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•03•


El reloj de la cocina marcaba las 10:30 de la noche.
El turno de su madre en el hospital ya había terminado, si los cálculos de Jimin no fallaban, posiblemente llegaría muy pronto, a menos que hubiese pedido horas extra. Sin embargo, Jimin no debía confiarse, ella podía llegar en cualquier momento, así que estaba apurado limpiando la cocina y acomodando lo que compró nuevamente en la alacena.

Si, ahí se había llevado parte de sus ahorros.

Tallaba el piso con fuerza como si su vida dependiese de ello, acción que detuvo, cuando escuchó como la puerta principal de la casa era abierta y de ella provenían dos voces, dos personas cuyas pisadas causaban que la madera del piso crujiera.
Él, sin ningún problema podía reconocer una de esas voces, pues era de su mamá, pero ¿Quién era la otra persona?

Con el ceño fruncido y el trapo en manos, se acercó dudoso llevándose una enorme sorpresa.

—¡Hijo!—exclamo algo desconcertada al verlo frente a ella—Creí que ya estarías durmiendo.

Sin embargo, el chico no respondió. Su mirada estaba completamente puesta sobre él desconocido.

—¿Vas a explicarme qué ocurre aquí?—preguntó con cierto tono serio, es que prácticamente una alarma dentro suyo se había activado.

—Cariño, él es el señor Lee SeoJoon, lo invité a cenar esta noche—explico, aún así, la explicación para el joven no era suficiente.

—Hola, Jimin, ¿Cierto?—hablo por fin el extraño—Tú madre me ha hablado mucho de ti. Sólo cosas buenas, nada de que preocuparse.

El chico se quedó completamente en silencio.
No podía creer que su madre había traído un hombre a la casa, y peor aún, que le hubiese hablado de él. ¿Por qué le había hablado de él a un completo ignoto?

—De camino compramos comida china, vayamos al comedor y cenemos con tranquilidad—interrumpió su mamá reemplazando aquel espantoso silencio en el que se habían visto envueltos.

—No tengo hambre, gracias—espetó Jimin con brusquedad botando el paño sucio al suelo y caminó con pasos fuertes dispuesto a subir hasta su habitación.

—Park—le llamo tomándolo de la muñeca para impedir aquella acción—Por favor, sólo por hoy, compórtate.

Era cierto que el joven tenía un carácter desagradable cuando estaba con su mamá, pero eso no significaba que no le podían sus palabras, al final de cuentas, ella nunca dejaría de ser su madre. La persona que le dio la vida. Por eso...

—Y...¿Qué tal la escuela, Jimin?—preguntó llevando un pedazo de carne a su boca.

No se atrevía ni a levantar la mirada del plato, sólo jugaba con la comida mientras, extrañamente, un enojo recorría todo su delgado cuerpo haciendo que su entrecejo se mantuviera fruncido.

—Bien, supongo—respondió de mala gana apenas tocando la comida.

—Tú madre me dijo que tocas el piano...

Oh oh.
Mala idea señor Lee. Muy mala idea.

—No—respondió serio—Ya no.

—¿Por qué? Si me permites preguntar—le respondió aún sonriente.

Lo único que el rubio quería, era golpearlo y desvanecerle esa sonrisita que comenzaba a parecerle irritante. Estaba más que claro que quería ganarse a Jimin. Pero..¿Por qué?

—¿Quiere saber porque?—levantó la mirada encarándolo—Porqué mi papá esta muerto—respondió con tranquilidad tomando algo desprevenido al contrario haciendo que esté casi se atragantara.

—Jimin, por favor—susurró su madre dejando los cubiertos sobre la mesa, y sirviendo rápidamente un poco de agua para el hombre que estaba casi muriendo.

Era más que claro que había arruinado por completo aquella cena que parecía tan importante para su mamá.

—Veo que les incomoda un poco mi presencia, creo que mejor me iré para dejarlos—contestó con amabilidad el señor Lee levantándose de su silla.

