Everybody bursts into mad flames
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Título: Half Agony, Half Hope
Autora: Austennerdita2533 [FanFiction]
Sinopsis: Sangre y violencia siguen a los Mikaelson en todas partes, esta vez toma forma de un Elijah amnésico y desquiciado. Caroline intenta detenerlo mientras Hayley se deshace de Greta, y Klaus se lleva a Hope. ¿Puede Caroline mantener a raya a un original amnésico? ¿Podrá Klaus proteger a todos los que le importan? ¿Qué ganarán? ¿Qué perderán?
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Delante de ella se encuentra un extraño, un extraño que una vez conoció. Pelo oscuro, barbilla afeitada. Gafas de sol estilo aviador metidas en un cuello blanco. Jeans azules. Los labios cerrados se curvaron con impaciencia. Dos postes de cercas que se asomaban por debajo de las mangas de su chaqueta de cuero: simple, negra, sin diseño ni marca. Sus ojos fríos y oscuros también la estudian, aquellos ojos cafés que solían perforar el mundo con tanta sagacidad, con una sofisticación y razonabilidad innatas, pero ahora valora todo lo que lo rodea con algo peor que odio: apatía. Elijah Mikaelson es lo último que Caroline espera ver en este momento. Especialmente en jeans, ¿estás bromeando? ¡Elijah en jeans!
Y apenas ahoga su sorpresa lo suficientemente rápido como para bloquear su camino a la casa que se posa en una pequeña colina detrás de ellos.
—¿Puedo ayudarte? —pregunta con tono tranquilo la rubia. Inclinando la cabeza hacia un lado, ella se para frente a él, regalándole una sonrisa aguda—. Pareces un poco perdido y soy una ciudadana preocupada que está dispuesta a enseñarte el camino correcto.
—Muévete —gruñe el hombre.
—Hey, hey —ella levanta las manos en defensa, medio en broma—. Sé que tu memoria ha sido alterada, Elijah, junto con toda tu historia de sentimientos familiares y platónicos, pero pensé que de todas las personas seguirías siendo educado. ¡Qué vergüenza! Una verdadera tragedia.
—¡Dije, muévete!
—Wow, ¿realmente? ¿Sin, señorita Forbes? ¿Ningún: es agradable verte de nuevo, Caroline? —Ella mueve su dedo a modo de reprimenda. El Original busca esquivarla pero la vampira rubia ataja cada movimiento; se niega a dejarlo pasar. Está decidida a darle más tiempo para escapar a un lugar seguro a Klaus y a Hope—. Sé que mi cara te es familiar, tal vez borrosa y desviada, pero aun así me reconoces.
—Hablas demasiado.
—¡Oye! Eso fue grosero —dice con aspereza—. Siempre te he considerado el único Mikaelson con modales, pero hombre, ¡oh diablos! Tengo que decir que es una gran decepción.
—Detente. Dime dónde están, a dónde los has llevado —ordena Elijah mientras sus nudillos se blanquean y su mandíbula se agita. Sus dedos se enroscan alrededor de una de las estacas, ardiendo en ganas de desgarrar piel y huesos con ellas.
Aunque está tentado a dejar las estacas de lado y usar meramente sus dientes solo por el gusto de probar el sabor de su fuego y deleitarse con la dulce sangre que burbujeará contra sus dientes después de un mordisco fatal. Pero Elijah se resiste porque la rubia sostiene las piezas faltantes.
Ella es la única aquí que sabe cómo conseguir lo que Antoinette y él aún necesitan.
—Pfft, sí, como si te fuera a decir algo en tu estado —Caroline se ríe como si la idea fuera absurda. Como si fuera la broma más divertida de la historia del mundo—. Quiero decir, merezco al menos un incentivo por ese tipo de información, ¿no crees? Por los viejos tiempos y todo eso.
—He tenido suficiente de estos juegos ociosos, pequeña Miss Sunshine. ¿Dónde está? —Elijah gruñe de nuevo. Esta vez su paciencia esta deshilachándose en rabia, impulsando a sus colmillos a descender—. ¿¡DÓNDE!?
