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Last Christmas

Título: I Intend to be Your Last

Autora: Sci-fi Christian [FanFiction]

Sinopsis: La Navidad pasada, Klaus rechazó a Caroline, hiriéndola profundamente. Ahora, él la quería de vuelta, pero ella está en camino hacia el altar con otro. ¿Puede él convencerla de no casarse a tiempo?
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El vidrio de las ventanas retumbó ante el golpe del híbrido, haciendo estremecer al pobre mensajero parado en la puerta. La ira y la frustración hervían en sus venas. ¿Cómo podría ella hacer esto? Miró al pobre humano y deseo tanto matarlo por darle este mensaje. Klaus inhaló bruscamente, y sus ojos se oscurecieron.

A velocidad vampírica, agarró al hombre y le hundió los dientes en el cuello, deleitándose con la sangre corriendo por su garganta.

—¡Niklaus! —Klaus soltó al hombre y se volvió para mirar a su hermano mayor, que lo miraba con expresión seria.

—Déjame en paz, Elijah —dijo, apartándose del hombre, que estaba agarrado a la pared con mucho esfuerzo.

Elijah suspiró, camino hacia el hombre, y lo ayudó a sentarse en una silla. Se cortó la muñeca y le dio un poco de sangre al hombre antes de mirarlo a los ojos.

—Olvida lo que sucedió y continúa con tu trabajo —Le obligó, mirando al hombre asentir ausentemente.

Cuando la puerta se cerró detrás del hombre, Elijah suspiró y echó un vistazo a la carta que Klaus había dejado caer momentos antes. Inclinándose, lo recogió. Era una invitación de boda. La boda de Caroline. Cerró los ojos al saber cuál era el problema. Klaus todavía estaba enamorado de cierta vampira rubia, y ahora ella estaba comprometiendo su vida con otra persona.

Negando con la cabeza, fue en la dirección en que su hermano se había ido hacía unos momentos. Salió al pequeño jardín que Klaus había decidido construir el año pasado en su casa, y encontró a Klaus parado rígidamente en el centro del jardín.

—¿Qué pasó? —preguntó, con la oscuridad a la deriva a su alrededor.

Klaus apretó la mandíbula y cerró los ojos. —Ya sabes lo que pasó —susurró, rígidamente.

Elijah negó con la cabeza. —No todo —respondió, colocándose a su lado.

Klaus inclinó la cabeza. —Ella estaba dispuesta a venir conmigo, la Navidad pasada, pero no la dejé —Él declaró, simplemente.

Elijah asintió en comprensión. —Aún tratábamos con el asunto de Marcel en ese momento. Hubiera sido peligroso para ella venir —Él respondió, en comprensión.

Klaus suspiró ruidosamente, pero no dijo una palabra más.

—No le dijiste eso, ¿verdad? —Elijah preguntó, mirando a Klaus.

Klaus negó con la cabeza. —No, no lo hice —Él declaró, simplemente.

—¿Qué le dijiste a ella? —Le cuestiono, entrecerrando los ojos.

Klaus se dio vuelta, y estaba a punto de entrar de nuevo en la casa antes de contestar.

—Le dije que no era más que una razón para un fin. No era más que una conquista —dijo, con dureza, pero Elijah podía leer entre líneas.

—Le mentiste —Concluyó, levantando su cabeza más alto.

Klaus se burló y giró la cabeza. —¡Le salvé la vida! No podía dejarla venir, sabiendo que Marcel podría usarla en mi contra porque la amo —gritó, extendiendo los brazos.

Si Elijah se sorprendió  no lo demostró, en cambio asintió con la cabeza, bajó la mirada por un momento antes de levantarla de nuevo.

—Si hay algo que aprendí sobre el amor en los vampiros, Niklaus, es que no termina, nunca —Él respondió, sabiamente.

—Dile eso a Caroline —Klaus murmuró, moviéndose hacia la casa una vez más—. Ella me dijo que no quería volver a verme nunca más, después de ese día —añadió, con remordimiento.

Elijah suspiró, viendo a Klaus desaparecer en la casa. Nunca antes había visto a Klaus así, y eso lo perturbó.

Seguramente había una razón por la cual la invitación fue enviada, y no podría haber sido lastimar más a Klaus. ¿O sí podría? Si había una persona que podía lastimar a Klaus en más de un sentido, era Caroline Forbes.

Se enderezó cuando la puerta del patio se abrió una vez más, y Sophie Devereux salió. Él le sonrió y asintió, cuando ella se detuvo frente a él.

