Lonely Alone
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Titulo: I Intend to be Your Last
Autora: Sci-fi Christian [FanFiction]
Sinopsis: Episodio 4x18. Caroline llega a la mansión de Klaus. Encontrándose con que el se ha ido, ella finalmente se da cuenta de lo mucho que significa para ella, y cómo ella lo echó.
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Caroline entra en la mansión por segunda vez en dos días. Ella suspiró mientras miraba a su alrededor, e inhaló profundamente. Su olor aun persistía, pero no era tan prominente como ella habría esperado.
Ella cerró los ojos y sintió las lágrimas acumulándose detrás de sus párpados. ¿Cómo podía haber sido tan estúpida? ¿Cómo podía haber dicho todas esas cosas horribles a un hombre que solo le mostró afecto, a ella más que nadie?
Caroline entró en el estudio, donde se acordó de su último enfrentamiento. Se tapó la boca cuando miró alrededor de la habitación, completamente vacía, sólo el recuerdo de lo que había ocurrido era lo que quedaba.
Ella sacudió la cabeza con incredulidad. La única constante en su vida se había ido. No podía creer el pensamiento que cruzó por su mente. No podía ser su constante, ¿verdad? Ella sacudió la cabeza, y salió del estudio, a travesando la casa, y la soledad comenzó a llenar su corazón.
Su mente comenzó a evocar imágenes de la última vez que lo vio. Había sido herido con una estaca por Silas. Él estaba alucinando, y sufriendo. Su corazón se había roto al verlo en el suelo sobre sus rodillas, mientras gritaba y jadeaba. Ella no debería haber estado cuidando de un hombre que mató a tanta gente, pero ella no era diferente. Ella mató a una docena en una noche.
Se acordó de las pinzas en sus manos mientras sacaba el pedazo de roble blanco de su espalda. Recordó la sensación de su piel bajo sus dedos. Recordó calmarlo y hacerle saber que ella era real, y que ella estaba allí con él.
Ella recordaba cómo hablaron, como el se abrió ante ella, mientras recobraba su fuerza.
Recordó el beso.
No podía creerlo al principio. Ella lo había besado. Le había dado la espalda, alejándose de él en un primer momento, enojada con su egoísmo, y él se había precipitado en frente de ella.
—¡No me des la espalda a mí! —Él gritó en su cara.
Se inclinó hacia delante y gritó:—¡Debería haberte dado la espalda hace años! —Ella gritó, sus ojos fijos en él.
De repente, ella agarró su rostro y le dio un beso. Su voz interior le dijo que estaba mal, pero la tentación había sido demasiada. Casi lo había perdido, y eso la asustó.
Ella nunca lo admitiría, pero se había asustado al pensar que él ya no estaría en su vida.
Ahora, ella estaba en el centro de su estudio de pintura, y el dolor de la pérdida se estaba volviendo demasiado agotador. Las lágrimas inundaron sus ojos, y corrían por su rostro. Se llevó la mano izquierda hacia arriba, a la nariz, y sacudió la cabeza.
—¡¿Cómo te atreviste a irte?! —Ella gritó en la casa vacía. El dolor llenó su cuerpo mientras ella se hundió hasta las rodillas.
—Todo el mundo me deja —susurró, envolviendo sus brazos alrededor de su cuerpo—. Pensé que eras diferente, pero al parecer estaba equivocada —Ella susurró, con tristeza.
Las lágrimas cayeron al suelo, y se permitió que los sollozos salieran. Ella lloró. Lloro por la soledad que sentía. Lloro por el dolor que sentía. Lloro por el rechazo.
Tyler la había dejado. Elena había apagado sus emociones. Stefan estaba envuelto en Elena. Bonnie estaba distraída. Su madre era todo lo que tenía, excepto él.
Klaus era su ancla. La única persona en la que podía contar. Admite que había hecho atrocidades horribles en su tiempo, pero le había demostrado que podría cambiar, aunque sólo sea un poco, especialmente por ella.
