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The Messenger

Título: I Intend to be Your Last

Autora: Sci-fi Christian [FanFiction]

Sinopsis: Klaus recibe un mensaje diciendo que Caroline está en Nueva Orleans, y tendrá que luchar para sacarla de las garras de Marcel.
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Klaus llevó la taza con sangre a sus labios y suspiró mientras se la bebía. Frunció el ceño cuando bajó la copa, y se quedó observando la ciudad de Nueva Orleans. Su ciudad. Su amada ciudad oscura.

Sus ojos se estrecharon a medida que exploraron las calles, mientras se encontraba en el balcón de su apartamento. Habían pasado meses desde que se mudó aquí, lejos de ella. Una parte de él deseaba habérsela llevado con él, pero la mayor parte quería que ella fuera quien hiciera el movimiento. Que fuera su decisión.

Había mostrado que era capaz de hacer más de lo que él mismo pensaba, todo por ella. Fue un momento fugaz en el que bajó la guardia y la dejó entrar. Un momento fugaz fue suficiente.

Suspiró mientras bajaba la cabeza y cerró los ojos. Él la imaginó como siempre hacía; su cara, su sonrisa, su risa, y como la mayoría de las veces; sus ojos. Sus ojos eran la única cosa que nunca podría olvidar. Mantenían su luz, su alma, su belleza. Ellos reflejaban todo.

Suspiró una vez más cuando abrió los ojos, y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. Él había querido decir cada palabra de lo que le había dicho. Nunca dudó de que ella fuera a venir a él, y que por fin estarían juntos, para siempre.

Nunca había sido alguien muy paciente, especialmente con cosas que quería, pero por ella iba a esperar siempre.

Él levantó la cabeza, y una vez más su mirada vagó sobre las luces de la ciudad de su amada Nueva Orleans. Él deseaba que estuviera aquí para compartirlo con ella. Incluso le había llamado para decirle, pero el mensaje había sido entregado hace unos meses. Probablemente lo borró en el momento en que lo escucho.

Sacudiendo la cabeza, volvió sobre sus talones y se dirigió al apartamento. Se acercó lentamente a través de las habitaciones, hasta que llegó a la suya, donde un caballete de pie estaba listo para que comenzara a trabajar.

Cuando empezó a pintar, su concentración fue perturbada por unos suaves golpes en la puerta. Se detuvo con el brazo y el pincel en el aire y frunció el ceño.

Cerró los ojos cuando oyó un débil latido de un corazón humano y respiraciones profundas detrás de la puerta. Dejó caer la mano y se volvió hacia la intrusa.

—Ah, Camille, ¿a qué debo el placer? —Preguntó en un tono forzado, mirándola con ojos peligrosos. En los meses que había vivido aquí, Camille se había convertido en una buena amiga de los Originales, pero también de Marcel. Se había convertido en su mensajera, una mediadora entre ellos. Aunque a veces le molestaba que la utilizara, ella era la única que cruzaba la distancia entre ellos.

Camille sacudió lentamente la cabeza y tragó saliva. —Klaus... —Ella comenzó cuando levantó un pedazo de papel en sus manos.

Klaus frunció el ceño cuando se dio cuenta de que estaba temblando, pero no pudo decir por qué. Dio un paso hacia ella y cogió la carta en sus manos.

La miró mientras abría la carta, preguntándose que la tenía tan nerviosa.


Klaus,

Alguien vino a verte hoy, una vampira rubia muy joven con ojos azules-verdes profundos, y una sonrisa encantadora. Me he tomado la libertad de hacer que se sienta como en el, he de decir, hogar. Su habitación es bastante agradable, si me permites decirlo.


Klaus sintió sus venas formándose debajo de sus ojos. Caroline estaba en Nueva Orleans, y Marcel la tenía prisionera. ¡Cómo se atrevía a tocarla!


Tomé también la libertad de salvar su vida. Ya ves, mis hombres le salvaron de la manada de hombres lobo que aterrorizan a mi ciudad. Por desgracia, ella estaba bastante golpeada cuando la encontraron, y para mi sorpresa ella dijo tu nombre.


Klaus cerró los ojos mientras contenía las lágrimas. Estaba herida, y él no estaba allí.


Ella ha dicho, en lo que parece ser un estado muy delirante,  que ella vino por ti.  ¿Qué podrías haber hecho para ganar una criatura tan deseable? Oh, bueno, sólo estoy informándote de esta pequeña visitante, con un solo propósito.

