•27•
Los días siguieron transcurriendo con normalidad como si nada hubiese pasado.
Las personas sólo tomaron aquel acontecimiento como una pesadilla de la cual habían despertado.
Sin embargo, para aquel grupo de adolescentes no era así, se habían acostumbrado tanto a la presencia del alíen, y ahora que no estaba, todo simplemente lo sentían extraño, y demasiado, demasiado tranquilo.
El sol esa tarde estaba en su punto. Ese día, Camile no había ido a trabajar, Jimin se encontraba en la escuela y el señor Lee trabajando, así que estaba sola en casa, doblaba la poca ropa recién lavada, pues no tenía nada pendiente por hacer y quería entretenerse con algo.
Cuando termino, entró a la habitación desordenada de su hijo y fue directo a su closet.
—¡Dios! C'est si dur de tout garder en ordre, Park ?! (¿Es tan difícil mantener todo en orden Park?)—cuestionó levantando la ropa sucia del suelo.
De pronto algo termino deslumbrando sus ojos e hizo girar su rostro encontrándose con aquel pequeño cubo en el escritorio, su luz se estaba apagado poco a poco, y el estar en la sombra no ayudaba mucho
—¡Pobre Hobi! Seguro muere de frío—susurro tomando el cubito y lo llevó a la resolana que entraba por la ventana de la habitación.
Camile sabía todo lo de aquel fantástico extraterrestre; después de lo ocurrido, no le dio otra opción a su hijo, más que obligarlo a contarle que había pasado y quien era su supuesto amigo.
Al principio, (no lo negaré), se hallaba enojada, después de todo se lo había ocultado. Pero, sólo se dedicó a aceptar y a vivir con eso, al final, el pelirrojo era el héroe que había salvado a su hijo. El héroe que los había salvado a todos.
—¡Me reprobó!—soltó el castaño mirando aquel 4.0 en su examen de historia.
—Creí haberte escuchado decir que habías estudiado—le dijo divertido el pelinegro a su lado.
—¡Cállate Min!—se quejó entrecerrando sus ojos—¿Cuánto sacaste tú?
—Saque 5.0, ¡Te gane!—le soltó riendo.
—¡¿Ustedes nunca cierran el pico?!—les calló Jimin fulminándoles con la mirada.—De igual, les gané yo a los dos.
—¡¿Cuánto?!—espeto el castaño arrebatándole su examen de las manos—¿Es una broma?
Cuestionó mirando su 6.5.
—Les gané y se callan—respondió orgulloso—No tuve tiempo para estudiar. Así que dejen de fastidiar por hoy.
—Ya era para que te fueras acostumbrando, "Minnie"—comentó YoonGi recargándose en el respaldo de la silla con los brazos cruzados.
—¡Oye!—exclamo rojo de tan vergonzoso que eso era—¡Sólo Lee SeoJoon puede llamarme como mi padre lo hacía!
—Ay si, "solo Lee SeoJoon puede llamarme así"—repitió.
—¡Habló enserio!—dijo mostrándole su puño haciéndole callar.
Bueno. ¿Qué les puedo decir al respecto?
Algunas cosas nunca cambian.
—Ya, tranquilo—respondió el pelinegro —Por cierto, ¿Dónde se metió el Kookencio?
—Tiene permitido faltar a clases, porque el final de su torneo se acerca—respondió Jimin—¿Cierto Tae?—le comentó guiñándole un ojo haciéndolo sonrojar al instante.
—¿Y qué me dices tú de SeulGi?—contraataco el de lentes siendo muy astuto.
—Buena esa—soltó riendo—Iremos a cenar este viernes—contestó tímido.
—Aún no me acostumbro a estos cambios tan radicales—se susurró así mismo Min.
Poco después el timbre resonó por cada insignificante rincón de la enorme escuela, avisando que por fin clases habían concluido.
Jimin al salir se despidió de sus amigos como todas las tardes y corrió hasta al autobús que lo dejaba a unas cuantas cuadras de su casa. Y aunque no eran demasiadas, odiaba caminar solo hasta su hogar.
—¡Ya llegue!—grito botando la mochila al suelo una vez entro.
—¡Aquí en la cocina amor!—le respondió su madre.
Sin más, camino hasta la cocina con tranquilidad para encontrarse con su mamá y un delantal puesto.
—¿Celebraremos algo?—cuestiono curioso al ver todos los ingredientes en la barra.
Su mamá no era de aquellas que se metieran a cocinar, siquiera usaba delantales, a menos que fuesen ocasiones muy, pero muy especiales. (Enserio, demasiado especiales)
—Es una sorpresa—susurró emocionada.
Más el quedó confundido.
De pronto, el sonido de la puerta abriéndose hizo presencia nuevamente, Lee SeoJoon llegó hasta la estancia, dejó su portafolio en el suelo, quitó su abrigo y colgó sus llaves.
—¡Ah! Estoy muerto—exclamó tomando asiento en un sofá individual, aquel que se había vuelto su favorito.