Los hombros de Caroline se enderezan, su cuerpo responde inconscientemente a la amenaza que sin querer sisea cuando lo ve avanzar en cuclillas hacia ella.
—Como ya dije, Señor Descortés —dice, chasqueando la lengua—. No voy a revelar ni una maldita cosa sobre la ubicación de tu hermano. No aquí, no cuando estas así. No voy a arriesgar a las personas que, aunque lo niegues, amas. En algún lugar de ese cráneo espeso y confundido —ella agrega.
—Bien —Una estaca se suelta de su manga. Él la blande en su mano; la gira como un bastón en su palma. El movimiento es lento y practicado, con o sin amnesia Elijah ha utilizado armas como esta durante siglos—. Si así es como quieres jugar.
—Vamos Elijah, no te voy a poner esto fácil.
Elijah se detiene para rascarse la mandíbula con el pulgar. Luego huele antes de dirigirse hacia Caroline.
—Tómalo de un hombre que ha vivido siglos, Caroline: no ganaras —dice—. Ese hombre, mi supuesto hermano, desangrará cualquier bondad que poseas, reprimirá cualquier felicidad que encuentres, así que hazte un favor y libérate ahora de su tiranía. No vale ni un poquito de tu tiempo. O protección. Él nunca lo valdrá, hagas lo que hagas.
—Estás equivocado. Realmente no sabes cuánto —La rubia niega con la cabeza y suspira—. Estás tan equivocado que simplemente... no sé cómo te recuperarás de todo el remordimiento y la culpa una vez que vuelvas a recuperar tus recuerdos —Él permanece impasible.
Mortalmente impasible.
—Déjame pasar, Caroline. Él debe pagar por sus crímenes.
—Dije —sus dientes se aprietan; sus rasgos se oscurecen—, ¡NO!
Ella utiliza su velocidad vampírica para bloquear todos y cada uno de sus golpes. Caroline empuja y golpea sin piedad, sus colmillos sobresalen listos para desgarrar la piel de su adversario. Hará todo para mantenerlo lejos de la casa.
—Su valía es mía, y solo mía, para decidir. ¿Lo entendiste, E? —ella se burla de su nuevo apodo deliberadamente, sin pedir disculpas; sus venas ondeando sobre sus la hacen ver amenazante—. Sería mejor para ti no olvidarlo. Ya sabes, de nuevo.
—Bueno, entonces —Él da un paso atrás, su frente esta fruncida, señal de una creciente irritación—. Supongo que no tenemos nada más para discutir, ¿verdad?
—No —Caroline se encoge de hombros y le lanza una mirada burlona.
—Me temo que esta hermosa rubia no me ha dejado otra opción, Híbrido —anuncia en voz alta y reverberante. Elijah habla al aire, pero sus ojos recorren la propiedad.
Las orejas le cosquillean, como si esperara que el aullido de protesta de su hermano retumbara en el campo. Sin embargo, no hay movimiento en ningún lugar excepto donde el sol se eleva sobre la colina.
No hay sonido además de los neumáticos chirriantes de un Camaro en la carretera a diez millas de distancia. No hay nada más aparte de un camino de tierra, una casa decrépita y una niña obstinada y descarada dispuesta a interponerse entre ellos.
Treinta segundos más pasan antes de que Elijah vuelva a mirar a Caroline. Pasarán otros treinta y cinco segundos antes de que tenga suficiente depredación, hambre y determinación para actuar. Él nivela su barbilla una vez que decide, camina hacia adelante con una estaca entre sus manos; las siguientes palabras salen de su garganta y estallan en una grave monotonía.
—Es hora de morir.
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Sangre y violencia siguen a Klaus en todas partes. Es una sombra repugnante que muerde con la esperanza de destruir todo lo que aprecia porque es un hombre forjado por el pecado y el odio. Es una flecha que derrama la sangre de sus seres queridos sobre senderos de adoquines o pastos de campo rociados en la lluvia. Sus peores temores inundan la tierra como resultado.