Deja Nueva Orleans, y no vuelvas nunca, de lo contrario no volverás a ver a este pequeño ángel rubio de nuevo.

Realmente es algo interesante de ver. El gran Niklaus Mikaelson, el vampiro híbrido más temido, tiene una debilidad. No te culpo, sin embargo.

Ella es toda una belleza.

Marcel.


Klaus se derrumbó con el papel en sus manos, y cerró los ojos mientras contenía un gruñido. Sintió sus venas formándose debajo de sus ojos, y sintió que sus colmillos picaban por salir de sus encías.

Con un fuerte grito, tiró el papel tan duro como pudo hacia la pared.

Camille, que aún no había salido, observó cómo Klaus comenzó a destruir todos los muebles en la habitación. Eran momentos como este, los que la preocupaban. Con pasos lentos, retrocedió hacia el pasillo, pero al instante siguiente en un parpadeo Klaus estaba frente a ella y la arrincono contra la pared en el pasillo.

— ¡¿Dónde está ella?! —Él gritó peligrosamente cerca de la cara de la rubia. Su rostro todavía transformado.

—No lo sé —Ella susurró, mirándolo a los ojos—. El solo me dio la carta — Añadió.

Klaus gruñó mientras golpeaba su mano derecha en la pared junto a lado de ella. — ¡No me mientas!

Camille sacudió la cabeza. —Lo juro, Klaus. Yo soy sólo el mensajero —Ella susurró, moviendo su mano izquierda en el bolsillo de sus pantalones vaqueros.

Klaus observó mientras la rubia mesera levantó otra carta. — ¿Qué es eso? —preguntó, con la rabia todavía presente en su voz.

Camille trago saliva. —Marcel me dijo que te lo diera. Dijo que es de la vampira rubia —Ella susurró, mirándolo a los ojos.

Klaus arrebató la carta de sus manos, y dio un paso atrás.


Te escojo a ti.


Cuatro palabras que decían tanto. Klaus cerró los ojos, y se volvió a Camille, que estaba cerrando los ojos, lágrimas cayendo por su semblante.

—Es ella. ¿No es así? —Ella preguntó, agachando la cabeza.

Klaus trago saliva y dio una breve inclinación de cabeza. —Siempre —susurró, mirando a la nota.

Camille asintió, y bajó la cabeza. —La vi —Ella susurró en un tono roto.

Klaus gruñó cuando se dirigió hacia ella.

Camille se estremeció al mirar hacia arriba, y deseó poder desaparecer.

—Niklaus

Klaus se quedó inmóvil por un momento, pero sus ojos se quedaron en Camille. —No te metas en esto, Elijah —Afirmó, con la mandíbula apretada por la ira.

Elijah dio un paso más allá en el pasillo, con su mano izquierda en el bolsillo del pantalón y su mano derecha en su curva natural a su lado. Con una mirada, tomó nota de la posición firme de su hermano, y la nerviosa, casi temerosa, postura de Camille. Dio un paso más cerca de la pareja, y observó cómo Camille se relajó un poco.

—Yo sé de Caroline, Niklaus —Afirmó, viendo como los ojos de Klaus se movieron hacia él por un segundo antes de volver a Camille.

—Eso no es de tu incumbencia, Elijah —Klaus entre dientes, con los ojos entrecerrados.

—Por el contrario, si ella es importante para ti, entonces ella me importa —Elijah comentó, mirando a Camille—. ¿Qué viste, Camille? —preguntó, dando un paso más cerca.

Camille tragó, y tomó una respiración profunda. —Vi a una chica rubia atada a una silla en el cuarto trasero de la barra de Marcel —empezó, estremeciéndose un poco cuando Klaus rugió y dio un puñetazo en la pared, creando un agujero en el yeso.

— ¿Qué más? —pidió Elijah, sin alterarse por el estallido de Klaus.

—Marcel me había llamado a su bar, diciendo que tenía un mensaje que quería que entregara a Klaus, y cuando llegué allí la vi —susurró, con lágrimas formándose en sus ojos—. Ella estaba atada a una silla, y gimiendo. Marcel me dijo que solo era una borracha que necesitaba un poco de descanso —Ella explicó, mirando a Klaus.

— ¿Estaba sufriendo? —preguntó Klaus, dando un paso adelante.

Camille abrió su boca, pero no dijo una sola palabra.

— ¡¿ESTABA SUFRIENDO?! —Gritó, tensando los brazos a su lado con ira.

