All i want for Christmas
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Título: I Intend to be Your Last
Autora: Sci-fi Christian [FanFiction]
Sinopsis: Durante la Temporada 5 de TVD y Temporada 1 de The Originals (Sin Hayley embarazada) Caroline va a casa para Navidad, y sólo quiere una cosa.
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Caroline suspiró mientras colocaba un adorno en el árbol. Su mano cayó a su lado, y cerro sus ojos. Había sido un año difícil. La única paz que parecía encontrar era cuando pensaba en él. Parecía tonto; encontrar paz pensando en un sociópata como Klaus Mikaelson, pero era cierto. La última vez que lo vio fue en su graduación, aunque no fue la última vez que le habló. Levantó los ojos al árbol y tocó suavemente la estrella de cristal que brillaba a contraluces del árbol.
La estrella había sido un regalo suyo. Era un regalo de Navidad enviado desde Nueva Orleans, con una nota diciendo "Un símbolo de luz para el ángel que está lleno de luz". Le había hecho sonreír recordando los buenos momentos cuando abrió el paquete, pero su sonrisa había sido breve cuando recordó dónde estaba.
Dio un paso atrás e inclinó la cabeza hacia un lado. El árbol estaba decorado con luces azules y blancas y pequeñas luces de copo de nieve entre ellas. En la oscuridad, el árbol parecía impresionante. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios mientras contemplaba el árbol. Decorar el árbol siempre fue su parte favorita de la Navidad, pero ahora no era lo mismo.
Se sentó en el sofá frente al árbol y escuchó a su mamá entrar en la habitación. Ella la miró y sonrió, o al menos lo intento, pero no dijo ni una sola palabra cuando su madre se sentó a su lado.
—El árbol se ve precioso, cariño —Liz dijo, suavemente, tocando las manos de Caroline con las suyas por un momento.
Caroline asintió. —Gracias mamá —susurró, volviendo a centrar su atención en el árbol.
—¿Qué pasa? —preguntó Liz con preocupación.
Caroline sacudió la cabeza. —No lo sé, mamá —respondió, apoyándose en el sofá—. Yo debería estar feliz de estar en casa, pero siento que algo falta —agregó, encogiéndose de hombros.
Liz asintió con la cabeza. —¿Es Tyler? —preguntó, mirando el rostro de Caroline endurecerse ante el nombre.
Desde que Caroline se graduó, había pasado cada vez menos tiempo hablando de Tyler, y más tiempo pensando. ¿Sobre qué?, Liz no lo sabía, pero ella sólo podía adivinar.
—No, no es Tyler —Caroline respondió, casualmente—. No he hablado con él desde que Klaus dijo que podía volver —Ella agregó, encogiéndose de hombros.
Liz asintió con la cabeza. —Lo siento —respondió, tiernamente.
Caroline se rió ligeramente. —Simplemente no lo entiendo —dijo ella, echando la cabeza hacia atrás contra el sofá.
Liz entrecerró los ojos e inclinó la cabeza con curiosidad. —¿A Tyler? —preguntó, confundida.
Caroline sacudió la cabeza. —No, a Klaus —Ella respondió, levantándose—. Quiero decir que hizo todo lo que pudo para mantenerme a mí y a Tyler apartados, llegando incluso a tratarme como a una dama y prometiéndome mostrarme el mundo, y hasta se convirtió en mi amigo en el proceso —dijo ella, paseando por la sala de estar—. Entonces, cuando iba decirle mis sentimientos, se da la vuelta y me dice que iba a dejar que Tyler regresara —Ella agregó, volviéndose su mamá—. ¿Y sabes cuál fue la cosa más arrogante que hizo? —Ella preguntó, pero no esperó una respuesta—. ¡Tuvo el descaro de decirme que pretendía ser mi último amor! —gritó señalando su pecho con una risa burlona—. ¡¿Puedes creerlo?! —exclamo, alejándose de su mamá.
Liz, que se había sentado como una estatua durante la diatriba de su hija, se echó a reír.
Caroline se dio la vuelta y observó a su madre. —No es gracioso —dijo ella, cruzando los brazos sobre su pecho.
