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My Father's Wings [2]

Título: I Intend to be Your Last

Autora: Sci-fi Christian [FanFiction]

Sinopsis: Caroline llega a Nueva Orleans y es recibida por Klaus.












En el momento en que el híbrido Mikaelson hace aparición, Caroline no puede creer que por fin esta ante él. El rubio se bajó de su coche, y se acercó lentamente a ella sin despegar ni un segundo su vista de la vampira. Sus ojos relucen, hambrientos. Hambrientos de ella. Sin romper contacto visual, él llega hasta la rubia. Sonríe cuando se detiene dos pies delante de ella.

El tiempo parece detenerse entre ellos. Una suave brisca hace que el olor del híbrido le de de golpe en la cara. Cómo echaba de menos esto. Lo extrañaba.

Los ojos de Klaus brillaban reflejando su felicidad, y verlo así le provoco un sonrojo que no pudo evitar.

Caroline se alejo un par de pasos, abrumada por su presencia. Con la mano derecha empujó un rebelde mechón de pelo rubio detrás de su oreja, mientras miraba hacia el suelo.

—Hola, Klaus —susurró, levantando la mirada hacia él una vez más.

Él tragó saliva y asintió. —Hola, Caroline —respondió con ese acento que le caracterizaba, enviando escalofríos por su espina dorsal.

La rubia se aclaró la garganta, y sonrió. —¿Hay algún lugar a donde podamos ir? —preguntó, mirando a su alrededor. Unas cuantas personas detenían su andar y miraban a la pareja con curiosidad.

Klaus rió y asintió. —Claro amor —respondió, y señalo su bolso—; ¿Es todo lo que traes contigo? —preguntó, mirándola.

Caroline frunció el ceño al recordar precisamente dónde estaba el resto de su equipaje. Ella asintió lentamente, y embozo una falsa sonrisa, aunque ella sabía que él podía distinguir la diferencia.

Pero Klaus no dijo nada, solo asintió y cogió la bolsa. Levantó su mano izquierda, señalando hacia el coche. Caroline sonrió y asintió mientras le seguía de cerca.

La rubia se deslizó en el asiento del copiloto, después de que galantemente el híbrido le abrió la puerta. Segundos después, se subió en el asiento del conductor, y se marchó del lugar.

Sus ojos vagaron emocionados por las calles de Nueva Orleans, estaba asombrada por cada detalle que lograba apreciar, la arquitectura, el paisaje, las personas. Sintió una mirada en ella, así que giro su cabeza para encontrarse con la mirada divertida de Klaus.

—¿Quieres que yo conduzca? —Ella preguntó en un tono de broma.

Klaus se rió entre dientes. —Lo siento, amor. Es sólo que no puedo creer que estés aquí —añadió en voz baja.

Ella sonrió y bajó la cabeza. —Bueno, el último lugar que visite me hizo pensar en lo mucho que te echaba de menos... —se interrumpió a sí misma, mordiéndose el labio inferior.

Klaus sintió que su corazón se hinchaba de emoción ante sus palabras. El sabía que no debía presionarla para que siguiera hablando. Una cosa que sabía sobre Caroline Forbes era que tenías que dejarla expresarse cuando lo deseara, si la presionabas, te diría una mentira. —¿Dónde estabas? —preguntó, centrándose un poco en el camino.

Caroline suspiró. —Manaos, Brasil —respondió como si hablara del clima.

La cara de Klaus se oscureció. —¿Qué estabas haciendo allí? —preguntó, volviendo a fijar su mirada en ella.

Caroline se dio cuenta de su tono y se removió en su asiento, incomoda. —Quería ver las selvas tropicales de Brasil, y sólo... no lo sé, me detuve en esa ciudad —Ella respondió, estudiándolo—. ¿Qué pasa? —preguntó, con calma.

Klaus inhaló profundamente. —Manaos es una muy mala elección para lo sobrenatural, Caroline —susurró, sin apartar los ojos del camino.

—Dímelo a mí —murmuró, rodando los ojos.