Y es toda su culpa. Su culpa, su culpa, su culpa.
Klaus clama, se abre camino hacia ellos. Pone a su hija inconsciente en el asiento trasero del automóvil junto a Roman y Marcel se los lleva. Observa cómo el auto desaparece por el camino, sus ruedas chirrían mientras se lleva a dos personas que ama hacia su hogar, a la seguridad. Luego regresa a la casa para recoger a las dos mujeres que ha dejado al ralentí en la finca a cinco millas de distancia.
Claro, ¿por qué no agregar otro desastre a la lista en constante multiplicación? ¿Por qué no asumir toda la responsabilidad de una tragedia de la que Hope nunca se recuperará? Ni Elijah, si vuelve en sí mismo algún día.
¿Cómo no puede asumir la culpa de esto? Su culpa, su culpa, su culpa.
La tentación de permanecer arrodillado en este momento es arrolladora, pero los gruñidos, sonidos de una batalla ahogándose en el aire hace que se levante con la velocidad de un guepardo para ir en ayuda de la última persona que sabe que no puede soportar perder.
Por lo tanto, cincuenta pasos requieren solo unos segundos, pero se sienten como décadas. Es lo que lo mantiene respirando. Ella es lo que lo mantiene en movimiento.
El mundo se derrumba y se recompone hasta que su aguda voz es todo lo que Klaus oye, hasta que su dorada cabeza vuelve a aparecer en su vista. Porque es lo único que quiere ver. Ella es el bálsamo de toda su monstruosidad, de sus debilidades, y la necesita. Él la necesita con vida más que nada. Aún así, un rugido del lobo en lo profundo de su pecho no es suficiente para transmitir toda la emoción que siente. No hay calma para controlar la furia.
Caroline no será arrancada de él. No no no. Nunca. Hoy no, no lo hará, ni en cien millones de vidas más si puede evitarlo. Incluso si es lo último en esta vida que debe hacer.
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Polvo y sangre cubren a Caroline y a Elijah después de algunos minutos de vampiro contra vampiro revolcándose. Colmillos afuera, con grava atrapada en el pelo. Parecen dos monstruos sacados de la peor de las pesadillas.
Caroline rechaza a su atacante con otra patada de arranque en la ingle seguida de un golpe rápido en la mandíbula.
—Sabes, debería estar enojada por la cantidad de imbéciles Mikaelson que han tratado de matarme a lo largo de los años, pero ¿sabes qué? No soy una damisela —dice ella, cayendo en una posición en cuclillas—. No soy demasiado delicada para defenderme. Así que continúa —Sus palabras se cortan, su respiración se vuelve pesada por el esfuerzo—. ¡Ven y dame con tu mejor golpe, amnésico idiota!
—Interesante elección hiciste para tus últimas palabras.
Una estaca agarrada firmemente en cada uno de sus puños, Elijah se balancea hacia abajo con la derecha. Arranca un pequeño parche de su piel con su manga negra. Sin embargo, como ella evadió el golpe más directo girando hacia la derecha, la herida se cura rápidamente. Caroline se ríe. Es un sonido cáustico y corrosivo.
—Ya quisieras que esas fueran mis últimas palabras, amigo.
—Grita todo lo que quieras, niña. Pero tenlo en cuenta —dice en un tono tan desapasionado como amenazante—. Aún te mataré por ayudar a mi supuesta familia. Libraremos al mundo de esa plaga de una forma u otra.
—Dios, ¿te estás escuchando a ti mismo? —Usando sus hombros como palanca, Caroline lo empuja hacia arriba para golpearlo en la cara por segunda vez. Elijah escupe sangre por la esquina de su boca después de que el golpe lo tira hacia atrás. Aún de pie, sin embargo, con la mandíbula tensa, se recompone nuevamente en segundos.