—Esto llego para ti hace un momento —dijo la mujer, tendiéndole un sobre.

—¿Y Niklaus? —Él preguntó, abriendo la carta.

Sophie suspiró. —Se encerró en su sala de arte y comenzó a destruir cosas —respondió, cansada.

Elijah negó con la cabeza, mientras sacaba la carta del sobre. Sus ojos se agrandaron al leer el contenido, y se apresuró a entrar sin mirar a Sophie.

Agarró su teléfono celular, marcó el número en la tarjeta y lo dejó sonar hasta que una femenina voz muy familiar respondió.

—¿Qué has hecho? —El demando.






Klaus golpeó la pintura contra el suelo, y gritó. Su voz hizo eco en la habitación. ¿Cómo pudo haber dejado que esto sucediera? Ella le dijo que se preocupaba por él, y pensó que estaba enamorada de él, pero ¿qué hizo? Él la hecho prácticamente a patadas de su casa. Él le destrozo el corazón, ¿para qué? Por sus propias razones egoístas, solo eso.

Oh, sí, él era noble. Tan condenadamente noble. Él debería obtener un premio por eso. Echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Él necesitaba hacerle saber.

Necesitaba detener la boda o, al menos, conocer al hombre con quien se iba a casar. ¿Cuál era su nombre? ¿Jesse? Se burló de sí mismo. Él era un tonto. Un maldito tonto, y él merecía perderla, pero no podía permitirlo.

Al abrir la puerta, salió y fue a buscar a Elijah. Tenía una sola oportunidad, y no iba a desperdiciarla.





Caroline se miró en el espejo e intentó luchar contra las lágrimas. Era una hermosa novia sin duda, con su vestido blanco sin tirantes y encaje y una faja roja alrededor de su cintura.

Su cabello estaba rizado, y su maquillaje estaba hecho en un tono natural.

Ella era una visión, pero sus ojos reflejaban tristeza, que nunca había podido eliminar desde la Navidad pasada. La única vez que se había arriesgado, y él la había menospreciaba, la hacía sentir como una niña, un monstruo neurótico e inseguro.

Y, sin embargo, ella todavía lo amaba. Después de que ella lo había pensado, se había dado cuenta, a pesar de sus palabras, que sus ojos le decían la verdad. Él estaba asustado.

Por eso luchó por él, a su manera. Ella había viajado a Nueva Orleans en secreto, y lo miro desde lejos. Parecía espeluznante, pero quería saber la verdad, y tenía razón. Él había roto su corazón para protegerla, y eso la enojó, pero no podía hacérselo saber.

Es por eso que ella estuvo de acuerdo con esto.

Rebekah había planeado todo, sorprendentemente, y ella se lo había permitido. Jesse había sido tan amable de fingir casarse con ella. Aunque su relación no había funcionado, principalmente porque echaba de menos a Klaus, su amistad se mantuvo intacta, y fue suficiente para los dos.

Así que aquí estaba, en su camerino, mirando su reflejo, esperando que esta Navidad fuera mejor.

Sonrió para sí misma mientras escuchaba la canción de Taylor Swift tocando en un estéreo al lado. Irónico que fuera esa canción.

—Este año se lo daré a alguien especial —Caroline cantó junto con una sonrisa—. Última oportunidad, chica —agregó, murmurando para sí misma.

—Se supone que esa mi línea, amor.

Caroline se puso rígida ante la voz, y lentamente se giró para verlo de pie en la puerta de su camerino en la iglesia, en un traje, luciendo más perfecto de lo que recordaba.

Ella controló el impulso de correr hacia él, y permaneció congelada en su lugar. Al mirarlo a los ojos, pudo ver el dolor, el dolor y la ira. Los mismos sentimientos que él había causado en ella, solo el año pasado. Esos sentimientos regresaron corriendo como una ola, aunque el amor que sentía estaba alejando un poco el dolor.

—Te ves deslumbrante, Caroline —Klaus respondió, cerrando la puerta detrás de él, y caminando hacia ella, con cuidado.

Caroline se burló, y negó con la cabeza. —Pensé que te había dicho que no quería volver a verte —comentó, volteándose para mirarse al espejo.

—Recibí tu invitación, y no pude resistirme a venir. Yo... —Hizo una pausa para aclararse la garganta—. Tenía que ver por mí mismo qué tipo de hombre es este Jesse —añadió en un tono odioso.

Caroline sonrió. —Es un buen hombre. Un tipo cariñoso. Todo lo que una chica podría querer —Ella respondió, levantando la cabeza más, aunque evitó su reflejo en el espejo.