Las manos de Klaus aferraron con fuerza el volante, y giro en una esquina adentrándose por un pequeño camino de entrada. Ambos se quedaron en silencio mientras el hibrido detenía el coche en la entrada de la mansión –Caroline no esperaba menos–, y apagaba el motor.

Caroline observó a Klaus bajarse del coche y correr a abrirle la puerta del copiloto. Ella sonrió, saliendo del coche.

—Gracias —susurró, sonriéndole.

Él sonrió y asintió con la cabeza. Agarró su bolso, y la condujo a la casa. Subieron por las escaleras y la condujo a lo que ella deducía estaban las habitaciones de toda la familia, Klaus abrió la puerta de una habitación al final del pasillo. Ella sonrió cuando abrió la puerta, y vio una cama de matrimonio con una colcha de ante color marrón claro. Miró alrededor de la habitación, y se dio cuenta de la forma en que parecía encajar con ella. La habitación estaba decorada a su gusto, como si ella misma hubiera seleccionado cada cosa y posición.

—¿Cómo sabías que iba a venir? —preguntó la rubia, dándose la vuelta para mirarlo.

Klaus sonrió, y dejó caer la bolsa en el suelo. —No lo sabía —Afirmó, pero podía ver en sus ojos que le estaba tomando el pelo.

Caroline inclinó la cabeza hacia un lado y le miro fijamente, sin hablar le pidió que hablara con seriedad. Klaus bajó la cabeza y se rió ante su expresión.

Dando un paso hacia ella, él la miró a los ojos con tal intensidad que provoco que ella se sonrojara. —Pero lo esperaba —susurró, deteniéndose a escasos centímetros de ella.

La chica Forbes sonrió e inclinó la cabeza. —¿Nunca pensaste en renunciar? —preguntó, sin aliento.

Klaus sonrió. —No, no cuando se trata de ti, Caroline —susurró, también en voz baja.

Caroline sonrió y soltó una risa silenciosa. Ella le sostuvo la mirada por un momento más, y suspiró cuando finalmente el cedió.

—Tengo que dejarte por un momento. Siéntete como en tu casa —Él dijo luego de unos segundos, moviendo la cabeza apuntando alrededor de la habitación.

Caroline asintió, y miró a su alrededor. —Gracias, Klaus —le respondió, sonriendo. Este día había sonreído bastante.

Klaus sonrió y se giro para salir de la habitación. —Cualquier cosa por ti, Caroline —­susurro antes de salir de la estancia, esperando que la rubia no alcanzara realmente a escucharlo.

Pero ella lo hizo.

Al cerrarse la puerta, Caroline sonrió, y se dirigió hacia la ventana. Levanto las cortinas de encaje de la ventana y dejo salir un suspiro al observar como Klaus salía de la casa. Él, sintiéndose observado, se volvió y levantó la mano derecha saludando hacia en su dirección.

Ella rio, levantó su mano y le devolvió el saludo. Lo vio desaparecer en su coche y perderse en las calles de Nueva Orleans. Hasta entonces, levantó la mirada hacia la ciudad. Era hermosa, y moría de ganas por explorar sus calles.

Se apartó de la ventana, y suspiró. Sacudiendo la cabeza, se dirigió a la puerta, y la abrió. Al menos podía explorar la casa por un momento. Dio varias vueltas hasta que llego a la cocina, pensando en la libertad que antes le había concedido Klaus decidió tomar un aperitivo antes de volver a su habitación. Alcanzó la puerta de la nevera y se dispuso a inspeccionar su contenido.

—Hola.

Caroline dio un salto y se dio la vuelta. Su mano derecha voló a su pecho, dejando salir una maldición cuando vio a cierto vampiro original de aspecto distinguido de pie en la puerta.

Elijah sonrió ligeramente. —Perdóneme por asustarla, señorita Forbes —comento, adentrándose paso a paso a la cocina.

Ella le resto importancia con un movimiento de mano. —No te preocupes por eso —respondió.