—Esas personas son la verdadera amenaza —dice ella—. ¡Te lavaron el cerebro!
—No. Ellos me liberaron.
—Genial. Entonces, al parecer, también estás siendo engañado. Eso es fantástico —se queja Caroline. La vampira se desliza hacia arriba sobre sus codos y le golpea el tobillo con el talón, pero él lo esquiva por milímetros—. Afortunadamente para mí, la psicosis de largo alcance de tu familia, quiero decir tu familia real, está desgastada y es probable que llame de vez en cuando, así que estoy acostumbrado a este tipo de cosas. Soy más fuerte por eso. Más inteligente también —agrega mientras sus dedos se enroscan debajo de ella, en el suelo.
Mirando hacia arriba, sus labios se contraen en una sonrisa antes de arrojar un puñado de tierra a la cara de Elijah sin previo aviso. A pesar de que bloquea la mayor parte del material con sus antebrazos, algunos de los escombros le pican los ojos lo suficiente como para que ella se gire en busca de una de sus armas, que rápidamente clava en las entrañas del Original.
Elijah está de rodillas ante la rubia en momentánea agonía, maldiciendo.
—Tal vez. Te lo concedo, eres fuerte —gruñe, su lengua lamiendo su boca bruscamente—, pero me temo que incluso con toda esa experiencia y a pesar de toda tu autoproclamada experiencia Mikaelson —Elijah es más rápido en recuperarse de lo que Caroline anticipa. Él la agarra por el cabello antes de que la rubia pueda correr, arrojándola contra la barandilla del porche con un estruendoso golpe—. Nunca serás capaz de vencerme —susurra casi como una caricia—. No puedes ganar esta pelea.
—Entonces supongo que tendré que morir en el intento, ¿no? —Caroline hecha su cabeza hacia atrás para mirarlo a los ojos.
—¿Morir? —Elijah se ríe. Un hilillo de sangre gotea de su boca, la estaca sigue en su estomago—. Oh sí, lo harás.
La cara del Original se distorsiona, dejando relucir sus mortales colmillos. Caroline, aun en el piso, gatea hacia atrás al verlo dar el primer paso.
—Disculpa la intrusión —una voz interrumpe en ese momento con un gruñido bajo, sin disculparse en absoluto—, pero no la subestimaría si fuera usted. Está hecha de puro fuego.
—Y te asaré ante el primer movimiento en falso, amigo —Caroline interrumpe con un bufido.
Entrecerrando los ojos, Elijah la mira como si fuera una cucaracha. —Creo que la muerte te sentaría muy bien. Sí —sisea—. Imagina el silencio que obtendré pronto.
Ella levanta la barbilla para darle una mirada de incredulidad. A Klaus empieza a gustarle la idea de golpear la cabeza del Original repetidas veces contra el suelo para restablecer primero todos sus recuerdos y luego clavarle una maldita estaca en la cabeza. Así cuando se recuperara no tendría que preguntar por qué hizo lo que hizo.
—¡Suficiente! —exclama el Hibrido. Agarra a su hermano mayor por el hombro al mismo tiempo que Caroline arranca un fierro de metal de la barandilla—. Amenazar su vida sería desacertado para cualquier persona en circunstancias normales, pero esto... ¿por qué? Esto es... ¿estás malditamente loco?
—Has llegado justo a tiempo ¿por qué no miras mientras absorbo la última gota de sangre de sus venas? Un par de sorbidos es todo lo que se necesitaría para silenciarla para siempre —dice Elijah en la voz de un extraño, es la voz de un enemigo letal y desquiciado. Sus labios se curvan en siniestro deleite—. Qué pensamiento más encantador es ese.
—¡Dije suficiente! —Klaus gruñe de nuevo. Más fuerte esta vez. Acercándose cada vez más, es una bola de temperamento y ansiedad mientras agarra al otro hombre por las solapas de su chaqueta de cuero—. Hay límites que no permitiré que cruces —exclamo, enfatizando cada palabra. La vena en su frente palpitaba con fuerza mientras Caroline metía el arma en su chaqueta—, hermano.