— ¡SÍ! —Camille gritó. Sus ojos se cerraron—. Sí, estaba sufriendo. Había una ventana abierta en el cuarto trasero, y se veía como si se estuviera quemando —Ella susurró, bajando los ojos—, había algo más —Ella añadió, levantando los ojos para Elijah.

Klaus mantuvo su respiración. No estaba seguro de si quería saber qué otra cosa tenía que decir Camille. Su corazón ya estaba sufriendo al enterarse de la captura de Caroline, y después de escuchar de su dolor, él no se creía capaz de aguantar mucho más.

—Ella tenía mordeduras a lo largo de sus brazos —Ella añadió.

Klaus apretó los ojos cerrados. —Sal —ordenó.

—Klaus, yo... —Empezó, pero él levantó la mano derecha.

—Sal antes de que te mate —Afirmó, girando sobre sus talones y se dirigió a su habitación una vez más.

Ella asintió, y se volvió a Elijah.

—Elijah, yo... —Ella dijo, una vez más.

Elijah asintió. —Lo sé, Camille —Él respondió, mirándola salir con la cabeza abatida.

Suspiró mientras miraba a la habitación de su hermano, encontrándola en ruinas. Entró en la habitación, y observó a Klaus mirando al caballete, que increíblemente seguía intacto.

Elijah se acercó a su hermano y se detuvo a su lado. Se quedó mirando la pintura, y observó cada detalle del trabajo delante de él.

—Realmente te preocupas por ella, ¿verdad, Niklaus?

La mandíbula de Klaus se apretó mientras sus ojos seguían mirando fijamente su último trabajo.

Elijah sonrió ligeramente, y bajó la cabeza. Su respuesta fue dada por su silencio y su trabajo.

Pintada a la perfección en el caballete, estaba un retrato de Caroline Forbes.

—El amor es una debilidad, Elijah —Klaus finalmente susurró—. Y, sin embargo... —se detuvo, bajando la cabeza.

—Y sin embargo, lo encontraste en ella —Elijah terminó por él con una pequeña sonrisa.

Klaus suspiró. —Voy a ir por ella, Elijah —afirmó, con determinación.

Elijah asintió. —Lo sé —dijo, con una inclinación de cabeza—. ¿Te importa si pregunto cómo? —cuestionó, mirando a su hermano.

Klaus abrió los ojos. —Pensé que sólo podría entrar en el bar —respondió, con una sonrisa malvada.

Elijah volvió a asentir y se volvió hacia su izquierda para mirar a su hermano. —Bueno, entonces, ¿que estamos esperando? —preguntó, levantando su mano y señalando la puerta.

Klaus sonrió y se dio la vuelta. Sin soltar la carta de Caroline, él salió de su apartamento, con su hermano a su lado. La iba a traer a casa, no le importaba quién o cuántos tenían que morir. Nadie le hace daño, y vive.






Caroline gimió cuando sintió las cadenas perforando su piel. Las mordeduras quemaban, y el veneno se estaba propagando. Ella cerró los ojos cuando alguien le susurró al oído.

Alguien movió su pelo rubio de sus hombros, y pudo sentir el aliento caliente de ese alguien en su nuca.

— ¿Cómo es que Niklaus Mikaelson obtuvo un tesoro como tú? —Una voz oscura le dijo al oído.

Caroline gimió, e inclinó la cabeza. Tenía que aguantar, pero ella no sabía por cuánto tiempo podría hacerlo. Las alucinaciones aún no comenzaban, pero el dolor aumentaba. Esta era la tercera vez que era mordida. ¿Cuándo iba a aprender?

Ella tosió cuando sintió el sudor acumulandose en su cara.

—Gracias —susurro, finalmente abriendo los ojos, cuando sintió que alguien limpiaba su cara con un trapo frío.  Sus ojos azules se encontraron con la amable miraba de otro par de ojos azules. Intentó moverse, pero las cadenas la contuvieron.

—Por favor, ayúdame —Ella gimió, sintiendo una nueva oleada de dolor.

—Lo siento. No puedo. Marcel me mataría, si lo hiciera —La desconocida respondió, en voz baja.

— ¿Quién es Marcel? —preguntó Caroline, tosiendo una vez más.

—Él es el rey de Nueva Orleans, o por lo menos él cree que lo es —Ella respondió, simplemente.

Caroline asintió, y se mordió el labio inferior. —Klaus... —Ella susurró, el dolor en su brazo izquierdo se intensificó.