—No creo haber tenido el placer de conocerla personalmente antes —Empezó, tendiéndole la mano derecha—, Soy Elijah, hermano de Niklaus —añadió, a la espera de su mano.

Caroline sonrió y le estrecho la mano. —Caroline —dijo, sacudiendo la mano del original.

Elijah sonrió. —Es un placer conocerte por fin —dijo, en voz baja.

Caroline sonrió. —Igualmente —respondió en voz baja.

Él la estudió por un momento, y entonces se dio cuenta por qué su hermano se había fijado en ella. La rubia era hermosa.

Caroline fijo su vista en sus pies cuando se dio cuenta que el original le estaba dando un escrutinio intenso. Nerviosa, se coloco el pelo detrás de las orejas.

Elijah señaló a la nevera con la mano izquierda. —Hay algunas bolsas de sangre, siéntete en la libertad de tomarlas cuando gustes —Él respondió, y mirando la sorpresa reflejada en el rostro de la mujer decidió explicarle—. Niklaus pidió que las trajeran hace unas semanas, aunque él no me dijo por qué. Sospecho que fue debido a ti —añadió con una sonrisa.

Caroline bajó la cabeza. —No bebo de humanos —dijo, levantando la vista para ver su expresión.

La cabeza de Elijah se levantó unos centímetros, con los ojos muy abiertos. —Ya veo —comentó lentamente. Nunca había visto a su hermano ser considerado con nadie excepto consigo mismo. Estudiando a la mujer frente a él, se dio cuenta de que ella era muy especial. Ella era la clave de la humanidad de Klaus.

Caroline abrió la nevera y sacó una bolsa de sangre, y tomó un sorbo. Suspiró cuando sintió la sangre deslizándose por su garganta. Era tan dulce y refrescante. Ella tiró la bolsa, y se limpió delicadamente la boca con los dedos. —Lo siento. No he comido nada en casi dos días —dijo, mirando a la bolsa vacía en su mano.

Elijah le restó importancia, y le indicó que tomara asiento. —No tienes nada de qué disculparte, Caroline —Él respondió, sentándose frente a la rubia, solo los separaba la pequeña mesa de la cocina

Caroline se sentó y cruzó las manos sobre su regazo. Ella bajó la mirada hacia sus tacones color piel, y dejo que el silencio les rodeara a ambos vampiros.

—Te he oído hablar por teléfono con Niklaus un par de veces —comenzó Elijah, reclinándose en su silla—. Has viajado alrededor del mundo —añadió, observando su reacción.

Caroline asintió. —Así es —respondió, mirándole.

—¿Que te impulso a ir eso? —Preguntó, sonaba verdaderamente interesado.

Caroline sonrió y levantó la mirada. —Nunca había visto el mundo antes, y Klaus siempre me maravillaba con sus historias alrededor del mundo, me dijo todo sobre él, por lo que después de graduarme quise verlo por mí misma —respondió, sonriendo.

—Ya veo, ¿y cuál fue tu lugar favorito? —preguntó, al oír cerrarse la puerta delantera. Observó como los ojos de Caroline se iluminaron un poco ante el sonido.

Ella sonrió y apoyó los brazos sobre la mesa, mirando a la puerta. —Italia —respondió con asombro.

Elijah sonrió y asintió. —Es un hermoso lugar —Estuvo de acuerdo, observándola.

—Mi madre en realidad vino a verme mientras yo estaba allí, y lo vimos juntas —Ella explicó, pero al ver a Klaus de pie recargado en la puerta centro su atención en el híbrido. Este frunció el ceño a su hermano, pero dirigió una pequeña sonrisa hacia Caroline.

—Ah, Niklaus, sólo estaba conociendo a tu invitada, haciéndole compañía hasta que llegaras —Elijah respondió, señalando a Caroline.

Klaus asintió, y miró hacia la rubia. —¿Ha encontrado todo lo que necesitabas? —preguntó, juntando las manos detrás de la espalda.

Caroline bajó la cabeza y sonrió. —Sí. Gracias —respondió, sin apartar sus ojos de él.

Elijah observó la interacción de la pareja con atención.