—¿Esta chica significa tanto para ti, Híbrido? —Elijah dice. En respuesta, Klaus lo arroja como si fuera nada estrellándolo en las puertas del granero al otro lado del patio.
—¡Basta! —aúlla. Una furia insólita ha caído sobre Klaus, sus ojos se colorean dorados. Patea entre los restos de madera hasta que alcanza la forma humana de Elijah. Él lo levanta por el cuello. Luego golpea su cabeza con fuerza contra la única viga de pie y le clava un dedo en la cara.
—Se ha derramado suficiente sangre aquí hoy, Elijah. Basta.
—Dime —Su voz ronca le desafía—, ¿se supone que eso me importa?
—Klaus, detente, no puedes hablar con él. No escucha —Caroline dice mientras se acerca desde atrás—. Ha sido corrompido mental y mágicamente por ellos.
—Nuestra familia se ha fracturado irreparablemente —continúa Klaus sin escucharla. Se ve un poco enloquecido cuando sacude a su hermano con desesperación, como si de algún modo eso volviera a ponerle los tornillos sueltos en el cerebro—. Hayley se fue, la madre de mi hija, la mujer que amabas... está muerta. ¡Muerta! ¡La dejaste caer directamente al regazo de nuestro enemigo! Así que perdóname, pero un movimiento en falso y voy a retorcer tu miserable cuello —Su voz se vuelve espesa; pesada, y le duele tragar—. Te encadenaré dentro de una caja, que es algo que juré que nunca volvería a hacerle a alguien de esta familia, antes de permitir que te lleves a Caroline también.
Es en ese momento, justo cuando el sol se ve eclipsado por una nube, el viento empuja pétalos de flores en el aire como cuchillos que pinchan cuando besan un trozo de piel expuesta, que las facciones de Elijah se contorsionan en algo peor que inescrutable. En cambio, se transforman en algo agresivo y desquiciado.
—Ahora que se que te importa, sus alaridos me sonarán mucho más deliciosos cuando no puedas salvarla, Híbrido —dice—. Admito que no puedo esperar a escuchar la sinfonía.
—¡Púdrete! —Caroline grita de vuelta.
Tomándolos por sorpresa, Elijah se inclina hacia adelante para agarrar a Klaus por el codo. Con una fuerza inimaginable, él tira. Fracturándole el brazo con un giro violento. La acción libera sus dos piernas, que habían estado colgando en el aire donde lo habían clavado hace unos segundos, para poder patear las rodillas de Klaus. Desequilibrándolo lo suficiente como para morder su hombro y empujar hacia atrás contra su pecho. Elijah casi esquiva el brazo que se balancea hacia él en represalia, pero no del todo. Las garras híbridas le atrapan la cara a pesar de que se agacha.
Como un animal, clava su mano en su rostro destrozando su piel. Klaus está lívido, monstruoso más allá de la leyenda; atacando con voracidad a su hermano. Aún así, Elijah tiene la ventaja.
Antes de que Klaus pueda detenerlo, y antes de que pueda recuperarse a tiempo para detener el ataque, su hermano mayor lo detiene con una rodilla que le rompe la nariz y reduce su visión a puntos negros y blancos.
Le da mucho tiempo y oportunidad de clavarlo en el suelo con el haz de granero suelto a sus pies. Perforando su riñón.
Así es como Elijah lo deja también: retorciéndose, furioso, indefenso. Es por eso que vuelve su atención a Caroline con una nueva perspectiva, una visión más profunda. Hay una sonrisa paciente pero exigente en sus labios mientras se vuelve hacia la vampira.
Es ella contra él una vez más y la ferocidad en el rostro de la mujer al ver clavado en el suelo a Klaus es incomparable, alimenta sus músculos con adrenalina.