—Yo no sabía lo malo que podía ser el dolor. Bebé, por favor vuelve a casa. Yo no sabía que era así estar sola, sola —Cantó, en voz baja, con lágrimas por su rostro mientras se hundía completamente en el piso de madera. Las palabras eran de una vieja canción, que habían oído cuando era sólo una niña, sin comprender plenamente el significado de las palabras, hasta ahora—. Es sólo la medianoche pero bebé tu te has ido. Es para siempre, desde la puesta del sol hasta el amanecer y para siempre, y mientras estoy acostada aquí mirándome a mí mismo, me está golpeando con fuerza la forma en la que debes haberte sentido —continuó, mientras las lágrimas caían con más fuerza, haciendo que su voz se agrietara—. Lo siento, te he hecho daño y lo siento, lloro y daría cualquier cosa si pudiera contener esta noche —Ella habló, no canto. La canción era el único consuelo que tenía mientras se quedaba dormida con las lágrimas empapando su rostro.
Sin saber que el causante de su dolor estaba de pie en la puerta, escuchando su angustia, rompiéndole el corazón.
Horas más tarde, Caroline se movió ligeramente, y se dio cuenta de que no estaba tirada en el piso, si no en una cama acolchada. Poco a poco se incorporó mirando a su alrededor, tratando de recordar por qué estaba en una habitación, una habitación que olía muy parecido a él.
Su corazón comenzó a romperse aún más. ¿Cómo no recordar que entro en esta habitación? Ella debe haber estado realmente fuera de sí para que no recuerde.
Se llevó las rodillas hasta el pecho, y poco a poco envolvió sus brazos alrededor de ella, colocando la barbilla en la parte superior. Las lágrimas llenaron sus ojos.
Ella estaba tan perdida. Se sentía tan vacía. Moviendo la cabeza, coloco la frente en sus rodillas. Las lágrimas cayeron más rápido y más duro ante la idea de no volver a verlo para decirle lo que realmente sentía.
Mystic Falls ya no era su casa, ya no podía volver a casa. Ella no podía.
Parecía tonto, pero sin él manteniéndose a su lado su hogar ya no estaba.
La puerta se abrió y pasos tranquilos caminaron hacia ella, pero no los escucho. No fue hasta que sintió el colchón hundiéndose bajo un peso adicional que se dio cuenta que había alguien con ella.
Lentamente levantó la cabeza, y sus ojos azules se clavaron en una mirada –muy familiar– de ojos azul celeste. No, esto no era real. Esta era su mente jugándole un truco cruel. Él no estaba aquí. Ella lo alejó con sus palabras y acciones crueles.
Esto hizo que las lágrimas cayeran aún más rápido. No sabía cuántas lágrimas en realidad podría derramar pero parecía que seria para siempre.
—No estás aquí —Caroline gritó con un sollozo. La garganta le dolía de tanto sollozar.
Los ojos de Klaus se suavizaron cuando él se dio cuenta de su estado. Inclinando la cabeza, levantó su mano derecha y tocó suavemente su mejilla. Caroline se tensó ante el contacto, y sus ojos se abrieron mientras miraba hacia su mano, sintiendo su pulgar sobre su barbilla.
—Oh, estoy aquí, amor —susurró, con los ojos fijos en ella.
Caroline negó con la cabeza y se echó hacia atrás, alejándose de su toque. —No, te fuiste —Ella graznó, deslizándose aun mas hacia atrás, hacia la cabecera de la cama, lejos de él.
Klaus suspiró dejando caer su mano. —Volví, Caroline —dijo, mirándola llevar sus rodillas una vez más a su pecho.
Ella sacudió la cabeza de nuevo. —No, te lastimé demasiado. El verdadero Klaus nunca volvería por alguien que lo lastimó. No hay segundas oportunidades —susurró, finalmente, las lágrimas cayendo por su cara.
Klaus suspiró y levantó la mano una vez más, y limpiando las lágrimas que caían por su cara. —Te daría un millón de oportunidades, Caroline —susurró, suavizando su mirada.
Ella sacudió la cabeza, y se mantuvo lejos de él. —No, no — repitió una y otra vez—, Klaus nunca daría segundas posibilidades —Ella dijo, mientras pasaba sus dedos por su cabello—. Y menos por mí —añadió, bajando la cabeza, y escondiéndola entre sus rodillas—. Destruí cualquier oportunidad que tuve —terminó en un susurro, pero aún así él la escucho.
Klaus se levantó y se acercó a ella. Su corazón rompiéndose en pedazos por cada lágrima que sus bellos ojos derramaban al suelo, debajo de ella.