—Veo que has encontrado la sangre en la nevera —Klaus cambio de tema, señalando la bolsa vacía en la mesa. Ella asintió, e inclinó la cabeza hacia un lado mientras cruzaba los brazos sobre el pecho.

—Sí, y dime ¿has decidido cambiar de dieta? ¿O porque tienes bolsas de sangre en tu refrigerador? —preguntó con una sonrisa, aun sabiendo la respuesta. Klaus sonrió y bajó la cabeza.

—Nunca se sabe cuando puedas necesitarla. Existen las emergencias, Caroline —afirmó después de un momento. Ella levantó la cabeza ligeramente.

—Uh huh —Empezó, sonriendo mientras se levantaba—. ¿Y no tiene nada que ver con el hecho de que sabías que iba a venir? —preguntó, con timidez.

Klaus rió ligeramente. —Mantengo mi palabra, amor —Se detuvo, dando un paso hacia ella—. Especialmente cuando se trata de ti—añadió, humilde.

Elijah bajó la cabeza, e hizo lo posible por no sonreír al presenciar el lado suave de su hermano. Tan raro que era ver este lado de su hermano...

Caroline sonrió ante las palabras de Klaus, pero no podía decir una sola palabra. En cambio, ambos se quedaron allí, en la cocina, mirando a los ojos del otro, ajenos a todo y a todos a su alrededor. Elijah asintió y tomó esto como su señal para salir. Rápidamente, salió de la habitación, dando a su hermano unos momentos a solas con Caroline.

Fue Caroline quien rompió el contacto con el híbrido y con timidez sonrió. —Creo que asustamos a tu hermano —dijo, señalando la silla vacía que antes había ocupado el hermano mayor de Klaus.

Klaus sonrió y asintió. —Conociendo a Elijah, probablemente quería dejarnos solos —Él respondió con un ligero tono de desdén.

Caroline asintió y cogió la bolsa vacía. —Entonces, ¿a dónde tuviste que ir hace unos minutos? —preguntó, casualmente, dejando caer la bolsa en la basura.

Klaus suspiró. —Tenía algunos asuntos que necesitaba atender con urgencia —respondió, simplemente. Caroline inclinó la cabeza.

—¿Son de casualidad los asuntos que tienen que ver con la razón que te trajo aquí en primer lugar? —­preguntó, con un deje de tristeza. Klaus la estudió por un momento.

—Sí, lo son —Él respondió, en voz baja.

La vampira asintió. —Ya veo —susurró, apoyándose en el mostrador.

—¿Por qué has venido aquí, Caroline? —preguntó, después de un momento, acercándose a ella con cuidado.

Caroline tomó una respiración profunda. —¿Creerías si te dijera que quería ver Nueva Orleans? —preguntó, mirándolo un segundo antes de desviar la mirada.

Klaus sonrió. —¿Es esa la única razón? —preguntó, mirándola con cuidado. Ella cerró los ojos. El momento de la verdad había llegado. ¿Estaba dispuesta a decirlo en voz alta? Había pasado tantos meses viendo el mundo, y durante todo ese tiempo ella no dejaba de pensar en él. ¿Cómo podía decirle?

—Caroline —susurró, observando el ligero tormento en su cara.

—No —susurró, abriendo sus ojos finalmente—. Esa no era la única razón —continuo, con firmeza, manteniendo la mirada fija en sus ojos.

Klaus sintió su corazón acelerarse ante su declaración. Abrió la boca, pero encontró su voz atrapado en su garganta. Caroline lo noto y aprovecho la oportunidad. Era ahora o nunca.

—Vine porque te he echado de menos —dijo, admirando el brillo sutil que apareció en los ojos del híbrido.

Klaus sonrió. —¿Lo has hecho, amor? —preguntó, encontrando su voz una vez más.

Ella inclinó la cabeza hacia un lado. —Bueno, no es necesario sonar arrogante —dijo, cruzando los brazos sobre su pecho.

