•02•
—¿Salvar a tu planeta?—preguntó frunciendo su ceño.—¿Como una clase de misión encubierto? ¿Quieren invadirnos y estas aquí para explorar el lugar? ¿Cómo un espía de Corea del Norte?
Ahora todo volvía a ser demasiado confuso. Es en ese punto que ya nada tenía sentido alguno.
—No. Yo, debo proteger esto—habló mostrándole sobre la palma de su mano, una pequeña caja color verde, cuya luz resplandecía con furor.
—¿Qué es esto?—preguntó acercando su mano a ella, pero sin atreverse a tocarla, temía ser pulverizado por ello.
—Esto, mi querido y nuevo amigo, es Eva.
El rubio asintió como si lo entendiese todo.
—¿Así son las chicas en su planeta?—preguntó con disgusto.
—Eva es una de las cajas madre.
—¡¿Nacen de una caja?!—exclamo perturbado.
Por favor, entiendan al pobre muchacho, en su vida pensó que se encontraría envuelto en una situación así.
—¡No!—exclamó—Está pequeña contiene parte de la historia del universo, es capaz de crear civilizaciones enteras, pero en las manos equivocadas, ¡Boom!—exclamó haciendo sobresaltar al chico—Significaría, destrucción total.
—Pero...—suspiró—Si saben que significa destrucción, ¿Quién sería capaz de tomarla para eso?
—Mi tío, créeme, Rugan definitivamente lo es—contestó bajando la mirada melancólico—Ya ha tomado posesión de Maxym y Ayatho—dijo guardando aquella cajita—Si encuentra a Eva, estamos perdidos, y no sólo mi planeta, absolutamente todo estará condenado. Por eso escape.
—No conozco a tu tío, pero ya me cae mal—respondió sin siquiera conocer acerca del tema.
—Descuida, el no me encontrará en este lugar, me asegure de que nadie me siguiera y definitivamente está muy lejos de donde yo vengo.
—Pero eso significa que, ¿No podrás volver?—le preguntó.
—Por ahora, creo que volver no estaba dentro de mis planes—respondió con cierta tristeza en el tono de su voz.
Jimin evaluó diferentes pros y contras al observar su expresión. Por un lado estaría genial el tener un amigo de otro planeta (lo normal), pero por otro estaban los problemas que podría conllevar eso.
Luego recordó que a él le encantaba meterse en problemas.
—Entonces puedes quedarte en mi casa—exclamó caminando hacia su mochila para después colgarla sobre su hombro—Necesitas comer, un lugar donde dormir, bañarte y cambiarte de ropa, porque...¿Qué diablos estás usando?
—Esto...—dijo mirándose—Es mi traje de batalla.
Jimin lo admiró, este era un traje de un color negro intenso que se adecuaba perfectamente al cuerpo del ser frente a él, poseía líneas que brillaban y cambiaban de color, pues en un segundo eran amarillas y al siguiente se volvían naranjas, como si lava recorriera aquel traje, además, un reloj de aspecto avanzado, demasiado moderno se hallaba en su muñeca izquierda, pero esté en lugar de marcar la hora, poseía botones que no sabía con exactitud para qué servían, y en su cinturón se visualizaba lo que bien podía ser un arma.
—Llamaras mucho la atención, definitivamente. Ni los otakus usan algo así—habló tragando en seco—Necesitamos cambiarte de ropa.
Y así fue.
Ese fue el momento en que la vida de Park Jimin, dio un giro completamente inesperado, y él no sabía si precisamente para bien.
—Bueno...bienvenido a mi hogar, dulce hogar—mencionó sarcásticamente, abriendo la puerta principal de la casa—Seguro tienes hambre, ¿Tienes hambre? Si, debes tener mucha hambre.
Habló sin dejar responder al alíen.
No podría explicar la emoción, la confusión que en ese momento recorría sus venas. ¡Ese era seguramente el hallazgo científico más grande de la historia! ¡Y él lo había descubierto! ¡Podía incluso volverse rico! ¡o mas famoso que el doctor Victor Frankenstein! Si, el básicamente había creado vida, pero el había descubierto vida en otro mundo.
—Puedes comer lo que quieras—dijo señalando la alacena y el refrigerador—Mientras, yo iré a buscar algo de ropa.
Le comentó al extraterrestre antes de desaparecer por las escaleras.
—¿Todo esto puede comerse?—se preguntó el ente mirando toda la comida dentro de esas cuatro paredes de madera.
Sintiéndose curioso, literalmente arrancó una de esas puertas y sacó lo primero que llamó su completa atención, para después llevárselo a la boca. Al principio cada bocadillo era extraño a su paladar, le hacia cosquillas, o le quemaba el estómago, pero conforme probaba más y más el bocado, no pudo detenerse.
Papas fritas, ramen, gachas de arroz, Seasoned y variedades de snacks.
—¡Hobi!—gritó bajando con destino a la cocina—No estoy seguro de que esto te quede bien—mencionaba mirando la ropa en sus manos—¿Qué te parece si primero te das un bañ...¿Pero que-
Su cuerpo quedó estático al ver aquella escena y sus ojos casi se salen de su lugar.
¡Todo era un desastre!
Comida regada por todas partes, las puertas de la alacena estaban a punto de caerse.
¿Cómo aquello era posible? Apenas había tardado unos minutos.
No había pasado ni un día, es más, no había pasado ni una maldita hora...y ya comenzaba a arrepentirse.
—No puedo creer que acabarás con todo, si mamá llega antes de arreglar la cocina, ¡Va a matarme!—exclamó caminando con paso veloz.