—¿Pero es él todo lo que podrías querer? —Klaus preguntó con una voz baja y seductora en su oído, enviando escalofríos por la columna vertebral de Caroline haciéndola casi tambalearse.

Ella negó con la cabeza, rápidamente, y se apartó de él.

—No, Klaus, no me vas a hacer esto hoy —Ella declaró, firmemente, cruzando sus brazos sobre el pecho.

—¿Hacer qué, exactamente? —preguntó, fingiendo inocencia.

—No vas a lograr que me debilite y cancele mi boda porque crees que Jesse no es lo suficientemente bueno para mí —Ella dijo, mientras sus ojos lo evitaban por un momento.

—No lo es, Caroline —Klaus dijo en voz baja—. Nunca lo será. Te mereces algo mejor —añadió, oscuramente.

Ella se burló. —¿Cómo tú? —preguntó, dejando caer sus brazos a los costados—. Solo te preocupas por ti, Klaus. El año pasado, cuando por fin estuve lista para estar contigo por la eternidad, escupiste mis sentimientos en mi cara y rompiste mi corazón en pedazos —Ella despotricó, apuntando hacia él, y luego aterrizó su mano sobre su pecho—. No puedes decidir quién es bueno para mí o quién no —añadió, pasando junto a él hacia la puerta—. Ya no —susurró, las lágrimas brotaban en sus ojos.

Ella saltó un poco hacia atrás, cuando a velocidad vampírica estuvo frente a ella, y sostuvo sus ojos con los suyos.

—¿Qué quieres que diga, Caroline? Que lamento lo que dije el año pasado —Él comenzó, buscando en sus ojos—. Que no he hecho nada más que soñar con que las cosas sean diferentes —Él continuó, acercándose—. He intentado olvidarme de ti y seguir con mi vida, pero no puedo, Caroline —Añadió, viendo las lágrimas en sus ojos caer por sus mejillas. Suspiró mientras intentaba limpiarlos, pero ella se estremeció y dio un paso atrás.

—No puedes simplemente entrar aquí, y esperar que caiga de rodillas a tus pies, Klaus, solo porque dices tener sentimientos por mí. Ya no soy la misma chica —Ella comentó con voz débil pero fuerte.

—No, no lo eres. Eres más fuerte —Él respondió, con una sonrisa triste.

Ella se apartó de él y se secó las lágrimas de los ojos.

—Por favor, vete, Klaus —susurró.

Klaus sintió que su corazón se rompía ante el tono que uso. —No es lo suficientemente bueno para ti, Caroline. Él nunca lo será —Él respondió, con una pizca de frialdad.

Caroline cerró los ojos y se mordió el labio inferior, olvidando que podía ver su reflejo en el largo espejo frente a ella.

—Vete, Klaus. Solo vete —Ella dijo con voz temblorosa.

Los ojos de Klaus brillaron ante sus palabras, pero no dijo una palabra mientras giraba hacia la puerta. Con la mano en el pomo de la puerta, miró por encima del hombro.

—No quise hacerte daño, Caroline. Lo juro —susurró, viéndola reír sarcásticamente.

—Sí claro —Ella susurró, mirándose en el espejo a su reflejo.

Él suspiró, sacudiendo la cabeza. —Espero que seas feliz, Caroline, con lo que sea que decidas —susurró, por primera vez, desinteresado.

Ella tragó saliva y asintió lentamente. —Gracias —dijo, viéndolo tragar e intentar ocultar la tristeza en sus ojos.

Klaus asintió y abrió la puerta rápidamente, dejándola sola en la habitación.

Cuando la puerta hizo clic, Caroline se derrumbó en el suelo. Su cuerpo se sacudió con sollozos cuando finalmente dejó que todo el dolor y la miseria del año anterior salieran de su cuerpo. Ella había esperado que las lágrimas hubieran terminado, pero al verlo de nuevo y verlo partir, había sido más que suficiente para hacerla colapsar.

Sintió unas delicadas manos en sus brazos, y levantó la mirada para encontrar a Rebekah de rodillas frente a ella.

—¿Por qué no le dijiste? —Rebekah preguntó, con simpatía.

Caroline negó con la cabeza. —No pude —Ella lloró, lágrimas cayendo por su rostro—. Él solo me rechazará nuevamente —añadió, bajando la cabeza.

Rebekah negó con la cabeza. —Caroline, él no habría viajado desde Nueva Orleans, si al menos no se preocupara por ti —Ella dijo, tomando un pañuelo y limpiando la cara de Caroline—. Ve y díselo, Caroline —Ella agregó después de un momento.