Klaus se esforzó por no dejar escapar una risa de sus los labios ante su respuesta. —Bueno, ¿cómo debo sonar entonces? —preguntó, dando un paso más cerca de ella.

Caroline sintió que sus venas hervían. Esa sensación la provocaba la cercanía del híbrido Original. —Bueno, no sé. Feliz, emocionado, tal vez —dijo, una vez que el hombre se detuvo a un pie de ella.

—No tienes idea de lo feliz que estoy en este momento, Caroline —susurró, buscando sus ojos. Caroline dejó escapar el respiro que había estado conteniendo.

—Bueno, ya que eres feliz —Ella susurró, agarrándolo por su Henley oscuro, e hizo algo que sólo había estado soñando desde su graduación. Ella lo besó.




  ⚜ 





Meses más tarde, Caroline no podría haber sido más feliz. Con cada día que pasaba, se encontró enamorándose de Klaus, y en realidad comenzaba a amar a Elijah y a Rebekah como a su propia familia. Ella comenzó a verlos como algo más que los Originales, los vampiros milenarios que hicieron que sus amigos vivieran infierno por más de un año. Los vio como personas que solo protegían a su familia. Ellos eran una familia.

La única cosa que nunca pudo superar fue el lado protector de Klaus. Ella sabía que él sólo quería protegerla y mantenerla a salvo, pero a veces lo llevaba a un punto demasiado extremo. Ella sabía de la amenaza que representaba Marcel, y habiéndose reunido más de una vez con el vampiro, sabía de sobra la razón, pero nunca podría aceptar ser tratada como una mujer indefensa.

Se acurruco en la cama que compartía con Klaus, y suspiró mientras llevaba sus rodillas hasta su pecho. Klaus iba a llegar tarde una vez más. Él le había dicho que tenía una reunión con Marcel, y que sería mejor si ella se quedaba en casa.

Pero ya habían pasado tres horas más de lo que ella había calculado, había recorrido su habitación como leona enjaulada hasta que el suelo estaba casi desgastado. Incluso había manoseado a través de varios libros en la biblioteca de Klaus, o debería decir de Elijah. Se quedó mirando fijamente la puerta de la habitación, como si eso invocara a Klaus.

Coloco su frente en sus rodillas y cerró los ojos. No sería capaz de dormir cuando la preocupación se la está comiendo. Era obvio que Marcel no podía matar a Klaus, pero él podía hacerle daño, y el solo pensamiento la mortificaba aun más.

»Él te necesita«

La cabeza de Caroline se sacudió, y sus ojos buscaron en la habitación cuando sonó la voz en su mente. Ella sacudió su cabeza. Seguramente lo estaba imaginando.

»Él te necesita ahora, Care«

Sus ojos se abrieron. Ella no lo estaba imaginando. Su corazón se acelero, el miedo inundando segundo a segundo su cuerpo.

Klaus estaba en problemas.

Rápidamente salió de la cama, se enfundo en un par de pantalones vaqueros y una sudadera. Se deslizo en un par de zapatillas de deporte, corrió hacia la puerta y salió de la casa.

Nueva Orleans se había convertido en un segundo hogar para ella desde que se estableció con Klaus. Ella sabía casi cada rincón y grieta que había, e incluso conocía cada lugar en donde a Marcel le gustaba pasar el rato.

Ella evitó los lugares en donde estaba segura que los secuaces de Marcel vigilaban, y se dirigió al lugar donde se suponía que Klaus se vería con Marcel.

Ella dobló la esquina, y sus ojos se abrieron exageradamente, sorprendida se quedó quieta, agradecida por ser cubierta por las sombras. Ahí estaba Marcel sobre Klaus. El híbrido estaba de rodillas, con la cara ensangrentada, y su cuerpo estaba temblando.

Caroline sacudió la cabeza mientras con sus manos ahogo una exclamación. Su corazón se rompió al ver la derrota en los ojos de Klaus. Este no era su Klaus. Su Klaus era un luchador.