—Debes ser muy importante para él —la desconocida respondió amablemente.

Caroline echó la cabeza hacia atrás. —Yo lo elegí —Ella susurró.

La mujer sonrió amablemente. —Estoy segura de que lo sabe —Ella susurró, secando la frente de Caroline.

Caroline gimió. —Envié un mensaje —Ella susurró, mientras abría sus enrojecidos ojos.

La mujer no se inmutó ante eso, en su lugar suspiró con simpatía. —Lo sé, solo espera, Caroline —Ella susurró en voz baja.

Caroline tomó una respiración profunda, y sintió que la sangre llenaba sus pulmones mientras tosía. — ¿Quién eres tú? —murmuró con voz áspera, mirando a la joven morena.

—Mi nombre es Davina —respondió con una sonrisa amable.

Caroline asintió, y gimió. Su cabeza rodó hacia un lado.

—Me gustaría poder aliviar tu dolor —Davina dijo, mientras limpiaba nuevamente la cara de Caroline.

La rubia gimió, los espasmos sacudían su cuerpo. —Envié... mensaje... Lo... él.

Davina frunció el ceño, con dolor. Sólo se le había asignado vigilar a la niña, no sentir empatía hacia ella. Incluso con su magia limitada, ella se dio cuenta de  que esta joven vampira era especial. Podía ver la luz, y... la humanidad. Sí, ella era diferente. Marcel se preguntaba por qué ella. ¿Por qué Klaus estaba tan interesado en esta joven rubia? Davina sonrió, conocedora del secreto. Caroline tenía una luz, una luz que podía romper las defensas de Klaus, y hacerlo más fuerte que nunca.

Sólo tenía que aguantar.






Las puertas del bar de Marcel se abrieron con una explosión atronadora, y dos hombres furiosos aparecieron en el interior.

Marcel se levantó de su mesa de siempre, y abrió los brazos. —Bueno, bueno, si no es mi viejo padre y su hermano —Empezó con una mueca—.  ¿Y a qué se debe este placer? —preguntó, levantando sus oscuras cejas.

Klaus quería gruñir, pero permaneció tan tranquilo como pudo. Caroline lo necesitaba, tenía que mantener la calma.

Marcel rió.

Los ojos de Klaus se estrecharon cuando oyó un gemido familiar, y el sonido de las cadenas arrastrando por el suelo. Él se mordió la lengua al ver la sonrisa de Marcel. El auto proclamado rey de Nueva Orleans le hizo una seña a un hombre que estaba a sólo unos centímetros de él.

Klaus observó cada movimiento del hombre como un depredador que mira a su presa.

Marcel sonrió y cruzó los brazos sobre su pecho. — ¿Asumo que recibiste mi mensaje?  Antes de llegar a los términos —Empezó, dando un paso hacia su padre—. Tengo una pregunta —Añadió, mirando a Elijah antes de centrarse en Klaus—, ¿Por qué ella? —Preguntó, inclinando la cabeza— ¿Qué tiene de especial esta joven vampira?

Klaus apretó los puños a los costados. —No hay ninguna razón —Murmuró, sonriendo a Marcel.

Marcel rió. —Oh, difiero de eso, Klaus —Él respondió, dando un paso más cerca de los hermanos Mikaelson—. Nunca te interesas en algo o alguien  a menos que haya un beneficio para ti o tengan algo de valor—Afirmó, inclinando su cabeza hacia la derecha— Ahora, ¿qué es tan especial en ella? — preguntó de nuevo.

Klaus inclinó la cabeza y sonrió. —Ella no es especial, sólo una conocida —Él indicó, encogiéndose de hombros.

—Ya veo —Marcel declaró, girando la cabeza y sonrió—, por lo que no te importaría si yo la retengo un poco más de tiempo —dijo, probando las aguas.

La cara de Klaus cayó, y sus ojos se se estrecharon ante las palabras de Marcel. —En realidad, compañero, me importa —Afirmó, su voz peligrosamente baja.

Marcel sonrió y asintió. —Así que ella significa algo para ti.

Elijah dio un paso adelante. —Lo que ella significa para nuestra familia no es de tu incumbencia, Marcel —Afirmó, sabiendo que su hermano estaba a punto de perder la compostura.

Marcel rió, humilde. —En realidad, es para mi importante ayudar a cada ser sobrenatural que llegue a Nueva Orleans, dejar a una indefensa vampiro bebé  a cargo de los temibles Mikaelson... ¿qué diría eso de mi? —Añadió con una sonrisa—. Ahora, sobre el acuerdo —comenzó después de un momento.