—¿Turno de 48 hrs?—le preguntó el rubio tendiéndole un vaso con agua mientras recibía un asentimiento.
Grandes cambios eran en definitiva notorios desde el casi "fin del mundo". Y con grandes cambios me refiero al giro de 180 grados que dio la relación del señor Lee con Park Jimin. De hecho, se habían dado cuenta de que en realidad tenían mucho en común, e inconscientemente a Park le hacía feliz tener nuevamente aquella imagen paterna que con el paso del tiempo había olvidado. Y pese aún no aceptarlo por completo, ya lo toleraba.
—El hospital quiere matarme—espetó frotando su rostro con brusquedad.
—¡La comida está lista!—exclamó la mujer saliendo con una cazuela en mano.
Los otros dos no necesitaron nada más para prácticamente correr y tomar asiento en la mesa, su mamá no tardó mucho en servir.
Pero Jimin intuía que nada era normal esa tarde, lo sabía.
—Antes de comenzar, Jimin, queremos hablarte de algo—mencionó Lee con seriedad en su rostro.
—¿Estoy en problemas otra vez?
Les cuestionó recordando haber encerrado a Kai en los vestidores el lunes de la semana pasada, y hacer que el profesor de lengua cayera por "accidente" un día antes de su examen. (Día en el que no llegó por dolor de espalda)
—No, pero tenemos una plática pendiente jovencito—respondió Camile echándole sus famosos ojos de pistola.
—¿Entonces?
—Park, tu madre y yo...decidimos dar un siguiente paso—comenzó y Jimin se dio una idea de lo que pasaría—Nosotros, decidimos que va...
—¡Vamos a casarnos!—espeto su madre emocionada interrumpiendo descaradamente a su novio.
Y no pudo ser el chico más feliz del mundo cuando una sonrisa se dibujó en el rostro de su progenitora, una que Jimin no había visto desde que su padre había cerrado para siempre los ojos.
—Solo...si tú estás bien con eso, ¿De acuerdo?—dijo con rapidez.
—¡¿Cómo no podría estarlo!?—exclamo terminando con toda la tensión que se había formado—¡Estoy muy feliz por ustedes! De verdad, y estoy siendo muy sincero.
Los dos contrarios no tardaron en sonreír aliviados.
—Definitivamente esto ameritaba una gran celebración—comentó sonriendo mientras giraba la cabeza para admirar la foto de su padre en uno de los estantes de la sala.
«Estamos bien padre, ella está muy bien. » Decidió mandarle sus pensamientos para que no se preocupara.
Recién habían terminado de comer y conversar. Park se atrevió a lavar los trastes (sólo porque no es un día cualquiera [fue lo que dijo]). Hubo un poco más de charla y luego fue decidido hasta las escaleras que lo conducirían a su habitación, solo quería deshacerse del uniforme de una vez por todas.
Camino por el pasillo hasta topar con su puerta la cual tenía un letrero color naranja que decía: "Prohibido el paso a toda persona no autorizada" (Y es que, en realidad ninguna persona tenía esa autorización) Tomó la manija y abrió, sin embargo, jamás imagino que al hacerlo terminaría topándose con la silueta de una persona de espaldas.
—¡Ah!—gritar fue su primera reacción—¡¿Quién demonios eres?! ¡¿Y qué haces en mi habiatacion?! ¡Mamá! ¡Mamá!
Soltó tapándose sus dos ojos con las manos.
—¡Jimin!—escucho haciendo que se callara de inmediato.
Su corazón se estrujó, el estómago se le revolvió, la respiración se aceleraba al pasar de los segundos.
¡¿Cómo no reconocer esa voz!?
—¿H-Hobi?—soltó incrédulo descubriéndose la mirada con lentitud—¡Qué demonios!
Gritó cuando comprobó que definitivamente el alíen estaba frente a él. ¡Hobi estaba vivo!
—P-pero, yo, te vi morir, tú, explotó, destrucción y...No puedo creerlo—susurró frotando sus ojos y luego se llevó su mano al brazo para pellizcarse.
Pero no...¡No era un sueño!
—¡Logré cubrirme antes de que las cajas emitieran su radiación!—explicó el pelirrojo emocionado—Por eso no llego a afectarme, pero si me dejo sin casi nada de energía, en respuesta mi cuerpo se compacto en un pequeño cubo que se carga con la luz solar.
Jimin observó su escritorio y en definitiva comprobó que el alíen decía la verdad, pues en aquella superficie plana se encontraba plasma de color amarillo derramado. Más sin embargo, el no recordaba haberlo dejado en el sol, temía que muriese por segunda vez de calor.
—¡Eso está loquisimo!—exclamó él rubio incrédulo.
—¡Lo sé!
—¡No estás muerto!
—¡Lo sé!
—Pero Hobi...
Mencionó bajando el tono de su voz, el cual pasó de uno emocionado a uno apagado y débil.
—Sabes que...no puedes quedarte—dijo recordando el hecho de que su planeta se había quedado sin un rey.