»Mira a tu alrededor.«

Caroline movió sus ojos alrededor de la zona, y frunció el ceño cuando vio a tres vampiros de pie en el callejón, como guardias, a su izquierda. Se volvió hacia su derecha, y vio a dos más. En el otro lado de Klaus, estaban cinco más. Y cerca de una docena de pie detrás de Marcel.

Sentía la rabia llenar su ser al ver la morbosa satisfacción en el rostro de Marcel. Ella tenía que hacer algo.

Levantando la cabeza, en silencio se trasladó hacia los dos vampiros se su derecha. Con precisión silenciosa, que Klaus le había enseñado, les arrancó el corazón, al mismo tiempo.

Ella sonrió con satisfacción cuando sus cuerpos comenzaron a hundirse en el suelo. Ella los cogió con sus manos manchadas de sangre y se aseguró de que llegaran al suelo tan silenciosamente como fuera posible, y los traslado al otro callejón. Rápidamente se oculto de nuevo en las sombras y miró por encima de los otros tres en el callejón.

Sonrió cuando vio una escalera de mano detrás de ellos. Dando un paso atrás, ella se colocó, y saltó a la parte superior del edificio. Moviéndose tan silenciosamente como pudo a la escalera que conducía a su destino, ya que llegó a la escalera, en lugar de eso decidió saltar hacia abajo en vez de subir. Echando un vistazo a Klaus, que incapaz de defenderse ya que sus muñecas estaban encadenadas sufría los golpes de un puñado de vampiros. No tenía mucho tiempo.

Con un gran salto, aterrizó suavemente en el suelo detrás de los tres. Rápidamente los vampiros se dieron la vuelta, y la reconocieron como chica de Klaus.

Caroline se movía como una mujer poseída. Ella rompió el un cuello de uno y bloqueó el golpe de otro, mientras que rasgaba el corazón a una vampira. Se volvió hacia su segundo atacante, y arrancó su corazón lentamente. Ella sonrió oscuramente, observando cómo cayó al suelo.

Volvió la cabeza y vio a Marcel frente a Klaus con lo que parecía ser un cuchillo.

»No dejes que te vean.«

Sonrió ante las palabras, y tiró de la capucha de la sudadera. Ella rodeó la multitud, evitando el resto de los vampiros. Ella sabía que iban a oler la sangre en sus manos de sus compañeros caídos, pero no le importaba. Algo estaba motivando a Klaus a luchar contra el cuchillo, y quería saber que era. Miró a su alrededor, y suspiró con alivio cuando vio a Elijah y Rebekah llegar del callejón del que acababa de salir.

Ella pensó en revelarse a sí misma, pero sabía que sería mejor no hacerlo. Poco a poco se hizo paso a través de la multitud, y se mordió el labio inferior cuando llegó lo suficientemente cerca de Klaus.

»Prepárate, Caroline.«

Ella asintió, y jalo aun más la capucha, cubriendo su rostro. Al oír el fuerte grito de los otros vampiros, supo que Elijah y Rebekah habían comenzado su ataque.

Caroline observó como Marcel le dio la espalda a Klaus, y rápidamente en la conmoción llego hasta el híbrido, matando a uno que otro vampiro a lo largo del camino. Se arrodillo a su lado, y vio que sus ojos estaban cerrados.

—Klaus —susurró rápidamente. Vio como sus ojos se abrieron lentamente, y se centraron en ella.

—Caroline —susurró, débilmente.

Ella asintió. —Tengo que sacarte de aquí —dijo, cortando rápidamente las cadenas, y levantó su débil cuerpo. Ella le tendió la muñeca, y aunque sabía las consecuencias, él lo necesitaba.

El híbrido Original negó con la cabeza, y rápidamente agarró a un secuaz de Marcel, y hundió sus dientes en su cuello. Caroline miró a su alrededor, y esperó hasta que Klaus termino antes de hacerlo salir de allí.

La fuerza de Klaus había vuelto, y se estaba sosteniendo por su propia cuenta, juntos salieron de entre la multitud.

Caroline sonrió al oír gritar a Marcel. Llegaron a la casa unos minutos más tarde, y lo llevó a su dormitorio. Volvió la cabeza cuando vio a Elijah y Rebekah entrar en la casa.