Es aquí, después de todo, que realmente entiende que Caroline no abandonará a Klaus bajo ninguna circunstancia. Porque, sin importar cuánto crezca el peligro, y no importa cuán escasas sean las probabilidades a su favor, él ve que ella iría directamente al infierno si eso le ofrece la más mínima posibilidad de volver a contactarlo. ¿Cómo pudo haber pasado por alto todas las señales? ¿Cómo no haber notado la preocupación oculta detrás de su incesante parloteo? 'Su valor es mío para decidir', le había dicho antes. Mío. Sus palabras estaban dichas con una connotación demasiado fuerte como para demarcar su conexión.
Amantes.
Hace que Elijah se sienta como el más grande idiota.
Es por eso que no importa cómo su muerte suceda ahora. Se ha dado cuenta de que no es importante si él ensarta su rosada carne en las ramas de los arboles, si arranca su cabeza con los cordones de los zapatos o si lo hace con sus dientes. No importa si él corta sus entrañas, la asa al sol, si se alimenta de su arteria carótida, o si arranca su corazón. Todo lo que necesita es que su vida termine aquí. Ahora.
Todo lo que se requiere es que Klaus esté presenciándolo todo en primera fila, impotente y mirando... Mirando como Elijah le arranca irrevocablemente la vida a esta chica.
El pensamiento hace que el Original sonría.
¿Cuál es la mejor retribución, después de todo? ¿Qué tipo de justicia podría ser mejor en contra del hombre que trató de extinguir el amor que existe entre él y Antoinette?
Una vez que ella está muerta, será demasiado fácil acabar con él. Ah, ¡que pensamiento tan más delicioso!
El castigo tanto por la intromisión del Híbrido como por su impureza será mucho más satisfactorio de lograr ahora que él conoce la mejor manera de infligirlo, personalmente.
—Sus gritos será el sonido más magnifico jamás escuchado —dice Elijah, mirando a Klaus por encima del hombro para agregar dulcemente—, hermano.
—¡No te atrevas! ¡Detente, maldito seas! —él responde mientras sus uñas magullan la tierra donde todavía está empalado.
—¡Klaus! ¡Escúchame, por favor! —Como un látigo, la voz de Caroline se alza en el mismo momento en que la lluvia comienza a escupir sobre ellos desde las bocas de las nubes.
El viento sopla tan fuerte que destroza todas las ventanas restantes de la casa. El espacio a su alrededor se transforma en una bocanada silbante de tensión y dolor, de ira y traición, de terror demasiado palpable para soportar, todo en segundos.
Elijah es fuerza pura, fragmentos de madera volando por todas partes, como una bestia rabiosa.
Caroline avanza con agilidad a través del laberinto cubierto de colmillos que es Elijah. Por un segundo su cerúlea mirada se cruza con la de él. El azul de sus ojos penetra su alma dolorosamente, ¿qué pasa si él no puede escapar de este obstáculo pronto? ¿Qué pasa si él no puede salvarla?
Caroline salta sobre el cuerpo de Klaus en ese momento, se aleja con Elijah detrás de ella en cuclillas. Luego, sin interrumpir el paso, busca en el bolsillo de su chaqueta antes de volver a mirar al hibrido el tiempo suficiente como para exigirle que la entienda.
Pidiéndole que deposite fe y confianza en lo que significan sus palabras: —¡Los jeans, Klaus! ¡Los malditos jeans! —ella grita mientras se lanza sobre Elijah por última vez.
—Tan elocuente —dice Elijah mientras le engancha un brazo alrededor del cuello en señal de victoria—. Ya que esas serán realmente tus últimas palabras, est-
Elijah realmente no lo ve venir.
Está inconsciente y de cara en el suelo en segundos. Un fierro de metal clavado entre sus dos omoplatos.
—Hazte un sastre la próxima vez. Quiero decir, de verdad —dice Caroline sobre el cuerpo del Original mayor, lanzando un bufido al ver los pantalones rasgados de Elijah. Esa simple prenda la había salvado.
Ella toma la mano ofrecida por Klaus con una sonrisa débil y se pone de pie ágilmente.