Caroline inhaló temblorosa. —¿Qué pasa si él me odia? —Ella preguntó, con un sollozo rastrillando su voz.

Rebekah sonrió y puso los ojos en blanco. —Dudo que Nik alguna vez te odiará —Ella declaró en leve agravación—. Ve, Caroline —dijo, ayudando a Caroline a ponerse de pie.

Caroline inhaló bruscamente, y se secó los ojos una vez más, antes de asentir con la cabeza hacia Rebekah.

—Gracias —susurró la menor, suavemente.

Rebekah se encogió de hombros. —Solo no le digas a Nik que yo fui parte de esto. Él piensa que todavía te odio —dijo la Original con una sonrisa.

Caroline asintió y giró sobre sus talones para salir de la habitación. Pasó el santuario donde se suponía que iba a tener lugar la boda, y detuvo sus pasos cuando vio a Klaus parado en el centro del pasillo, mirando la iglesia decorada con hojas de acebo y guirnaldas.

Respiró hondo y entró a la habitación, que iba a tener a sus amigos y familiares, pero todos sabían la razón detrás del arreglo falso, y se negaron a venir. Sus tacones golpearon ruidosamente contra el pasillo de piedra, mientras caminaba hacia él, tratando de reunir coraje con cada paso.

Lentamente se dio vuelta, y ella lo vio ponerse más nervioso cuanto más se acercaba. Dejó que una sonrisa tocara sus labios, cuando se acercó lo suficiente como para mirarlo a los ojos.

—¿Por qué viniste? —Ella preguntó, temblorosa.

Klaus apartó la mirada de ella. —Para ver al hombre con el que ibas a casarte. ¿Dónde está? —preguntó, mirándola con una chispa en los ojos.

Caroline tragó saliva. —En Nueva York, con su prometida —respondió, suavemente.

Los ojos de Klaus se abrieron de par en par. —¿Con quién? —cuestiono, en un susurro sin aliento.

Caroline sonrió débilmente. —Quería demostrarte que podía avanzar tan fácilmente como tú, pero no pude, como tú no pudiste —Ella dijo, caminando hasta situarse a su lado.

Klaus entrecerró los ojos y se volvió para mirarla. —¿Caroline? —Él la vio detenerse para tocar las pequeñas hojas de acebo en el banco.

—Después de lo que paso la última Navidad, estaba herida. Más herida que nunca. No podía hacer nada ni ir a ningún lado —Ella comenzó, volteándose a mirarlo—. Hasta que recibí una llamada telefónica, de... una fuente anónima, que me dijo lo deprimido y malhumorado que estabas después de que me rechazaras —Ella continuó, encogiéndose de hombros—, así que viaje a Nueva Orleans y te observé —Ella agregó, con una sonrisa.

—¡¿Tu qué?! —Él gritó, mirándola.

Ella asintió y se volvió hacia la hoja de acebo con la que estaba jugando.

—Observé cómo cambiaba tu estado de ánimo y cómo parecías perdido y solo. Entonces supe cuánto te dolía lastimarme, así que comencé a idear un plan, con la ayuda de un amigo, y... —Se detuvo, tocando su vestido con su mano derecha—. Decidí que esta Navidad iba a ser diferente. Esta Navidad iba a entregar mi corazón a alguien muy especial, que se lo merece y que se preocupa por mí —Ella respondió, volteándose a mirarlo.

Los ojos de Klaus se llenaron de emoción, y no pudo evitar acercarse a ella, acortando la distancia entre ellos.

—¿Y quién es esa persona? —Le preguntó, deteniéndose a milímetros de ella.

Caroline sonrió. —Te daré una pista. Es alguien en quien puedo confiar, y que sacrificó su felicidad por mí. Alguien a quien nunca dejé de amar —susurró, acariciando la cara desaliñada del hibrido.

Klaus tragó saliva y cerró los ojos. —Tampoco deje de amarte —susurró, quebrado.

Ella sonrió con ternura y alegría, y sabía que esta Navidad era especial. Fue la mejor que alguna vez tuvo. Todo porque ella le dio su corazón a la persona especial, y él aceptó.

Cuando ella se inclinó hacia adelante, el reloj de la iglesia sonó fuerte, haciendo que se detuvieran por un momento.

—Feliz Navidad, Caroline —Klaus susurró, acariciando su rostro con su mano derecha.

Ella sonrió, entre lágrimas. —Feliz Navidad, Klaus —Ella regresó con alegría, cerrando la distancia entre ellos.

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