—No, por favor, quédese—le interrumpió el rubio imitando la acción del mayor antes de que Camile dijera algo—El que está de sobra aquí, claramente soy yo. ¿No, madre?

Dijo por último botando los cubiertos sobre la mesa antes de desaparecer por las escaleras.

—¡Jimin! ¡Park regresa aquí inme...—pero ni siquiera pudo terminar de hablar cuando fue interrumpida por un portazo, un suspiro se escapo de su  boca—Lo siento, Joon—hablo Camile apenada al termino de tan incomoda escena—Cada día está peor, ya no se que hacer con él.

—Tranquila, es normal—le respondió colocando la mano sobre su hombro con suavidad—El chico perdió a su padre, debe ser muy difícil y busca una manera de ocultarlo.

—Gracias por entender—respondió sonriéndole—Algún día va a aceptarte, yo lo sé.


—¡No puedo creerlo!—gritó entrando a su habitación azotando la puerta detrás suyo—¡¿Cómo me pudo hacer esto?!

Estaba enojado. Fastidiado. Se sentía traicionado, decepcionado. Era una mezcla de emociones que ni él mismo podría explicarse.

Su madre estaba olvidando a su padre.

¿Cómo era eso posible? ¿Por qué ella había podido superarlo? ¿Cómo lo hizo? Se preguntaba una y otra vez. Porqué Jimin. Por más que tratará, definitivamente no podía olvidarse de él.

—¿Pasó algo?—interrumpió un chico en la esquina de aquel cuarto.

—¡Maldición Hobi!—exclamó horrorizado—¡¿Por qué diablos estas desnudo?!—dijo tapándose los ojos.—No puedes pasearte así por el lugar como si fueras el jefe de jefes, ten tantito pudor.

—No sabía que estar así es muy cómodo—le respondió tranquilo posando con su cuerpo al aire libre, mientras pequeñas gotas resbalaban sobre él como si se deslizaran en una resbaladilla.

—¡No voy a poder eliminar jamás esta imagen de mi cabeza!—susurró agitando su cabeza con los ojos aún cubiertos.

—Está bien, me pondré ropa—contestó caminando nuevamente al baño—¿Mañana que haremos?

—Es verdad—se dijo así mismo tomando su celular y marcando aquel número sin responderle al pelirrojo.

Espero unos segundos antes de que aquella voz al otro lado de la línea respondiera.

—Bueno...

—¡Tae!—exclamó con cierta emoción fingida—¡Qué bueno es escuchar tu maravillosa voz!

Pero repentinamente se escuchó un timbre al otro lado.

—¿Bueno? ¿Ho...—despegó el celular de su oreja—Aish, me colgó—murmuró volviendo a marcar.

—¿Qué quieres?—respondió el otro chico cortante.

Sabía que el rubio no era esa clase de persona, si, esa que llama de la nada diciendo que le alegra escuchar la voz de alguien.

—¡Oye! ¡¿Por qué cuelgas el teléfono?! No ves que...

—Voy a colgar—amenazo nuevamente el otro.

—De acuerdo, iré directo al grano—contestó con su voz normal—Necesito que me hagas un favor, sé que eres un niño prodigio en eso de falsificar papeles y así.

—¿Por qué lo haría? ¿No era un traidor?—dijo con cierto enfado en su voz—Si no lo hago ¿Vas a golpearme otra vez con la pelota?

—Lamentó eso—soltó sin más—Pero enserio necesito este favor.

—Bien—se resignó por fin—Mándame los datos o papeles que quieres por mensaje de texto

—¡Wow, Kim Taehyung!—exclamó con algo de exageración—¡Eres genial!

—Buenas noches, Jimin—contestó dándole así fin a la llamada.

—¡¿Qué sucede!?—dijo el extraterrestre saliendo por fin del baño.

—Howart, mañana irás a la escuela conmigo—exclamó el rubio contento.

—¿Howart?—le respondió mirándole con desagrado al escucharlo llamarle de esa manera. No le gustaba. Definitivamente no le gustó.

—Si, tienes razón, busquemos otro nombre para ti.

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