—Eso fue muy original de tu parte, amor —dice.
—Nah, no realmente. Mi obsesión con legalmente rubia simplemente me ha servido bien hoy, eso es todo.
—No te pareces en nada a Elle Woods, amor. Créame.
—Sí, bueno, de ninguna manera tu hermano iba a salir intacto después de decir que hablo demasiado. Nadie lo haría. Además —continúa con un bufido—, tú le advertiste que no me subestimara.
—Sí, eso hice.
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Después de atar a Elijah a un árbol con cadenas impregnadas es verbena y fuera de la vista de los humanos, con la intención de mantenerlo sometido hasta que sus refuerzos llegarán para llevárselo, se dirigen hacia la casa.
—Gracias por la ayuda, por cierto —dice Caroline.
Encogiéndose de hombros, Klaus desliza un brazo alrededor de su cintura simplemente como si fuera algo natural. —Fue lo menos que pude hacer.
—Vamos, el trabajo en equipo nos queda bien. No lo niegues —dice, dándole un suave golpe en la cadera con la propia.
—No lo hago.
—¿Qué pasa? —Ella pregunta sospechosamente, sus sentidos intensificados en alerta roja de nuevo debido a su comportamiento abstracto—. ¿Hay otr-
—No —interrumpe, su pulgar se engancha más firmemente en su cintura—, no es nada.
Caroline pone los ojos en blanco ante su tono lúgubre y descontento, la forma en que él suspira antes de desaparecer en el enigmático laberinto de su mente donde no puede seguirlo, así que detiene su andar. Luego cruza sus brazos.
—Mira, sé que no era ideal que yo lo apuñalara —dice, sintiendo su creciente ansiedad—, pero contigo empalado y con la madera perforando tu espalda, sabía que si lo llevaba lo suficientemente cerca de ti, podrías derribarlo para que yo pudie-
Klaus la calla con un beso.
El momento que eligió para hacerlo es malo.
No podría ser peor, en realidad.
Es totalmente inapropiado teniendo en cuenta lo tenso que han sido los últimos veinte minutos con la amenaza de la magia y la atadura de lobos, con un rescate de inocentes que ha tenido éxito pero todavía huele a carne quemada y sangre, y de restos de la familia que nunca podrán volver. Hay tanto para discutir, también.
Hay tantas decisiones que tomar sobre qué hacer a continuación. ¿Hayley? ¿Hope? Elijah? ¿Nueva Orleans? Recolectar las cenizas de la madre de Hope antes de irse; y ¿en qué? ¿Cómo reaccionará Hope cuando se despierte? ¿Qué sabía Roman sobre esto? ¿Pueden encontrar un aquelarre de brujas lo suficientemente fuerte para arreglar la mente de Elijah, o es imposible recuperarlo ahora que gran parte de él ha sido mágicamente reacondicionado? ¿Debería llamar a Bonnie, o cruzaría algún tipo de línea? Y, maldita sea ¿podría dejar de llover?
Y así sucesivamente, ¡fluyen las preguntas!
El mayor problema ahora, sin embargo, es que el beso de Klaus es tan abrasador y aplastante que ha detenido el millón y medio de pensamientos que zumban en la cabeza de Caroline.
Está demasiado distraída, demasiado perdida por el dulce pero irritante sabor de su lengua en su boca. Él hace el amor con sus labios de una manera que nadie más que un artista sabe cómo. Hay una gran variedad de meticulosidad, delicadeza y una gran ferocidad, él parece querer pintarla con su boca.
Y antes de que ella lo sepa, antes de que pueda encontrar su sentido de la racionalidad y el tiempo suficiente para estabilizar su pulso de nuevo y detener esto, sus dedos se entierran en los rizos en la nuca para acercarlo más, y más cerca; la mariposa gigante se revuelve en su estómago diciéndole una sola cosa: Déjate llevar. Deja que las preguntas esperen un momento.
Entonces ella lo hace.
Ambos lo hacen.
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