesadez, mirando al techo.

—Estoy casado. Le fui infiel.

Agnes chasqueó la lengua.

—Oh, vamos. Sabes mejor que yo que ese matrimonio terminó hace tiempo —a HyungWon se le humedecieron los ojos—. Lo siento. Pero aunque aprecio mucho a DongHae, yo deseo que tú seas feliz. Te lo mereces.

Ella se acercó a abrazarlo y entonces susurró en su oído.

—Tu príncipe acaba de levantarse, volveré por la tarde.

HyungWon se giró y vió a Hoseok parado en el pasillo que conducía a su habitación, no sabiendo muy bien qué hacer ante la presencia de la mujer. Esta lo saludó con una pequeña inclinación de cabeza y se dirigió hacia la puerta.

—Lo siento —dijo Hoseok–, ¿he causado algún problema?

HyungWon le dio una sonrisa tranquilizadora. —No. Descuida. ¿Cómo dormiste?

Hoseok se acercó a él y sé inclinó para besarlo. —Muy, muy bien. Creo que podría acostumbrarme a dormir a tu lado.

HyungWon le echó los brazos al cuello y le devolvió el beso.

—Ahora siéntate y desayuna.

Hoseok obedeció y le agradeció las molestias. Frutas, zumo de naranja, café y cereales. No estaba acostumbrado a desayunar cargado pero ver todo eso en la bandeja le despertó el apetito.

—¿Tienes planes para esta noche? —le preguntó Hoseok engullendo un pedazo de manzana.

—No, no he planeado nada —respondió el alto con vaguedad.

—Bien. Quiero llevarte a un sitio.

HyungWon asintió y terminaron de desayunar para volver a la cama.

𝙷𝚎𝚕𝚕𝚘, 𝚜𝚝𝚛𝚊𝚗𝚐𝚎𝚛

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