Liz continuó riéndose, e inclinó la cabeza, tratando de detener su risa con la mano derecha sobre su boca. —Lo siento, Caroline. —respondió, deteniendo finalmente su risa, cuando Caroline puso los ojos en blanco. Estudió a hija por un momento y sonrió—. ¿Cuánto tiempo has estado enamorada de él? —preguntó Liz, observando a su hija enderezarse un momento.
Caroline sacudió la cabeza hacia su madre, y su boca se abrió. —¿Qué? —preguntó, sin aliento.
Liz inclinó la cabeza hacia un lado. —¿Cuánto tiempo has estado enamorada de Klaus? —preguntó de nuevo.
Caroline bajó la mirada y se burló. —No estoy enamorada de él —Ella dijo, aunque casi se ahogó con las palabras.
Liz sonrió tiernamente y se levantó del sofá para acercarse a su hija. —Caroline... —Ella empezó, usando su tono maternal—. ¿Cuánto tiempo? —preguntó de nuevo, suavemente.
Caroline tragó saliva, y bajó la cabeza antes de sacudir su cabeza hacia atrás, y se volvió hacia el árbol.
—Caroline —Liz llamó, de pie junto a su hija.
—No lo sé —Ella finalmente susurró, aunque parecía distante.
Liz sonrió y tocó la espalda de Caroline con la mano derecha. —Está bien, cariño, puedes decírmelo —susurró, mirando Caroline sacudir la cabeza.
—No, no lo es, mamá —dijo Caroline con un pequeño sollozo—. Quiero decir, es una persona terrible, que ha hecho cosa terribles —Comenzó en un pequeño discurso, antes de mirar a su mamá—. ¿Cómo podría amarlo? —Ella preguntó, casi en un susurro.
—¿Cómo no podrías? —preguntó Liz, suavemente. Caroline giró la cabeza y abrió los ojos.
—¿Mamá? —preguntó, en un tono de incredulidad.
Liz sonrió. —Caroline, ha vivido mil años, y ha vivido de una cierta manera durante tanto tiempo, aunque durante ese tiempo nunca se ha preocupado por nadie más que de él mismo. Tu misma me lo has dicho —lo explicó con calma—, hasta que te conoció —agregó, con una tierna sonrisa—. Me dijiste que él te salvó la vida muchas veces, y lo humano dentro de él salía cuando estabas a su lado —Hizo una pausa, tocando el rostro de Caroline suavemente.
—Caroline, no tienes que ocultar tus sentimientos de mí —Ella añadió, con calma.
Caroline tragó saliva y sintió lágrimas en sus ojos ante la emoción que estaba sintiendo. —Eso no me importaría, mamá, ni siquiera un poco —Ella dijo, aunque las últimas palabras fueron atrapadas en su garganta en medio de un sollozo—. Y mis amigos... —se calló, cuando Liz negó con la cabeza.
—Esto no se trata de tus amigos, cariño, esto es sobre ti y tu felicidad —dijo Liz, firmemente, antes de sonreír—. Todo el mundo merece ser amado, Caroline, especialmente aquellos que más lo necesitan —Ella respondió, en un tono dulce.
—¿Qué estás diciendo, mamá? —preguntó la rubia menor, confundida.
—Estoy diciendo: escucha tu corazón, tienes una eternidad para vivir, Caroline, ¿quieres pasarla lamentando la oportunidad que pudiste haber tenido o el amor que pudiste haber tenido? —Ella preguntó en un tono maternal, mientras miraba a los ojos de Caroline.
Caroline abrió la boca, pero las palabras quedaron atascadas en su garganta. ¿Qué podía decir? Su corazón le estaba diciendo que tomara esa oportunidad, repitiendo palabras que se hablaron hace tanto tiempo, pero su mente estaba e conflicto.
—Pero ¿cómo podría perdonarlo por todo lo que ha hecho? —Ella preguntó, después de un momento, mirando la estrella árbol.