— ¿Qué tal esto? Me das a la vampira, y te dejo vivir —Klaus dijo, dando un paso más cerca, moviendo su mano hacia arriba mientras su cuerpo se inclinaba hacia un lado.

Marcel volvió la cabeza una pulgada, y sacudió la cabeza. —Lo que pido no está a discusión, Klaus —Afirmó, girando su cuerpo por un momento.

Klaus tenía suficiente. Mirando a Elijah, asintió, y giró hacia Marcel. Tomando a su antiguo protegido por sorpresa, le rompió el cuello.

—Mereces algo mucho peor —Klaus murmuró, mientras se giraba y arrancaba el corazón del vampiro que acompañaba a Marcel.


Dejando a su hermano encargándose de los demás vampiros, Klaus se dirigió hacia el cuarto de atrás. Él gruñó mientras empujaba el vampiro que lo esperaba junto a la pared, y hundió sus dientes en su cuello, y rápidamente lo dreno. Él inclinó su cabeza hacia atrás brevemente, saboreando el sonido del cuerpo sin vida tocando el suelo.

Él salió de su trance cuando escuchó un gemido saliendo de la habitación. Con el ceño fruncido, tiró a patadas la puerta.

Caroline estaba atada a una silla pequeña, su cuerpo magullado y cortado. Sus brazos y piernas llevaban las marcas de los dientes de los lobos, que la habían atacado. Su normalmente brillante cabello rubio estaba sucio y mugriento, y cubierto de sangre. Su ropa estaba rota, y apenas la cubrían, pero él no le prestó mucha atención a eso.

Corriendo hacia ella, rompió las cuerdas y cadenas, sosteniendo sus brazos en los apoyabrazos, y sintió cómo se quemaban ligeramente. Habían impregnado la silla con verbena. Giró su cabeza y vio el anillo de la vampira en una pequeña mesa. Sin perder tiempo, cogió el anillo, y rápidamente lo deslizó en el dedo de la mujer.

Ella gimió, mientras sus ojos se abrieron. Sonrió ligeramente cuando vio su cara. —Si viniste —Ella susurró, con voz cascada.

Klaus asintió. —Siempre amor. Aquí, bebé, amor —Añadió, empujando su brazo a su boca.

Caroline gimió cuando la sangre tocó sus labios. Ella inclinó la cabeza hacia atrás contra el respaldo de la silla, sintiendo la sangre de Klaus llenándola, sanándola.

Klaus suspiró mientras se levantaba, y mantuvo su brazo sobre su boca.

Casi la había perdido. Casi había sido demasiado tarde. ¿Y si él no hubiera llegado a tiempo? ¿Qué habría hecho entonces?

Volvió la cabeza para ver a su hermano de pie en la puerta, y él asintió con la cabeza.

—Mejor nos apuramos, Niklaus —Elijah dijo, limpiando la sangre de las manos—. Marcel se despertará pronto —Añadió, cada vez más cerca de la pareja.

Klaus asintió, y retiró su brazo volviendo su atención a Caroline, quien había bebido lo suficiente, y se había quedado dormida.

Con otra mirada a su hermano, levantó a Caroline sin esfuerzo en sus brazos, y caminó hacia Elijah.

Al pasar por el cuerpo todavía inerte de Marcel, gruñó, contemplando terminar definitivamente con él.

—Niklaus —Elijah susurró, mirando entre Marcel y Klaus—. Tenemos que irnos.

Klaus apretó la mandíbula, y asintió con la cabeza, mientras miraba a Caroline en sus brazos. Era tan hermosa, y él no quería nada más en ese momento que acostarla, y disfrutar de sus rasgos, pero estaba herida, y necesitaba recuperarse.

Con un rápido vistazo a su hermano, salió a velocidad vampírica, hacia su apartamento. Una vez que entró en el apartamento, la llevó rápidamente hacia su dormitorio.

Elijah los observó desde la puerta, y sonrió, lleno de esperanza. Nunca había visto este lado de su hermano antes. El lado protector, cuidadoso, tierno y cariñoso... Niklaus realmente se preocupaba por alguien que no era él mismo. Esto era un comienzo. Elijah sonrió una vez más dándose la vuelta para marcharse.

—Elijah.

Volvió la cabeza para ver a Klaus a caminar hacia él. —Gracias hermano.