Las lágrimas llenaron sus ojos cuando se arrodilló frente a ella. —Caroline —susurró, mientras agarraba su rostro con las dos manos. Él esperó hasta que ella lo miró a los ojos—. Nunca has destruido alguna oportunidad conmigo —susurro, reflejándose en sus ojos la ternura y la honestidad.
Caroline dejó escapar un sollozo, y Klaus la atrajo hacia él. Odiaba el dolor que veía en sus ojos. Todo lo que quería era quitarle su dolor. Él podría. Él lo podría quitar, pero ¿podía vivir consigo mismo? No, no podía hacerlo.
—Lo siento mucho, Klaus —Ella susurró, aferrándose a él, pensando que era una alucinación de su mente deprimida—. Lo siento, por decir esas cosas —continuó, agarrando la parte posterior de su camisa blanca.
Las lágrimas cayeron sobre su camisa, empapando su pecho, pero no le importaba. Ella estaba en sus brazos, y ella no se alejaba. No se encogía, incómoda. Ella no lo estaba rechazando.
Él cerró los ojos ante el dolor en su voz. Nunca había oído tal dolor en la voz de otra persona, y lo odiaba.
—No quiero perderte, pero ya lo hice —ella susurró, aún no creyendo totalmente que él estaba allí, sosteniéndola. Todavía podía estar soñando, todo esto podría ser un sueño.
Klaus sintió una lágrima en su rostro, y suspiro a al momento en que cayó y aterrizó en la mejilla de Caroline.
Ella se retiró rápidamente, mirándolo con los ojos muy abiertos, sorprendida. —Realmente no estoy soñando, ¿verdad? —Ella preguntó, buscando sus ojos, viendo como las lágrimas caían suavemente por su cara.
Klaus negó con la cabeza. —No, amor, no lo estás —Le respondió, con una sonrisa triste.
La cara de Caroline se transformó mientras cerraba sus ojos sólo para abrirlos de nuevo para verlo, aún ahí. —¿De verdad estás aquí? —Ella susurró, tocando su cara con sus dedos vacilantes.
Él asintió con la cabeza al sentir su piel quemando bajo su toque. —¿Por qué volviste? —Ella preguntó, buscando sus ojos, preparándose a sí misma para el dolor de dejarlo ir de nuevo.
Klaus suspiró. Para un hombre que ha vivido mil años, no podía decir una palabra. ¿Cómo podía decirle?
—¿Por qué, Klaus? —preguntó de nuevo, su voz exigente.
Bajó los ojos por un segundo, y luego se volvió hacia ella. —No podía irme sin decir adiós —Él respondió, en voz baja.
Caroline bajó los ojos, y dio una breve inclinación de cabeza. —Así que realmente te vas —Ella indicó, aunque sonaba mas como una pregunta.
Klaus suspiró. —Algunos asuntos urgentes se han incrementado en Nueva Orleans, y tengo que ir —Él respondió, aunque al verla en ese estado era tentador quedarse.
Caroline asintió de nuevo, y dejó caer los brazos sobre las rodillas dobladas. —Ya veo —Ella susurró, mirando hacia abajo a sus manos.
Klaus inclinó la cabeza y se estiró, inclinando la cabeza para mirarla a los ojos. —¿Por qué has venido aquí, Caroline? —Se preguntó, buscando sus ojos tristes.
Caroline trató de bajar los ojos, pero Klaus la miraba con tal reverencia, que no podía apartar la mirada. —No lo creía... que te habías ido —Ella susurró en un tono derrotado.
Klaus tiró la cabeza hacia atrás, mientras sus ojos se quedaron fijos en los de ella. —¿Por qué, Caroline? —preguntó, en un tono bajo.
Se mordió el labio. ¿Cómo podía decirle lo que sentía y pensaba?
Finalmente rompió el contacto visual y miró hacia abajo una vez más, y Klaus oyó el suspiro de frustración.
—Porque pensé que no me dejarías —susurró finalmente, alejándose de él, y en un instante se levantó y se acercó a la ventana, dejando a Klaus en el suelo, pero sólo por un momento.
Klaus la observó mientras ella cruzó los brazos sobre su pecho, y se quedó mirando por la ventana. Se acercó a ella, y observó cómo bajó la cabeza, haciendo que su pelo rubio cayera como cascada en frente de su cara.