—Diría que ya has comenzado, Caroline —Liz respondió con una sonrisa—. Cuando amas a alguien, amas todo, no sólo las partes buenas —Ella respondió con sabiduría que sólo una madre posee.
Caroline giró la cabeza para mirar a su madre, y su ceño frunció ligeramente. —¿Por qué me empujas hacia Klaus? —preguntó, en un tono exigente.
—He visto lo feliz que te hace, Caroline, y a pesar de todo, creo que él te cuidará —Dijo Liz sonriendo. Inclinándose hacia delante añadió: —Si lo dejas —Se enderezó y giró sobre sus talones, dirigiéndose hacia la cocina, dejando a Caroline en el salón, sola.
Caroline miró fijamente al árbol, o principalmente a la estrella, colgando delicadamente sobre una rama verde. ¿Podría realmente perdonar a Klaus por todo lo que había hecho? Ella se burló ligeramente de la idea, pero la burla se desvanecio en la quietud de la habitación mientras más pensamientos entraban en su mente. Ella se preocupaba por él, y él la amaba.
Cuando estaba con ella, era diferente.
Lentamente una sonrisa se deslizó en su rostro. Por eso se preocupaba por él. Ella lo aceptaba.
Cuando estaban juntos, siempre veía al hombre que podía ser. A pesar de que seguía diciéndole que no podía ver más allá de la oscuridad. Ella lo hizo. Ella lo aceptó. Ella inclinó la cabeza y giró sobre sus talones.
Faltaban dos semanas hasta Navidad, así que necesitaba darse prisa. Saco un pedazo de papel de su cuaderno de su cuarto y se dirigió a la sala de estar para sentarse en el sofá. Después de sentó con las piernas cerca del pecho, y comenzó a escribir. Era una simple carta con un simple mensaje, y era suficiente para entender su significado.
Liz se paró en la puerta y vio cómo su hija se iluminaba mientras escribía en el papel. Una sonrisa tranquila apareció rostro, mientras sorbía su café. Sólo esperaba que ella estuviera en lo cierto por el bien de su hija.
Nochebuena.
Habían transcurrido dos semanas desde que Caroline envió su carta, y no había oído nada. No hubo cartas, ni una llamada telefónica, ni siquiera un texto. Había estado tan feliz después de enviar la carta, incluso Liz notó el cambio, pero con cada día que pasaba, poco a poco se convirtió en una sombra. Tal vez Liz se había equivocado.
Liz sacudió la cabeza, agarrando el mostrador de la cocina con las manos. Acababa de salir de la sala hace unos momentos y casi le había roto el corazón.
Su hija estaba sentada en el sofá, mirando fijamente el árbol en un estado casi catatónico. Verla así le estaba haciendo daño, sabiendo que su hija estaba sufriendo porque un idiota hibrido inmortal no había respondido.
Ella suspiró y alzó la cabeza. Quería que su hija fuera feliz. Era la única petición por la que había orado todas las noches.
Caroline rodeó sus piernas con sus brazos y suspiró. Había esperado que al menos la llamara. Suponía que estaría esperando demasiado que Klaus llegara corriendo en cuanto ella lo llamara. Sabía que tenía muchos negocios para tratar en Nueva Orleans, pero era Navidad...
Ella sacudió su cabeza. Ella era una tonta al pensar que él querría pasar incluso otro día con ella, incluso después de lo que le dijo en la graduación. Además, tenía a su familia, y probablemente quería estar con ellos, no con una chica pueblerina que le gusto en un momento dado.
—Caroline —susurró Liz, a su lado, haciendo que Caroline moviera su mirada—. Cariño, tienes que comer algo —pidió, extendiendo su mano con una bolsa de sangre en su palma.
Caroline sonrió débilmente y asintió. —Gracias mamá — susurró en un tono derrotado.
—No debes rendirte, cariño —Liz respondió, acariciando el cabello de su hija, que había sido retirado en una cola de caballo. Caroline solo asintió.
—Supongo que esperaba demasiado —susurró, moviéndose para ponerse de pie—. Voy a tomar una ducha rápida —Ella añadió, débilmente.