—Llámanos si necesitas algo, Caroline —Elijah respondió, con una ligero orgullo en su tono de voz. Había visto lo que la rubia menor había hecho para llegar a su hermano.

Ella asintió y le devolvió la sonrisa a Rebekah, que le había dado una señal de aprobación.

Caroline cerró la puerta detrás de ellos, y vio como Klaus sentó en la cama. —¿Necesitas un poco más de sangre? —preguntó, acercándose a él. Klaus asintió, y ella salió rápidamente de la habitación, sólo para volver a los pocos segundos con tres bolsas en sus manos. Ella se los entregó a él, y observó mientras bebía rápidamente la primera, hasta acabar con las tres bolsas.

—¿Cómo me encontraste? —Le preguntó luego de un momento. Caroline suspiró, mientras se arrodillaba frente a él.

—He utilizado mi instinto —Y seguido mi corazón. Añadió en su mente, viendo sus ojos brillar tenuemente—. ¿Qué pasó? —Ella preguntó, buscando sus ojos.

El rostro de Klaus se desfiguró de rabia. —Marcel me engaño, utilizo a una bruja para someterme, tomando temporalmente mis fuerzas, y así intentar matarme —afirmó, con dureza.

Caroline inhaló profundamente. —¿No sabe que matarte acabaría también con él y toda tu línea? —Ella preguntó, en voz baja, aunque el enojo era evidente en su voz.

—No —Klaus respondió, simplemente. Ella asintió, y con delicadeza coloco sus manos en las rodillas del hibrido—. ¿Estás bien? —preguntó, sabiendo el dolor que sufrió.

—No deberías haber ido por mí, Caroline — Klaus dijo, oscuramente—. Te habrían matado —añadió, con fuerza.

Ella sonrió y se miró las manos aún manchadas de sangre. —Ellos no tuvieron la oportunidad de siquiera intentarlo, sobre todo con mis manos en su pecho —dijo, levantando la mirada hacia él. Klaus la estudió con calma.

—¿Cuántos? —Le pidió con voz entrecortada. Ella se encogió de hombros como si no le importara.

—Cerca de una docena, perdí la cuenta después cinco —respondió, sonriendo con suavidad.

Klaus sacudió la cabeza. —Caroline... —Empezó, observándola sacudir la cabeza.

—Estabas sufriendo, Klaus. Sé que no habría pasado de eso. Pero yo no iba a estar de pie tranquilamente viendo que el hombre que amo sea torturado por un estúpido deseo de ser rey —Caroline dijo, firmemente—. Además de que no estaba sola —Ella añadió, en voz baja, pensando en la voz de su padre guiándola en su mente cuando ella luchó.

Klaus no oyó el resto. Todo lo que oyó fue el hombre que amo. ¿Podría ser verdad? La estudió, y puso las piezas juntas. El sabía que le importaba, pero eso no justificaría su lucha por él, matando sólo para salvarlo.

—Dilo otra vez —susurró, sus ojos brillando por las lágrimas que se estaban formando.

Caroline sonrió. —Te amo, Klaus —susurro, viéndolo sonreír de alegría y satisfacción.

Klaus tiró de ella en sus brazos y la besó con tal reverencia que hizo que la rubia gimiera.

—No sabes cuánto tiempo he querido oírte decir esas palabras —susurró, besándola una vez más.

Ella sonrió contra sus labios. —Yo todavía estoy esperando a que lo digas —dijo, tirando de su cabeza hacia atrás con una mirada suave.

Él sonrió. —Te amo, Caroline, más de lo que pensé que alguna vez lo haría —susurró, tocando su cara con su mano derecha.

Ella sonrió y le robo a el hibrido un suave beso.

»Sé feliz, mi pequeña Care.«

Caroline sonrió mientras su cabeza descansaba sobre el hombro de Klaus. Ella era feliz, por primera vez en mucho tiempo, ella estaba realmente feliz, y tenía que darle a su padre las gracias por ello.

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