—¿Caroline? —susurró, tratando de hacer una declaración, pero se convirtió en una pregunta.
Caroline se detuvo cuando sintió que él se acercaba. Ella estaba al borde. Ella lo había empujado lejos por última vez, aquí le estaba diciendo adiós.
—¿Qué pasó con la mierda de "Tal vez en un día, diez años, o incluso un siglo"? —Ella preguntó, tratando de reunir la fuerza que necesitaba para su despedida.
Klaus sonrió ante su tono, pero no era amenazante, era suave.
—Todavía lo creo, Caroline —Él respondió, moviendo los brazos hacia afuera, sólo para dejarlos caer a su lado una vez más.
Caroline se volvió lentamente, y vio el dolor aún en sus ojos. —Y sin embargo, me dejaste —Ella dijo en un tono roto.
Klaus entrecerró los ojos. —¿Qué esperabas, Caroline? ¿Qué me alojaría aquí como un perro apaleado que sigue a tu lado, mientras rasgabas mi corazón? —preguntó, en un tono peligroso.
Caroline tragó saliva y sus ojos se abrieron sólo una fracción. —No espero nada de ti, Klaus —Ella dijo, su voz cada vez más fuerte—. Es sólo que... —su voz se desvaneció.
—¿Es sólo que, qué? —preguntó el híbrido en un tono exigente, dando un paso más cerca.
—Es sólo que siempre pensé que estarías aquí cuando te necesitara —Ella afirma en un tono alto, moviendo los brazos hacia fuera delante de ella, y sus ojos fijos en él.
—Nunca me has necesitado, Caroline —susurró. Aunque no podía negar el golpeteo en su pecho causado por sus palabras.
Caroline levantó la mirada hacia él y ella se burló. —Tienes razón. Nunca necesitaba sentirme especial. Sentirme como si fuera alguien por quien vale la pena luchar. Para sentir que alguien realmente se preocupaba por mí —Ella declaró, mientras las lágrimas llenaron sus ojos una vez más—. Tienes razón. Nunca te necesite, así que sólo te empujé hasta el punto donde te fuiste porque no podías... —Ella sollozó, sus las lágrimas rompían todas sus barreras—. ¡No podía ver que me importas más que nada en este mundo! —gritó, moviendo sus manos a su pecho, sintiendo como su corazón se rompía en mil pedazos—. Eras tan paciente conmigo, y sin embargo yo te hacía daño —Ella dijo, a través de sus lágrimas, impidiéndole ver cómo los ojos de Klaus se llenaban de lágrimas—. Fue sólo cuestión de tiempo antes de que yo estuviera sola, así que adelante, vete y alejate de mí, Klaus. Dejame, porque no me merezco una onza de t- —fue interrumpida cuando él la tomó en sus brazos, y aplastó sus labios con los de ella.
Caroline se derritió contra su cuerpo, y poco a poco le echó los brazos al cuello, profundizando el beso. Klaus lentamente se apartó de sus labios, y Caroline sonrió mientras abría los ojos para mirarlo con la misma emoción que él reflejaba.
—Te mereces tanto, Caroline, aunque me lleve una eternidad, nunca permitiré que te sientas sola, nunca más —susurró, buscando sus ojos dejándole ver la solemnidad de su voto.
Caroline sonrió por primera vez desde que supo que él se había marchado, y colocó su mano derecha en su rostro. —Supongo que debo decir algo así como: siempre y para siempre, Klaus —Ella susurró, mordiéndose el labio inferior.
Klaus sonrió y tiró de ella hacia él.
Caroline cerró los ojos mientras envolvía sus brazos alrededor de su cuello, y apoyó la barbilla en su hombro. —Y yo daría cualquier cosa, si yo pudiera abrazarte esta noche —Cantó suavemente con una sonrisa, mientras las lágrimas de alegría cayeron por su rostro.
Klaus sonrió mientras su mano izquierda se deslizaba a través de su pelo rubio, su mano derecha descansando sobre su cintura. —No solamente tendrás esta noche, Caroline —susurró, inclinándose ligeramente hacia atrás para mirarla a los ojos—. Tendrás un para siempre —añadió, frotando su pulgar izquierdo sobre la barbilla. Caroline sonrió y asintió con la cabeza.
Fue entonces que finalmente se sintió en paz consigo misma, nunca tendría que sentirse sola, nunca más.
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