Liz asintió y observó a su hija desaparecer por el pasillo hasta su cuarto de baño. Oyó la puerta cerrarse, y su corazón se rompió un poco mas por su hija.
Justo cuando estaba a punto de volver a la cocina, sonó el timbre de la puerta.
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Caroline se quedó de pie bajo el agua hasta que el agua se enfrió, aunque no podía sentirlo. Necesitaba tiempo para pensar. La única cosa que ella realmente quería para la Navidad nunca iba a venir.
No todos tenían su deseo navideño, suponía, pero la esperanza seguía ahí. Ella sólo tenía que mantenerse fuerte y empujar el rechazo que estaba sintiendo a la parte posterior de su mente.
Probablemente siguió adelante y se había olvidado de ella. Había sido demasiado pedir. Ella comprendía eso ahora.
Al cerrar la llave de la ducha, salió de la bañera. Agarrando una toalla, empezó a secarse rápidamente. Descolgó la túnica de la puerta y se la puso y se peinó rápidamente.
Tenía que seguir adelante. Tenía que poner una cara feliz. Ella tenía que, por su madre.
Abriendo la puerta del baño, sus sentidos vampíricos captaron ese olor familiar, uno que soñó durante meses. Sus ojos se abrieron de par en par, mientras sus pies descalzos se acomodaban rápidamente por el pasillo hacia la sala de estar. De pie junto a la puerta apoyando la cabeza en el borde estaba cierto hibrido Mikaelson. Sus ojos se abrieron de par en par, sorprendida. Se volvió rápidamente y corrió a su cuarto, cerrando la puerta.
Colocando su mano derecha sobre su pecho, trató de calmar su respiración. De repente, su corazón se sentía más ligero, había desaparecido la sensación de que alguien le aplastaba el corazón, y una sonrisa estalló en su rostro.
Con velocidad de vampiro, corrió por su habitación y se puso unos pantalones vaqueros, un suéter blanco con cuello y sus botas negras. Mirando en el espejo, suspiró mientras su cabello casi seco se encrespaba y salía por todas partes.
Agarró un cepillo, se cepilló el cabello y, con un gemido, lo subió a una cola de caballo, con su flequillo delicadamente colgando por su rostro. Ella sonrió débilmente, y caminó hacia su puerta.
Hizo una pausa con la mano en el pomo y cerró los ojos. Necesitaba mantener la calma. Después de todo, sólo habían pasado unos meses desde que ella lo había visto, y... No, no hay "y". Sólo habían pasado meses desde que ella lo había visto. Tenía derecho a estar nerviosa. Probablemente estaba aquí para decirle que siguiera adelante, o para decirle que se había mudado, y nunca quería volver a verla.
Tragó saliva mientras sus inseguridades humanas la inundaban, aumentada por sus instintos vampíricos.
—Puedes hacerlo —Ella susurró para sí misma, finalmente girando la perilla.
Caminó tan tranquila como pudo fuera de su habitación, y en la sala de estar. Sus ojos escudriñaron rápidamente la habitación para ver a su madre, y luego la oyó en la cocina. Probablemente quería darles algo de privacidad. Caroline sonrió al pensarlo. Sus ojos finalmente volvieron a él. Estaba de pie frente al árbol, de espaldas a ella, vestido con una camisa oscura y pantalones vaqueros. Sus manos es clavadas a la espalda, y su estatura parecía gritar autoridad. Tragó saliva antes de abrir la boca.
—¿Klaus? —Ella susurro, aunque estaba tan nerviosa que apenas reconoció su propia voz. Su cuerpo se tensó levemente, hasta que finalmente se dio la vuelta. Se quedó inmóvil en su lugar cuando sus ojos atraparon los suyos. Su boca se volvió hacia arriba en esa sonrisa marca Klaus, y él la evaluó en silencio antes de volver la vista a sus ojos una vez más.
—Hola, Caroline —Él respondió, con ese acento que recordaba muy bien. Ella tragó nerviosamente mientras se movía sobre sus pies.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Ella preguntó bajando la mirada.
Klaus rió en silencio, mientras caminaba hacia ella, sacando un pedazo de papel, que parecía estar desgastado por haber sido leído una y otra vez.