Elijah asintió y sonrió. —De nada, Niklaus.

Klaus asintió mientras observaba a su hermano salir del apartamento. Se dio la vuelta, y se dio cuenta que la rubia había abierto los ojos.

—Klaus —Ella susurró, con la voz quebrada ligeramente.

Klaus inclinó la cabeza, y caminó hacia ella.

Ella sonrió mientras levantaba su mano izquierda hacia él. —Recibiste mi mensaje —susurró, mientras se sentaba.

Él asintió con la cabeza mientras tomaba la mano. —Debes descansar, Caroline —murmuró, mientras sus ojos se estrecharon.

Ella asintió con la cabeza, y poco a poco abrió los ojos. —Lo siento, por haber venido sin avisar —susurró, con una pequeña tos.

Klaus sonrió y bajó la cabeza. —No tienes nada de qué disculparte, amor.

Caroline sonrió. — ¿Vas a matarme? —preguntó, a la ligera, sonriendo ante su pequeña broma.

Klaus se rió y negó con la cabeza. — ¿En tu cumpleaños? —Preguntó, inclinando la cabeza.

Ella dejó escapar una pequeña risa. —Te acordaste —respondió, con los ojos brillantes.

Sonrió, y apoyó su pierna izquierda en la cama, mientras se inclinaba hacia adelante. — ¿Cómo podría olvidarlo?

— ¿Marcel está muerto? —Ella le preguntó después de un momento.

Klaus suspiró y sacudió la cabeza. —Todavía no, pero lo estará pronto —Afirmó, estrechando los ojos.

Caroline asintió, y bajó la mirada hacia sus manos todavía unidas. —No paraba de preguntar por qué era importante y que hiciste para tenerme —Ella susurró, levantando su mirada.

Klaus tragó, pero no apartó sus ojos de los de ella. — ¿Qué respondiste? —Le pidió, en un tono de voz tan bajo que de no tener un oído sobrenatural, Caroline no lo habría escuchado.

Caroline se encogió de hombros. —No lo hice. No estaba en mi mejor momento, ¿sabes? Ese efecto suele tener la mordedura de hombre lobo —respondió.

Klaus asintió, y bajó la vista a sus brazos curados. —Él lo sabe ahora.

Ella rodó los ojos, antes de asentir. — ¿Quieres que me vaya? —preguntó, en voz baja.

El híbrido no respondió de inmediato, en su lugar fijó su mirada en la rubia, finalmente negó con la cabeza. —No —respondió, simplemente—. Baje la guardia por un momento, esa fue su única ventaja.

Caroline asintió, comprendiendo. —Lo sé. Me sucedió lo mismo —susurró, mirándolo con nerviosismo—. No me importa si alguien se entera, Klaus —declaró, moviéndose para sentarse. Ella gimió, su fuerza no había vuelto completamente.

—He pasado un año lejos de ti, tratando de seguir adelante, pero no puedo —continuo, con una risa silenciosa—. Me quedé pensando en lo que dijiste la noche que me gradué de la escuela secundaria, cuando dijiste que querías ser mi último amor —ella continuó, una sonrisa comenzando a formarse en sus labios—. Bueno, supongo que... —se inclinó hacia adelante, más cerca de él—, yo también quiero eso —añadió, mirando como los ojos del Original se abrían ligeramente, asombrados.

—¿Estás tratando de matarme, Caroline?

Caroline negó con la cabeza. —No, no he venido a matar, Klaus. He venido por una vida —susurró, sabiendo que él sabía lo que quería decir.

Klaus sonrió y se inclinó hacia delante con cautela. Con vacilación, puso sus labios sobre los de ella por primera vez.

Caroline sonrió aun con los labios del híbrido sobre los de ella. Besarlo se sentía como estar en casa. Ella sabía que había tomado la decisión correcta cuando decidió dejar de fingir que no le importaba, y bajar la guardia. Ahora, ella nunca iba a fingir más. Ella estaba justo donde quería estar.

Estaba con Klaus, por toda la eternidad.








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Nota de la traductora

¡Dios! Según word ustedes acaban de leer 13 páginas 😎 Hasta ahora es el one shots más largó en el que he trabajado 😪😣 pero valió la pena. Sin duda este es de mis favoritos, siempre quise que algo así pasara en la serie 😌 Bueno, no les aburro más. Espero hayan disfrutado y les haya gustado tanto como a mi. ¡Los amo!

No olviden comentar y votar beibis.

¡Hasta la próxima!

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