Seguro era un caos haya arriba.
—Lo sé—susurró el extraterrestre bajando la mirada.
—Pasamos momentos muy buenos Hobi—dijo casi inaudible acercándose a él—Me diste la aventura de mi vida, que todo este tiempo se sintió como si estuviese soñando
—Amigo Jimin...—susurró.
—Pero, debe terminar, terminemos con este sueño Hobi, vuelve, necesitas volver a tu planeta, tú pueblo te necesita.
—Regresaré—respondió sonriéndole.
—¡Claro que lo harás!—le reclamo el rubio—No podrás librarte de mi tan fácil, soy esa clase de chico que causa una fuerte impresión en las personas ¿Sabes? No pueden olvidarme con facilid...
Pero antes de terminar, unos brazos ya se encontraban rodeándole, era un abrazo cálido que no tardó en corresponder.
—Buen viaje amigo—se despidió separándose con lentitud de él—Serás un excelente rey, tú padre hizo un gran trabajo contigo.
—Igual Jimin, tú padre, estaría muy orgulloso de ti.
Los ojos de Jimin se cristalizaron al instante, trago grueso para evitar que aquellas lágrimas salieran danzantes y arruinasen el momento.
—Es que...se me metió una basurita al ojo—le dijo haciendo que los dos rieran—Ya vete..shu.
El pelirrojo se limitó a brindarle una última sonrisa...
"Mi amigo. Mi amigo humano por fin se siente feliz" leyó.
Y después, sólo desapareció con una sonrisa en su rostro, sin darle más tiempo de nada.
Pues aunque no estuviesen juntos.
Jimin sabía que estaba vivo. Y con eso bastaba.
—¿Estás listo?—le preguntó SeoJoon entrando a su camerino, topándose a un adolescente golpeando su frente con la pared de la esquina.
—No, en lo absoluto, para nada, tengo náuseas, ¡Siento que vomitaré a la mitad de la melodía!—respondió mirándole; siendo muy dramático—¿Crees que pueda ganar?
—Tranquilo Jimin, todo saldrá bien. Nosotros estaremos en primera fila—mencionó tratando de tranquilizarlo (pero sólo consiguió ponerlo más nervioso) luego camino hasta la salida—Y, por supuesto que ganarás.
—¡Espera!—le freno antes de que hiciera girar la manija—¿No me darás alguna clase de discurso de motivación? Ya sabes, como en las películas!
—Lo haría—le respondió sonriendo—Pero creo que esos deben ser espontáneos.
—Cierto, tienes razón.
Dijo sacándole una carcajada al contrario.
—Jiminnie, no lo necesitas—le dijo tomando su hombro—Eres fantástico, tú padre estaría muy feliz por ti, ¡Y Hobi! Wow, él lo hubiera amado.
—Cómo me gustaría que estuvieran aquí—susurro bajando la mirada.
—Lo están—susurró—Así que...¡Sal y acabalos! —exclamó mostrándole su puño para animarle.
—De eso estaba hablando—le contestó Jimin saliendo del camerino.
Camino por el pasillo que lo conducía hasta el escenario.
Respiro profundo detrás de escena, y cerró los ojos un segundo.
Aplausos eufóricos se hicieron presentes por todo el auditorio cuando anunciaron su nombre por el micrófono.
Bach G minor; Luo Ni. Sería lo que tocaría esa maravillosa noche.
Caminó con pasos cortos y lentos hacia aquel hermoso instrumento que tanto amaba.
Empujó su frac hacia atrás y tomó asiento.
Sus pequeños, pálidos y regordetes dedos fueron hasta el y presionaron con delicadeza.
Tecla blanca. Tecla negra.
Bailaban de un tono y salta a una cuarta para entonces volverse atrás.
El público observa con detalle, escucha, siente.
Y él, mientras toca, trata de no verse demasiado patético, y se promete así mismo que aguantará lo más que pueda antes de derrumbarse y llorar. Sus inseguridades, cuestionamientos, arrepentimientos, no se esfuman, pero en ese momento se acallan.
Los espectadores escuchando aquella melodía lo saben, lo perciben, están seguros de ello, el rubio que la emite muestra expresiones al respecto.
Cada segundo crece, y todo de un momento a otro se detiene, el sonido se pierde, se esfuma junto con su miedo, junto con la farsa que algún día creo para fingir que todo se encontraba en orden.
Jimin levanta la mirada, y separa abruptamente las manos del instrumento frente a él, su corazón se siente en calma, su respiración es acelerada, una danzadora gota resbala sobre su mejilla.
Un silencio ensordecedor se presencia en el auditorio por un lapso que se siente pesado, eterno...pero no pasa tanto tiempo para que el mundo de gente se coloque de pie e inunde el lugar con aplausos.
Sin más, se levanta con una sonrisa y presenta una reverencia de noventa grados para agradecerles.
Lo había logrado.
Jimin volvía a encontrarse consigo mismo.
Al fin, podía volver hacer lo que más amaba...tocar.
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