—Vine por esto —Él respondió, agitando el papel delante de ella.
Ella sonrió y bajó la mirada. —Sí —susurró, levantando su mano y fingió empujar su cabello detrás de su oído aunque todo estaba en su lugar.
—¿Quieres explicar lo que significa, amor? —preguntó Klaus, sonriendo, mientras él se detenía frente a ella.
Ella sonrió, y juró si no estuviera no-muerta, se ruborizaría. —¿Qué crees que significa? —Ella preguntó, moviéndose para sentarse en el sofá, con una mirada hacia él.
Klaus sacudió la cabeza. —Caroline —Dijo, con un suave reproche en su voz.
Caroline suspiró, y se levantó, sólo para pasar junto a él y colocarse junto al árbol. Se detuvo donde estaba la estrella, y ella sonrió mientras la tocaba.
—Desde que te fuiste, me he sentido perdida —Ella susurró, dejando caer su mano—. He perdido mi sentido, mi fuerza para mantener mi humanidad —continuó, inclinando la cabeza. Oyó la respiración de Klaus, pero no se dio la vuelta—. Me di cuenta de que me haces luchar por mantenerlo, no por tu oscuridad, sino porque te gusta eso de mí —Ella continuó, esta vez volteándose para mirarlo. Ella sonrió, tomando nota de su cara estoica, aunque sus ojos brillaban.
—Cuando estoy a tu alrededor, soy quien quiero ser, y por eso, es que yo... —se detuvo, tragando el nudo en su garganta.
—¿Tú qué, Caroline? —preguntó, después de un momento, atreviéndose a preguntar por lo que iba a decir.
Caroline sonrió. —De alguna manera durante nuestra lucha, mi resistencia y nuestra amistad —hizo una pausa, moviendo manos—. De alguna manera, en algún lugar de todo eso, me enamoré de ti —Ella concluyó, finalmente diciendo lo que solo había soñado durante meses.
El tiempo pareció detenerse para ambos. Ella observó a Klaus tragar unas cuantas veces, pero él permaneció en silencio delante de ella.
—¿No vas a decir algo? —Ella preguntó, cuando el silencio se hizo demasiado.
Klaus sacudió lentamente la cabeza, sólo para correr hacia ella, casi derribándola mientras la agarraba por los brazos. —¿Estás jugando conmigo, Caroline? —preguntó, su voz temblaba de incertidumbre.
Caroline sonrió comprensivamente y sacudió la cabeza. Alzó las manos y le agarró la cara. —No habría enviado esa carta si lo estuviera —susurró, buscando sus ojos.
Klaus cerró los ojos, las emociones que sus palabras le provocaban lo sobrepasaron. Lentamente abrió los ojos y los poso sobre los azules de Caroline, sonrió y asintió lentamente. Con certeza, se inclinó hacia delante y capturó sus labios con los suyos.
Caroline sintió que cuerpo y su corazón se sentían en paz con el contacto, y supo que su mamá tenía razón. Sintiendo que sus labios acariciaban los de ella, sabía que había tomado la decisión correcta. Mientras se separaban lentamente, ella abrió los ojos para encontrar sus ojos resplandecientes de amor y diversión.
—¿Cumplí tu deseo navideño? —preguntó, tocando su cara con el dorso de su mano derecha.
Ella sonrió y negó con la cabeza. —No, esto es mucho mejor —susurró, capturando sus labios una vez más.
Mientras seguían recibiendo sus regalos de Navidad, la carta descansaba sobre la mesa, donde Klaus la había dejado. Sus bordes estaban desgastados y algo sucios debido a todas las veces que Klaus se mantuvo leyendo y volviendo a leerlo una y otra vez, mientras se debatía venir, que era casi un hecho. La tinta era apenas visible por el desgaste continuo, pero las palabras nunca habían salido del corazón de Klaus durante las dos semanas desde que él las leyó por primera vez. Porque escrito en la elegante escritura de Caroline estaban las palabras:
Todo lo que quiero para Navidad es a Klaus Mikaelson.
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