—Lo siento, pero no sabía que ustedes los humanos comían tan deliciosamente.
—También necesitas mejorar tu vocabulario, no debes decir "ustedes los humanos" eso sólo te hará ver sospechoso—explicó.
—Copiado camarada—respondió haciendo un ademán extraño.
—También evitemos eso, no eres un soldado, un policía o un norcoreano, podrían arrestarte por eso—dijo el rubio entrando al supermercado—Mejor, evitemos todo.
—Ahora que lo recuerdo, no me dijiste tú nombre humano—dijo siguiendo su paso.
—Ah, lo olvidé, supongo que estaba demasiado asombrado —dijo sonriendo—Mi nombre es...
Y antes de poder decir algo, frenó en seco dejando confundido a un extraterrestre quien se encontraba a su lado.
—¡Bonita!—balbuceó tontamente.
—Registrando "Bonita" cómo nombre a "humano"—dijo el peli rojo
—Si, lo que digas...
—¿Qué sucede amigo humano bonita?—preguntó evaluándolo de pies a cabeza—Tú pulso ha incrementado, tu respiración es acelerada y la temperatura de tu cuerpo subió.
Pero entonces, al no recibir una respuesta clara, llevó su vista hacia dónde el rubio estaba mirando.
—Es una chica—habló tranquilamente ladeando la cabeza.
—Camina—interrumpió el humano cubriéndose con el gorro de su sudadera y tomando una de las canastillas.
—¿Quién es la chica? Y ¿Por qué estás escondiéndote?—preguntaba el extraño ser, siguiéndole como podía el pasó.
—Qué...¿Qué chica?—preguntó nervioso metiendo aleatoriamente cosas a su canasta.
—Ella—dijo señalándola.
—¡No hagas eso!—exclamó tomando su mano apresurado—Es de mala educación señalar y ella puede verte.
—¿Es tu novia?
El rubio soltó una sonrisa sarcástica al oír semejante barbaridad.
—Ojalá—respondió mirándola disimuladamente—Su nombre es Park Seul Gi, vamos a la misma academia.
—¿Por qué no vas y hablas con ella?
—Como si fuera tan sencillo—soltó continuando con sus compras—Cuándo estoy cerca suyo no puedo hablar bien, mis manos sudan, me pongo rojo y siento el corazón en la garganta, va a pensar que soy un idiota.
—¿Qué es ser un idiota?—preguntó ladeando la cabeza, ahora se encontraba realmente dudoso.
—Mmm no sé, ¿Una persona con coeficiente intelectual bajo?—respondió, de hecho él usaba ese término sin conocer realmente el significado.
—Tú coeficiente intelectual es de ciento treinta y ocho—habló levantando su dedo índice—No eres un idiota.
—Bueno, la definición que di no es la exacta, y...¿Qué eres? ¿Un maldito genio?
—¿Entonces eso no significa idiota?—le cuestionó aún más confundido.
—Digamos que idiota es solo un pimple insulto —finalizó, pero al ver cierta pizca de duda en el rostro del alíen continuó—Sólo olvídalo y dejemos de decir idioteces.
—Me temo que eso no es posible, mi memoria es como la de un robot, almacena los datos en la memoria FLASH mi memoria de programa, en lugar de RAM a veces nombrada como SRAM, almacenó cualquier dato y...¡Wow!—exclamó pegado al cristal de uno de los refrigeradores.
—¿Qué sucede? —preguntó el chico por fin aterrizando en tierra.
La verdad es que había dejado de prestarle atención al extraterrestre desde la palabra "robot".
—¡¿Qué es esa cosa colorida que mis ojos están viendo?!
Con tranquilidad, viajó su mirada hacia donde se posaba la vista del pelirrojo. Porque si, el alíen era pelirrojo.
—¿Hablas del sprite?—preguntó señalando aquella bebida.
—Es la cosa más hermosa que he visto en mi vida—soltó extasiado y con una sonrisa enorme.
—¿Quieres probarlo?
—¡Llevaré diez!
—Entra—susurró abriendo la puerta con cuidado—Espero que mamá no haya llegado.
Los dos chicos caminaron hacia la estancia, el extraterrestre se encontraba perfectamente bien, muy fresco y a gusto mientras terminaba de beber su reciente hallazgo denominado como: Sprite, todo lo contrario al rubio, quien se hallaba cansado de caminar tanto mientras cargaba las bolsas con todas las cosas que había comprado.
—Pudiste al menos ofrecerte a ayudarme con las bolsas.—balbuceo dejándolas sobre la mesa.
—¿Tú madre dónde está? —tomó el atrevimiento de preguntar, dejándose caer sobre el sofá de la estancia —Oh, esto es muy suave.
—Trabajando—respondió por fin hablando con normalidad al notar que la casa aún estaba vacía.
Tan vacía como siempre.
—No esperes mucho. La única que te recibirá aquí después de un largo y cansado día, es mi mejor amiga llamada soledad.
—Oh, me gustaría conocerla—expresó el alienigena con una sonrisa en su rostro.
—Créeme, es mejor no hacerlo—murmuro comenzando a sacar las compras.
—¿En que trabaja tu mamá?
—Es enfermera, por eso nunca está en casa—explicó, pero pudo presenciarse cierta pizca de tristeza—Pero bueno, ve a darte un baño, yo limpiaré la cocina.
—¿Qué es darse un baño?
—Búscalo, creí que eras como un robot—le respondió divertido mientras se dirigía a la cocina.
Al parecer, aquel baño sería un poco largo.
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